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Las cuentas alegres de los talleres online de literatura
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Son escritores, editores, periodistas y profesores, algunos de los cuales tuvieron que adaptarse a la modalidad digital luego de llevar años impartiendo sus cursos en lugares arrendados o incluso en sus propias casas. Otros se subieron ahora al carro y debutaron en la era de la distancia social. Aquí cuentan cómo ha sido este cambio, que, aventuran, de alguna manera permanecerá.
La posibilidad de tener participantes fuera de Santiago o de Chile, es uno de los aspectos que más destacan. Además de lo práctico de ahorrarse el tiempo de desplazamiento y que las ausencias y atrasos sean prácticamente nulas. Durante los últimos meses también surgieron distintas plataformas dedicadas a generar una oferta amplia de talleres online, transformándose en una pequeña industria y método de supervivencia.
Las plataformas
José Pedro de la Carrera es parte de la agencia de marketing digital Catalejo. Al verse afectados por la crisis social y posterior pandemia, junto a sus dos socios decidieron armar una plataforma de cursos online. En junio de 2020 lanzaron Talleresdebolsillo.cl donde ofrecen cursos acotados, de entre dos y cuatro sesiones, remitidos a temas específicos y con renombrados talleristas como Cristián Warnken, Héctor Noguera, María José Viera-Gallo y Lina Meruane, además de estrellas de la literatura latinoamericana como el cubano Leonardo Padura y la argentina Mariana Enríquez, cuyo curso “El lenguaje del miedo. Terror y Literatura”, comienza el próximo 3 de mayo.
Mariana Enríquez dictará un curso en talleresdebolsillo.cl
“Decidimos diferenciarnos de los talleres de largo aliento pensando en aquellas personas que no están dispuestas a asumir un compromiso mayor de tiempo y presupuesto. Buscamos democratizar este tipo de contenido de excelencia”, plantea De la Carrera. Algunos cursos, como los de Warnken y Noguera, llegan a tener 200 inscritos, lo que permite que los precios sean más accesibles (las cuatro sesiones tienen un valor de $55.000).
El formato es una clase magistral seguida de un espacio de conversación de unos 45 minutos entre los asistentes. El resultado, dice, ha superado cualquier expectativa. Tanto, que actualmente están abriendo talleresdebolsillo.co en Colombia. También ofrecen instancias para comunidades escolares y empresas. En septiembre el Poder Judicial contrató un taller de Cueca brava para sus trabajadores, que estuvo a cargo del actor Daniel Muñoz.
Hace un año Nicole Castillo y Andrés Montero estaban listos para inaugurar la nueva sede de Casa contada, escuela con talleres de narración oral. Después de dos años de itinerancia, habían arrendado una casa en Providencia. Una semana alcanzaron a estar abiertos, y el 16 de marzo tuvieron que cerrar obligadamente producto de la pandemia. Aunque eran reticentes al formato digital, ya tenían alumnos inscritos, por lo que tuvieron que dar el salto a la pantalla.
“Más del 90% de los alumnos se mantuvo. Y les encantó”, cuenta Andrés. En abril devolvieron la casa arrendada y abrieron una segunda tanda de talleres, ahora todos online y disponibles en casacontada.cl. Esto les permitió alcanzar a más alumnos de distintas partes del país, y bajar los precios. En este momento hay 22 cursos y uno de los más cotizados es el de Literatura infantil, a cargo del escritor y profesor Manuel Peña. “Al final del año pasado recibimos cartas donde los alumnos decían que los talleres los habían sostenido durante el encierro. Era para llorar de emoción”.
La productora Romero & Campbell -que organiza Santiago a mil- también lanzó una plataforma de talleres online que se llama Cultura conecta y que reúne nombres como Óscar Contardo, Alejandra Matus y Marcela “Maliki” Trujillo.
La innovación como oportunidad
Monserrat Martorell es periodista y escritora. Estudió periodismo y tiene un máster en escritura creativa en la Universidad Complutense de Madrid y un doctorado en Literatura Hispanoamericana. Además es académica de la Universidad Alberto Hurtado y actualmente imparte tres talleres literarios.
Partió hace cuatro años; primero arrendaba un espacio en una casa de Nuñoa, y después consiguió que le cerraran un café en el Drugstore para tener ahí sus sesiones. Hace un año, cuando llegó el anuncio de la pandemia y la consiguiente cuarentena, decidió continuar con los talleres por Zoom.
Cuenta que sus alumnos se acostumbraron rápidamente al formato, además creció la demanda y ahora tiene alumnos que se conectan desde Estados Unidos, Argentina, Valdivia o Antofagasta. “Ha sido interesante compartir con distintos acentos”, comenta la autora que este año publicará su tercera novela, titulada Empezar a olvidarte. Monserrat cuenta que durante el año pasado creció el número de personas interesadas en tomar sus talleres, por lo que tuvo que abrir nuevas secciones: al de Escritura creativa sumó otro de Lectura y escritura, y además tiene un día dedicado a Autoras mujeres.
“En este tiempo las personas sintieron la necesidad de armar comunidad, y la literatura es un lugar que ofrece refugio. Ha sido enriquecedor y terapeútico”. Martorell señala que ha tenido alumnos de 18 a 70 años, gente que probablemente no hubiese coincidido nunca y que terminan transformándose en amigos. Por el momento seguirá funcionando de manera virtual y afirma que posiblemente en el mediano plazo adopte un formato semipresencial.
Montserrat Martorell lleva 4 años impartiendo distintos talleres.
Una veterana del mundo de los talleres es Ina Groovie, que ya cumple diez años con sus clases de Redacción creativa, incluso manteniendo alumnos desde el comienzo. La ex conductora radial, que dicta un curso de Producción de textos en la Universidad Mayor, hasta marzo de 2020 realizaba el taller en su casa, lo cual generaba un ambiente de suma confianza.
Ahora imparte clases de manera virtual y tiene cuatro grupos que sesionan de lunes a jueves a partir de las 19:30 horas. Entre sus alumnos hay médicos, abogados, arquitectos, músicos, periodistas e ingenieros comerciales, a los cuales les enseña a generar textos que les sirvan para la vida cotidiana.
“Tuve la grata sorpresa de ver que funciona súper bien online, le he tomado gusto al formato. La tecnología no le resta humanidad al taller. Vamos a cumplir un año así e incluso ha habido más interés, por lo que abrí el cupo de los jueves. Además, el hecho de no ser anfitriona y tener que preparar el picoteo en mi casa, me permite concentrar esa energía”, comenta la profesora.
Cuando la situación sanitaria lo permita, está considerando la posibilidad de retomar una sesión mensual en persona y mantener la virtualidad para el resto de las clases, de manera que también pueda asistir gente desde regiones o fuera de Chile. “La gente se dio cuenta que necesitaba más que solo sobrevivir”, señala como posible explicación al creciente interés durante la pandemia. Agrega que para ella como académica también ha sido una oportunidad: “Yo me dedico de alma entera a esto, y ha sido un premio que mis alumnos hayan renovado su voto de confianza en mí”.
Lejos pero cerca
El guionista y director de cine Gonzalo Maza lleva cinco años viviendo en Londres, donde realizó un Máster de Guion en 2016. El año pasado decidió lanzar un curso online. “Antes de estudiar acá, fui autodidacta. Aprendí a escribir guiones en base a ver películas y leer un montón de libros. He acumulado una cantidad de información que me interesaba compartir, como una manera de ordenar mi cabeza también. La escritura sí se aprende, es una disciplina como tocar piano. Puedes tener talento o no, pero existen herramientas y técnicas específicas que ayudan”, afirma el guionista de Una mujer fantástica.
Maza ha realizado dos cursos con alumnos conectados desde Chile, Alemania e Inglaterra, y está evaluando la posibilidad de lanzarse con un tercero. “Me ha gustado compartir con gente que tiene ganas de escribir. Funciona bien y ha sido más interesante de lo que esperaba originalmente. Vale la pena”, dice.
Desde Londres, Gonzalo Maza realizó un curso de escritura de guion.
Desde Nueva York, la traductora y especialista en educación, Kristina Cordero, también decidió aventurarse y dirigir un taller online de lectura. Ella es estadounidense-argentina, pero ha vivido los últimos 15 años en Chile. Hace un año se fue a pasar una temporada en Estados Unidos, donde impartió un curso de Traducción literaria en Brooklyn College.
“En un tiempo tan acontecido, este curso ha sido una salvación para mí. Para muchos la escritura y la lectura son una manera de romper con la monotonía del día a día. Cambiar la energía estando en el mismo espacio. La gente no quiere sentir que el año fue una pérdida total. Del horror también salen cosas buenas”, afirma. Luego de un primer taller de lectura en inglés con participantes principalmente chilenos, piensa preparar uno de No ficción, que podría ser en inglés y/o español.
Poesía, cine y crónica, online
Para Vicente Undurraga, editor y columnista, la posibilidad de realizar talleres online se ajustó a un cambio de vida. Hace algunos meses decidió dejar la capital e irse a vivir a Viña, de donde es originalmente. También dejó su cargo como director literario de Penguin Random House Chile, aunque sigue trabajando para la editorial bajo otro esquema.
En enero abrió un Taller de lectura: Poemas chilenos, casi de modo experimental, cuenta, para ver cómo funcionaba. Fueron cuatro sesiones y apostó por la franja nocturna, partiendo a las 21 horas. “Es una buena instancia para los que tomamos la decisión de no seguir estudiando formalmente. Se trata de acercarse a la poesía y propiciar conversaciones en torno a ella”, dice Undurraga.
La próxima semana va a comenzar su segundo curso online Taller de lectura: Poemas siglo XX, que ahora durará tres meses, con una sesión semanal en el mismo horario anterior. Dice que en el futuro está dispuesto a considerar otras modalidades, como la semipresencial y también se abre a la posibilidad de incorporar la lectura de ensayos para un próximo taller.
El editor Vicente Undurraga también debutó como tallerista.
“El año pasado la gente quería cumplir sus sueños y quedé tapado de talleres. Aumentó la demanda”, afirma Gabriel Zanetti. El escritor y editor estudió un Magister de escritura creativa multidisciplinaria en la Universidad Camilo José Cela de Madrid y lleva ocho años impartiendo talleres, a los cuales actualmente les dedica la mitad de su tiempo, calcula.
Destaca varias virtudes de la nueva modalidad online: “Todos llegan a la hora, se puede extender mucho más porque están todos tranquilos en sus casas y no necesito arrendar un lugar donde recibirlos”. Ofrece dos talleres, uno de No ficción donde leen crónicas y ensayos, que tiene dos grupos semanales, lunes y miércoles, y otro de Construcción de obra, los martes. Cada grupo es de 10 personas. Su público es variado; doctores, abogados, actrices e ingenieros y fotógrafos, entre otras ocupaciones.
“Con el grupo de Construcción de obra tenemos un chat muy activo donde incluso siguen participando algunos que ya no asisten al taller. Se ha generado una amistad”, cuenta el autor que el año pasado publicó el libro de crónicas El Pejerrey. Asegura que la virtualidad no ha disminuido la sensación de comunidad, y agrega que suele haber un “tercer tiempo”: “Más de alguna vez me he ido a acostar con la sesión de Zoom abierta para los que se quedan conversando”. Además Zanetti tiene alumnos particulares: “Generalmente son personas mayores y con recursos, que buscan cumplir con el sueño pospuesto de escribir”.
Más conocido en redes sociales como @Hermeselsabio, Diego Muñoz es guionista, crítico de cine, conductor de podcast y además tiene su Taller de escritura de críticas cinéfilas. “Me ha ido super bien. Subo el aviso a Instagram y se llenan rápido los grupos. Lo mejor es que llegó gente de todas partes, que antes quería participar y no podía”, señala.
En este momento tiene talleres abiertos los días martes y jueves, a las 19 horas, con una duración de cuatro sesiones cada uno y máximo 20 participantes. Muñoz cuenta que además está organizando una nueva estructura que funcionará como cineclub donde los participantes verán ciclos de películas seleccionadas por temática y luego las comentarán por Zoom. “Las herramientas tecnológicas son muy buenas para el contenido. Solo lamento que todo mi trabajo sea frente al computador”, comenta.