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Paulina Valenzuela, Datavoz: "Este es el proceso de la confusión y de la caída de las expectativas"
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Para la socia directora de Datavoz, Paulina Valenzuela, un tema que ha cruzado este proceso es el nivel alto de desinformación y desapego de la población, que puede estar explicado por un cansancio electoral, desgaste, y líderes políticos que también han ido tomando distancia.
- ¿Esta desafección de la ciudadanía es sólo por cansancio, por hastío con el proceso, o ve algo más?
- Lo que se generó el 2019 es un nivel de expectativa respecto del poder que tenía este proceso en cambiar la vida de las personas, y la gente ha ido viendo que no ha pasado nada. Es como que me rompieron el corazón, por decirlo de una manera. Pensé y aposté a que esto iba a cambiar mi vida, pero llevamos cuatro años y no ha pasado nada.
- ¿Qué rol juegan las contradicciones del proceso?
- Yo no le llamaría contradicciones, yo le llamaría confusiones. Porque cuando uno tiene clarito que el sector A apoya algo y el sector B apoya lo contrario, hay una línea ideológica o identitaria asociada a cada una de las opciones. Pero acá la población se confunde, ya no entiende nada. Un ejemplo claro es la franja. Si no apareciera el A Favor o el En Contra, creo que la gente no sabría a qué corresponde. Apelan a los mismos argumentos. Eso es confuso para la población, para poder construir una decisión.
- ¿Es una elección inédita?
- Las elecciones pasadas siempre nos han mostrado que los niveles de nulos y blancos son muy bajos. Y yo creo que ese va a ser un indicador para poder calificar, a posteriori, como la elección más extraña, más rara, más confusa del último período. Es muy difícil afirmar qué es lo que va a ocurrir.
- ¿Quién capitaliza mejor o se está apropiando mejor de la promesa de cierre del proceso?
- Por los eventos de los últimos días, creo que el oficialismo. Pero también es cierto que hay otras variables que están influyendo en el proceso de elección, como son la inseguridad, el desempleo, la migración no controlada. Donde tenemos el mayor problema es la población que con un grupo de investigadores hemos denominado los pasmados o los desafectados. Este grupo que entró a votar y que antes no votaba. Ese grupo es el que mueve las agujas. Y ese grupo yo creo que es el que está más preocupado de lo que ocurre en el día a día, más que de los procesos a largo plazo. Entonces, si le prometen que se acaba y que nos vamos a concentrar ahora en los problemas que me afectan, evidentemente puede capitalizar ese sector, el oficialismo.
- ¿Cuáles son las ideas que pueden inclinar la balanza?
- Uno de ellos es lo que hablábamos recién, el hecho de que esto se termine. Y el estado del país la semana anterior a la elección, respecto de la inseguridad, violencia, percepción de temor, que probablemente (lo capitalice) el A Favor. Nosotros hicimos una encuesta que era bien interesante, porque le preguntábamos a las personas cómo iban a votar ellos y cómo creían que la gente iba a votar.
Lo curioso era que la relación entre el A Favor y el En Contra era muy similar a lo que se está hablando en los medios -35/65; 40/60-, pero cuando les preguntamos lo que ellos iban a hacer, la posición era mucho más dividida y había un tercio por lo menos que no sabía lo que iba a hacer. Entonces, en la población está instalada la idea de que hay algo que va a ocurrir, pero su decisión no se alinea con esa creencia (…) Este grupo que no se vincula con nada, los desafectados, va a llegar el día anterior o el mismo día a tomar la decisión de lo que va a hacer en el plebiscito. Hoy día sigue habiendo una proporción muy alta de indecisos.
- ¿A los desafectados los ve como un grupo más abultado que en otras elecciones?
- Sí. Y ese grupo es el que mueve las agujas muy cerca de la elección. Y de ese grupo tenemos poca información, porque no es el que contesta encuestas.
- ¿Sigue siendo una elección absolutamente abierta?
- Difícil de predecir. Y me preocupa el nivel de desinformación que posee la población para decidir. Eso es lo que más me preocupa. El nivel de confusión y desinformación.
- ¿Qué se juega Chile?
- Pasar cuatro años en torno a una discusión y no poder llegar a un texto que deje tranquila a la población, creo que es un fracaso y habla de un problema en nuestra democracia. Se ha profundizado la desconfianza, la distancia de la población con los representantes políticos. Y ese es un costo no menor para Chile. Por eso digo que este es el proceso de la confusión y de la caída de las expectativas, la pérdida de la ilusión que pusimos hace cuatro años.