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¿Quiénes son los dueños de la Universidad San Sebastián?

¿Quiénes son los dueños de la Universidad San Sebastián?

El establecimiento que hasta junio lideró el fundador de la UDI Luis Cordero ha estado en el centro de la polémica. Dos días después de que se conociera el sueldo de $17 millones bruto que recibió Marcela Cubillos por su labor docente, Andrés Chadwick, salió de la universidad tras decidir querellarse contra los parlamentarios que lo mencionaron en la acusación constitucional contra Ángela Vivanco. Así se vivió la crisis puertas adentro.

Por: Equipo DF MAS | Publicado: Viernes 27 de septiembre de 2024 a las 12:29
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El año 2006, el empresario José Luis Zabala se acercó a golpear la puerta de Inmobiliaria Andrés Bello, -propiedad de Andrés Navarro, Luis Cordero, Marcelo Ruiz, Ignacio Fernández y Alejandro Pérez-, para proponerles ingresar a la propiedad de la Universidad San Sebastián. Para este grupo de accionistas el mundo de la educación no era lejano: cuatro de ellos –Navarro, Cordero, Ruiz y Fernández- habían sido dueños de la Universidad Andrés Bello, institución educacional que traspasaron a Laureate International, pero manteniéndose ellos como dueños de los inmuebles en donde funcionaba la casa de estudios.

Motivados con la idea de hacer un aporte al país, el grupo de empresarios decidió a sentarse a conversar e iniciar una negociación que cuatro meses después se vio interrumpida por el fallecimiento de Zabala, razón por la cual el acuerdo se cerró con su hija, Pilar Zabala, hoy líder del grupo Pie del Monte, que además de la USS participa en inversiones como el restaurante Chuck E. Cheese´s, Puerto Velero, inmobiliaria Surmonte y Agrícola El Olivar.

Otro hito que marcó los cambios de propiedad al interior de la universidad fue el fallecimiento el año 2010, a raíz de un accidente aéreo en Tomé, de tres de los accionistas, Luis Ernesto Videla, Ignacio Fernández y Marcelo Ruiz.

Alejandro Pérez, socio de la U. San Sebastián: “El caso de Marcela (Cubillos) en la estructura de renta de la universidad se salió completamente del esquema”

Tras estos movimientos, hoy la Universidad pertenece ocho familias socias: la sucesión de José Luis Zabala y la de Luis Cordero tienen, cada una, un 20% de la propiedad. El 60% restante lo tienen seis empresarios, cada uno con el 10%: Andrés Navarro, Alejandro Pérez, uno de los fundadores de la universidad, Javier Pivcevic, la sucesión de Marcelo Ruiz, la sucesión de Ignacio Fernández, y la sucesión de Luis Ernesto Videla.

Otro de los accionistas, dueño de un 10%, fue el científico Pablo Valenzuela, sin embargo, hace un tiempo atrás decidió cederle dicho porcentaje a Cordero.

Cada una de estas familias están presentes en la junta directiva que presidía Chadwick: Pilar Zabala y Andrés Vaccaro en representación de la familia Zabala, Ana María Velasco (viuda de Videla), Andrea Pérez (hija de Alejandro), José Tomás Cordero (hijo de Luis), Marcelo Ruiz Paredes (hijo de Marcelo Ruiz), Margarita Cofré (viuda de Fernández) y Pilar Navarro (hija de Andrés).

El año 2006, tras el ingreso de los nuevos socios a la propiedad, Alejandro Pérez –exgerente general de Celco (hoy Arauco) y socio de la Clínica Indisa- asumió la presidencia, quien más tarde fue sucedido por Luis Cordero, quien antes de morir este año a raíz de un cáncer, manifestó a sus socios su interés porque Andrés Chadwick lo reemplazara a la cabeza de la institución, moción que fue respetada y apoyada por los integrantes de la junta.

La salida de Chadwick

Desde que la sigla ACH comenzó a aparecer con frecuencia en los chats que el abogado Luis Hermosilla tenía con distintas personas –siempre haciendo alusión, justamente, a su relación con Andrés Chadwick-, la situación comenzó a ser monitoreada de cerca por la junta directiva. Reconocen que no era un caso fácil de evaluar: hasta el minuto no hay nada que implique a Chadwick en un ilícito, ni cerca de eso.

Los mismos fiscales han dicho que el exministro no ha sido citado a declarar y que si lo hiciera, sería en calidad de testigo. Los chats que se han filtrado son de Hermosilla hablando sobre Chadwick, y no de él directamente. De hecho, lo que ha planteado el directivo a sus cercanos es que Hermosilla abusaba de su nombre para el desarrollo de sus gestiones con sus clientes. Por esta razón, el primer análisis de la junta fue que el impacto del caso audio en Chadwick sería pasajero.

Dentro de algunos de los accionistas, esta sensación cambió cuando la semana pasada se conoció que Chadwick llamó telefónicamente a uno de los comisionados de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), Augusto Iglesias, haciendo gestiones a nombre la corredora de bolsa STF, propiedad de los hermanos Sauer, y que es la arista original que luego dio pie al caso Factop y Audios. Sin embargo, hasta el minuto no hay nada ilegal en dicho llamado, puesto que en ese entonces Chadwick era abogado privado, pero estéticamente –dice un integrante de la junta- “no se ve bien”.

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Pero el punto de inflexión más relevante ocurrió esta semana con la presentación de la acusación constitucional en contra de la ministra de la Corte Suprema, Ángela Vivanco. En dicho libelo, sus autores –parlamentarios oficialistas-, mencionan en reiteradas ocasiones a Andrés Chadwick, quien el martes anunció que se querellaría por este motivo.

Para algunos al interior de la universidad, ese fue un punto de inflexión relevante puesto que una querella continuaría extendiendo la presencia de este tema en los medios, y por lo tanto, si Chadwick se querellaba contra los parlamentarios debería dejar la presidencia de la institución. No por exigencia de la junta directiva, sino como una decisión personal de él, justamente para no continuar involucrando a la USS en su complejo escenario político.

Eso es precisamente lo que ocurrió el miércoles.

“Debido a las acciones judiciales que he iniciado me resulta incompatible -a mi juicio- continuar ejerciendo mi cargo. He debido tomar esta decisión dolorosa para concentrar mi tiempo y energías en hacer frente a las infamantes acusaciones de las que he sido objeto. Siento el deber moral de defender mi honra y responder con fuerza a estas injurias”, dijo Chadwick en un comunicado.

El polémico sueldo de Marcela Cubillos

La publicación del salario de $17 millones bruto de la ex ministra que dio a conocer El Mostrador fue un verdadero balde de agua fría para muchos de sus socios e integrantes de la mesa directiva, que se enteraron, literalmente, por la prensa de esta situación. A partir del artículo, comenzaron a reconstruir la historia para entender el origen de un sueldo que, todos reconocen, está evidentemente sobre la media para los profesores part time como era el caso de Cubillos. “Los decanos ganan eso”, explica una persona que trabaja en la universidad.

Quienes han ido enterándose de la situación explican que el sueldo de Cubillos no siempre fue tan alto. En un comienzo, en 2020, cuando asumió como profesora de algunos ramos recibía un sueldo de $3 millones, que, dicen, es la remuneración que reciben los académicos más destacados. En ese sentido, Cubillos tenía un rol de liderazgo en la organización y estaba bien evaluada como profesora. Con el tiempo, la exministra fue asumiendo más responsabilidades y por esta razón se fue reajustando su salario. Según se ha defendido ella misma, en el último período asumió además un rol de coordinación de las publicaciones de cuatro libros.

¿Cuándo se dio el salto a los $17 millones? Quienes han logrado reconstruir la historia aseguran que fue con el objetivo de retenerla e impedir que dejara la universidad, pues había recibido una buena oferta laboral. La decisión la habría tomado el propio Luis Cordero, quien no la habría conversado con los otros socios de la entidad.

De todos modos, y si bien reconocen que se trata de un sueldo alto, inusual y que incluso genera ruidos internamente con otros profesores, desde el interior de la universidad aseguran que Marcela Cubillos sí trabajó en el establecimiento, y que cuando estaba en Chile –y no en España donde vive su marido, Andrés Allamand-, sí realizaba clases, estaba bien evaluada, y sí escribió y coordinó los cuatro libros. Por lo mismo, dicen, la investigación de la Superintendencia no tendría mucho asidero, pues la universidad es libre de definir los sueldos que le defina. Aunque se vea mal.