Cultura
Javier Cercas y su libro sobre el Papa Francisco : “¿Quién no envidia la fe?”

Javier Cercas y su libro sobre el Papa Francisco : “¿Quién no envidia la fe?”
"El loco de Dios en el fin del mundo" se llama la novela sin ficción en la que el escritor español relata su viaje a Mongolia acompañando al Papa Francisco por encargo del Vaticano. En una estrategia magistral de marketing, bromea el autor, el libro se publicó justo cuando la muerte de Francisco, el cónclave y el anuncio del Papa León XIV, mantienen a la Iglesia Católica al centro de la atención mundial. En un agitado paso por Chile, Cercas -un ateo de formación cristiana- habla del humor, de la fe, del legado de Francisco, y, recién salido el humo blanco, se pronuncia sobre el nuevo Pontífice.
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
"…Que no vino aquí para los justos sino para los pecadores / No para los sanos sino para los enfermos y los tullidos / No para los poderosos sino para los débiles / Éste es un Papa que baila el tango / Un Papa que tuvo novias / Un Papa que está loco de remate / Como yo / Y también un Papa que está asombrosamente cuerdo / Como yo / Y también como Don Quijote de la Mancha…”
Aplauso cerrado para Javier Cercas en el auditorio principal del Campus UC Lo Contador donde tiene lugar el ciclo La ciudad y las palabras, que hace casi 20 años convoca a personajes internacionales claves de la cultura. Son las 19.40 del miércoles y ante un auditorio repleto el escritor español leyó un poema que forma parte de su último libro y donde se apropia de la voz del Cristo de Elqui interpretado literariamente por Nicanor Parra.
“Ese poema salió sin que yo lo pensara. Como muchas cosas en este libro. Yo sabía que el Cristo de Elqui era un loco y este era un libro de locos lúcidos, empezando por Francisco y continuando por los misioneros. Entonces el Cristo de Elqui se me apareció como una necesidad para dar su opinión sobre el Papa Francisco".
- Se encarnó en ti.
- "Exactamente. Me surgió de manera espontánea. Ni lo pensé. Un día lo escribí y dije: “Coño, esto tiene que ir al libro”. Fue un arranque. Nunca había recitado en público y no estaba preparado, para nada. Al comienzo me dio mucha vergüenza. Vergüenza de haber usurpado el gran nombre del Cristo de Elqui y de Nicanor Parra, que es un poeta para mí muy importante. Pero resulta que luego lo disfruté muchísimo".
Eugenio Tironi, Agustín Squella, Magdalena Piñera Echeñique, Osvaldo Fernández de Castro, Arturo Fontaine, Eduardo Aninat, son algunos de los rostros que se asoman en las butacas. Sentadas incluso en las escaleras y apiñadas contra las paredes, unas 200 personas se habrían quedado fuera de la conversación por falta de espacio.
Varios de los presentes cargan tres y hasta cuatro ejemplares de El loco de Dios en el fin del mundo que se vende en la entrada del auditorio y que en librerías se encuentra prácticamente agotado (aunque ya está en marcha la reposición, avisan desde la editorial). “Abran un poco la ventana”, sugiere “Pichita” Piñera al empezar la charla. “Podríamos servir unos pisco sours” propone en broma el exministro Aninat más de una hora después.
Al día siguiente, en medio de una mañana lluviosa, el autor de obras como Soldados de Salamina, Anatomía de un instante y El impostor, merecedor de incontables premios y para muchos el más importante escritor actual de la lengua hispana, afirma:
“En Chile siempre se me ha tratado muy bien. Tengo muchos lectores aquí, en Latinoamérica en general, pero en Chile en particular. Pero además este libro desde que se publicó fue muy bien acogido. Nunca había tenido un libro más vendido en diversos países y lenguas. Y luego ha habido una operación magistral de marketing del Vaticano con mi editorial (Random House) y es que se ha muerto el Papa justo el Día del Libro y eso ha acabado de rematar las ventas…(ríe)
- ¿Si fueses creyente podríamos usar la palabra milagro?
- Sí, la usaría yo en este caso. Este es un libro que nunca antes se ha podido escribir porque nunca el Vaticano ha abierto las puertas a un escritor. Es algo increíble, que yo, como soy temerario, pues no lo pensé, pero quizás me hubiese responsabilizado más. ¡Joder, me ha tocado la Lotería!
Al fin del mundo con el Loco de Dios
En mayo de 2023, cuenta en el libro, mientras participaba de una firma de libros en Turín, se le acercó Lorenzo Fazzini, responsable de la Editorial de la Santa Sede, y le propuso acompañar al Papa Francisco en su futura visita a Mongolia para luego escribir un libro sobre el viaje. Perplejo, el escritor aceptó pero solicitó la posibilidad de estar a solas unos minutos con el pontífice.
- Dices que nunca has preguntado por qué te eligieron a ti.
- "Nunca lo he preguntado. No me interesa nada. Honestamente. Entiendo que buscaban una mirada externa al Vaticano, alguien que conozca las claves porque es católico de educación, pero que haya abandonado la fe y que mirase desde fuera. Pero de esos hay miles y miles en todo el mundo…"
- Te abrieron las puertas del Vaticano inéditamente. ¿Sentiste el peso del encargo a la hora de escribir?
- "Sinceramente, no".
- En el libro hablas largamente con cardenales, miembros de la curia, misioneros y más, y afirmas que en lugar de encontrarte con seres oscuros conspirando en catacumbas secretas, conociste a personas entrañables que incluso podrían haber sido tus amigos.
- "Eso digo del cardenal José Tolentino, sí. Y es que todo es inesperado para mí. Desde el principio hasta el final, incluso después del final porque el Papa va y se muere el lunes de Resurrección. Y este libro trata de la resurrección. No me canso de decir: el esfuerzo fundamental previo al libro es limpiarte los prejuicios. Como estamos viendo estos días, todo el mundo cree saberlo todo acerca de la Iglesia. Todo el mundo tiene prejuicios. Todos. Y yo el primero".
- Otro prejuicio derrumbado fue encontrarse con personas tan risueñas, en varias partes del libro te sorprendes con sus carcajadas. ¿No viste venir el humor?
- "Es que no asocias las carcajadas ni las risas a la Iglesia".
- Pero para el Papa Francisco, como para ti, el humor era muy importante.
- "Muy importante. Pero cuando ha sido Papa. Antes, en Argentina, Jorge Bergoglio era un hombre severo. Muchos argentinos me han dicho que cuando apareció en el balcón de la Basílica de San Pedro, dijeron “pero ¿qué hace riéndose si aquí siempre estaba enfadado?”. Esa era la imagen. Una de las sorpresas que se lleva la gente es leer un libro humorístico sobre el Vaticano. Pero es que para mí el sentido del humor es absolutamente fundamental. No concibo la novela sin humor, sin ironía. Mis libros tratan de temas serios: la Iglesia, la Guerra Civil, la transición, pero nunca sin humor, porque el humor es lo más serio que existe".
"Eso para mí es importantísimo y eso es lo que realmente nos enseñó Cervantes. No concibo una persona inteligente que no tenga humor. Habrá, pero yo no la conozco. Cuando le mencioné a Francisco un titular de un periódico colombiano al día siguiente de que lo anuncien Papa, para mí el mejor titular de la historia del periodismo: “Argentino, pero modesto”, se rió a carcajadas. Hay una frase de Emile Cioran que declara: “Toda religión es una cruzada contra el humor” y yo la contradigo durante todo el libro".
"El Papa hace una reivindicación radical del sentido del humor. Hay un momento iluminador para mí, en el que su amigo íntimo Lucio Brunelli me dice: '¿Sabes lo que me dijo el Papa? Que lo más parecido a la gracia divina es el sentido del humor'".
- Jorge Bergoglio y el Papa Francisco fueron el mismo y no. Aseveras que se trata de un personaje poliédrico. ¿Sientes que tras su muerte se ha cristalizado cómo será recordado?
- "Depende si la pregunta es como Papa o como hombre. Como hombre no será recordado. Como Papa, sí. En el libro se habla sobre si es reformista o revolucionario. Depende del significado que le demos a esa palabra. Si por revolucionario se entiende alguien que cambió la doctrina cristiana, la respuesta es no. Nada ha cambiado. Bergoglio es el primer Papa hijo del Concilio Vaticano II que lo que dice, en síntesis, es que hay que volver a la Iglesia primitiva, que es la Iglesia de Cristo. Cristo era un tipo subversivo, realmente revolucionario. Lo crucificaron porque decía cosas peligrosas. Decía: “Todos los seres humanos somos iguales” en un momento en que reinaba la esclavitud. “Todo el mundo merece aprecio y amor” y se rodeaba de lo peor: de pobres y prostitutas. Es una iglesia que nada tiene que ver con el clericalismo".
"¿Lo consiguió Francisco? Obviamente no. Eso sería ignorar por completo lo que es la Iglesia Católica. Un solo Papa no puede llevar a cabo esa revolución. Es insensato. Completamente imposible. Hace falta, no sé, unos 55 Papas. Sólo las pequeñas cosas que Francisco hizo provocaron una enorme perturbación en la iglesia. Ha sido un Papa enormemente disruptivo".
- ¿Eso en qué se reflejó?
- "Planteó problemas. Como la presencia de las mujeres en la Iglesia, por ejemplo. Hizo poquísimo porque es una institución totalmente dominada por hombres. Pero hizo mucho más que cualquiera antes. No es que yo quiera defender a la Iglesia, pero quiero defender la verdad".
- Hablas mucho en el libro sobre la barrera del lenguaje. Apuntas que la gran mayoría de los católicos ignoran el significado de un concepto tan importante como sinodalidad -una Iglesia más horizontal- que para Francisco era central.
- "Es que es algo totalmente revolucionario. Y, sin embargo, vamos a hacer una encuesta dentro de una iglesia y casi nadie va a saber de qué estamos hablando. Es un problema enorme de la Iglesia: usan un lenguaje críptico, viejo, oxidado. Pero lo de la sinodalidad es una enorme revolución y una de las cosas que más ha perturbado a la jerarquía eclesial. Hay cosas que hizo Francisco que serán difícilmente reversibles. Que venga un Papa y revierta el proceso sinodal, que es el proceso de participación de la gente, puede hacerlo, pero va a ser complicado".
Un relato fantástico
- Afirmas que este libro te cambió porque todos los libros te tienen que cambiar. ¿Pero de qué manera te cambió este en particular?
- "No sé qué decirte, no sé por dónde empezar. Las respuestas son las casi 500 páginas del libro. Pero por ejemplo, soy mucho más anticlerical de lo que era…(Ríe)".
- ¿Pero más papista?
- (Piensa) "Sigo igual de ateo porque la creencia no es una cuestión de voluntad. No puedes decidir 'ya, ahora creo'".
- Sin embargo elogias a los misioneros e incluso a miembros del Vaticano.
- "Siempre ha habido gente muy inteligente del Vaticano. No nos engañemos, si no, no hubiese durado más de 2.000 años. Lo que pasa es que conocí personas muy particulares. Quien tuvo la idea de que yo escribiera el libro, que es una idea inédita, por supuesto aprobada por el Papa, es un hombre que se llama Paolo Ruffini, el primer prefecto laico de la historia del Vaticano y un periodista muy prestigioso en Italia, exdirector de Rai3, que es la cadena de televisión tradicionalmente asignada a la izquierda y enemigo público número uno de Berlusconi. Nunca esperarías un prefecto del Vaticano así. Por lo menos yo no".
- ¿Personajes que parecen de ficción?
- "Totalmente parecen de ficción. Todo es sorprendente si vas allí con ojos limpios. Yo empecé escribiendo literatura fantástica, mis grandes maestros eran Borges o Kafka, y con el tiempo me he dado cuenta de que sigo escribiendo literatura fantástica. ¿Quién se va a inventar una cosa así? ¿Quién se va a inventar que a un escritor español ateo le abren las puertas del Vaticano y lo invitan a visitar Mongolia junto al Papa? ¿Y que éste decida preguntarle al Santo Padre por la resurrección de la carne y la vida eterna y si su madre va a encontrarse con su padre cuando muera?"
- A propósito de esa pregunta personal que marca el propósito del libro ¿es este también un relato de amor filial?
- "Cuando escribes novela sin ficción tienes que esperar que la realidad sea generosa contigo para que te dé un sentido, como en este caso lo ha sido. Porque la realidad es un caos. Mi madre está al principio. Está al final. Está en todas partes. Cuando acabé Anatomía de un instante mi padre murió y era el protagonista de ese libro… (Pausa) Mis padres me quisieron mucho y yo los quise mucho a ellos".
- A diferencia de muchos católicos que luego se convierten en ateos y reniegan de la fe, tú mantienes intacto el respeto hacia sus creencias.
- "Pero me he esforzado porque yo era rebelde. Estuve toda la vida en un colegio de curas y pasé por fases, algunas de anticlericalismo tonto, superficial. Necesitaba ese esfuerzo de ir al Vaticano con respeto. Tú no puedes ir a un sitio ya sabiendo lo que vas a ver, porque entonces no vas a ver nada. Sólo te vas a ver a ti mismo y tu propia estupidez".
- Repites en el libro que envidias la fe. ¿Por qué?
- "¿Quién no envidia la fe? He visto a gente que tiene fe realmente, como mi madre y como los misioneros de este libro, y ellos tienen una fortaleza suplementaria".
- Que tú denominas un superpoder, ¿los convierte en superhéroes?
- "Los convierte en algo especial. Mi madre murió con la tranquilidad inmensa de la resurrección, ¿quién no envidia eso? Hay que ser muy zoquete. En mi caso he intentado ser respetuoso. Soy un loco sin Dios en ese sentido, porque tuve a Dios y ya no lo tengo".
León XIV, continuidad menos disruptiva
Convertido por estos días, y por el contexto del libro, en una especie de vaticanista inédito y ateo, Javier Cercas se ríe de sí mismo. Al momento de la entrevista falta menos de una hora para que salga humo blanco por la fumarola del Vaticano. Sus candidatos, improbables, afirma, son José Tolentino, el cardenal y poeta portugués. “Me encantaría, sería fantástico y habría que celebrar”. También menciona a Matteo Zuppi y Luis Antonio Tagle, el popular cardenal filipino.
Al rato es anunciado que Robert Francis Prevost, cardenal agustino, estadounidense también nacionalizado peruano, es el nuevo Papa León XIV. Sobre el nombramiento, el autor, desde su rol de vaticanólogo, opina:
“Me llama la atención que convivan en él dos cosas aparentemente incompatibles, por un lado, ha sido, y es fundamentalmente misionero. Los misioneros son la parte más sana y radical respecto del mensaje del cristianismo. Por otro lado, es un tipo que ha estado en la curia, que teóricamente es lo contrario. Esa combinación entrega un Papa central. Es un papa norteamericano, que es una gran novedad, pero no del todo, porque también es peruano. Puede ser bueno porque una de las Iglesias más conflictivas y reaccionarias a Francisco ha sido la estadounidense. Lo que veo, en suma, y un poco como imaginaba, es transición: ni va a revertir por completo las reformas de Francisco ni va a acelerarlas radicalmente”.