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Política

Conversaciones fuera de micrófono y otros detalles: La trastienda de la votación de la reforma previsional

Conversaciones fuera de micrófono y otros detalles: La trastienda de la votación de la reforma previsional

Esta semana hubo 10 horas de debate en el Senado -el lunes- y otras 10 en la Cámara de Diputados -el miércoles- hasta lograr despachar la reforma de pensiones. ¿Qué ocurrió en esos días que terminaron con un abrazo entre la ministra Jara y el ministro Marcel celebrando? Aquí algunas escenas.

Por: Paula Valenzuela M. | Publicado: Sábado 1 de febrero de 2025 a las 21:00
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Lunes 27 de enero, 15:23 horas. El presidente de la Cámara Alta, José García Ruminot (RN), tocó la campana y comenzó la discusión del proyecto de ley que buscaba crear un nuevo sistema mixto de pensiones y seguro social. Ese día, ni el Gobierno ni la oposición dudaban de que los 26 votos requeridos sí estuvieran para que la iniciativa fuese aprobada. El punto definitivo -tanto para derecha como la izquierda- era que las alocuciones de los senadores no movieran las aguas en la Cámara de Diputadas y Diputados. 

La discusión no fue acalorada, es más, se destacó constantemente la capacidad de acuerdos que se había gestado allí, sobre todo, en la comisión de Trabajo, liderada por el senador UDI Juan Antonio Coloma. “Este 27 de enero será recordado como el día en que los políticos volvieron a ponerse de acuerdo”, dijo el presidente de RN, Rodrigo Galilea, quien jugó un rol clave junto a Coloma y el Evópoli Luciano Cruz-Coke. El socialista Alfonso de Urresti fue uno de los que revaloró el periodo de acuerdos de la era de la Concertación y reparó en que hoy aprueban esta reforma los mismos que tuvieron una mirada “maximalista” en el pasado y que fueron férreos críticos de “los 30 años”. Y así, desde la UDI hasta el PC enfatizaban que este era un acuerdo realista que solucionaba un problema real de la gente.

Los días anteriores ya se había instalado un optimismo transversal principalmente por dos razones: encuestas como Cadem marcaban una mayoría de quienes pensaban que se debía aprobar la reforma y la buena reacción que tuvo la Bolsa apenas públicamente se abrochó el acuerdo.

Optimismo que la ministra del Trabajo, Jeannette Jara, no dejó de mostrar ese lunes. “Algunas se visten de blanco para momentos especiales, yo quise vestirme de blanco hoy. También es un momento especial. Ojalá que se pueda”, comentó con una sonrisa, en la antesala de la votación en el Senado. Había llegado con un traje sastre, tacos blancos y una vistosa polera fucsia.

Pero el optimismo no siempre había reinado en el ambiente. El trabajo previo de la ministra -junto a su par de Hacienda, Mario Marcel- para convencer al oficialismo había sido complejo. Un negociador comenta que el lunes 13 el acuerdo estuvo en la UTI, pues el Gobierno insistía en que la industria se debía separar. Algo intransable para la derecha. En ese momento había una ardua discusión previa a la presentación de indicaciones. Pero finalmente se fue destrabando de a poco y a Jara no le quedó más que enviar una señal pública a su sector el domingo 19: en marzo, dijo, el Gobierno enviaría un proyecto de ley que instaurara el inversor estatal, aspecto que no fue incluido en el acuerdo y que para la izquierda era una “línea roja” que ya había sido borrada. Para la derecha, eso enrareció el ambiente; para la izquierda, fue clave. “Yo esperaba que enviara señales en la interna”, dice un parlamentario de centroderecha. Pero finalmente Chile Vamos no quiso elevar el tono; ya les habían dado varias concesiones. Mientras, la izquierda asimilaba que el término de las AFP era imposible de cumplir. No sólo eso: el proyecto original de Gabriel Boric ya no existía. El realismo de la composición de fuerzas en el Congreso -a favor del centro y la derecha- terminó por pesar.

Las críticas en el Senado no fueron tan ásperas. Eso sí, quedaban algunas dudas: cuánto afectarían a los diputados de centro los reparos de la presidenta de Demócratas, Ximena Rincón, de que esta reforma sería un “Transantiago previsional”; y cuánto podía mover la aguja el discolaje del comité de RN, pues cuatro senadores votaron en contra. 

Pero el optimismo, ese lunes, tuvo su primera prueba superada: en general, la reforma fue aprobada con 40 votos a favor, en una discusión de 10 horas.

Una ardua discusión 

El nerviosismo estaba presente en el Congreso. Era miércoles 29 y la ministra Jara llegó cerca de las 9:30 horas para ser parte de la discusión en la Cámara Baja, en su tercer y último trámite. La esperaron una decena de parlamentarios oficialistas. “Estamos optimistas, pero con cautela”, dijo al entrar. El día anterior, los ministros se habían desplegado por la Cámara para convencer a posibles descolgados o a quienes habían mostrado disposición de ser persuadidos. “La ministra no presionaba al hablar, fue muy amable”, recuerda un diputado de izquierda. Otro parlamentario de derecha agrega que “sin Marcel el acuerdo no sale”.

El mismo día a la 1 de la madrugada había llegado el documento con lo que se iba a votar. El poco tiempo para leerlo enojó a varios diputados, sobre todo a los republicanos y a varios de la izquierda. “Fuimos un mero buzón”, reconoce un parlamentario. Pero en la mañana llegó lo que los negociadores llamaron un inesperado “regalo de Navidad”: una carta de aseguradoras estadounidenses que criticaba la reforma y advertía una “expropiación” de fondos. Transversalmente hubo molestia. “Qué se han imaginado, ¡esta es la República de Chile”, decía vehemente el frenteamplista Gonzalo Winter, mientras Jara y Marcel respondían duramente que los pensionados no eran propiedad de nadie. 

A diferencia del Senado, la discusión de la Cámara fue ardua. Abucheos, gritos, pifias. Los republicanos increparon a Chile Vamos por gestar el acuerdo al que se opusieron férreamente. “La felicito, ministra, lograron domesticar a Chile Vamos”, dijo José Carlos Meza en la Sala. Pero nada hacía temblar a los diputados de centroderecha. Para muchos era la primera vez que enfrentaban sin miedo a esa derecha que por años los ha amenazado con quedarse con la hegemonía del sector y que los derrotó en la primera vuelta presidencial de 2021 con José Antonio Kast a la cabeza. “Ahora ya no son el matón de barrio, ahora es (Johannes) Kaiser”, eran los comentarios fuera de micrófono. Tampoco los amedrentó que los republicanos le encararan ser “jefes de campaña” de una eventual candidatura presidencial de Jara. 

La bancada de Chile Vamos estaba ordenada. Incluso un diputado de este sector le pidió a un díscolo de la izquierda que “dejara de mover el avispero”. Había un orden absoluto, comenta un parlamentario, desconcertado de lo que allí ocurría. Tanto, que muchos en el Ejecutivo no esperaban los más de 100 votos que obtuvieron muchas de las enmiendas (que necesitaban 77 respaldos). “Nuestro Excel funcionó como reloj”, dice un diputado de Chile Vamos.

Ese día, los senadores se esforzaron por ser cautos y casi no cruzaron a la Cámara durante el debate que incluyó más de 100 votaciones. Sólo celebraron una vez que se concretó el despacho, aunque previamente el Presidente Boric había mandado mensajes de WhatsApp a los senadores de centroderecha protagonistas, valorando su arduo trabajo. 

Los parlamentarios de Chile Vamos, asimismo, habían hablado seguido con su candidata presidencial, Evelyn Matthei, quien ya el lunes -en una habitual reunión de coordinación en Apoquindo 3001- había sido informada de lo bien aspectado que estaba el acuerdo. “Los votos están”, le afirmaron desde Chile Vamos. 

Y estuvieron. El despacho a ley fue sellado con una postal: un abrazo entre Jara y Marcel en el hemiciclo apenas terminaron las 10 horas de debate en la Cámara. 

El “factor Kaiser” que irrumpe en las derechas

El diputado exrepublicano Johannes Kaiser aparece creciendo en las encuestas como mención espontánea para ser presidenciable. Hace unos días, incluso, se ubicó por sobre Kast. Esta semana, además, logró las firmas para inscribir legalmente a su Partido Nacional Libertario. Su figura es mirada tanto desde el Partido Republicano como Chile Vamos, poniéndole desafíos y preguntas a cada uno.

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Abogada, 37 años, concejala de la comuna desde 2021. Su trabajo allí de fiscalización provocó roces con Chile Vamos, que la hicieron renunciar a Evópoli hace un año. “Significó mucho dolor”, reconoce. Se presentó a las elecciones municipales como independiente de centroderecha y, contra todo pronóstico, venció a Marcela Cubillos por la alcaldía. “(Aquí) hemos tenido serios problemas de probidad, que han pasado bajo las narices de los alcaldes”, dice en esta entrevista que se mueve entre lo personal y lo político.

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