Cultura
La improbable ruta de obras de Roberto Matta, Cecilia Vicuña y Eugenio Dittborn al museo más importante de Qatar

La improbable ruta de obras de Roberto Matta, Cecilia Vicuña y Eugenio Dittborn al museo más importante de Qatar
Una decena de piezas de artistas chilenos se exhiben en el museo más importante del país árabe, como parte de una muestra que reúne más de 170 trabajos de arte latinoamericano. La exposición pertenece a la colección del empresario argentino Eduardo Costantini e incluye nombres como Frida Kahlo, Diego Rivera, Leonora Carrington, Fernando Botero y Miguel Covarrubias. La iniciativa forma parte del plan de Qatar por expandir su influencia más allá del petróleo.
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Qatar es un país de contrastes. Hace apenas unas décadas, su economía se basaba en la pesca y la extracción de perlas. Hoy, tiene el cuarto PIB per cápita más alto del mundo. Fue sede del último Mundial, pero no tiene una larga tradición futbolera. Tres millones de personas viven en su territorio, pero sólo 300 mil son qataríes. El inglés, a veces, se escucha más que el árabe.
Y aunque por décadas su proyección internacional estuvo ligada al gas y al petróleo, hoy el país invierte en otro tipo de capital: museos, colecciones y programación cultural de escala global. Algunos de esos proyectos, incluso, ya figuran entre los más ambiciosos del planeta.
El epicentro de esa estrategia es el Museo Nacional de Qatar, una estructura diseñada por el arquitecto francés Jean Nouvel (ganador del Pritzker) e inspirada en la “rosa del desierto”, una formación mineral que se encuentra en distintos puntos del Medio Oriente.
Ahí, en uno de sus pabellones principales, se inauguró hace unos días Latinoamericano, una exposición de 170 obras provenientes de la colección privada de Eduardo Costantini, empresario argentino conocido por haber fundado el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) y por estar detrás de algunos de los mayores desarrollos inmobiliarios de Argentina, como el barrio planificado Nordelta. Se trata de la muestra más grande de arte latinoamericano que ha llegado al Golfo, y se exhibirá hasta mediados de 2025.
La planificación tomó más de un año y medio. Y aun así, dice la curadora argentina María Amalia García, el tiempo fue justo. Ella, aparte de encabezar el equipo curatorial del Malba, lideró el proyecto junto al experto qatarí Issa Al Shirawi. “Por suerte, teníamos ese hándicap a favor: las piezas ya estaban en nuestra colección. Son obras que el museo estudia, conoce y trabaja desde hace años. No tuvimos que salir a buscarlas afuera”, explica a DF MAS.
Exterior del Museo Nacional de Qatar, abierto en 2019 y diseñado por el arquitecto francés (y ganador del Pritzker) Jean Nouvel. Su exterior está inspirado en la “rosa del desierto”, una formación mineral que se encuentra en distintos puntos del Medio Oriente.
Mientras hace una pausa en una de las salas de exposición de la muestra, García describe: “Es toda una logística con empresas de transporte, con cajas hechas para cada pieza. Lo mismo en relación a los vuelos, a los couriers, que son las personas que acompañan las obras. También la llegada al museo, los conservadores, los condition report de cómo la obra salió y cómo llega”.
Minutos antes, la curadora había iniciado el recorrido oficial por las 170 obras de la muestra. La seguían cámaras de televisión local, críticos de arte de distintos continentes y un puñado de periodistas. Horas más tarde, fue la propia sheikha Al Mayassa bint Hamad bin Khalifa Al Thani -una de los más de 20 hijos del exemir de Qatar- quien caminó por esos mismos pasillos.
Tiene 42 años, estudió en Duke y en la Sorbona, y preside Qatar Museums, la organización detrás de este ecosistema cultural en expansión. Esa noche, durante la ceremonia de apertura frente a 400 invitados, agradeció a sus colaboradores, entre ellos al embajador chileno en Emiratos Árabes, Patricio Díaz, y al Ministerio de las Culturas de Chile.
Kahlo, Matta y Botero
Según muchos críticos, la colección de Eduardo Costantini es una de las más completas y prestigiosas del arte moderno y contemporáneo latinoamericano. El empresario argentino comenzó a recopilar de forma sistemática piezas de arte en los años ’80, gracias a su mentor cultural de origen uruguayo Ricardo Esteves.
En ese momento, la escena artística local todavía era un mercado incipiente fuera de la región, por lo que logró comprar barato obras que hoy están valorizadas en varios millones de dólares. Entre las más icónicas de su colección -y que forman parte de la muestra actual en Qatar- están Autorretrato con chango y loro de Frida Kahlo, Baile en Tehuantepec de Diego Rivera, El hueso de Miguel Covarrubias y El viudo de Fernando Botero. También figuran referentes de la talla de Joaquín Torres García, Leonora Carrington, Tarsila do Amaral, Remedios Varo y Wifredo Lam.
Junto a esos nombres, hay una serie de obras de artistas chilenos que también fueron incluidas en la exposición en el país árabe: Roberto Matta, Eugenio Dittborn, Guillermo Deisler, Cecilia Vicuña, Lotty Rosenfeld, Alfredo Jaar y Voluspa Jarpa. Todos forman parte de esta muestra que marca el inicio del programa Years of Culture 2025, una iniciativa del gobierno qatarí que cada año busca estrechar vínculos bilaterales con distintos territorios a través del intercambio de arte, cultura y patrimonio. Este año fue el turno de Argentina y Chile.
Las obras nacionales no corresponden todas a una misma generación ni comparten técnica -hay pinturas, videos, fotografías e instalaciones-, pero sí una mirada crítica que, al exhibirse en Qatar, adquiere nuevas capas de sentido. Son trabajos creados muchas veces desde la disidencia o la reflexión política, ahora presentados en un entorno con una tradición cultural y un marco institucional muy distinto al latinoamericano.
La obra de Matta, Composición con tonos verdes (1939), fue una de las piezas que más acaparó miradas durante el recorrido. Sin embargo, más adelante, hubo tres intervenciones chilenas que incluso fueron destacadas por los propios curadores frente a la crítica especializada.
Composición con tonos verdes (1939), de Roberto Matta.
La primera fue de Eugenio Dittborn, con Nueve sobrevivientes, una de sus emblemáticas airmail paintings. Se trata de una obra realizada sobre papel liviano, pensada para ser doblada, embalada y enviada por correo a distintos lugares del mundo. La pieza, que ha sido exhibida en el MoMA de Nueva York, fue destacada por el curador qatarí Issa Al Shirawi. “Esto fue una forma de combatir la censura política y diseminar sus ideas sobre lo que es una pieza artística llegando a una audiencia más amplia”, señaló.
Luego pasaron a una de las instalaciones más grandes y ambiciosas de toda la exposición, creada por la poeta, artista visual y activista feminista chilena Cecilia Vicuña. Son decenas de telas suspendidas desde el techo del Museo Nacional de Qatar, sobre las que se proyectan imágenes que se combinan con narraciones poéticas y canciones grabadas por la propia artista.
“Esto está muy vinculado a la práctica de Vicuña, e invitamos a las personas a reflexionar no sólo sobre lo que han visto (en la exposición), sino también sobre nuestra relación con la historia”, explicó Al Shirawi, mientras caminaba por la instalación.
Los curadores Issa Al Shirawi y María Amalia García con la instalación de Cecilia Vicuña.
Y finalmente, los curadores destacaron República bananera (2019), de la artista rancagüina Voluspa Jarpa. La obra toma como punto de partida el concepto acuñado para describir a ciertos países latinoamericanos durante el siglo XX. “Es un término dado a países latinoamericanos que fueron tildados de corruptos y de bajo ingreso, pero que también tenían dependencia a un solo producto. Acá ella hace referencia a Guatemala y el plátano”, detalló Al Shirawi.
Nuevo polo cultural en el Golfo
Si en la última década Qatar fue noticia por levantar ocho estadios para recibir la Copa del Mundo 2022, en paralelo avanzaba en otro tipo de infraestructura: cultural, permanente y de largo plazo. En esos mismos años se consolidaron proyectos como el Museo Árabe de Arte Moderno (Mathaf), el Museo Nacional de Qatar, el Museo de Arte Islámico de Doha -diseñado por el Premio Pritzker I.M. Pei-, y se proyectó el ambicioso Art Mill Museum, cuya apertura está prevista para los próximos años. A eso se suma Katara Cultural Village, un extenso complejo con salas de exposiciones, teatros, oficinas y espacios públicos dedicados exclusivamente al desarrollo artístico.
Interior del Museo de Artes Islámico en Doha
Todo esto se enmarca en la Qatar National Vision 2030, un plan que busca diversificar la economía y proyectar una identidad moderna sin perder el anclaje en sus tradiciones árabes e islámicas. En lo cultural, el objetivo es claro: construir una red de instituciones que no sólo exhiban arte, sino que generen contenido con alcance global. La sheikha Al Mayassa lo ha definido como convertir a Qatar en un “instigador cultural”.
El mismo Issa Al Shirawi lo resume así. Si bien subraya que el arte y la cultura no son nuevos para su país, admite que hoy existe un impulso deliberado por posicionar al país en esa escena. “Es una forma de diversificar nuestra economía. Es fomentar una conciencia positiva, corregir estereotipos… todos estos son pilares clave de un diálogo cultural que se da en todo el mundo”, explica.
Esta estrategia tiene similitudes con la de Emiratos Árabes Unidos, que ha instalado sedes del Louvre y el Guggenheim en Abu Dhabi. Pero Qatar ha optado por otro camino: desarrollar museos propios con sello local. Así lo ha destacado el curador Hans-Ulrich Obrist, quien ha dicho que el país no busca replicar modelos, sino crear proyectos con identidad propia y ambición internacional.
El proyecto más ambicioso en carpeta es el Art Mill Museum, diseñado por el estudio ELEMENTAL, la oficina de arquitectura chilena liderada por el Premio Pritzker Alejandro Aravena. Será un espacio dedicado al arte moderno y contemporáneo, ubicado en una antigua zona industrial frente al paseo marítimo de Doha, y se perfila como uno de los ejes culturales del centro de la ciudad.
Qatar es dueño del PSG, tiene participaciones en casas de moda como Valentino y Balmain, y financia proyectos inmobiliarios en Londres y Manhattan. Pero también está construyendo un brazo cultural que avanza con igual determinación. Tanto así que, minutos después del discurso de la sheikha en la cena inaugural, sonó la canción “Gracias a la vida” de Violeta Parra, seguida de un pie de cueca interpretado por tres parejas vestidas de huaso. Por una tarde, Doha fue más Chile que Qatar.