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Ansaldo tras cumplir 120 años: la clásica juguetería mira el mercado de videojuegos y mascotas

Ansaldo tras cumplir 120 años: la clásica juguetería mira el mercado de videojuegos y mascotas

El zar de los juguetes infantiles vende 500 mil unidades al año. En su portafolio tienen la representación exclusiva de marcas como Disney, Pokemon, Among Us. Con los cambios de hábitos de niños y niñas y la modificación de la composición tradicional de familia, están explorando nuevos mercados.

Por: Nicolás Durante | Publicado: Sábado 24 de septiembre de 2022 a las 21:00
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El barco salió en 1902 desde el puerto italiano de Génova, cruzó el Cabo de Hornos en Magallanes y llegó a Valparaíso. Con 13 años, Juan Ansaldo venía solo, a trabajar en un almacén de la familia Queirolo en el puerto chileno. Así, cargado solo con un baúl llegó el fundador de un imperio de juguetes que serían los primeros en traer marcas desde todas partes del mundo a Chile. Anualmente importan 500 mil unidades.

Pero no todo partió con autitos y muñecas, cuenta Luis Ansaldo, la tercera generación de la familia en hacerse parte del negocio. La historia a principios del siglo pasado comenzó con Ansaldo trabajando de lunes a domingo hasta conseguir comprar el local de abarrotes a los Queirolo y traer a su hermano y un primo desde Italia. Llegaron a instalar sus propios almacenes bautizados como Ansaldo Hermanos, el Emporio Echaurren y el Punta Arenas, en el centro de Valparaíso. Ahí fue cuando nació Atilio, el padre de Luis Ansaldo, hoy de 94 años de edad.

Finalmente, en la década de 1950 fue el Emporio Ansaldo el que se mantuvo en la calle Serrano, donde vendían de todo e incluso llegaron a comercializar una marca propia de té y condimentos y abrieron el Supermercado Ansaldo. “En esa época no estaba desarrollado el mercado de capitales como ahora, que tu pides un préstamo. Era muy difícil. Por lo que me cuenta mi padre, cuando eran pequeños, para su primera comunión les regalaron unas bicicletas Bianchi: con su hermano las vendieron y se compraron un triciclo de reparto. Fueron los primeros Rappi de Valparaíso”, dice entre risas Luis Ansaldo.

Juan Ansaldo.

Cuando ya corría la década del 70, y estaban de lleno en el negocio mayorista de abarrotes, con el gobierno de la Unidad Popular las cosas se complicaron para esta familia empresaria, por lo que decidieron, otra vez, emigrar en 1973. “Nos embarcamos en esta odisea con mi tío, mi abuelo y hasta con el perro. Nos fuimos a las Islas Canarias, Tenerife. Ahí terminé de estudiar la enseñanza media y como después acá las cosas cambiaron volvimos a fines del 74”, recuerda.

Entonces llegaron a los juguetes. “Ya era 1975 y debíamos retomar la actividad comercial de alguna forma. Teníamos un conocido que era representante en Chile de los juguetes ingleses Matchbox. Mi padre con su hermano tomaron la iniciativa y empezaron a importar juguetes. No se partió de golpe, sino que se ponían abarrotes y en un espacio instalaron juguetes importados, era como un bazar. En ese tiempo aprovechamos la apertura de las importaciones y traíamos productos españoles, conservas, turrón y chocolates gringos, galletas, cintas de regalo de Italia, menaje alemán. Tuvimos una diversidad de productos bastante amplia y entremedio fuimos desarrollando las líneas de juguetes”.

Tincada y visión

En esa fecha eran los únicos en el país que tenían la importación de Matchbox, que incluía los clásicos autitos a escala y la famosa bota Matchbox. Comenzaban a transformarse en los grandes proveedores mayoristas de juguetes en Chile.

A mediados de los años ‘80 ampliaron la gama, sumaron juguetes musicales y de varios tipos. Sus tíos viajaban a ferias del juguete en Alemania, a Hong Kong y Japón a traer las últimas novedades. “Tenían una tincada de comprar bien. Aquí no hay prueba y error. Si te embarcaste con una tirada de juguetes nuevos tienes que saber que se van a vender o después te quedas con todo en bodega. No es como ahora que tienes inteligencia de negocio, big data y todo eso. Antes era tincada y visión de negocio”, explica Luis Ansaldo.

Y luego empezaron a abrir tiendas en Valparaíso, Viña del Mar y Santiago. Hasta que llegaron los desafíos, como las multitiendas en los años ‘90, que importaban directo containers completos. Pero entonces los Ansaldo empezaron a negociar las licencias marcarias, para que todos los juguetes no genéricos que entraran al país, los trajeran ellos.

Por su portafolio de licencias han pasado clásicos como Frutillita, la Guerra de las Galaxias, Star Trek, Cartoon Network. Hoy tienen Pokemon, Sonic, Squishmallows, Among us y Disney, entre otras, hasta vender medio millón de unidades al año en promedio. Sus principales competidores nacionales son Imexporta e Intec y las extranjeras en Chile son Mattel y Hasbro.

Los nuevos niños

Con la incursión de internet debieron adaptarse. Hace nueve años comenzaron con la venta web, pero le pusieron fuerza hace tres. Por suerte, porque la pandemia los pilló con un buen e-commerce, por lo que no detuvieron la actividad en cuarentenas.

Además, desde 2016 tienen una alianza con la firma estadounidense abierta en la Bolsa de Nueva York Build a Bear, que vende peluches que son “armados” por los niños y niñas: deciden el color, le ponen nombre y ven cómo se hace el peluche. Este año lo sacaron solo de sus tiendas y lo instalaron en un espacio exclusivo en dos tiendas Paris de Cencosud de Santiago.

Ahí mismo se dieron cuenta de algo. La gente compraba solo la ropa del oso de peluche: al tiempo entendieron que la adquirían para vestir a sus perros. “Entonces dijimos, ‘bueno, hagamos el intento de desarrollar esta nueva línea de negocio’. Así es que estamos incursionando en ello, todavía a una escala muy menor”.

Otro cambio que están viendo son los hábitos de entretención de los niños y niñas, su cliente final. “Antes la compra de juguetes llegaba hasta los 14 años. Hoy en día ya a los 8 años empiezan con los vídeojuegos y con el teléfono. Ha sido un desafío fuerte y por lo mismo, estamos evaluando buscar otras opciones de desarrollo de la empresa, como importar videojuegos. Nuestra visión del negocio busca ser líderes en el mundo infantil de la entretención; eso nos obliga a estar en el formato que sea y no limitarnos al juguete físico, sino que buscar otro atractivo para seguir entreteniendo a los niños”, remata Ansaldo, el continuador del navegante genovés.

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Con la temporada recién terminada, Colo-Colo -el equipo campeón- recibirá cerca de US$ 11 millones en premios, mientras que la U, a tres años de cambiar su propiedad, mantiene un estricto plan de eficiencia para mejorar sus números internos. Eso sí, ahora Azul Azul deberá enfrentar la suspensión de aportes que hizo la CMF a Sartor -firma que gestiona el vehículo de inversión que controla el club- por “deficiencias relevantes detectadas en su gestión”. Cruzados, en tanto, levantará fondos por tercera vez para concretar su esperado “Proyecto Estadio”. Este es el zoom a la billetera de los tres grandes del fútbol nacional en una semana llena de acontecimientos extrafutbolísticos.

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