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Catalina Gómez Ángel, corresponsal y residente en Teherán desde 2011: “Cuesta mucho tiempo entender a Irán”

Catalina Gómez Ángel, corresponsal y residente en Teherán desde 2011: “Cuesta mucho tiempo entender a Irán”

Con su centro de operaciones en la capital iraní, la periodista colombiana ha cubierto estos últimos años los conflictos en Medio Oriente, como Irak, Gaza, Afganistán y Siria. Dice que comprender a Irán no es tarea fácil, porque es “una sociedad indomable”.

Por: Patricio De la Paz | Publicado: Sábado 21 de junio de 2025 a las 21:00
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Catalina Gómez Ángel (52) se conecta por llamada de WhatsApp desde el aeropuerto de Madrid. Es el miércoles 18 de junio, 4 de la tarde. La periodista colombiana y corresponsal en Medio Oriente lleva varios días en la capital española: se había ido allí para descansar después de una de sus extenuantes jornadas de reporteo en Ucrania. En eso estaba cuando la semana pasada estalló la guerra entre Israel e Irán, que ya suma varias jornadas de ataques cruzados con misiles y cientos de muertos y heridos.

El tema para ella está lejos de ser indiferente. Y no sólo porque es parte de su cobertura profesional. En Teherán, la capital del país islámico, tiene su casa desde 2011, cuando se instaló allí junto a su marido, el fotógrafo Kaveh Kazemi. Tiene incluso residencia iraní. “Allá está mi familia, mis amigos, todo”, dice.

Ha hablado, por supuesto, con sus cercanos dentro de Irán. Comenta que hay una mezcla de emociones. “Hay de todo, sobre todo miedo. También hay rabia contra Israel por la destrucción indiscriminada. Me mandaron fotos de que hace un ratito atacaron cerca de la calle Fereshteh, la más elegante de Teherán. Y hay rabia también contra el sistema iraní, porque el gobierno parece no existir, nadie aparece. La gente se siente realmente abandonada. Hay un éxodo desde las ciudades grandes hacia lugares donde no hay bases nucleares, o hacia Armenia o Turquía. Es complejo. Los iraníes estaban dispuestos a lidiar con su propia realidad y sus cambios, pero no que se los imponga un tipo como Netanyahu, al cual la mayoría de los iraníes detesta, aunque no todos: hay gente que lo apoya porque piensa que él les va a traer el cambio del sistema”.

"Los iraníes estaban dispuestos a lidiar con su propia realidad y sus cambios, pero no que se los imponga un tipo como Netanyahu, al cual la mayoría de los iraníes detesta, aunque no todos: hay gente que lo apoya porque piensa que él les va a traer el cambio del sistema”.

Eso es lo que le han contado. Pero ella quiere verlo con sus propios ojos. Por eso está en el aeropuerto de Madrid esta tarde. Va a tomar un avión hacia Estambul, en Turquía. Desde allí otro hasta Igdir, casi en la frontera con Irán. Cruzará por tierra y ya en territorio iraní espera abordar el auto de un chofer que conoce y que ya coordinó para que conduzca los 820 kilómetros que hay desde ahí hasta Teherán. Calcula que tardarán 12 horas. “Tendrá que ser en un auto a gas, porque en Irán es difícil en estos momentos conseguir gasolina”, precisa.

Vida cotidiana  

Catalina es originaria de Pereira. Estudió Periodismo en Bogotá y luego dos posgrados en España: Relaciones Internacionales y Comunicación en la Universidad Complutense y Creación Literaria en la Escuela Contemporánea de Humanidades en Madrid. Pero ella quería ser corresponsal en territorios remotos. Partió por el idioma. “En 2007 llegué a Teherán. Yo era freelance -escribía para El Tiempo y Revista Semana, de Colombia- y era muy difícil que me dieran visa, así que me fui a estudiar farsi. Era el gobierno de Mahmud Ahmadineyad. Yo a veces no iba a clases porque me iba a hablar con gente, a caminar las calles, porque lo que realmente yo quería era entender y conocer el país, ya que no sabía cuánto tiempo iba a poder estar allá”. 

En 2008, cuenta, “me empezaron a llamar y a preguntar quiénes eran mis amigos y esas cosas, así que entendí el mensaje: me tenía que ir. Me fui a vivir a Beirut. Pasé allí varios años. Me daban unas visas temporales para volver a Teherán, iba por un mes, luego me echaban y así. Hasta que en 2011 me dieron la residencia”. Ese año se estableció en la capital de Irán junto a su marido, con quien ya llevaba años de relación. Él, Kaveh Kazemi, ha registrado con la vida en Irán por más de cuatro décadas, desde la Revolución Islámica en 1979 -cuando los ayatolas tomaron el control del país-, y sus fotos han sido publicadas en revistas como Newsweek y Paris Match. 

“A él lo conocí muy al principio, y mantuvimos una relación entre Teherán y Beirut hasta que me instalé en Irán -explica Catalina-. Pero siempre digo que yo soy totalmente periodista internacional, corresponsal y sigo teniendo mi pasaporte colombiano. Nunca he cambiado de nacionalidad, pero de todas maneras sí me ayuda estar casada con un iraní”.

"Soy totalmente periodista internacional, corresponsal y sigo teniendo mi pasaporte colombiano. Nunca he cambiado de nacionalidad, pero de todas maneras sí me ayuda estar casada con un iraní”.

Con Teherán convertida en centro de operaciones, en los años siguientes Catalina cubrió -para medios como France 24 Español, La Vanguardia y Radio Francia Internacional- los conflictos y movimientos sociales no sólo en Irán, sino también en Siria, Palestina, Irak, Egipto, El Líbano, Turquía, Afganistán y, hace tres años, en Ucrania, donde actualmente pasa la mitad de todo su tiempo de reportería. 

Fue en ese último lugar donde tuvo una de las experiencias más traumáticas que ha vivido como corresponsal. Fue en junio de 2023. Estaba en un restaurante en la ciudad de Kramatorsk, junto al escritor colombiano Héctor Abad y a la escritora ucraniana Victoria Amelina, cuando cayó encima un misil ruso que arrasó el lugar. Gómez y Abad resultaron con rasguños y algunas contusiones, no así Amelina: quedó grave y, tras permanecer en coma, murió tres días después. Ambas eran amigas. “Fue algo muy duro, muy triste”, dice brevemente la corresponsal colombiana. Ella misma ha contado que cuando se atrevió a regresar al lugar de ese restaurante un año después, se deshizo en un llanto que no pudo controlar.

En Irán reconoce que ha tenido contratiempos también. “Claro, hay momentos de crisis, protestas. Y para los periodistas muchas veces es más difícil. Te toman por estar en algún lugar, te llevan a una corte, te trata mal la Guardia Revolucionaria. En Irán tienes que tener mucho cuidado, sobre todo con los milicianos del sistema cuando están nerviosos. Yo ahora voy a pasar por tierra sola y para mí el gran temor es con qué loco me voy a encontrar en el camino. Uno nunca sabe. Hay 11 departamentos de inteligencia, y en este momento están tan nerviosos que ése es el gran peligro, en manos de quién va a caer uno”.

Pero en general, al menos antes de la actual escalada bélica, la vida cotidiana en Teherán es relativamente tranquila, dice Gómez. “La vida ha cambiado mucho del Teherán que yo conocí en el 2007 al Teherán de hoy. Sigue siendo una ciudad dura, en el sentido de que hay que usar velo, del calor en verano, del tráfico, pero hoy hay más vida de cafés y más vida exterior. Mi vida es la de cualquier persona que vive y trabaja en su casa. Me toca salir, claro, a reportear, a juntarme con amigos; pero es una vida muy de casa. También trato de viajar mucho por Irán, porque es enorme y la capital no lo representa todo. Es divino viajar por Irán, es un país precioso. La gente es maravillosa. Muy luego te das cuenta del contraste entre el régimen (regido por los clérigos) y la gente”.

"(En Irán) hay momentos de crisis, protestas. Y para los periodistas muchas veces es más difícil. Te toman por estar en algún lugar, te llevan a una corte, te trata mal la Guardia Revolucionaria. En Irán tienes que tener mucho cuidado".

- ¿Ya hablas farsi?

- Hablo, pero no perfecto. Tampoco sé escribirlo.

- ¿Y cómo lo haces con el uso del velo? Es exigencia en Irán, incluso para extranjeras…

- Cuando estoy en mi vida privada, hay veces que no utilizo el velo. Pero en mi vida pública obviamente sí lo hago. Hace rato dejé de usar el velo cuando hago directos de televisión desde la terraza de mi casa, por ejemplo; pero es distinto cuando es desde la calle. Ahí sí lo uso, porque me pueden echar si no lo hago y no voy a arriesgar mi estadía allí por eso.

La sociedad indomable

Catalina dice que Irán ha cambiado, pese a la mirada estricta de los religiosos a cargo del país . Y lo ejemplifica con la vestimenta femenina. “Siempre cuento una anécdota: cuando yo llegué a vivir a Teherán, usaba una gabardina larguísima roja, que me tapaba hasta los tobillos; que todavía tengo. Un día me pararon en la calle porque llevaba una gabardina roja, me iban a detener, pero apenas se dieron cuenta que yo era extranjera me dejaron libre. Hoy ya quisieran ellos que yo la usara, porque hoy las gabardinas ya no existen, todo el mundo usa camisas; las niñas jóvenes incluso llevan camisas que les dejan ver el estómago. Es una cosa loca. Hoy muchas mujeres no llevan el velo o se lo dejan caído”.

- Has dicho que esos cambios rápidos hacen que cueste tanto entender a Irán. ¿A ti te ha costado?

- Cuesta mucho tiempo entender a Irán. Y en la medida que más lo conoces, más preguntas tienes y más consciente eres de que es un país con muchos matices. Por eso es un país muy complejo. Conozco gente que llega a Irán y en una semana te lo quiere explicar divinamente… Yo me río en mi interior y digo: “Buena suerte”. Obviamente, después de tantos años, creo que lo entiendo un poquito más que mucha gente, pero siempre hay matices que faltan por entender.

- Y si tuvieras que decir en pocas frases qué has entendido de Irán, ¿qué dirías?

- Qué difícil. Respecto de lo que está pasando ahora, la sociedad iraní puede odiar a su sistema de gobierno, pero no va a dejar que un país como Israel venga a decirle qué tiene que hacer con su vida y cómo tiene que vivir. O sea, es de cierta manera una sociedad indomable, en el sentido de que son muy orgullosos, muy nacionalistas, que dicen: “Lo queremos hacer a nuestra manera”. El iraní es muy consciente de su país, su cultura, sus tradiciones, de lo que han sido. Es una sociedad inteligente y puede llegar a ser también muy dramática. 

"Es de cierta manera una sociedad indomable, en el sentido de que son muy orgullosos, muy nacionalistas, que dicen: “Lo queremos hacer a nuestra manera”.

La guerra y la gente

Ha publicado dos libros: Tras los muros (2017) y Balas para todas: Seis mujeres periodistas en Oriente Medio y el Magreb (2021). Además de sus corresponsalías fijas, escribe y despacha para distintos medios. Sus notas son casi siempre a partir de historias humanas. En la revista digital española 5W, por ejemplo, escribió la historia de Zahra, una taxista iraní que pudo escapar del flagelo del opio, o cómo funcionan en Irán las agencias de búsqueda de parejas. Y en el periódico Universo Centro, que se distribuye gratuitamente en Colombia, armó la historia de Ameneh Shirafkan, abogada que desafía las convenciones y recorre Teherán en bicicleta. 

Cuesta conciliar esas historias con las imágenes que se reciben en Occidente sobre Irán, un país que parece siempre convulso y en tensión, mostrando los dientes. Es como si la guerra no entrara en la vida de sus ciudadanos. La corresponsal colombiana tiene una explicación: “Desde afuera era muy evidente que Irán era un país en guerra. En Siria, en Irak, con sus milicias. Pero los iraníes no eran conscientes de esa guerra que vivían. Dentro de casa nunca vieron realmente la guerra y sus líderes intentaron ocultársela por años. Y si ya no la podían ocultar, le quitaban trascendencia a esa participación en conflictos regionales. En Irán nunca se sintió la guerra, excepto cuando ibas a los mausoleos con los muertos que llaman Los defensores del Haram, que fallecieron luchando en Siria, en Irak o contra ISIS”. 

Gómez continúa: “Yo que salía a reportear al exterior, era muy loco cuando llegaba a Teherán y hablaba de eso y muchas veces los iraníes no sabían o tenían una versión equivocada o no comprendían realmente la dimensión de lo que estaba pasando. Pero yo sí veía que Irán es un país que está en guerra hace muchos años. La diferencia ahora es que la guerra está dentro de su territorio”.

- ¿Por qué se desata ahora un conflicto con Israel que lleva años latente?

- Creo que Netanyahu lo hace por dos cosas. Primero, por su supervivencia, porque obviamente está todo el tema de Gaza, y porque tenían que aprovechar que habían destruido parte del espacio aéreo de las defensas antiaéreas de Irán, que aparece así más vulnerable. Y segundo, porque Trump, en su ego, le había dado un plazo a Irán de dos meses de negociación de su acuerdo nuclear, pensando que Irán iba a salir corriendo a negociar con él; y obviamente se cumplió ese plazo y entonces lo tomó Netanyahu, pensando que Trump va a terminar apoyándolos, que no los va a dejar morir. Que es un poco lo que va a pasar.

- ¿Qué crees que va a ocurrir en Irán a partir de esto?

- Yo estoy preocupada que todas esas transformaciones, ese cambio que te decía se estaba viviendo en Irán, que la sociedad estaba a años luz del régimen que ya no podía hacer nada por volverla a traer a su campo, ahora con la excusa de un ataque externo va a llevar una represión tal que la gente tenga miedo y empiece a retroceder. Conociendo lo anacrónicas que son las autoridades, posiblemente sea eso lo que suceda. Al no querer entender realmente los cambios de su sociedad, ahora la pueden reprimir mucho más. 

- Igual se habla de que al gobierno de Irán se le puede abrir también un frente interno, con el descontento de la población con el régimen. 

- Eso es lo que está intentando Israel. Pero yo veo al gobierno iraní más angustiado de lo que pueda hacer Israel que de lo que pueda pasar internamente. Creo que aquí hay dos cosas: Israel va por el régimen iraní y el régimen iraní solamente está buscando su supervivencia, ya que no les importa ni la gente ni el país. Entonces, claro, la gente queda metida ahí en la mitad y con mucho miedo de qué va a pasar en Irán. 

"Creo que aquí hay dos cosas: Israel va por el régimen iraní y el régimen iraní solamente está buscando su supervivencia, ya que no les importa ni la gente ni el país. Entonces, claro, la gente queda metida ahí en la mitad".

¿No ves una oposición que pueda fortalecerse a partir de esa sensación de la gente?

- Hay que entender una cosa: la oposición en Irán son muchas oposiciones, muchos grupos, muy diversos y que se odian entre ellos. Entonces no hay una sola oposición. El problema que tiene Irán es que cuando hablan de oposición, de morir por ella, no saben quién es. Piensan: “Se están acribillando entre ellos y quieren que seamos nosotros la carne de cañón para luego ellos sacar provecho de eso”. 

- Has dicho: “En la guerra hay que hablar de la gente”. ¿A eso enfocarás tu trabajo cuando regreses a Teherán?

- Sí, a esas personas que además ahora están como en la mitad del sándwich. Que no quieren al sistema, pero tampoco desean que su país quede destruido.

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