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Apadrinamiento de animales y nuevos negocios, el plan de Buin Zoo para salir de la crisis
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Sin ingresos ni visitantes, el zoológico de Buin comenzó a desarrollar un plan de emergencia para salir de la crisis. En el casi un año que lleva cerrado ha dejado de percibir aproximadamente $4.800 millones.
Apadrinamiento de sus animales, sacarle provecho a su hospital veterianario y al cemeterio y hasta una tienda online son algunas de las medidas con que busca mejorar sus ingresos.
La pandemia ha puesto a prueba la capacidad del zoológico privado, uno de los mayores de América Latina (tiene 25 hectáreas) que al igual que la mayoría de sus pares en el mundo ha debido salir a captar recursos del público para enfrentar una situación cada vez más compleja: en 2020 lanzó un programa de apadrinamiento para los 2.500 animales de unas 400 especies a su cargo y hace dos semanas lo relanzó.
“En estos tiempos tan difíciles necesitamos de tu apoyo y con tu aporte podremos costear lo que necesitan para su bienestar. Tu apadrinamiento permitirá controlar su salud, alimentarlos, cuidarlos y mantener sus espacios en las mejores condiciones”, dice hoy en el sitio web del Buin Zoo, que copió la idea del apadrinamiento del zoo de San Diego, en EEUU.
Ignacio Idalsoaga, director del zoológico chileno, cuenta que el lanzamiento de la idea se hizo rápidamente en una entrevista en la TV, lo que los obligó a desarrollar el concepto a toda velocidad.
Él llevaba tiempo dándole vueltas al asunto en su cabeza, la había comentado con algunos cercanos, pero no tenían nada concreto. A pesar de eso se lanzaron: “la próxima semana parte nuestra campaña de apadrinamiento”, aseguró ante las pantallas con una seguridad increíble.
“Fue una de esas decisiones que uno toma milagrosamente en un momento de coherencia. O que tus neuronas hacen sinapsis. O sea, tuvimos prensa y la gente quedó expectante de ver de qué se trataba esto”, confiesa hoy.
Ya con la noticia dicha, solamente faltaba ponerse a trabajar. Estuvieron todo el fin de semana desarrollando la plataforma.
Pandas y rinoceronte
Hoy apadrinar a un animal es muy fácil. Desde la misma página del zoológico se puede hacer una donación única o mensual que va desde los $500 pesos y cada “padrino” recibe un mail con un certificado, un video de Ignacio Idalsoaga personalizado agradeciendo el apoyo e información del animal. Quienes donan montos mayores reciben un peluche de regalo.
“El bienestar animal ha sido lo único que no hemos dejado de cuidar”, cuenta el director. Actualmente hay dos animales que se han robado la fama: Ichiha el panda rojo y Atanasio el rinoceronte, quien cumple un año esta semana.
El año pasado gracias al apadrinamiento lograron financiar un 20% de las operaciones. Hoy para Idalsoaga la meta es una: “pensando en que tenemos que volver a cierta normalidad nos encantaría mantener ese 20% hasta el fin de año para poder salir de manera más holgada de esta situación”, afirma.
Varios se han preguntado por qué no se apadrinan animales chilenos si el zoológico es nacional. Idalsoaga cuenta entre risas que la elección de qué animales iban a poder apadrinarse se basó meramente en una cosa: la disponibilidad de peluches que tenía en la tienda.
Explica que esto “era una limitante ya que a los padrinos de más monto se les entrega un peluche, y no teníamos peluche ni de puma, ni de cóndor ni de pudú”.
Y tampoco los habrá, al menos en el mediano plaza. Idalsoaga confía en un próximo retorno a la normalidad. "¡Ya estamos de salida! Yo creo que estamos dando la última batalla y pidiendo la última ayuda. Y espero que así sea”.
9 toneladas de comida
Hasta antes de la pandemia, las visitas eran el principal ingreso del Buin Zoo. Cada mes 45 mil personas visitaban sus instalaciones, pagando una entrada que servía para alimentar a los animales y mantener andando la operación.
Eso además les había permitido realizar varias inversiones para ampliar el negocio. Pero desde marzo del año pasado solamente han podido abrir algunas semanas, y jamás han logrado alcanzar el número de visitas de antes.
La mayor parte de los recursos se destina a comida de los animales, que consumen cifras astronómicas cada mes: 5.000 kilos de pellets importados, 1.500 kilos de carne de vacuno, 960 kilos de frutas, 800 kilos de verdura, 723 kilos de pollo y 185 kilos de pescado. Una dieta balanceada de 9 toneladas y media de comida, sin contar la alfalfa.
Tener animales que cuidar también requiere de personas en ese rubro. El año 2019 aproximadamente 400 personas trabajaban en este lugar. Una vez que llegó la crisis social tuvieron que bajar el número a 320. Hoy son solo 80 personas quienes trabajan en Buin Zoo.
Rentabilizar el cementerio y el hospital
En total, el Buin Zoo lleva más de 327 días cerrado. El año pasado estuvieron siete meses sin recibir público, pero al igual que varios, pensaron que la normalidad retornaría en 2021. En su presupuesto asumieron que iban a pasar dos meses cerrados sin recibir esos ingresos.
“Lo que no considerábamos era que íbamos a estar dos semanas abiertos y después volveríamos nuevamente a estar cerrados. Ahí se nos fueron todas las estadísticas a las pailas”, cuenta el director. Y por eso han tenido que reinventarse en todo sentido.
Antes de que llegara la crisis social en octubre de 2019, que luego fue seguida por la pandemia, el zoológico pasaba por un momento excelente. L
as visitas crecían y hasta se atrevieron a ampliarse. Hicieron grandes inversiones, como la construcción del aviario tropical más grande del continente, que significó $ 700 millones. Si bien esto se veía como una excelente idea, llevó a que una vez que llegara la pandemia se quedaran sin recursos.
“Nosotros en marzo-abril del año pasado nos quedamos sin recursos y el tema de los créditos covid aún no era un hecho. Estuvimos prácticamente dos meses viviendo de la caridad de las personas que nos traían carne y fruta”, cuenta.
Y ahí fue cuando implementaron por primera vez el apadrinamiento y comenzaron a sacarle provecho a los otros frentes que tenían: el cementerio de animales y el hospital veterinario.
“Nos hemos volcado a que estos lugares rentabilicen, ya que hoy son la única fuente de ingreso que tenemos con nuestro parque cerrado”, añade Idalsoaga.
Estas unidades de negocio, que son parte del holding, nunca habían tenido una gran importancia desde el punto de vista económico, ya que siempre contaban con la seguridad de que tenían los ingresos de las visitas del zoológico.
Pero lo que el día de hoy le trae más ingresos fue la creación de la tienda online: “el proceso de pasar de una tienda física a una online ha sido durísimo”, cuenta Idalsoaga, pero ha traído muchísimos frutos. Cuenta que al principio partieron con muy pocas herramientas y conocimientos, y aprendieron a través de ensayo y error.
Incluso están trayendo nuevos productos, como una línea de ropa marca Buin Zoo. “Acá se nos muestra la debilidad que teníamos: tener todos los huevos en la misma canasta. Hoy nos dimos cuenta de lo frágil que es esto y nos estamos abriendo a más frentes. Estamos tratando de prepararnos para pandemia 2, 3, y 4 de una manera distinta”, afirma.
La tribu
Hay una palabra que resume su mirada sobre el futuro: incertidumbre. “Es una pena, no tenemos posibilidad de proyectarnos en el tiempo hasta no salir de esto. Vivimos el día a día”, asegura.
Tuvieron que tomar 3 créditos covid de emergencia en diferentes bancos, por lo cual estarán pagando esa deuda durante los próximos cuatro años. Aparte de esto hoy tienen un total de 25 hectáreas, de las cuales la mitad será traspasadas a un leasing y por el momento quedó en espera el proyecto de construcción de un safari.
Hay nueve hectáreas adicionales al parque donde querían llevar a los animales de la Sabana Africana, para mejorar la calidad de vida de éstos dándoles un espacio hasta cuatro veces mayor que el actual y crear una experiencia única para cuando todo vuelva a la normalidad.
Esta semana además se planea lanzar “La Tribu”, un proyecto para retribuir a todos quienes apadrinaron animales. La idea es que estas personas puedan visitar el parque de manera distintita, junto con eventos, para así mantener el nexo creado.
“Sabemos que en ocho meses más el tema del apadrinamiento se acabó. El zoológico volverá a la normalidad, todo el mundo volverá a hacer lo de antes. Pero queremos mantener el nexo con estas personas que han sido nuestros incondicionales”, concluye.
Completamente diferente es la situación del Zoológico Nacional, ubicado en el Parque Metropolitano. En sus 4,8 hectáreas el zoo ubicado en el cerro San Cristóbal ha podido seguir operando gracias a su condición pública.
“Al ser parte del Estado tenemos la tranquilidad de que nuestros insumos y necesidades son suplidas por la Ley de Presupuesto; por lo tanto, no se ha requerido de ningún tipo de ayuda externa para mantener en buen estado a las especies que habitan en él, lo que nos ha asegurado nuestra operación a lo largo de la pandemia”, dijo a DF MAS Martín Andrade, director del Parque Metropolitano.