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Cultura

La pregunta sobre IA que el pabellón chileno instaló en la Bienal de Arquitectura de Venecia

La pregunta sobre IA que el pabellón chileno instaló en la Bienal de Arquitectura de Venecia

A través de una larga mesa de agua, la propuesta curatorial del pabellón chileno, llamada Inteligencias reflexivas, plantea una discusión en torno a la infraestructura que sostienen los centros de datos y cómo afectan a las comunidades donde están emplazados. Resalta también el rol y la responsabilidad que la arquitectura tiene en el tema.

Por: Texto y fotos bienal por Loreto Tagle | Publicado: Viernes 30 de mayo de 2025 a las 18:41
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En una era marcada por el acelerado avance de la Inteligencia Artificial (IA) y la crisis medioambiental, la 19ª Exposición Internacional de Arquitectura de Venecia abrió sus puertas el pasado 10 de mayo para exponer, hasta el 23 de noviembre, propuestas de todo el mundo en torno a “Inteligencias. Natural. Artificial. Colectiva”, con la intención de explorar los cruces interdisciplinarios de la arquitectura, en donde los avances tecnológicos pueden ser de ayuda para encontrar soluciones sostenibles a los problemas actuales como el cambio climático y sus consecuencias en la población.

Su curador, el arquitecto e ingeniero italiano Carlo Ratti, profesor del MIT, definió que los 66 pabellones de los países presentes en la exposición de arquitectura más prestigiosa en su disciplina, deben plantear soluciones concretas a problemas específicos de cada localidad, entrelazando los diferentes tipos de inteligencias. Inteligencias reflexivas es la propuesta curatorial del pabellón chileno que busca abrir el debate en torno a la infraestructura que sostiene la IA -más conocida como centro de datos- y el impacto material y territorial que implica su funcionamiento. Esto se traduce en grandes cantidades de minerales y agua que se necesitan para procesar y almacenar datos, sumado al impacto que generan en las comunidades donde están ubicados.

“¿Por qué no pensar los centros de datos no sólo como estas máquinas de hormigón oscuro que no permiten hacer nada más, sino que puedan tener un programa público, que se puedan asociar otras actividades distintas que permitan posicionarlos como una infraestructura con una relevancia pública distinta?”, se pregunta Serena Dambrosio, arquitecta y académica de la Universidad Diego Portales, quien forma parte del equipo curatorial del pabellón junto a los también arquitectos y académicos Nicolás Diaz Bejarano y Linda Schilling Cuellar.

Inteligencias reflexivas está compuesto por una larga mesa de acero de 16 metros cubierta de agua, que hace alusión al concepto de mesa de trabajo -utilizado en Chile para la negociación y toma de decisiones-, sobre la cual 11 pantallas proyectan videos de archivo y entrevistas a activistas ambientales y vecinos de las localidades donde funcionan estos edificios. La mesa está rodeada por 22 maquetas que reconstruyen los centros de datos activos o en vías de construirse en el país.

“Por un lado está la inquietud sobre cómo son estas infraestructuras, cómo es el diseño de sus interiores y también en el pabellón está implícita la inquietud sobre cómo se diseñan estos procesos de negociación. La mesa trata de hacer un guiño a cómo está hecha esta mesa de trabajo, a quién invita, a quiénes convocan”, explica Dambrosio.

El arquitecto y la IA

La investigación en torno a los centros de datos en Chile comenzó en 2023 cuando Dambrosio junto a Nicolás Díaz y la arquitecta española Marina Otero -quien ha dedicado su carrera a investigar el impacto de la nube y es también asesora científica del pabellón- ganaron un fondo del Canadian Center for Architecture enfocado a estudios de arquitectura con inquietud pública y trabajaron con una comunidad de Quilicura, donde se ubica el centro de datos de Google.

“La arquitectura puede contribuir a diseñar centros de datos más ecológicos y conectados con su entorno, desde la elección del emplazamiento hasta su integración en redes circulares de energía y agua. Pero también debe asumir un papel activo en la imaginación de infraestructuras digitales alternativas, menos dependientes de grandes corporaciones, y orientadas a formas de gestión distribuidas, colectivas y responsables”, explica Otero, quien ha sido una voz activa en alertar sobre los impactos ecológicos y sociales de los centros de datos y que además fue reconocida en 2022 con el Premio Wheelwright de la Universidad de Harvard.

A fines del año pasado, el gobierno presentó el Plan Nacional de Data Centers, para promover el desarrollo de estas infraestructuras y descentralizar su ubicación, considerando que los 22 centros de datos activos se encuentran principalmente en la Región Metropolitana. Para Otero, la arquitectura tiene un papel fundamental en el diseño de estas infraestructuras:

“Gobiernos, instituciones e industrias siguen priorizando los servidores por encima del medio ambiente. Sus esfuerzos se centran en garantizar los sistemas de refrigeración de los centros de datos, pese a que el planeta sigue calentándose y territorios enteros se están quedando sin agua. La arquitectura no puede limitarse a ser una usuaria pasiva de estas tecnologías. Debe intervenir activamente y proponer otros modos de habitar lo digital”, concluye.

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