Desde hace un año, el hogar se transformó en el escenario de la mayor parte de las actividades de la vida cotidiana, incluyendo el colegio y la oficina. La pandemia, las restricciones de movimiento y el miedo a los contagios llevaron a las personas a pasar más tiempo al interior de sus viviendas, compartiendo espacios con sus familias y empujando, de paso, una transformación de ciertos lugares para poder adecuarlos a la coyuntura.

Es por eso que, a inicios de este año, Easy y Criteria realizaron un sondeo a 1.202 personas en todo el país sobre cómo resignificar la vida en el hogar. Dentro de los resultados más importantes, Carola Courard, directora de cuentas de Criteria, destaca que las familias chilenas nunca “están totalmente conformes con sus viviendas, y por lo mismo, siempre están pensando en realizar cambios o arreglos”.

Además, la pandemia instaló la incertidumbre como situación vital, agrega Courard, y desde ese estado incierto “el hogar se reforzó como refugio y defensa natural para todos”. Sin embargo, muchas veces esas intenciones de hacer cambios y transformar los espacios se ven frustradas debido a falta de recursos o de conocimientos. “Algunas personas no se atreven a innovar o a invertir por la incertidumbre económica actual, pero la mayoría demuestra mucho interés en realizar mejoras”, detalla.

La coyuntura también trajo que ciertos espacios, que antes pasaban inadvertidos, ahora cobraran relevancia, al tener que maximizar los metros cuadrados de la vivienda: por lo tanto, todo rincón sin un uso determinado pasó a ser potencialmente un espacio funcional, puntualiza la ejecutiva.

En la misma línea, desde Easy comentan que se impulsó el concepto de “hogar flexible”, donde muchos espacios tuvieron que ir transformándose progresivamente para hacer diferentes cosas. “Livings convertidos en gimnasios, espacios para desarrollar un emprendimiento, para trabajar en tranquilidad, para que los niños fueran al colegio, o adaptar espacios en el invierno, para que los niños pudiesen jugar más dentro de la casa, entre muchas otras cosas”, son algunos ejemplos que plantean desde la firma.

Hacer florecer los espacios

El estado de ánimo de las familias en este último año ha estado indudablemente impactado por la fatiga pandémica. “El hogar, en tiempos recios e inciertos como los que atravesamos, se ha convertido más que nunca en una extensión de la persona y sus emociones. Las familias y sus integrantes están aprendiendo a vivir en un proceso de constante transformación”, analiza Carola Courard.

La cocina pasó a ser uno de los espacios más valorados y “se transformó en un centro de congregación y de entretención, porque una de las tendencias que surgió en este mundo pandémico, era cocinar juntos”, cuentan desde Easy, acotando que antes la vida de hogar se hacía más en el dormitorio “porque pasabas mayor parte del día fuera”.

De todas formas, según el sondeo realizado por Criteria, el espacio preferido es el dormitorio principal (29%), living (25%) y cocina (9%). Mientras, el 20% de los encuestados dijo que el peor espacio de su hogar es el baño, seguido por la cocina (19%) y patio/terraza (17%). “Más de la mitad de las personas realizó mejoras en sus hogares durante la cuarentena, las cuales tienen que ver con realizar reparaciones, pintar, arreglar infraestructura, gasfitería, entre otros”, acota Courard.

Con todo, desde Easy consideran que las personas seguirán tratando de encontrar la comodidad para vivir lo mejor posible y tener, dentro de toda la complejidad y dificultad de la pandemia, una mejor calidad de vida. “Ahora cuando miramos nuestro hogar, entendemos que lo más probable es que vamos a pasar más tiempo de lo que alguna vez lo hicimos, y eso es un hito importante, que generará cambios conductuales que se están manifestando y que tienen directamente resonancia en la vida que tenemos hoy y a futuro en nuestro hogar”.