Punto de partida
El chileno que vende la “tinta” para imprimir en 3D
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Fue después de que con el equipo de básquetbol de la Universidad de Concepción se convirtieran en campeones nacionales, cuando Rogers Escalup se preguntó qué venía ahora en su vida profesional.
Era 2017 y partió de intercambio a la Universidad de Maine, en Estados Unidos. Ahí llegó al laboratorio de estructuras avanzadas y materiales compuestos, que alberga la impresora 3D más grande del mundo, que tiene tres récord Guinness a su haber. Sin tener mayor experiencia, se embarcó en el mundo tridimensional.
"Maine es un estado muy forestal, entonces la gracia era sacar un material compuesto para imprimir en 3D que puede ser reforzado con desechos de la madera y como Biobío es super forestal, había similitudes. De esta impresión no sabía mucho, pero lo encontraba muy interesante, y en EEUU tenían toda la tecnología fluyendo al máximo”, recuerda en conversación con DF MAS.
De vuelta en Chile quiso montar una empresa, se capacitó con la aceleradora Gearbox en la UdeC y a fines de 2018 le dieron forma al negocio. En eso ganaron la feria de innovación tecnológica de Chile, y llegaron un par de inversionistas a conversar con él. Levantaron capital y obtuvieron fondos Corfo para poder fabricar y comercializar filamentos de impresión 3D: es como la tinta de las impresoras 3D, un rollo de plástico que la impresora empieza a derretir a unos 200 grados Celsius hasta darle la forma en tres dimensiones, explica.
Detrás del desarrollo había un grupo de profesionales compuestos por ingenieros mecánicos, de materiales y aeroespaciales. Recién en octubre de 2019 lograron fabricar los primeros rollos de filamentos con madera, que es como imprimir “en madera”, pero no hay que barnizarlo porque no le van a entrar hongos nunca. Junto a ello sumaron un sueño que tenían hace tiempo: crear algo antimicrobial, otro con un elemento 100% reciclado y además trabajar con PLA, que es el material más popular en impresión 3D, un plástico biodegradable y compostable.
En diciembre de 2019 vendieron la primera tonelada de filamento, pero luego vino la pandemia. Se miraron con su equipo de trabajo y decidieron potenciar el desarrollo que estaban haciendo con filamento con material antimicrobial.
“Y ahí fue un boom. Todos querían tener cosas antimicrobiales, somos los únicos fabricantes en Chile. Tuvimos un crecimiento en 2020 de 1.200%. Vendimos entre 300 mil a 400 mil dólares”, cuenta.
Con su creación se pueden imprimir mascarillas, escudos faciales, cubreorejas, pero también portabisturís, abridores de puertas, prótesis y órtesis. En otros segmentos se pueden imprimir cortadores de comida, repuestos, adaptadores, y hasta carcasas de teléfonos.
Tampa, Perú y Brasil
Pero había más. En junio de 2020 postularon a la aceleradora más grande de Florida, Estados Unidos, Tampa Bay Wave. De más de 2.000 postulantes, quedaron 10 empresas a nivel global. Cicla 3D, la empresa de Escalup, fue una de ellas.
El director de la aceleradora, Richard Munassi, se volvió parte de su directorio de advisors. Con eso cerraron los primeros contratos en Estados Unidos, en ciudades como Nueva York, Búfalo y Nebraska. Armaron la firma en EEUU, donde son Cicla INC., y le venden a empresas como 3D Universe e Innosek, las que luego revenden el material que, además del país del norte, llega a lugares como Polonia, Bélgica e Irlanda. El filamento antimicrobial se lleva todas las ventas.
Entremedio, y desde la misma planta ubicada en Concepción, de 300 metros cuadrados y donde trabajan 14 personas, además de vender en Chile (una de cada cinco impresiones en el país son con filamentos de Cicla 3D, calcula Escalup), y Estados Unidos, empezaron a exportar a Perú.
Pero cuando volvieron de Florida, los contactaron de un centro tecnológico en Brasil, y cerraron un acuerdo para abrir una planta productiva en Paraná, un estado que tiene 12 millones de habitantes. El acuerdo incluye que por los primeros dos años, a cambio de contratar mano de obra local, los eximen del pago de gastos fijos como luz, agua o arriendo. Para una empresa como la de Escalup, no pagar luz por dos años, con el intensivo uso eléctrico que tiene todo el proceso, es una ventaja comparativa inigualable.
Y para financiar la instalación y crecimiento en Brasil, están en una ronda de levantamiento de capital por US$ 500 mil. El objetivo es conseguir family offices, fondos de venture capital, e inversionistas ángeles. En las primeras semanas, ya han visto un alto interés de chilenos.
Pero además de la expansión a Brasil, Escalup también quiere crecer verticalmente aquí con ese mismo aumento de capital. Es decir, cada vez hacer más cosas ellos mismos y no tercerizarlas, logrando ser así más rápidos y tan competitivos como los precios que tienen, incluso, los fabricantes chinos. Esta historia aún se está imprimiendo. Y en 3D.