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Tres afectados revelan cómo operaba la gestora de fondos Swell Capital

Tres afectados revelan cómo operaba la gestora de fondos Swell Capital

El anzuelo que enganchó a los 50 aportantes de la gestora Swell a apostar por sus fondos era la alta rentabilidad a corto plazo. Aquí, 3 afectados relatan su experiencia: 2 de ellos lo hacen en off por su cercanía con los fundadores.

Por: DF MAS | Publicado: Sábado 7 de agosto de 2021 a las 21:00
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Testimonio 1:

“Me llamo Matías Brown. Tengo 41 años y trabajo en marketing, en una empresa. No conozco a Octavio Gamboa, ni a Nicolás Iglesis ni Juan Luis Montalva (los tres socios que fundaron Swell en 2018). Yo entré por el dato de un amigo, en noviembre de 2020.

Llegué directo a Sartor. Nunca tuve relación con Swell. Puse $ 30 millones, que es mucha plata. Hay otros que invirtieron más, algunos superan los $ 100 millones, pero eso no quita que en mi caso estemos hablando de un monto realmente significativo de pérdida. La cosa empezó así: yo algo había invertido antes en forward de dólares.

Por eso cuando me comentaron de este fondo de Sartor, no tuve duda de que era un buen lugar, porque quien lo hacía era una empresa seria, respetable. Y me fue muy bien: el primer trimestre del 2021 Sartor pagó un dividendo de 8%, es decir, $ 2.6 millones. Ahí ofrecieron la posibilidad de aumentar el tiket. Yo no lo hice.

Y luego, pasó lo que pasó. Me enteré por el diario. Es bien impresentable todo esto. Hasta ahora no he recibido ninguna comunicación oficial de parte de la compañía. Me he ido enterando por la prensa. Lo único que recibí fue una cartola del mes anterior.

La de julio no me ha llegado. A las 48 horas que el caso se destapó, otro de los afectados hizo de puente entre todos los que estamos en esta situación. Gracias a eso nos pusimos de acuerdo, contactamos abogados (Cristián Gandarillas y Tomás Contreras) y nos dividimos en dos grupos de veintitantas personas para hacer más eficiente la acción. Yo estoy con Contreras, pero estamos los dos grupos muy juntos, las posturas son las mismas: nos hemos reunido por Zoom y nos comunicamos por un WhatsApp que se llama “Aportantes Sartor”.

Más de la mitad no tenemos idea quiénes son Gamboa y compañía. Somos personas que llegamos a esto por un tercero. El grupo se organizó rápido. Me explicaron lo que podía pasar y todos los escenarios posibles. Me siento en buenas manos y muy acompañado en el proceso.

Dentro de todo, hemos contenido la rabia que te puede dar una cosa como esta. Esperamos que los de Sartor se porten bien. Quiero recuperar el 100% y que Sartor reconozca la responsabilidad. Independiente lo que haya pasado con Swell, si esa firma estafó o robó a Sartor, en quien confié es en Sartor.

Sé que han habido conversaciones estos días entre nuestros abogados y los de la empresa. Y aún no hay acuerdo.
Entiendo que para ellos es una situación complicada, pero hasta ahora no han estado a la altura. En sencillo, esto es como haber puesto plata en un banco, que a ellos los asalten y que su respuesta sea “solo te pago si pillo a los ladrones y la plata que me robaron”.

Absurdo. No sé quién querría tener la plata en un banco así. Reponer los fondos es la única salida de esto. Debieron velar por mis fondos y no lo hicieron. Les robaron mi plata.

Estamos avanzando por la vía judicial, tome el tiempo que tome. Ojalá en los próximos días demuestren intenciones claras de llegar a acuerdo.

Cómo consiguen la plata, me es indiferente. Ellos deben pensar: “primero le devuelvo la plata a mis clientes. Y luego veo qué hago con mis propias pérdidas”. Es lo que pasó con Madoff: Celfín respondió a todos sus clientes.
Es primera vez que me pasa algo así. Uno puede perder o ganar plata cuando se mete en esto. Apostaste bien o mal, es parte del juego. Nunca había sido parte de un fraude. Los miraba de lejos y pensaba “espero nunca estar en algo así”.

Efectivamente la rentabilidad era muy buena. Pero ahora, mirando para atrás, pienso que fui ingenuo, por no decir huevón: confié en Sartor a ciegas. Pero su trabajo en Azul Azul, entre otras operaciones, me hizo pensar “ellos se ven serios”. Me equivoqué. Es parte del juego perder por cosas del mercado. Pero esto no es una mala inversión. Es un fraude”.

Testimonio 2 (en off):

Soy amigo de dos de los tres socios, de Nicolás (Iglesis) y Juan Luis (Montalva). Los conozco por distintas circunstancias de la vida. Me pareció interesante lo que hacían y estaba muy alineado con lo que pensaba, porque el dólar ha seguido subiendo. Me metí a niveles de $ 700 y hoy está a $ 770. La rentabilidad era muy buena y me parecía que lo que ellos hacían era muy predecible. Y gané harta plata. Entré hace dos años, y me salí. Aquí no prometían rentabilidad. Te explicaban las reglas del juego: había que meter $ 20 millones de garantía para cubrir tus pérdidas en caso de que hubiera, y por cada peso que subiera o bajara, ganabas 500 lucas.

Con los $ 20 millones podías comprar hasta US$ 500 mil (medio millón de dólares). O sea, hacer un forward por ese monto. Me imagino que Octavio Gamboa (el socio que se autodenunció por usar las garantías de sus clientes, provocando la pérdida de los activos de los dos fondos de la empresa) estaba haciendo forwards de US$ 4 millones a US$ 5 millones. No lo sé. Pero para perder esa cantidad de plata ($ 8 mil millones), las operaciones deben haber sido de ese nivel.

Para este tipo de operaciones hay que tener guata. Por lo volátil que es, hay momentos en que puedes estar $ 10 millones abajo. El dólar de repente sube $ 5 en un día. O baja. Entonces patea fuerte. Mi rentabilidad fue de 50% en un mes. $ 10 millones. ¿Dónde logras algo así? Difícil. Y con una apuesta relativamente segura, porque uno tiene alguna idea para dónde va el dólar. Es cosa de leer el clima político y de país.

Cuando el dólar estaba a $ 690 me volví a meter. Me fue súper bien. Debí haberme retirado, pero me quedé. Y pasó todo esto. Para mí era más probable que cayera una bomba atómica en NY y que el dólar se fuera a $ 500, o a $ 100, pero jamás imaginé que uno de los tres socios, con la base de confianza y de amistad que había, pudiera hacer algo así. Esta era una empresa chica, de amistad. Ver a personas que conoces, apostando fuerte, te hace sentir confiado. Además, había gente súper profesional. Eso me molesta un poco. ¿Cómo les pudo pasar esto? No son amateurs. Independiente de que me da mucha pena por lo que están pasando, porque salieron muy perjudicados, también creo que ellos no velaron por proteger bien los activos.

No sé cómo Gamboa logró hacer todo esto, no me cabe en la cabeza. Hasta en un negocio chico hay contabilidad para que no se roben los productos. Ellos explican que el contador, Michael, mandaba los informes que Gamboa le daba. Pero hay que tener controles para evitar algo así.

Yo me enteré de todo esto antes de que saliera en la prensa. Estaba haciendo un forward y en julio quise hacer otro movimiento pero no me contestaron en la mesa. No me contestaron más el teléfono. Empecé a hablar con Nicolás y noté que estaba la pelotera, pero jamás a este nivel. Nicolás me decía ‘no sabemos qué pasa. Hay un cagazo con Gamboa y las garantías´. Ellos no sabían la magnitud.

No estoy con abogados porque he hablado con ellos estos días y estamos viendo alguna solución y confío en que van a poder resolver esto y así, yo recuperar algo. Pero en realidad, creo que perdí todo. Aunque siempre hay una luz de esperanza. Tenía $ 20 millones de pesos.

Hay dos tipos de afectados. Hay unos que están metidos en el fondo, Intra Trade o Norswell, ellos contrataron abogados y están demandando a Sartor (firma cuya área de administración de fondos privados ofrecía servicios de back office a Swell). Y por otro lado, hay personas que no estaban en el fondo, sino que en la mesa y hacían forwards de forma independiente.

Cuando les pregunto qué va a pasar, me responden que están viendo. Ellos están haciendo una auditoría forense para ver hasta dónde es el hoyo y entender todo el cuento. Quedaron de enviar una información sobre el plan de recuperación.

Es muy fome todo esto porque el negocio era muy bueno. Lo estaban haciendo súper bien. Es una pena cómo se lo jodieron, porque era algo muy rentable. Yo estaba muy feliz y había muchos amigos que se estaban metiendo. ¡Si era la papa!

Nunca más me voy a meter en algo así. Después de ver cómo se quiebran las confianzas, optaré por inversiones más seguras; como terrenos. Ese es el camino: cuando hay plata arriba de la mesa aparecen los colmillos y todo se va al tacho”.

Testimonio 3 (en off):

“Soy muy amigo del Gamba (como le llaman sus conocidos a Octavio Gamboa Fernández). Swell nace como una forma de apoyo de sus dos mejores amigos, Nicolás y Juan Luis, luego de que él quebrara a fines de 2017 (entonces su firma G&S Valores, cuyos socios eran Mauricio Silva y Juan Eduardo Reyes, se desarmó).

Pero no lo hacen a la loca. Lo hacen porque están convencidos de que es un buen negocio y de que él era un cañón. Porque es muy bueno en el negocio del dólar. De hecho Inversiones Boris, su sociedad personal a través de la cual hacía movimientos con su plata, era el mejor cliente de Swell y les daba buena rentabilidad a los socios.

Su forma de operar era muy cercana: lo llamabas y le decías “Gamba, cómprame US$ 250 mil a $ 730. ¿Cómo lo ves?” Él respondía si lo veía bien, o no. Luego, había que depositar la garantía en Swell, que era un 5% del monto que operabas. Era todo súper formal.

Pese a todo lo que pasó, quienes conocen a Octavio te van a decir esto mismo: no es ladrón. No es una persona que busca ganar plata para tener grandes autos ni de lujos exuberantes. Esto es difícil de entender, pero el tipo de personas que se dedica a este negocio, tienen una personalidad bien particular.

Es como cuando juegas Metrópoli y no puedes parar. Eso le pasó. Le fue bien. Ganó plata. Apostó, perdió, quiso recuperar y ahí hace uso de las garantías de sus clientes. Algo que nunca debió haber hecho. ¡Pésimo! Está consciente del error, del grave delito, y por lo mismo se autodenunció para arreglarlo. Tiene su casa en Vitacura a la venta, en la que no alcanzó a vivir porque la compró el año pasado, su casa en Puertecillo, sus terrenos, autos, todo. No va a descansar hasta resolverlo”.

El perro Boris; el surf, el WhatsApp de apoyo y la nueva oficina que sería cowork

De los tres socios era Octavio el único que desde principios de 2018, cuando forman Swell, estuvo full time en la firma, cuya oficina estaba en Kennedy Lateral. “Tenía un trato muy personal. Uno lo llamaba y le decía ‘Gamba, cómprame US$ 250 mil. Y se encargaba él mismo de ir contándote del proceso”, relata un aportante. Estudió comercial en la UDP, pero no terminó y empezó a operar en la bolsa.

Montalva, quien está dedicado al rubro inmobiliario, tenía un rol más bien de consejero y director de la empresa, explican. Mientras que Iglesis trabajaba en BTG Pactual, hasta hace dos meses, cuando decidió apostar a tiempo completo por Swell.

Tenían pensado este año cambiarse de oficina a una casa que compraron en Santa María de Manquehue, en la que consideraban, además, armar un cowork para arrendar a terceros.

Un ex inversionista cuenta que el trío llamó Swell a su empresa por la afición que comparten por el surf (se le llama swell al oleaje mar adentro), mientras que Gamboa en honor a un perro muy querido que tuvo le puso “Boris” a su sociedad, la misma que por estos días intenta recomponer para pagar a los que perdieron luego de que él extrajera sus garantías (pretende recuperar $ 2 mil millones para ello). Su rutina la tiene dedicada a esto: por lo mismo mantiene contacto con pocas personas.

Su ex socio Mauricio Silva es uno de ellos. Además de él y Gerardo Fernández, integran un chat con amigos en el que organizan cómo ayudar y apoyarlo en este tiempo. Su abogado es Cristián Muga, mientras Rodrigo Zegers asesora a Montalva e Iglesis. Por su parte, el grupo de 50 afectados contrató a Cristián Gandarillas. Ellos responsabilizan a Sartor, empresa que cuenta con el penalista Gabriel Zaliasnik como representante.

Algunos de los aportantes que perdieron plata son el economista Blas Tomic, Cristóbal Armas, dueño de Barbizon, Carlos Saxton, entre otros. Afectados colaterales de todo esto podrían ser los emprendimientos en los que puso plata, como Zapping, el cable-operador online liderado por Gustavo Morandé. ¿Irán los afectados por esos fondos? Es una de las interrogantes que surgen.

El equipo Swell

Raúl Quiroga, a cargo del modelo Quantus, era quien monitoreaba el algoritmo de Swell, uno de los atributos que los socios destacaban de la firma y que, según decían, les permitía conocer los movimientos de la divisa (los críticos dudan de la capacidad de aquel modelo. Dicen que es difícil comprobar su eficacia); Daniel Garrido, daily banker; Gonzalo Cavanagh, CEO; Nicolás Montabone, trader Mesa Propietaria; Juan Luis Montalva, director financiero y cofundador; Michael Suárez, controller (mano derecha de Gamboa, hoy también cuestionado por la operación); Octavio Gamboa, portfolio manager y cofundador; Nicolás Iglesis, co fundador.

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