Política
Pablo Ortúzar y la batalla presidencial: “No hay nada que le guste más a la derecha que pelear con la derecha”

Pablo Ortúzar y la batalla presidencial: “No hay nada que le guste más a la derecha que pelear con la derecha”
El investigador del IES y del Centro de Políticas Públicas de la UC analiza cómo la derecha chilena enfrenta las elecciones presidenciales de este año. Pone el foco en los tres candidatos del sector: Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Johannes Kaiser. Marca las diferencias entre los dos últimos, mientras que de la primera comenta que “puede tener una voz que la perfile como una especie de Angela Merkel en vez de una Margaret Thatcher”.
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El antropólogo social Pablo Ortúzar (39) lleva varios años viviendo en el Reino Unido. Hizo un doctorado en teoría política en Oxford, Inglaterra, que terminó a fines de 2023. Hoy está en Edimburgo, Escocia, donde desarrolla trabajos de investigación para dos instituciones a las que pertenece a la distancia: el Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica y el Instituto de Estudios Sociales (IES), el mismo donde participan pensadores como Daniel Mansuy o Josefina Araos.
Allá prepara papers, escribe columnas de opinión y está finalizando un nuevo libro, esta vez sobre el estallido social. Dirige un gabinete numismático -colección de monedas, billetes, estampillas antiguas- que funciona en la Biblioteca Central de la UC. Pero realiza además otra labor: mira agudamente a Chile, pese a los casi 12.000 kilómetros que lo separan del país al que, en todo caso, espera regresar en mayo o junio.
Ortúzar observa con especial atención el rumbo de la derecha. Dice que hay un fenómeno mundial con ella. “Está en un proceso de ascenso y, al mismo tiempo, de reformulación, con características que la alejan del consenso político de los últimos 30 años. Tiene un perfil más nacionalista, autoritario, demagógico y punitivista. Esto también se refleja en Chile”, señala. “Basta ver, por ejemplo, cuál era la reacción de la derecha chilena respecto a los presidentes y las elecciones en Estados Unidos los últimos años. Siempre la derecha chilena se sintió atraída principalmente por los candidatos demócratas y no los republicanos. Le encantaba Obama, Clinton. Eso ahora cambia: hay mucha gente en la derecha defendiendo a Trump”.
“La derecha está en un proceso de ascenso y, al mismo tiempo, de reformulación, con características que la alejan del consenso político de los últimos 30 años. Tiene un perfil más nacionalista, autoritario, demagógico y punitivista. Esto también se refleja en Chile”
-Por esta mayor diversidad, o reformulación como la llamas, en Chile ahora se habla de las derechas. ¿Te parece correcto?
- Sí, es correcto. Pero hay que aclarar que esa diferencia no es entre Republicanos y Chile Vamos, porque la visión de José Antonio Kast es una disputa respecto al verdadero significado de la UDI, a ir a su esencia. Recuperar la senda perdida de la derecha tradicional, porque en el fondo aún se identifica con ese mundo. Kast es más UDI que la UDI y ése es su reclamo. En cambio, lo que aparece con Johannes Kaiser es otra derecha, que no está en esa discusión. Él tiene elementos mucho más refundacionales.
-¿Y cómo eso impacta en la derecha tradicional?, ¿qué hace: se diferencia, se asemeja?
-La pone bajo presión, porque tiene que ver cómo lidiar con ese nuevo segmento. Además porque lo que uno está viendo, al menos en Europa y ahora con Estados Unidos, es que esta emergencia de la derecha dura llegó para quedarse, ya que viene encaramada en fenómenos que no van a desaparecer rápidamente, como el problema migratorio.
-Y porque, más allá de lo ideológico, parece canalizar también cierta rabia e incomodidad acumuladas frente al sistema, ¿no?
-Evidentemente hay mucha rabia frustración y rabia acumuladas, que se redirigen a ese mundo que la derecha nueva llama la ideología globalista y que incluye temas de género o de integración de las minorías, frente a los cuales sectores de la clase trabajadora se sienten desplazados, ignorados, mirados en menos. Como no calzan allí, encuentran en esto nuevo la protección de su propia identidad y una fuente de autoestima.
-En el caso chileno, este año se agregan las elecciones presidenciales. ¿Cómo ves a la derecha frente a este proceso?
-Hay tres candidatos y no hay acuerdo hasta ahora para una primaria. Es como ver de nuevo una película repetida, porque se parece mucho a la forma en que el Frente Amplio fue metiéndole presión a la Nueva Mayoría y la centroizquierda: esa idea de no pactar con ellos, de no querer acercarse, de mantenerlos a distancia, aún sabiendo que al final, si tenían éxito, era imposible gobernar sin ellos. Ahora veo esa misma técnica y perfiles parecidos.
-¿En qué sentido lo dices?
-En su momento, considerando también su planteamiento refundacional, comparé a Kaiser con Boric. Si bien Kaiser no tiene la base social del mundo universitario que tenía Boric, la mecánica respecto de su relación con la derecha establecida es muy similar a la del Frente Amplio respecto a la centroizquierda establecida.
-¿Cuánto debilita eso a la derecha frente a una presidencial?
-La debilita, porque ahora están concentrados en pelearse entre ellos. Y a menos que pasen dos de ellos a segunda vuelta, el escenario más probable sería que si agarra vuelo una candidatura de izquierda o centroizquierda, la derecha pase segunda a la segunda vuelta. Y ahí las heridas que se hayan hecho quizás dificulten el traspaso de votos.
-Y hoy aparecen pegándose sin pausa, al menos la derecha dura a la centroderecha…
-No hay nada que le guste más a la derecha que pelear con la derecha. Es parte de la identidad propia.
"En su momento, considerando también su planteamiento refundacional, comparé a Kaiser con Boric. Si bien Kaiser no tiene la base social del mundo universitario que tenía Boric, la mecánica respecto de su relación con la derecha establecida es muy similar a la del Frente Amplio respecto a la centroizquierda establecida".
Candidata Matthei
-Evelyn Matthei, candidata de Chile Vamos, lleva meses liderando las encuestas, pese a que desde diciembre ha bajado su apoyo. ¿Cómo la ves a ella?
-Matthei es una candidatura que tiene ciertas ventajas, no sólo en términos de las encuestas. Sino de carácter, porque ella tiene facilidad para encarnar un liderazgo más serio, adusto, severo, que se puede mostrar como una alternativa a la demagogia tanto de izquierda como de derecha si es que logra jugar bien sus cartas y plantear bien sus atributos.
-¿Va en ese camino?
-Ella ha tenido algunas dificultades para capitalizar estos atributos y convertir algo potencial en algo efectivo.
-¿Qué tipo de dificultades?
-Lograr articular un discurso coherente, que es desde siempre un problema de la centroderecha. Me refiero a mostrar una visión de país que acompañe este carácter de ella que tiene valoración popular. Es lo que se ha llamado el relato, y cuya falta es una discusión partió hace muchísimo tiempo. Es el drama que persigue a la centroderecha, que siempre está mostrando como listas de supermercado, destacando que tienen capacidad de gestión, que es cierta, pero no logra convencer a la ciudadanía que hay una visión de futuro. Se diluyen en comités, comisiones, propuestas técnicas, pero al final con poca alma.
-Matthei lleva meses en campaña. Ungida candidata ya antes de dejar la municipalidad de Providencia. ¿Fue precoz?
-Sí, fue precoz, pero no había opciones. Venían las elecciones municipales y ella tenía que presentarse o no a una reelección. Y si no se presentaba, se subentendía que era porque iba a buscar una opción presidencial. Entonces no había una forma de evitar ese inicio anticipado.
-¿Lleva eso el riesgo de mayor desgaste respecto de candidatos que empezaron después?
-Obviamente hay un riesgo de desgaste. Era un problema a administrar, pero no era algo que se pudiera evitar porque, como decía, si es que ella no se presentaba a alcaldesa, comenzaba a correr el reloj presidencial y eso iba a ser un problema sí o sí.
-Es una candidata que parece entrar a todas las discusiones de la contingencia. ¿Está bien o debería seleccionar más sus batallas?
-Es que es distinto cuando uno lo hace porque está tratando de avanzar un programa a cuando sólo está opinando. Es un problema si es que la candidata está constantemente opinando, allí hay un desgaste público, a que si está constantemente instalando su agenda.
-¿Matthei está constantemente opinando?
-Sí. Creo que si va a intervenir en el debate público, tiene que hacerlo de manera más efectiva a través de la instalación de una agenda programática, pero no dando su opinión sobre cada cosa que pase. Porque eso banaliza sus intervenciones. Y la comunicación de un candidato presidencial o un presidente no debe banalizarse. El presidente Boric es un ejemplo de eso. Siempre hay tuits suyos, porque se ha dedicado a opinar de todo, y por eso después hay una cantidad de cosas que se le pueden sacar en cara que es infinita.
-Hay un viejo refrán que dice: “Quien mucho habla, mucho yerra”…
-Efectivamente. Y hay otro que dice: “Por la boca muere el pez”. Y otro más: “Uno es amo de su silencio, pero esclavo de sus palabras”.
El piñerismo
-¿Hacia donde puede crecer Matthei? Al centro más que al extremo, ¿no?
-Su apuesta tiene que ser centrista. En los puntos que Boric cedió a la derecha, como seguridad, ella tiene que ser muy dura en su agenda, porque eso hoy ya no inhibe al voto de centro izquierda. Y donde ella tiene capacidad para crecer es en las propuestas de seguridad social, terreno donde Kast y y Kaiser tienen más dificultad. Proponer un estado más eficiente que se haga cargos de los problemas de la clase media, toda esa agenda que se desarmó con el estallido y la pandemia. Ahí ella puede tener una voz que la perfile como una especie de Angela Merkel en vez de una Margaret Thatcher.
-Su campaña ha sumado varias personas del piñerismo. No faltaron las críticas.
- A mí me parece correcto esa decisión de ella. La máquina piñerista ganó dos elecciones presidenciales y gobernó el país un total de ocho años. Tiene peso propio. Y Matthei evidentemente es la candidata de continuidad de Chile Vamos. Es la heredera de Piñera, aunque muy bien no se llevaran. Lo que sí esperaría de ella es una apropiación crítica del piñerismo, un balance que trate de integrar lo bueno, pero hacerse cargo de lo negativo. Su gobierno no puede ni debe ser un tercer gobierno piñerista.
"Es la heredera de Piñera, aunque muy bien no se llevaran. Lo que sí esperaría de ella es una apropiación crítica del piñerismo, un balance que trate de integrar lo bueno, pero hacerse cargo de lo negativo. Su gobierno no puede ni debe ser un tercer gobierno piñerista".
-Hace días habló Cecilia Morel y le endosó todo su apoyo a Matthei. ¿Cuál es el valor de ese gesto?
-Le suma, creo yo. Cecilia Morel nunca ha perdido credibilidad, nadie duda de su honestidad. Es una figura muy humana.
-Quedan meses de campaña . Pero hoy, ¿cuáles son las amenazas de la candidata?
-La principal es el peso de la noche de la centroderecha. Esa falta de propósito que te comentaba.
Candidato Kaiser
“Basta de RN, basta de UDI, es lo que pareciera decir Johannes Kaiser. Esa es gente que, para él, no está haciendo la pega, un problema sin vuelta. Así que no trata de rescatar esa derecha, sino que construir otra cosa”, explica Ortúzar sobre el líder del Partido Nacional Libertario.
-Lo de Kaiser ha sido un fenómeno, instalado segundo en las encuestas. ¿Cómo hay que mirarlo?, ya no es un gesto testimonial…
-Él se inspira mucho en Milei. Y ése es un modelo de negocio político que parte de su crecimiento viene por el ninguneo de los demás, de que el resto diga que está loco, que es un idiota. Y vemos que funciona; crece y crece. La experiencia mundial indica este tipo de candidato hay que tomarlo en serio.
-¿Lo favorece ser la novedad?
-Sí. Él va a acusar al resto de ser parte de la casta, de ser los mismos de siempre, de pertenecer a una clase que ha administrado el poder en Chile por 30 años y no ha sido capaz de hacer nada. Crea un escenario donde tener carrera política es un demérito en vez de una ventaja.
-Al principio se comentaba que quería esta vitrina para una senaturía. Pero ahora se ve cada vez más cómodo como candidato presidencial. ¿Qué pasó?
-La opción presidencial es como el anillo de El Señor de los Anillos: lo voy a usar un ratito para un par de cosas puntuales, pero la cosa cambia cuando se calza el anillo. Comienza la tentación.
-Has dicho que la apuesta de Káiser es curiosa, porque él piensa en un nacionalismo sin Estado, algo muy ajeno a la tradición chilena en el tema.
-Sí, es una idea extraña y puede que ahí tenga una grieta. Postula un nacionalismo no estatista o donde el Estado cumple casi ningún rol, y la tradición chilena nacionalista es estatista completa. Pensemos en Encina, Alberto Edwards, Mario Góngora. Creo que lo de Káiser es más bien gringo, porque en Estados Unidos existe un populismo individualista, antiestado, por la historia de cómo se formó ese país. Pero hay una ironía: Kaiser es un selfmade man hijo del vigoroso estado de bienestar austríaco, gracias a eso estudió cuatro carreras, que no terminó, y trabajó veinte años en diversas funciones, sin quedar endeudado hasta el pescuezo. Porque los cobros eran ínfimos, la salud era gratis. Pero viene a Chile y promueve algo que no tiene nada que ver con esa experiencia… Me llama la atención que nadie lo ha apretado por ese lado.
Candidato Kast
-¿Cómo ubicas hoy a José Antonio Kast en la contienda presidencial de la derecha?
-Kast está en una situación medio complicada. Él echó a andar un esquema, un modelo de negocio político, que hoy en día le acomoda más a Kaiser, que es la novedad, el antiestablishment, que no viene a renovar la UDI sino a pasar la escoba. Entonces Kast quedó medio atrapado: no es lo suficientemente novedoso y extremo como Kaiser, ni tiene elementos de moderación y de centrismo como Matthei. Quedó como una especie de tecnología transicional, como el minidisc: era una versión mucho mejor del CD, pero apareció el mp3 y ahí quedó.
"Entonces Kast quedó medio atrapado: no es lo suficientemente novedoso y extremo como Kaiser, ni tiene elementos de moderación y de centrismo como Matthei".
-¿Hacia dónde puede tirar el anzuelo?
-Kast tiene un mejor equipo que Kaiser y comunicacionalmente es bastante efectivo. Está tratando de encontrar un tono, que es muy difícil, entre Matthei y Kaiser, pero creo que lo tiene todo muy en contra. A menos que lograra convencer a RN y a la UDI de que él es mejor candidato que Matthei para ese electorado, creo que va a quedar atrapado no más entre los otros dos candidatos
-Y va a ser menos competitivo a la larga…
-Totalmente. Requeriría de mucha habilidad. O que Kaiser o Matthei se vengan abajo, se desfonden, pero ninguno de esos dos escenarios por ahora se ve posible. En el fondo, Kast queda como candidato de repuesto, porque podría reemplazar a uno u a otro. Ésa es su gracia y su desgracia.
-¿Es impensable entonces un candidato de unidad de toda la derecha?
-Sí, ninguna posibilidad. Es que hoy es muy nítida la diferencia entre el proyecto de centroderecha y los de la derecha más dura. La unidad va a quedar para la segunda vuelta. Aunque allí es donde se ven también los giros que hacen los candidatos. En las elecciones pasadas, el ejemplo más burdo fue la voltereta de Boric.
-Kast también debió moderarse en esa segunda vuelta. Echó pie atrás en temas respecto de la mujer o de salirse de la ONU.
-Claro, y eso abrió el flanco para que apareciera Kaiser. Lo mismo pasó después con el proceso constitucional. Al final ése es el problema de todas estas cosas novedosas: que una vez que llegan a posiciones de poder o autoridad reales, deben negociar, abrirse, moderarse. Y eso les acarrea costos con su base electoral más dura.
-Muchos seguidores de Kaiser reniegan de Kast.
-Lo encuentran un traidor. Kast de repente le hacía guiños a esos temas sin tomárselos muy en serio, pero hay un mundo militante de estas cosas que eso es lo único que le interesa. Se sienten engañados y se mueven ahora hacia otra candidatura, pura, sin mácula.
-Pero Kast y Kaiser discuten poco públicamente. ¿Influye que posiblemente tendrían que unir fuerzas en las elecciones parlamentarias?
-Claro. A Kaiser no le conviene distanciarse demasiado de Kast ni tratarlo mal, pues lo va a necesitar. Ellos no tienen gente y Kast tiene una base mucho más consolidada, un partido mucho más orgánico, una mayor fuerza territorial. El partido de Káiser es demasiado chico y es nuevo.
-Sí pelean con Matthei. Cada vez que ella sugiere la unidad, la derecha dura le cae encima, apartándose, incluso desmintiéndola.
-Matthei está muy arriba, entonces desde ahí llama a la unidad y le traspasa a los otros competidores el costo de la desunión. Y al mismo tiempo estos dos tienen que explicar por qué no están dispuestos a la unidad, para lo cual tienen que pintar a Matthei como lo peor. Ahí están las declaraciones de Arturo Squella (presidente de Republicanos), que cuando habla de Matthei es como el ayatola Jomeini hablando de Estados Unidos. Es lo que tienen que hacer, de manera durísima, para justificar que no les interesa el poder por el poder sino que los mueve algo superior. La dinámica de la competencia los lleva para allá: mientras más Matthei destaque la unidad, ellos más tienen que destacar que no hay posibilidad alguna y que están en una lucha desesperada por culpa de ella.