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Los últimos pasos de Gonzalo Bofill en política e ideas país
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“Hoy somos un país más pobre, más polarizado, más desigual, más endeudado y con más desempleo”. Así, tajante, fue su definición del Chile actual. Gonzalo Bofill Velarde, el presidente de Empresas Carozzi, no se guardó nada en la carta anual a sus accionistas.
En los últimos años Bofill no se ha restado de manifestar su opinión política, tanto privada como públicamente. “Habla poco, pero cuando lo hace genera polémica porque no se guarda nada. Así es él”, dice un amigo cercano.
Criticó abiertamente al segundo gobierno de Michelle Bachelet, se mostró en contra de la Ley de Etiquetado, fue tajante sobre el estallido social y se inclinó por la opción Rechazo en octubre pasado.
A pesar de eso, Bofill apuesta a ganar en las elecciones del próximo fin de semana. Es por eso que ha apoyado financieramente a distintas campañas. Una de ellas es la de Constanza Hube, candidata por el distrito 11 por la UDI. Le aportó $ 1 millón, según antecedentes del Servel. Lo mismo hizo con Francisco Orrego, quien va como independiente por la misma zona. A Juan Pablo Rodríguez, abogado independiente por Chile Vamos y que pelea por una plaza en el distrito 7 en Valparaíso, le donó $ 5 millones. En este último caso, son muy cercanos, ya que Rodríguez es director ejecutivo de P!ensa, la fundación que él preside.
Su apuesta con Fundación P!ensa
Cercanos dicen que su “giro político” coincidió con la Fundación P!ensa, el primer think tank 100% regional, emplazado en Valparaíso, que fundó en 2013 junto con otros 50 empresarios, como Nicolás Ibáñez, Wolf von Appen, Eduardo Dib y Javier Bitar. Ellos, junto con otras 80 familias de la zona, financian la institución.
En siete años P!ensa se ha convertido en el centro de estudios más relevante de la quinta región. Fuentes del think tank dicen que son “independientes y sin ninguna relación a un partido político, pero somos de derecha”. Un equipo de 15 personas se preocupa de publicar columnas, encuestas de opinión política, informes, reseñas, ensayos y estudios. “Una especie de CEP porteño”, confiesa otro conocedor del organismo.
Sus tres preocupaciones
Fuentes cercanas afirman que el empresario, en el plano político, tiene tres preocupaciones centrales. La principal es la descentralización. Él, como viñamarino, cree que es clave que los distintos territorios sean promotores de su mismo bienestar. “Es una bandera que desde chico ha levantado, y siempre esa ha sido su mayor motivación”, confiesa un amigo.
Lo segundo es la economía y los principios de la libertad. Tanto así, que en 2017 criticó el gobierno de Michelle Bachelet. “En estos últimos años, ya son demasiadas las malas reformas y decisiones regulatorias que se han adoptado”, escribió. Además, fue un abierto crítico de la Ley de Etiquetado que se promulgó en la administración de la exmandataria.
La ola de violencia en la macrozona sur es su tercera y más reciente preocupación. A finales de abril sorprendió a más de alguno con una columna publicada en El Mercurio. El texto, titulado “¿Será mucho pedir?”, emplazó a las autoridades e hizo alusión al poco interés de solucionar este asunto. “No dejo de pensar en lo distinta que sería la respuesta de nuestra clase política si las víctimas del terrorismo residieran en la capital (…) Otro gallo cantaría y en tiempo récord los partidos habrían alcanzado un acuerdo para restablecer el Estado de Derecho”, escribió.
Sus otras preocupaciones, como la creciente polarización y la puesta en jaque del “modelo”, las deja para el plano privado. “Es alguien que le gusta discutir, pero tampoco es de hablar públicamente de posiciones específicas”, relata una persona que trabaja con él. Respecto a su candidato para las elecciones presidenciales, nada se sabe. Todavía.