Han pasado ocho años desde que Juan Enrique Rassmuss (58) se fue de Chile. Lo hizo siguiendo a su padre, el empresario Juan Rassmuss Echecopar, quien decidió irse del país en busca de mejores oportunidades para emprender y murió en 2016.
“Mi papá pensaba que en Chile había un ambiente donde ya no se podía emprender, había mucha burocracia. Y eligió Paraguay, porque vio un país donde todavía había muchas cosas por hacer. Decidió irse a los 80 años. Ahí tenemos algunos proyectos y tengo mi casa”, cuenta desde su oficina en Santiago, ciudad donde está de paso por estos días.
Rassmuss, uno de los accionistas mayoritarios de Invercap, controlador de CAP, y propietario de varios negocios mineros, energía e industriales, vive repartido por el mundo, principalmente entre Londres -su mujer es inglesa- y su residencia en Paraguay, pero este mes se quedará en Santiago, donde permanecerá hasta el 10 de septiembre, post plebiscito.
Llegó a Chile en medio de una noticia complicada para la empresa de la que es director, Invercap. Hace dos semanas la Comisión para el Mercado Financiero, CMF, multó a
Felipe Navarrete, también director de la compañía, por uso de información privilegiada. Pero el empresario prefiere no hablar públicamente de la situación, que hoy la justicia debe dirimir.
Su preocupación está en otro asunto: en la crisis de salud mental que se vive actualmente en el país. Se trata de una inquietud que le ha rondado siempre, pues tanto su madre, como él y sus hijos han padecido problemas de esta naturaleza. Y durante la pandemia le surgió la idea de llevar este tema al debate público.
La falta de drive
Desde sus fundaciones, dedicadas a la prevención de embarazo adolescente y lectoescritura en niños, todos los años realizan una actividad abierta a público donde traen a un speaker. En 2019 fue Thomas Friedman, periodista estadounidense y ganador del Pulitzer, para hablar sobre aceleración tecnológica. En 2020 suspendieron el evento por el Covid-19, y en 2021 Rassmuss propuso el nombre de Daniel Goleman, el autor del best seller Inteligencia emocional, quien dio una charla llamada “Crisis de Salud Mental: la otra pandemia”.
“Tuvimos más de 115 mil visualizaciones en toda Latinoamérica, inclusive en Miami. Y ahí nos dimos cuenta de que había algo más”, dice.
Y agrega: “Por otro lado, yo personalmente tengo mucha afinidad con los temas de salud mental porque mi mamá tenía muchos problemas de esta índole, y yo también, sobre todo cuando estaba en la universidad. Es algo cercano. Cuando yo era niño no había mucho de dónde agarrarse. Fui como a cuatro sicólogos y siempre he leído mucho al respecto”.
-¿Su iniciativa entonces surge desde una experiencia personal?
-Sí, lo mío es más bien una personalidad depresiva, con muchos altos y bajos. En la universidad estuve como seis meses sin salir de la cama. Estudiaba ingeniería, no sé qué lo gatilló, estaba viviendo solo, quién sabe. Además todas estas cosas tienen un componente genético. Y un componente social. Es que la depresión no es estar triste, sino más bien es estar sin propósito, sin ganas de levantarte ni de hacer ninguna cosa. Es la falta de drive.
Y cuando uno empieza a mirar todas las familias encerradas en un departamento de dos dormitorios, con niños y papás trabajando remoto, uno no se puede llegar a imaginar el desafío que eso presenta. Nos topamos con este tema por casualidad y nos dimos cuenta de que es algo que es enorme y de lo cual poca gente estaba hablando.
“En la universidad estuve como seis meses que no salí de la cama. Estudiaba ingeniería, no sé qué lo gatilló (la depresión). Además todas estas cosas tienen un componente genético. Y un componente social. La depresión no es estar triste, sino más bien es estar sin propósito”.
Rassmuss cuenta que entre sus lecturas, se encontró con Martin Seligman, psicólogo y escritor estadounidense, famoso por su trabajo sobre psicología positiva, que estudia las bases del bienestar psicológico y la felicidad.
“La teoría de Seligman es que uno con una serie de ejercicios de pensamiento positivo puede ir cambiando la química del cerebro y la mirada depresiva. Seligman parte como psicólogo clínico y él dice que su intención era que la gente pudiese vivir una vida normal, pero que luego se dio cuenta de que normal no es suficiente. Aspirar a ser normal es aspirar a bien poco. Entonces la pregunta es cómo ir más allá, cómo florecer en lugar de ser normal”, explica.
-¿Lo ha involucrado en su propia vida?
-Sí. Y además hice un curso en línea de Seligman en Coursera, de cuatro semanas, sobre Sicología Positiva Aplicada.
La carrera corta
-¿Cuando compara la realidad de Londres y de Paraguay con lo que ves hoy en Chile, estamos mucho peor?
-Yo te diría que en Paraguay la mentalidad es diferente. La mentalidad en Chile es muy agresiva, uno lo ve y siempre ha sido así. Uno lo ve en la calle y la gente no da la pasada, te corta, se vive una agresividad muy grande. En Paraguay la mentalidad es más relajada. Y los problemas son diferentes. Paraguay tiene bastantes desafíos de desarrollo, tiene una población más joven y están más temprano en el camino al desarrollo, entonces existen más necesidades, pero no existe el materialismo que existe en Chile. Uno podría describirlo de esa manera.
-¿Y en Londres?
-Londres es una gran metrópolis, pero no lo siento allá. Esa agresividad. Siempre están los Hooligans, los fanáticos, todo eso, pero uno no lo siente de esa manera.
-¿Cómo ha sido la recepción de estos temas entre sus pares empresarios?
-Como no vivo acá, tengo poca repercusión en lo personal. Pero me doy cuenta de que en Chile está normalizado tomar antidepresivos. Uno conoce entre cuatro a cinco personas, que normalmente toman antidepresivos. Y eso ha sido siempre, a raíz de la pandemia se empezó a hablar de esto.
Para Rassmuss el medio empresarial está cambiando de manera vertiginosa en el mundo de hoy. Sobre todo desde los liderazgos y de la mirada de lo humano como centro. “Los programas de MBA están empezando recién a centrarse menos en matemática y economía, y más en las relaciones interpersonales, en el rol humano del liderazgo. Eso está tomando cada vez más fuerza”, dice. Pero cree que todavía prevalece una mirada desde el logro puntual y la inmediatez.
“A las empresas les interesa más el resultado del siguiente quarter más que los impactos globales que puedan estar teniendo, o los impactos en la gente. Y esto se ve en esta polarización de que hay una u otra manera de hacer las cosas. Lo colectivo v/s lo individual, y la verdad es que la solución siempre está al medio. Es la idea de este mundo binario”, añade.
-¿Hacia dónde debiera evolucionar la empresa?
-Es que hay un paradigma muy grande, que es el paradigma del crecimiento. Todo el mundo cree que para que la empresa crezca en valor tiene que vender más, tiene que tener más mercado, tiene que tener mejores resultados. Es como el perro persiguiéndose la cola, es un tema que no termina nunca. Entonces yo creo que hay un rol social que tienen que tener los empresarios. Creo que haber puesto las utilidades por encima de todo es algo que contribuyó mucho a tener esta mirada que tenemos hoy en día.
-¿Cómo dar vuelta esa mirada?
-Eso depende de la mentalidad de los líderes, y no solo de los empresarios, sino de los políticos también, si están en la misma. Al final del día lo que uno ve en nuestro Congreso es la pichanga de barrio, falta esa mirada país. Y estamos perdiendo esa generación de políticos de todos los colores que tenían esa mirada más larga, por gente que viene al partido corto.
Los políticos están preocupados de la siguiente encuesta y de los cuatro años de gobierno. Y se da esta desconexión total entre los logros de un gobierno de una tendencia con la de la tendencia opuesta, porque quieren diferenciarse, más que construir país. No se ven miradas de construcción de país de largo plazo. O es la naturaleza o es la empresa, no se ve cómo ambas pueden coexistir. Los derechos de uno por encima del otro, es todo binario.
-¿Ve que eso se está plasmando en el Rechazo v/s Apruebo?
-Es todo eso. La gente que está por el Apruebo ve todas las cosas positivas y trata de negar las negativas. Y la gente que ve las cosas negativas, ve las potenciales consecuencias catastróficas que eliminan todo lo que puede ser positivo. Está demostrado que cuando hay plebiscitos con dos opciones, se genera esa polarización.
-¿Cómo ve usted al presidente? ¿También lo ve en esa carrera corta?
-Yo creo que el Presidente tiene una labor compleja con una coalición tan multicolor, donde los intereses puntuales son demasiado grandes y nadie quiere ceder. Tiene una tarea difícil.
Creo que es un hombre esencialmente bien intencionado, que tiene un entendimiento profundo de los problemas que hay. Pero lograr soluciones sin este acuerdo amplio y con una coalición propia que dispara para todos lados es extremadamente difícil.
La entropía
-¿Qué es lo que más le preocupa de Chile hoy?
-Me preocupa el aumento de la entropía, demasiado rápido. Lo que uno ve que está pasando en el sur con los niveles de violencia con los mapuche y en Santiago en los barrios marginales y las bandas criminales. Estaba leyendo que en Brasil en las favelas las personas confían más en los carteles de droga que en la policía. Entonces desaparece la autoridad y aparece esta nueva autoridad con otro rol, y ahí el Estado se fragmenta y se fragiliza. Es preocupante la normalización de todas estas cosas.
-¿Es pesimista sobre el devenir del país?
-Más que eso, me preocupa que hay revoluciones que parten muy bien intencionadas pero muchas veces terminan en el terror. Y el terror de un lado, lleva a la respuesta violenta del otro lado. Lo vemos en la historia muchísimas veces. La Revolución Francesa tuvo una causa preciosa: “libertad, igualdad, fraternidad”, pero la consecuencia inmediata fue el terror y después viene Napoleón, o sea viene un dictador.
Más que ser optimista o pesimista, creo que uno tiene que darse cuenta de que si esto llega a un estado de deterioro profundo, hay dos posibilidades: o se profundiza aún más, como es el caso de Venezuela o como está ahora Argentina, o un contragolpe como fue en Chile el golpe de Estado. A menos que como sociedad tengamos una mirada un poquito más constructiva. Y la Constitución era una oportunidad tremenda, pero fue tomada en buena parte por posiciones ideológicas y dogmáticas.
-¿Tiene definido su voto?
-Sí, no me gusta la propuesta de Constitución. Creo que abre muchos frentes, y cuando uno trata de luchar en muchos frentes al mismo tiempo, lo más probable es que sea mediocre y que los resultados sean malos. Creo que en la propuesta de Constitución, al menos el 70% es bueno, pero las cosas malas pueden tener consecuencias muy grandes y no veo que exista una claridad de las cosas que se tienen que cambiar para que mejore.
-¿Está entonces por Rechazar para reformar?
-Yo parto de una base antes que eso. Chile necesitaba esta votación, era algo que estaba latente y que tenía que salir por algún lado. Pero en lo personal, creo que las constituciones no cambian los países. Pensar que el país va a cambiar porque va a cambiar la Constitución, me parece una quimera. Creo que hay cosas concretas que se pueden hacer y que tendrían menos polarización.
Pero durante mucho tiempo hay gente que se ha atrincherado y no ha querido cambiar, entonces en el sentido budista, el hoy es consecuencia de todo lo que hicimos en el pasado, el futuro es consecuencia de todo lo que vamos a hacer hoy, entonces creo que hoy se podrían estar haciendo muchas cosas más, en vez de estar enfrascados en si la Constitución es buena o mala. Esa es mi opinión.
SanaMente: el programa de Cnn que coproduce la fundación Rassmuss y cap
A partir de todas estas experiencias, las empresas en las cuales participa Rassmuss empezaron a involucrar talleres y formas de trabajar la salud mental de sus trabajadores.
“El primer desafío fue ponerlo sobre la mesa y hacer cápsulas y talleres. “Generamos mucho material abierto para todo el mundo y nos empezaron a llamar otras empresas para implementarlo también”, cuenta.
Fue ahí cuando recibió un llamado de Jorge Carey, en ese entonces director ejecutivo de CNN, interesados en hacer un programa de TV. Así nació SanaMente, un espacio conducido por la periodista Paloma Ávila, y coproducido por las fundaciones Rassmus, CAP y CNN, donde se abordan los problemas relacionados a la salud mental.
Se estrenó en mayo, todos los sábados a las 22:00 horas y desde esa fecha lo han visto 1,6 millones de personas por TV, se ubica en el 4° lugar del ranking pay tv y tiene más de 67 mil visualizaciones en Youtube. Pero lo que más ha sorprendido a sus creadores, es que el segmento más fiel está compuesto por hombres C2 entre 25 y 34 años.
“Tiene que ver con la brecha de desconocimiento, para las mujeres es más natural hablar sobre estos temas, no es tan ajeno”, dice.
Ha sido tal el interés de las audiencias por este programa que tanto CAP, como las fundaciones y CNN decidieron continuar la temporada hasta fin de año.
Los pasos a seguir ahora, revela el empresario, es disponibilizar estos contenidos para que puedan ser usados en diferentes formatos. Para eso, están en contacto con el Ministerio de Salud y de Educación, de manera de transformarlos en herramientas educacionales. “Estamos generando una cantidad de material disponible para la educación gigantesco”, dice.