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48 horas en San Francisco con las mentes que están cambiando la historia

48 horas en San Francisco con las mentes que están cambiando la historia
El fundador de Fintoc, Cristóbal Griffero, asistió al primer YC AI Startup School en San Francisco. Desde ahí, escribe esta crónica: Elon Musk predice el fin de la inteligencia humana, Sam Altman insiste en construir “cosas raras” y un niño de 11 años ya trabaja en Shopify.
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“La IA es un meteorito que viene derecho a nosotros y nosotros somos unos dinosaurios ciegos de lo que está pasando”, era lo que pensaba mientras leía Situational Awareness en febrero de este año. Este es un ensayo de Leopold Aschenbrenner, ex investigador de OpenAI (la empresa detrás de ChatGPT), en el que expone cómo las personas -incluso dentro de la misma industria tecnológica- no entendemos realmente las implicancias de la IA. Me voló la cabeza y me puso paranoico. Los cambios que vienen serán cientos de veces mayores que los de la Revolución Industrial y llegarán en meses, no en décadas.
Le mandé este ensayo a un amigo (Pedro Pineda, CEO de Fintual) y me respondió que ya lo había leído. Claramente estábamos en la misma página de entusiasmo/paranoia respecto a la IA y me mandó un WhatsApp con el link a YC AI Startup School. “Mira esto para que te dé ansiedad”, refiriéndose al evento donde los CEOs de las principales empresas de IA como Sam Altman (OpenAI), Elon Musk (SpaceX y Tesla), Jared Kaplan (Anthropic) y otros serían speakers.
Era la primera edición de este evento enfocado exclusivamente en IA, dirigido a los 2.500 mejores estudiantes e investigadores del mundo, todos seleccionados a mano. Pedro creía que no teníamos ninguna chance de entrar. No le hice caso y postulé igual. Casi 20 mil personas tuvieron la misma idea.
90 días después y contra todo pronóstico, estaba en primera fila del evento, compartiendo con las mentes que están detrás de la creación de este meteorito que está cambiando el curso de la historia. YC AI Startup School era una categoría totalmente nueva de conferencia.
Niños genios
San Francisco, Estados Unidos, lunes 16 de junio, 8:00 AM. Las dos horas esperando en la fila para entrar fue mi primer golpe de realidad. A mi lado había estudiantes e investigadores veinteañeros con una claridad mental que no sabía que existía a esa edad. El 50% de los asistentes eran extranjeros, mayormente asiáticos y concentrados en universidades como MIT, Stanford o Harvard. “Quiero construir esto”, decían con una convicción absoluta. Todos con ganas de conectar, construir y con un nivel de profundidad para conversar impresionante.
Conocí a un fundador de 15 años levantando su ronda de capital para su startup de IA. No se me ocurrió nada relevante para preguntarle, así que le pregunté cómo manejaba los temas legales (por ser menor) y me sentí mentoreado por alguien con la mitad de mi edad: “Siempre hay una herramienta, siempre hay una forma”, me respondió con una claridad absoluta. Por si eso fuera poco, también conocí a un niño de 11 años que trabajaba como programador en Shopify mientras cursa su PhD. Estaba en el mejor lugar del planeta en ese minuto y estaba determinado a no perder un solo segundo del evento.
Entre Elon Musk, Sam Altman y Andrej Karpathy
La conferencia se hizo en un galpón simple, nada ostentoso, al estilo YC. Sin stands de marcas ni agenda comercial, sólo conocimiento en estado puro.
La mañana abrió con Sam Altman, CEO de OpenAI, en un panel con Garry Tan, presidente de YC. Sam tiene ese carisma especial tipo Steve Jobs. De hecho, estoy convencido de que es el próximo. Entre cada pregunta, una pequeña pausa, y luego una oración perfectamente hilada que te dejaba pensando.
La tónica que se repetía en el panel era un llamado a construir. A mostrar que estamos en el mejor minuto de la historia para construir algo y que había un espacio gigantesco entre la capacidad que tienen los modelos de IA y lo que estamos construyendo. El cuello de botella ya no es la tecnología, sino nosotros.
Para construir, Altman habló del concepto de defensibilidad a la hora de montar un negocio. La mejor defensibilidad es la originalidad. Cuando tienes algo único, tienes meses de ventaja antes de que lleguen los competidores. “Construyan cosas raras”, decía. “El éxito está en el pensamiento que va contra la corriente”.
Otro concepto que se repetía era el de software que se genera just-in-time, creado en tiempo real según las necesidades específicas de cada usuario y luego desechado. Algo impensado hace pocos meses, donde el software tenía una planificación y un precio gigantesco.
Antes de cerrar el CEO de OpenAI lanzó un pensamiento que me dejó aliviado. Habló de cómo hoy el mundo se ha vuelto un lugar extremadamente abrumador y lleno de interfaces y notificaciones innecesarias con la hiperconexión que nos dan los celulares, para luego decir que confiaba en un futuro donde las interfaces iban a desaparecer. En el futuro, para él, las personas sólo le dirán sus intenciones a la IA y ésta ejecutará todo por nosotros.
Luego de Sam, vinieron otros emprendedores e investigadores muy reconocidos como Jared Kaplan (Anthropic), François Chollet (Google) y Fei-Fei Li (conocida como “la Madrina de la IA”). Rescato entre ellos cómo todos trataban de definir el concepto de “inteligencia” desde su área de expertise.
Por ejemplo, Fei-Fei Li -quien ha sido responsable de gran parte de los avances en visión por computador: autos autónomos, reconocimiento facial, etc- mencionaba que las máquinas no van a ser inteligentes mientras no entiendan el mundo como un lugar de tres dimensiones. Su enfoque siempre ha sido mirar la naturaleza, ver cómo ha evolucionado el cerebro humano y tratar de replicar luego eso con máquinas. Y el cerebro humano se desarrolló en gran parte al poder entender el mundo con dimensiones espaciales y temporales.
Por otro lado, Jared Kaplan definía la inteligencia como algo matemático. Específicamente como el ratio de eficiencia para usar experiencias pasadas en situaciones futuras. Mientras menos experiencias necesites para aprender algo nuevo, mayor inteligencia.
Luego vino Elon Musk. Contó de la ingenuidad con la que comenzó SpaceX (la empresa de cohetes espaciales) donde su motivación no fue más que ir al website de la NASA, donde vio que no había ningún programa ni misión orientada a Marte, y decidió hacerlo él mismo. Sin experiencia en cohetes, fue donde los rusos a comprar misiles intercontinentales. Cuando le subieron el precio, lo terminó haciendo él.
First principles, repetía. “Si me dices que no se puede, explícame todos los pasos lógicos de por qué no”. Esa mentalidad de empujar los límites de lo imposible. Su predicción: la superinteligencia llega este año o el próximo. En el futuro, menos del 1% de la inteligencia de todo el planeta será humana. El 99% restante, de máquinas.
También contó que ahora estaba enfocado al 100% en volver a sus empresas luego de su paso por el gobierno de Estados Unidos, lo que le quitó algo de popularidad incluso en el evento, donde un par de personas se fueron en forma de protesta antes de que partiera su charla. Fue el último presentador del día 1.
Después hubo cerca de 10 after-parties de diferentes empresas de IA relacionadas al evento. Tenía ganas de irme al hotel después de un día completo de charlas, pero me llegué a sentir culpable por no aprovechar cada segundo del evento y terminé en las oficinas de Brex para cerrar el día.
La segunda jornada tenía una agenda igual de ambiciosa: abrió Satya Nadella, CEO de Microsoft, y luego vino la mejor charla del evento: Andrej Karpathy (exlíder de IA de Tesla).
Karpathy entregó la analogía que mejor explica este momento: los Large Language Models (LLMs) son como un nuevo Sistema Operativo compartido. Como en los primeros días de la computación, cuando decenas de investigadores accedían a la misma máquina y no existía el computador personal, los LLMs hoy son como esos terminales de los ‘80 donde uno está directamente interactuando con el Sistema Operativo y aún no inventamos un equivalente a la Interfaz Gráfica (pantalla).
Su insight más profundo: “Para trabajar con LLMs hay que entender su psicología”, los LLMs son “espíritus de personas con amnesia”. Simulaciones extremadamente poderosas de personas pero con algunos problemas cognitivos. Para trabajar con estas máquinas hay que entender su psicología. Son espíritus entrenados para simularnos, pero sin aprendizaje continuo. Todavía no existe el equivalente al “dormir” que consolide su memoria y que ajuste correctamente su comportamiento futuro en base a esas vivencias.
El lugar explotó en aplausos cuando terminó la charla, no exagero que fue como ver a un rockstar. Unas horas después el evento terminó y me fui al hotel agradecido por haber estado ahí, pero también con hartas preguntas de lo que se viene para el futuro.
Aterrizando el futuro
Al tomar el vuelo de vuelta a Chile, tengo sentimientos encontrados, por dejar este ecosistema donde todos están empujando el límite de lo posible, y regresar a un lugar donde las cosas giran más en torno al pasado. Pero quiero ser optimista.
Hay una oportunidad que no se nos puede pasar. Cada avance científico en la historia ha mejorado el bienestar humano. Y la IA es la tecnología que mayor avance científico va a permitir, con millones de investigadores artificiales trabajando en paralelo y empujando exponencialmente el progreso científico.
La IA no va a pedir permiso y nosotros tampoco deberíamos. Nos va a exigir una flexibilidad mental extrema. No va a haber un momento donde finalmente “estemos listos” o donde las cosas se estabilicen. Va a ser cambio continuo, acelerado, sin respiro. Y tenemos que acostumbrarnos a que nunca nos vamos a acostumbrar.
Por eso, como startups tenemos una obligación -casi que moral- de llevar la bandera de la IA y empujar estos cambios al resto de la industria. Porque el mayor cuello de botella no va a ser técnico, sino mental.