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¿Conviene invertir en fondos “anti-woke”?
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Quizás hayas escuchado o leído la palabra “woke”. Se trata de un término originado en Estados Unidos en 1938 y que fue reflotado en 2020 para -inicialmente- referirse a quienes reprochaban las muestras de racismo.
Luego, el concepto mutó para describir a aquellos que criticaban la desigualdad social y la discriminación por género, además de apoyar las actuales políticas medioambientales. Hoy, es sinónimo de progresismo, inclusión y cuotas. En general, este concepto ha estado vinculado al contexto político, especialmente en Estados Unidos. Pero eso terminó.
Hoy, especialmente después de la elección de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos, distintos inversionistas están dedicados a apostar por empresas sin programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI, por sus siglas en inglés). Es decir, el movimiento “anti-woke” llegó a los negocios.
La semana pasada, por ejemplo, el fondo estadounidense Azoria Partners anunció el lanzamiento de un ETF “anti-woke”: éste reflejará el índice S&P 500, pero no incluirá empresas que utilicen cuotas de diversidad en la contratación y los ascensos. En otras palabras, invertirá sólo en aquellas empresas que no persigan requerimientos de inclusión.
Esto se suma al movimiento de compañías que están cancelando sus programas de inclusión. Por ejemplo, a finales de noviembre Walmart -la mayor minorista y principal empleadora del sector privado en Estados Unidos- puso fin a sus políticas DEI. Ellos no son los únicos: meses antes, firmas como Harley-Davidson, Tractor Supply o John Deere ya habían anunciado acciones similares.
Ahora, la discusión ideológica llegó a las finanzas y los mercados. ¿Cómo interpretar esto? ¿Es rentable invertir en este tipo de compañías considerando el nuevo gobierno en EEUU? Le fuimos a preguntar a expertos.
ETF “anti-woke”
Se llamará SPXM y ya tiene la primera víctima: Starbucks. Esta compañía, que pertenece al índice S&P 500 y que tiene una capitalización de unos US$ 111.000 millones, es considerada liberal por sectores conservadores. Además, los fundadores de Azoria Partners, la oficina que manejará el ETF “anti-woke”, afirman que la cadena de cafeterías desarrolla cuotas de contratación, algo que Starbucks niega.
El vehículo ya tiene una lista de otras tres docenas de empresas que excluirá de la lista, a menos que eliminen sus políticas de DEI. El mercado espera que el ETF esté disponible a partir de principios del próximo año.
“Este lanzamiento refleja una polarización ideológica que también se extiende al ámbito de las inversiones. Aunque podría atraer a un nicho específico de mercado, conlleva riesgos relacionados con la diversificación, sostenibilidad a largo plazo e impacto reputacional. Su éxito dependerá del desempeño financiero de las empresas incluidas y de cómo evolucione el entorno político y social”, analiza Emanoelle Santos, analista de mercados XTB Latam.
Mauricio Carrasco, economista de la Universidad de los Andes, coincide: “Este será tema de discusión en el corto plazo, pero considero que es más bien una consecuencia (y no una causa) del contexto político. Por lo mismo, no le veo un efecto particular. Sólo está reflejando una realidad ya existente. Lo que sí creo que podría profundizar la discusión es que tenga resultados particularmente buenos, dando nuevos argumentos a quienes abogan por estos instrumentos”.
¿Vale la pena?
James Fishback, cofundador de Azoria Partners, afirmó que “los estadounidenses, hayan votado o no al Presidente Trump, no quieren invertir en empresas que realizan experimentos científicos woke”. Y agregó: “Contraten a los mejores y más brillantes. No se disculpen por ello, ganen dinero, entréguenlo a los accionistas y hagan lo correcto”.
¿Pero es un buen negocio? Para Fishback, las acciones de las empresas del S&P 500 que tienen en cuenta la diversidad en la contratación han obtenido peores resultados que sus rivales. Esto, sin embargo, es cuestionado por algunos estudios disponibles: un informe de McKinsey del año pasado estipuló que las empresas situadas en el cuartil superior de diversidad racial tenían un 39% más de probabilidades de obtener mejores resultados que las situadas en el cuartil inferior.
Santos opina: “La rentabilidad de este ETF dependerá de su composición. Si excluye empresas sólo por criterios ideológicos, podría limitar su exposición a sectores clave como tecnología, consumo o servicios financieros, que suelen incluir compañías líderes del S&P 500. En su primer mandato, el ‘Trump trade’ mostró cierto rendimiento, aunque más de forma coyuntural que sostenible. Ahora, con su regreso a la presidencia, es probable que se fortalezcan las narrativas críticas a políticas de inclusión, atrayendo inversiones alineadas con esta visión y generando capital inicial para el fondo. Sin embargo, excluir empresas no garantiza un peor rendimiento, pero puede limitar el acceso a compañías líderes en innovación y con ventajas competitivas claras, afectando la rentabilidad a largo plazo”.
Y agrega: “A largo plazo, las estrategias basadas en exclusiones ideológicas enfrentan limitaciones debido a la menor diversificación del portafolio, lo que incrementa el riesgo específico. Además, en un contexto global donde las tendencias favorecen la diversidad y los criterios ESG, los fondos ‘anti-woke’ podrían encontrar resistencias, especialmente entre inversores institucionales o más inclusivos. A medida que el debate sobre ESG se intensifica, esta estrategia podría limitar su atractivo y sostenibilidad en un mercado global más integrado y con estándares éticos”.
A Mauricio Carrasco no le extrañaría que este instrumento tenga “un buen impulso inicial, al menos por un tiempo, pensando en el momento actual y próxima llegada de Trump a la presidencia”.
Sin embargo, agrega, “en el largo plazo independiente de la ideología, lo realmente importante para evaluar la sostenibilidad de las estrategias de inversión es lo que pase con el activo subyacente. Es decir, que las empresas a las que sigue este instrumento sean rentables, crezcan y generen utilidades”.