Cultura
Benjamín Vicuña: “Inevitablemente me transformé en un embajador del duelo”
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Un hombre felizmente casado y exitoso publicista se enfrenta a un diagnóstico fatal frente al cual toma una decisión drástica. Marcos Tremmer es interpretado por Benjamín Vicuña en la coproducción dirigida por Miguel Ángel García de la Calera y que acaba de estrenarse en salas de cine. Después de un primer paso por festivales de cine -El silencio de Marcos Tremmer se presentó en Mar del Plata y en La Habana-, la cinta se mostró la semana pasada en el festival Cine bajo las estrellas de Wiken.
Ahí, en el Parque Bicentenario, más de dos mil personas se emocionaron hasta las lágrimas con la historia protagonizada por Vicuña. Una especie de catarsis colectiva frente a temas sensibles como la muerte y la enfermedad, que de una manera u otra a todos les ha tocado vivir.
“La emoción de ver lo que pasaba con el público, cómo vibraban, cómo se reían, cómo lloraban, fue muy bonito. Ese efecto recobra las ganas de volver a hacer cine para las salas. Sabemos que los hábitos de consumo cambiaron por las plataformas, pero sigue intacta la magia del cine. Uno hace cine también para experimentar ese feedback como un rito: cuando nos reunimos para ver una película y vibrar juntos. No sólo pasa con el teatro, que es el fenómeno vivo, el cine también tiene eso. Poder disfrutar durante una hora y media sin interrupciones, sin levantarse a buscar el delivery, ni mirar el teléfono… El cine fue pensado y diseñado para contar historias que la gente vea de esa manera”, enfatiza el actor.
Ensayos personales
En una pausa de veraneo, mientras pasa unos días de vacaciones en Chile junto a sus hijos y su novia, el intérprete cuenta que lo contactaron hace unos dos años y medio para embarcarse en este proyecto que suma cinco años de proceso. Se trata de una coproducción entre España, República Dominicana, Uruguay, Argentina y Chile, “un trabajo titánico”, comenta Vicuña, que se filmó a lo largo de casi un año en distintas locaciones.
“El guion me movilizó. Sentí la necesidad de hacerlo a toda costa por la temática, por lo que genera, también por la dificultad de interpretar a un personaje adulto exigente. Reunía todos los elementos necesarios. Enfrentarse a la finitud de la vida es un miedo que todos habitamos y poder hablar de estos temas en el cine me parece súper importante. Que la enfermedad y la muerte no sean un tabú. Y este guion en particular tenía una visión luminosa. El equipo completo lo abordó con respeto, con cariño, con sensibilidad, pero con mucho compromiso también”.
No es primera vez que a Benjamín le toca un rol y una trama que roza la muerte. Y no es casualidad tampoco. Después de que su hija Blanca Vicuña Ardohain muriera en septiembre de 2012, a los 6 años, entró en un duelo que ha pasado por distintas etapas, explica, y que también toca su trabajo. En 2015 protagonizó -junto a Elena Anaya- La memoria del agua, dirigida por Matías Bize. La película trataba sobre una pareja que tras la muerte de un hijo lucha por mantener su relación.
Hace dos años Vicuña actuó en la serie argentina El primero de nosotros, donde también interpretó a un hombre desahuciado que debía enfrentar su último tiempo de vida. En 2023 el actor publicó Blanca, la niña que quería volar. 10 actos para conjurar el olvido (Planeta), un libro donde aborda la pérdida de su hija mayor a través de un testimonio sincero y reflexivo.
“Hoy mi casa está habitada por tu cara, tus fotos y tus recuerdos. Hoy mis hijos, tus hermanos, te nombran con alegría (creo que hicimos las cosas bien). Diez años que pasaron volando, como tú sigues volando cerca de nosotros. Diez años que comenzaron con la rabia, la negación, la impotencia, más tarde la aceptación y luego la reconstrucción”, se lee en los primeros capítulos donde Vicuña repasa una década.
- ¿Involucrarte en historias atravesadas por la muerte forma parte de una búsqueda?
- Sí, efectivamente. Son ensayos personales. Compartir, como fue con el libro sobre mi hija, es una manera de acercarme a temáticas difíciles, pero necesarias. La muerte es parte de la vida y a mis 46 años siento la autoridad y la necesidad de contar historias que tienen que ver con mi propia experiencia y mis memorias emotivas. Es un capital que ofrezco con todo mi corazón y que también tiene que ver con una revisión de mis dolores. Finalmente, el cine es un lugar de encuentro y creo que por ahí también pasa la misión de que las personas no nos sintamos tan solas frente, por ejemplo, a un desamor, a una traición, a una pérdida o enfermedad. Todos los que vivimos una emoción fuerte pensamos que somos los primeros y últimos en enfrentar una emoción de estas características.
“Los mejores personajes están por venir”
Benjamín ahonda en la trama de El silencio de Marcos Tremmer, que protagoniza junto a Adriana Ugarte y Daniel Hendler, donde no sólo aparece la muerte, sino que también el acompañamiento de una enfermedad.
“Me parece que son temas necesarios de conversar y por ahí pasa la misión de la película. Si bien también quiere entretener, emocionar y hay un drama romántico, el gran telón de fondo tiene que ver con entender que estamos de paso en la vida y valorar el presente. Tenemos constantes llamados de alerta, pero nos cuesta mucho prestar atención y entender la vida como un regalo. Nos vamos llenando de trabajo y de situaciones anecdóticas o superficiales que no nos permiten encontrarnos con lo importante, en este caso, el amor y los afectos”.
- ¿Cómo acompaña tu trabajo esta consciencia?
- Es inevitable que se entrelacen la vida y la obra. Lo que hago tiene un impacto, sirve de inspiración. Mi trabajo pasa a ser también mi obra, lo que queda, lo que trasciende. Un trabajo como un edificio, una investigación, o como la escritura para otras profesiones. En mi caso mi trabajo genera conversación, debate, profundiza, ilumina también algunos temas. Está clarísimo que los actores cada día tenemos más recursos para interpretar, porque la vida nos va enseñando. Y en ese sentido también nos transformamos en seres más empáticos porque podemos sintonizar con lo que le pasa a la mayoría de las personas que después ven en el cine un espejo de identificación de sus vidas. Sirve para no sentirnos tan solos.
- Desde un ámbito más superficial se piensa que envejecer es lo peor que le puede pasar a los actores, sobre todo a las actrices, porque es una industria que castiga los años. Tú planteas lo contrario.
- En mi caso me parece que los mejores personajes están por venir. Tiene que ver con la experiencia y con la vida. Las historias son mejores. Los personajes que tienen un tránsito importante. Las actrices y los actores pueden llegar a mirar con cierta nostalgia la juventud, la inocencia, la belleza. Pero bueno, los años vienen, y esto no es una cosa cursi, pero vienen cargados de experiencia, de punto de vista, de profundidad... si aprendes a vivir. Mis mayores referentes como directores, Michael Haneke, por ejemplo, empezó su primera película a los 42 años. Lo mismo con muchos maestros.
- Publicaste tu primer libro, sobre la muerte de Blanca, a los 44. ¿Te costó mucho llegar a ese momento?
- Fue una decisión que tardó 10 años. Tener las ganas, la voluntad, y finalmente, la necesidad y la responsabilidad, de escribir algo. Me di cuenta de que tiene una misión y una repercusión muy grande. Se transformó en un libro muy leído en Argentina, en Chile también, básicamente por miles de personas que miran el cielo con más preguntas que respuestas. El misterio de la muerte y del duelo es algo que realmente nos sacude, que nos hace muy chiquititos. Y este libro pasó a ser eso, un acompañamiento, una luz en el camino de muchas personas. Estoy súper orgulloso porque fue un ejercicio honesto, sin pensar desde el punto de vista intelectual. No me costó desde el ego. Me costó abrirme, desnudarme, hablar de cosas que tienen que ver con una intimidad muy brutal. Sentí que había una obligación de compartir y no me equivoqué, porque el libro se transformó en un pequeño referente, una ayuda para muchas personas que están atravesando lo mismo y eso me lo hacen ver en miles de mensajes que recibo. Inevitablemente me transformé en un pequeño embajador de lo desconocido, en este caso del duelo. Tardé 10 años en escribir este libro porque al principio fue un impacto, un shock, una negación, luego una aceptación. Hoy logro recordar a mi hija con una sonrisa, y eso es hermoso. Todas las cosas que hago, esta película también, son pequeños homenajes a ella. Es lindo poder habitar la vida con tus muertos. Mientras recordemos la gente no se va, son inmortales.
Lo que viene el 2025
Además de El silencio de Marcos Tremmer, ya en cartelera, Benjamín Vicuña tiene varios estrenos por delante y en tonos muy distintos. Uno de ellos es Papá x2, una comedia romántica dirigida por Hernán Guerschuny, que el actor protagoniza junto a los argentinos Celeste Cid y Lucas Akoskin. Se trata de una mujer que se embarca en una nueva relación hasta que descubre que está embarazada de su ex. “Es una película 100% familiar que realmente quiero que vean mis hijos de todas las edades. Una historia divertida y bien hecha”, adelanta el chileno.
Otro proyecto es Corazón delator, para Netflix, una película sobre una persona que vive un trasplante de corazón y que, en la búsqueda de la historia del donante, se termina enamorando de su viuda.
Durante el 2025 también se estrenará el Rey del Ring, cinta chilena que aborda un episodio de la vida de Arturo Godoy uno de los mayores boxeadores de nuestra historia. Dirigida por Rodrigo Sepúlveda y producida por el Max Gandarillas quien adquirió los derechos del libro Muriendo por la dulce patria mía, de Roberto Castillo, sobre la leyenda iquiqueña. La película narra el enfrentamiento del púgil nacional con el campeón mundial de peso pesado Joe Louis en el Nueva York de los años 40. Marko Zaror encarna a Godoy y Vicuña interpreta el personaje de su promotor.
“Además de actuar sigo en mi rol de productor ejecutivo, acompañando y apoyando algunas películas. El año pasado estuve todo el año haciendo teatro en Argentina asique ahora me voy a regalar a hacer cine”, remata el actor.