El ataque de Israel contra Irán lleva 20 años preparándose. Durante décadas, los funcionarios israelíes han insistido en que no se puede permitir que Irán desarrolle un arma nuclear. También dejaron claro que estaban dispuestos a utilizar la fuerza militar para devastar el programa nuclear iraní.

Tras el ataque, surgen dos preguntas. ¿Por qué ahora? ¿Y qué pasará después?

Hay seis factores importantes que llevaron a Israel a tomar la decisión de atacar.
El primero es el efecto radicalizador del ataque de Hamás contra Israel del 7 de octubre de 2023. Los líderes israelíes están convencidos de que se encuentran en una batalla por la supervivencia nacional. Ven una bomba iraní como un riesgo existencial. Tras la conmoción del 7 de octubre, creen que ya no pueden tolerar tal riesgo.

El segundo factor es que Irán se encuentra en una posición defensiva mucho más débil de lo que ha estado durante muchos años. Los ataques aéreos israelíes del pasado octubre -que siguieron a una andanada de misiles iraníes dirigidos contra Israel- han dañado gravemente las defensas aéreas y la capacidad de producción de misiles de Irán. Los israelíes creyeron que tenían una oportunidad única para atacar a Irán cuando aún estaba debilitado.

La tercera razón es que Irán se estaba acercando a una “capacidad de ruptura”, lo que le habría permitido montar un arma nuclear con bastante rapidez. El Organismo Internacional de Energía Atómica anunció esta semana que Irán había violado sus compromisos en virtud del Tratado de No Proliferación Nuclear.

El cuarto factor es que Israel se siente mucho más seguro de su capacidad para remodelar radicalmente Oriente Próximo y convertirse en superpotencia regional. Los israelíes fueron advertidos por la administración Biden de que si atacaban a Hezbolá en Líbano desencadenarían represalias potencialmente devastadoras. El gobierno de Netanyahu hizo caso omiso de esas advertencias, decapitó a los dirigentes de Hezbolá y contuvo la reacción posterior. Israel ha pasado ahora a atacar directamente a Irán, su principal adversario.

La quinta razón es que Israel está sometido a una creciente presión internacional por la guerra y la casi hambruna en Gaza. Atacar a Irán permite a Netanyahu cambiar de tema y, potencialmente, obliga a los países europeos, cada vez más críticos con Israel, a unirse en su defensa.

El sexto y último factor fue la pérdida de confianza de Israel en las conversaciones nucleares de la administración Trump con Irán. Los israelíes creían que estas conversaciones no sólo estaban mal concebidas, sino que también eran potencialmente peligrosas porque podrían dejar a Irán con un programa nuclear. Con unas conversaciones cruciales entre Irán y Estados Unidos programadas para este fin de semana, Israel decidió cortocircuitar el proceso.

La administración Trump era muy consciente de que esto podría ocurrir. En los últimos días, altos funcionarios estadounidenses han dicho a visitantes europeos que creían que tenían una buena oportunidad de asegurar un acuerdo con Irán. Pero añadieron que Israel no estaría satisfecho con el acuerdo, y creían que el gobierno de Netanyahu seguiría adelante con un ataque contra Irán.

Hace una semana, Estados Unidos trasladó algunas defensas antimisiles de Europa a Israel, además de evacuar a algunos dependientes militares de la región, lo que indicaba que tenían una buena idea de lo que estaba a punto de ocurrir.

Al atacar ahora, Israel también ha cortado un apasionado y divisivo debate dentro de la administración Trump sobre si ayudar a Israel con un ataque contra Irán, o incluso si participar directamente.

Cuando Trump despidió a Mike Waltz de su puesto como asesor de seguridad nacional a principios de mayo, se creyó que la facción pro-guerra y pro-Israel dentro de la administración se había debilitado, y que los llamados moderadores, que son mucho más escépticos de más guerras estadounidenses en Oriente Medio, habían ganado la mano.

Pero el ataque de Israel ha confundido a los moderados de la administración Trump. El Gobierno de Netanyahu sabe -por el reciente precedente del Líbano- que Israel probablemente puede ignorar las peticiones estadounidenses de moderación y que Estados Unidos y sus aliados seguirán defendiendo a Israel de cualquier represalia iraní. La alternativa podría ser ver Tel Aviv alcanzada por misiles balísticos y aviones no tripulados, y es probable que ningún gobierno estadounidense lo acepte.

No obstante, Israel se arriesga a pagar un precio a largo plazo en EEUU si se considera que arrastra a EEUU involuntariamente a otra guerra en Oriente Medio. La administración Trump, que está luchando por contener la inflación, también se sentirá consternada por cualquier subida del precio mundial del petróleo.

Los gobiernos europeos se preparan para los problemas. Les preocupan los ataques a la navegación en el Golfo, el aumento de los precios de la energía, los nuevos flujos de refugiados y la estabilidad de países clave de la región, como Egipto.

Lo que venga después dependerá de la escala y la eficacia de las represalias iraníes, que se harán mucho más evidentes en los próximos días (el viernes en la noche Irán empezó atacar Tel Aviv y distintas ciudades de Israel).

Si Irán tiene dificultades para atacar directamente a Israel, podría verse tentado a atacar las bases estadounidenses de la región, incluidas las de Qatar y Bahréin. Pero cualquier movimiento de este tipo podría ser contraproducente, ya que garantizaría la participación a gran escala de Estados Unidos en la guerra.

Otras opciones iraníes arriesgadas -analizadas desde hace tiempo por los estrategas regionales- podrían incluir el bloqueo o la interrupción de las exportaciones de petróleo de la región. A Arabia Saudí le preocupan desde hace tiempo los ataques a las plantas desalinizadoras, cruciales para el suministro de agua del reino.

Cualquier acto de este tipo invitaría a nuevos ataques contra Irán por parte de países distintos de Israel. Pero es posible que el régimen iraní, al igual que Israel, sienta ahora que está luchando por su propia supervivencia. También necesita demostrar su fuerza al pueblo iraní y a toda la región.
Puede que esté empezando un nuevo ciclo de escalada.