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Cultura

María Dueñas: “Me interesa sacar a las mujeres del anonimato histórico”

María Dueñas: “Me interesa sacar a las mujeres del anonimato histórico”

La autora española estuvo esta semana en Chile promocionando su última novela "Por si un día volvemos" que se sitúa en la Argelia de hace 100 años atrás. Dueñas comparte la historia de cómo se convirtió en escritora superventas pasados sus 40 años y se refiere al lugar que ocupan las mujeres en sus historias. 

Por: Por Sofía García-Huidobro | Publicado: Viernes 9 de mayo de 2025 a las 11:59
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Su nombre en la portada de un libro es sinónimo de bestseller, pero no todos saben que María Dueñas publicó su primera novela pasados los 40 años y que el abrumador éxito de El tiempo entre costuras (2009) no sólo le resultó una inmensa sorpresa, sino que cambió el rumbo de su vida.

De paso en Chile promocionando su último libro, la Doctora en Filología inglesa y profesora universitaria en España y Estados Unidos por más de veinte años antes de convertirse en novelista, cuenta desde niña fue una lectora voraz y además de lecturas muy variadas. “Mi madre decía que aprendí a leer sola y muy pronto. Pero eso lo dudo”, comenta riendo.

Su amor temprano por las letras sí es real y posiblemente por eso decidió estudiar filología: “Siempre he tenido ese interés en la lingüística, por las palabras y las estructuras. He enseñado a muchos alumnos a escribir en inglés y en español, a redactar textos, a mejorar su expresión… Pero nunca había pensado en escribir ficción. Toda mi escritura era académica hasta los 40 más o menos”.

El momento llegó cuando estaba dictando un curso como profesora visitante en una universidad estadounidense, y quizás como efecto de la distancia, reflexiona, o debido a la tranquilidad de ya haber conseguido un puesto como profesora permanente.

“Siempre he tenido mil historias bullendo en la cabeza y me lancé a escribir una primera novela sin saber qué iba a ser de ella. Mi ambición era poner el punto final con un texto digno. No conocía a nadie en editoriales, pero tuve la suerte de que apostaron por mí y arrancamos con una tirada pequeña. En España eran los años de la crisis económica y las cosas no estaban muy optimistas, pero desde el principio, para nuestra gran sorpresa, de mis editoras, y mía, se empezó a tejer entre los lectores una especie de boca a boca, una especie de tela de araña que no dejó de crecer. Hubo suerte y hasta hoy”.

-Saltaste de inmediato al salón de la fama ¿esa concepción tan masiva de tu obra ha definido luego tu escritura?
“Para mí cada novela es un proyecto nuevo que abordo con la misma ilusión y ganas. No me siento para nada obligada ni pendiente de conseguir las mismas ventas. Lo de El tiempo entre costuras se desinfló y ¡gracias a Dios! porque aquello fue muy intenso. No podía seguir en esa dinámica porque al final fueron como tres años viviendo absolutamente pegada a la novela, hablando de ella, luego las traducciones, la serie, las giras… Con la segunda novela decidí que me iba a ir por un camino totalmente distinto, sin demasiado interés en repetir otro “fenómeno”. Con uno estuvo bien”. 

Lo mismo repite la escritora respecto de sus obras llevadas a la pantalla, no deja que esa posibilidad determine su escritura, asegura. “El lenguaje audiovisual es algo que está presente y a veces me pregunto si sin darnos cuenta, tanto yo como otros escritores, utilizamos fórmulas y estructuras más visuales para dar ritmo, para crear tensión. Pero mi intención no es escribir para la traducción a la pantalla. Que se ocupen luego los guionistas, no es mi responsabilidad como escritora”.


Misión histórica
Por si un día volvemos (Planeta), su última novela, se sitúa a principios del siglo XX en la ciudad de Orán, en la Argelia colonia francesa, y cuenta la historia de Cecilia, una joven mujer que debe huir a España y armar una nueva vida contra toda adversidad.

“Orán es una ciudad que ha estado vinculada a España a lo largo de la historia y me interesaba mucho ese periodo colonial. En general me interesa mucho la presencia de españoles por el mundo, emigrados o exiliados en distintas circunstancias. Intento recuperar algunas de estas experiencias que han quedado en el olvido. En Las hijas del capitán hablo de la emigración española a Nueva York, en Misión Olvido de los exiliados hispanistas en universidades americanas”. 

Para documentarse recurrió a todo tipo de fuentes, desde las más académicas hasta prensa de la época, libros de viajes, testimonios personales. “He tenido la enorme suerte de que todavía quedan vivas gente de ese tiempo. Han sido cómplices magníficos que me han abierto su memoria y su corazón”. 

-¿Te interesa más el pasado que el presente? ¿Te imaginas haciendo una novela sobre el futuro? 
Sobre el futuro, no. Sobre el presente lo he intentado un par de veces y al final he frenado. Esas novelas se han convertido en otra cosa, como el podcast Jodidísimas que empezó siendo una novela escrita, pero la dejé a mitad de camino. Personalmente me gusta el rescate de momentos históricos. No es que tenga interés en que mis historias ocurran en el pasado, sino que me interesa traer episodios del pasado al presente y sobre eso construyo la ficción. 

Sobre la audioserie Jodidísimas cuenta que se trata de la crisis económica en España que estuvo muy vinculada a la construcción. Funciona en clave cómica y es más ácida que sus novelas, dice. “Pero en el fondo hay una lectura común a todas mis producciones, que es unas mujeres que pelean por su supervivencia. A veces es de una forma más seria, más sobria y a veces de una manera un poco más disparatada y frívola. Pero al final es lo mismo”. 

Fue una experiencia magnífica, relata, el trabajar con una producción de ese nivel y dramatización por parte de actrices y actores de primera fila. “La antigua tradición del radioteatro está de vuelta con las nuevas plataformas. Al menos en España los audiolibros se escuchan muchísimo y eso para la literatura también es buenísimo”, dice. Sus libros los publica en papel, en digital y en audiolibro. Ella mismo se ha convertido en consumidora de podcast y audiolibros, cuenta.

“Hay muchos tiempos muertos en que nos ayudan: los traslados, las salas de espera…El otro día en la estación de Atocha un guardia de seguridad me echó la bronca porque yo iba totalmente ensimismada y él me estaba diciendo que tenía que quitarme el abrigo (ríe). Pues te lleva a otro sitio y realmente no pierdes la magia de la lectura”.

Las mujeres tras la historia
-Las protagonistas de tus novelas son mujeres que se abren camino propio en sus respectivos tiempos, ¿hay algo de reivindicación feminista?
Cierta reivindicación, pero sobre todo una reconstrucción del papel de las mujeres a lo largo de la historia que no muchas veces ha saltado a los libros. Los grandes héroes de la literatura, las grandes hazañas, las grandes épicas, parecen que las han hecho los hombres solos, pero ahí han estado las mujeres. Me interesa muchísimo sacarlas de ese anonimato y arrojar sobre ellas un poco de luz. Mientras los hombres batallaban las mujeres han salido hacia adelante y se han ayudado entre ellas construyendo redes orgánicas. Si no tienes para comer, comparto contigo mi comida y si no tienes quien cuide tus hijos, yo te ayudo. Una ayuda que a veces es material, otras afectiva. No nos pone a las mujeres en un monumento, pero sí que me gustaría que se les reconociera a las mujeres todo eso que han hecho y que ha quedado desatendido.

-En este libro la mayoría de los hombres cumple el rol de villano, ¿te reclaman tus lectores?
“Un amigo llevaba la mitad de la novela leída y me alegó: “No he encontrado ni un hombre bueno”. (Ríe) “Ya aparecerá, espera”, le respondí. Pero creo que todos sabemos que así ha sido la historia. Afortunadamente ya estamos en otra dinámica y por lo menos hay una sensibilidad y se va haciendo más progreso en ese sentido. Todos estos casos, como los de Cecilia, han estado ahí toda la vida y ojalá acabaran”. 
Aunque su público es mayoritariamente femenino, sus lectores hombres muchas veces son los más entusiastas, comenta. “Todavía hay prejuicio por parte de algunos hombres para entrar a una librería y tomar una novela escrita por mujer con una mujer en la portada y sobre la aventura vital de una mujer. Muchos anticipan que no les va a interesar”. 

-Has comentado en entrevistas que las mujeres tenemos un excesivo sentido de responsabilidad. ¿Crees que a través de la autoexigencia nos podemos convertir en nuestras propias enemigas? 
“Bienvenidos sean los hombres a nuestro lado, esto no es una lucha contra ellos ni muchísimo menos. Pero es verdad que a veces nuestro camino ha sido más tortuoso. A veces nos lo autoimponemos y a veces nos lo impone la sociedad. Cada vez que salgo en una gira cuando estoy haciendo la maleta, pienso: ‘Quiero ser hombre’. (Ríe) Cuando empecé a viajar mucho por los libros todavía tenía hijos adolescentes y dejaba organizado todo. Supongo que cuando mis colegas hombres se han ido de promoción de sus libros, no se han dejado la nevera organizada. Son pequeñas cosas y muchas las hacemos con gusto, pero suma, suma, suma. Las exigencias son muchas y la capacidad nuestra es limitada”. 

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