Cultura
La pasión de Óscar Aguilera por el rescate de una lengua originaria: “Soy un kawésqar honorario”
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“Una eminencia”, apunta Julio Carrasco, poeta y anfitrión de Ácrux, festival de poesía y Ciencia del Estrecho de Magallanes, para presentar al profesor Óscar Aguilera (72) y su extenso currículum de académico e investigador. El etnolingüista participó la semana pasada de esta instancia online exponiendo sobre la cultura kawésqar.
Aguilera es el único hablante de esta lengua que no pertenece al pueblo originario. Así también quedó consignado hace algunas semanas en la entrevista de la futura primera dama Irina Karamanos a Revista Ya, donde la antropóloga hablaba de su interés por estudiar esta lengua actualmente en peligro de extinción, y su contacto con el académico que ha dedicado parte importante de su vida a rescatarla.
Sentado en su casa en Punta Arenas, donde reside desde 2015 y enseña seis cursos en la Universidad de Magallanes, Aguilera recuerda que el acercamiento de Karamanos se produjo cuando él todavía vivía en Santiago y las lenguas originarias no eran un tema tan presente en la agenda pública.
“Ella se interesó por el kawésqar y se ofreció muy generosamente para ayudarme en lo que yo necesitara. Estaba dispuesta hasta a tipear. Le recomendé que se documentara y le di bibliografía. Al poco tiempo me fui a Punta Arenas, luego me enfermé y después vino la pandemia. Perdimos contacto. Feliz lo retomaría, pero me imagino que ella ahora tendrá muchas otras ocupaciones”, comenta el experto, sonriendo.
Sin perder la alegría cuenta también del linfoma de Hodgkin que lo aquejó en 2016 y del cual logró recuperarse. Y con el mismo ánimo explica que su amor por el lenguaje se remonta a su niñez.
“Mi papá era muy lector y para un cumpleaños me regaló una versión infantil de La Iliada y La Odisea. Rallé. Los dioses hablaban griego, entonces yo tenía que aprender griego. Después me regalaron La Eneida, y ahí los dioses hablaban latín. Era un problema, pero los niños resuelven inconvenientes de manera sencilla, y me propuse aprender también latín”.
Finalmente estudió Filología Clásica, Germanística y Lingüística en la Universidad de Chile, donde también enseñó griego, latín, alemán y lingüística por más de 30 años. Además, habla francés, inglés, algo de holandés, portugués, y kawésqar. Este último conocimiento lo ha convertido en un referente internacional de Lenguas en Peligro.
El profesor Óscar Aguilera en la pantalla de Zoom, desde su casa en Punta Arenas.
Conocer el Edén
La cercanía de Óscar con el mundo kawésqar comenzó en 1975 con un viaje a Puerto Edén, donde viven los últimos miembros de este grupo étnico.
Pero el profesor retrocede a 1959 para referirse a la expedición del antropólogo Alberto Medina, quien llegó a la localidad en una misión patrocinada por la NASA para investigar la resistencia al frío de los kawésqar. Medina y su equipo realizaron el primer registro moderno de la lengua kawésqar, en una grabación que años más tarde Aguilera transcribiría.
A partir de este material el investigador decidió emprender un viaje a terreno, lo que fue posible gracias al entusiasmo del director del departamento de Filosofía de la Universidad de Chile, el filósofo Humberto Giannini. Aguilera partió junto a un colega experto en fonética, Hugo Obregón, además de un fotógrafo y un amigo dibujante. Permaneció ahí todo el invierno de 1975.
“Hice precisamente lo que no debe hacer un investigador: me involucré con la gente. La Comunidad de Puerto Edén fue muy generosa y colaborativa. Los ancianos se interesaron por dar a conocer su lengua y sus tradiciones a las nuevas generaciones, para que su cultura no se extinguiera”, señala.
José Tonko y Carlos Remchi, dos habitantes kawésqar, se acercaron a Aguilera para aportar a la documentación e incluso se embarcaron con él a Santiago durante cuatro meses. Las excursiones a Puerto Edén continuaron cada verano, intermitentemente, durante décadas. “Martin Gusinde, investigador de la cultura Selk’nam, hizo cuatro viajes a Magallanes y yo quería ganarle. Ya perdí la cuenta de cuántos viajes a terreno realicé”, confiesa risueño.
Los Tonko
En una de esas estadías, el etnolingüista acordó con Tonko llevarse a su hijo José Tonko Paterito (62) a estudiar a Santiago. Aguilera lo inscribió en el Liceo Alessandri, cuya directora era Luisa Eguiluz, mujer de Giannini. Un par de años después se les sumó en la capital su hermano Juan Carlos Tonko Paterito, periodista y actual dirigente de la Comunidad Kawésqar de Puerto Edén.
José estudió Trabajo Social en la Universidad Arcis y luego un Magister en Antropología en la Universidad de Chile. Se convirtió en académico y coautor de Aguilera en distintas publicaciones, como Gente de los canales (2019), y en la ardua labor de crear un diccionario kawésqar-español.
José Tonko Paterito (a la izquierda) en una sesión de grabación kawésqar
Juan Carlos por su parte, se casó y tuvo tres hijos, a los que el profesor se refiere como sus nietos putativos. José y Juan Carlos Tonko son dos de los últimos cuatro hablantes kawésqar. Otra es su madre, Gabriela Paterito (80). Ella aún vive en Puerto Edén y además de proporcionar invaluable información a la investigación, ha participado de muchas horas de grabación.
“La última generación que recibió la lengua kawésqar de herencia materna fue la del 60. José es el único que la tiene como lengua primaria y representa incluso una forma de pensar distinta”.
Homo narrans
En 1998, Óscar Aguilera propuso a la Conadi un plan de revitalización del kawésqar. Entre 2007 y 2010, junto a José Tonko, lograron la recopilación de un texto y un contundente archivo sonoro, del cual el académico guarda una copia en un disco duro que muestra a través de la pantalla del Zoom.
Otra copia se encuentra en la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos, donde se alberga un gran archivo de lenguas originarias latinoamericanas, y otra en la Universidad James Cook, en Australia.
“Han pasado cuatro gobiernos y no he logrado que tramiten un presupuesto con Unesco para procesar este archivo. Se trata de llenar un formulario, pero no ha sucedido”, explica Aguilera.
Agrega que él ya está viejo, pero que este puede ser el momento, ya que la Convención Constituyente ha implicado un mayor reconocimiento de los pueblos originarios, y, además, la futura primera dama tiene especial interés en el tema.
El diccionario, que llevan desarrollando hace años junto a José Tonko con proyectos Fondecyt, aún no está terminado. La misión es titánica: existen 32 maneras de decir “aquí” en lengua kawésqar. Solo la letra K, calcula el académico, ocupa mil páginas.
¿Por qué es importante que no se extinga una lengua? “Además de ser homo sapiens, el ser humano es homo narrans, llevamos dentro el instinto de narrar. Desde la antigüedad. Usted como periodista es una contadora de historias. Hasta cuando uno sale de compras, vuelve y cuenta cómo le fue. Así surge la literatura, mitos e historias que forman parte del acervo cultural de un grupo étnico. La comunidad kawésqar de Puerto Edén se ha entusiasmado en este rescate y yo ya soy parte de ellos. Soy un kawésqar honorario. Eso ha sido muy bonito”.