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Cuatro testimonos desde Venezuela: vivir entre controles callejeros, pasaportes anulados y fuerza paramilitar
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Todos pusieron la misma condición: que en sus testimonios, por un asunto de seguridad, no se consignaran sus identidades. No quieren arriesgarse a que un exceso de honestidad con nombre y apellido respecto de lo que sucede hoy en Venezuela les signifique un mal rato con las autoridades o las fuerzas policiales. Lo que en ese país, explican, equivale a cosas como un control sorpresivo en sus casas o trabajos, o una detención sin más razones que ser contrarios al régimen -“incitar al odio”, según el gobierno-, o una extorsión en dinero, o incluso situaciones peores. En Venezuela hoy se respira miedo. Por eso, para hablar tranquilos, cada entrevistado será llamado aquí sólo por una letra.
R. es periodista y ha vivido siempre en Caracas. No ha querido dejar el país -como lo han hecho ya 7,7 millones de sus compatriotas hoy repartidos por el mundo-, pese a que no han sido pocas las veces en que se ha sentido insegura y amenazada por su trabajo de investigación. Recuerda la noche del domingo 28 de julio, día de la elección presidencial venezolana, cuando se empezaron a saber los resultados de las primeras mesas en los centros de votación. La diferencia para el candidato opositor Edmundo González era abrumadora, dice. Tanto, que en los sectores populares de la capital -en barrios como 23 de enero, Catia y Petare- hasta había ánimo de fiesta.
Todo cambió a la una de la madrugada del lunes 29. Cuando Elvis Amoroso, cabeza del Consejo Nacional Electoral (CNE) -organismo que no tiene independencia alguna del gobierno-, apareció en cadena nacional en televisión dando por vencedor al actual presidente Nicolás Maduro con un 52% de los votos. No exhibió ese día las actas electorales y no lo ha hecho hasta hoy -un mes después-, pese a las reiteradas peticiones de la oposición y de países y organismos extranjeros. Según la información que maneja el bloque opositor, sobre la base de más de un 80% de las actas que han logrado reunir, Edmundo González se impuso de manera rotunda con un 67%. Por eso alegan fraude.
“Previo al anuncio de Amoroso ya había un ambiente un poco enrarecido, con rumores de que las cosas no estaban saliendo bien. Se empezó a no entregar las actas a los testigos del proceso cuando se supo que la ventaja era muy grande a favor de González. Se dejó de informar”, cuenta R. Las protestas, agrega, empezaron esa misma madrugada, especialmente en los sectores populares que antes habían celebrado. No se han detenido más esas manifestaciones, casi siempre espontáneas, ni en Caracas ni en los otros estados del país. La tónica es caminar por las calles, llevando en las manos copias de las actas que ha dado a conocer la oposición y que el gobierno de Maduro se niega a exhibir.
Con ello, precisa R, se ha desatado también una ola represiva que, según los cálculos que ella maneja, ha dejado hasta ahora un resultado de 1.505 detenidos, que incluyen a 200 mujeres y 129 adolescentes. También se contabilizan 23 muertos. “Estamos llevando además una contabilización de heridos, pero aún no la tenemos porque es más difícil de registrar”, comenta. Los principales líderes opositores -incluidos el candidato González y la líder María Corina Machado- están clandestinos, luego de que se emitieran contra ellos órdenes de detención. “Salen un momento y vuelven a esconderse”, señala R.
“El brazo armado del gobierno”
L. es arquitecto y trabaja en Caracas en el rubro de la construcción. Cada vez con menos trabajo, aclara. Crítico del gobierno, al que llama “una banda de forajidos que tiene al país secuestrado”, dice que lo que se ha intensificado después de las elecciones es el “psico-terror”. Asustar a la población. Hay registros aleatorios en las calles, se requisan celulares que contengan imágenes consideradas sospechosas -rango en el cual entra cualquiera-, se anulan pasaportes, se extorsiona con altas cifras de dinero -“miles de dólares”, comenta-, se detiene sin siquiera mostrar órdenes oficiales para eso.
R. complementa: “En los sectores populares se han marcado las casas de los opositores con una X, en puertas y ventanas. Eso no lo hace la fuerza pública, sino una especie de grupos paramilitares que aquí llamamos colectivos, que operan en todo el país. Se trata en realidad de grupos criminales que están ideologizados y son como un brazo armado del gobierno. Partieron con Chávez, los llamaban círculos bolivarianos, y luego Maduro también se ha apoyado en ellos. Él habla de una supuesta unión cívico-militar-policial. Una fusión aberrante entre colectivos, policías y militares”.
"En los sectores populares se han marcado las casas de los opositores con una X, en puertas y ventanas. Eso no lo hace la fuerza pública, sino una especie de grupos paramilitares que aquí llamamos colectivos, que operan en todo el país. Se trata en realidad de grupos criminales que están ideologizados y son como un brazo armado del gobierno".
La periodista explica que este ambiente de control y amedrentamiento afecta a los ciudadanos de manera transversal; que si bien la población popular es la más expuesta, también alcanza a mundos intelectuales y a la élite. “Los sectores populares son los más vulnerables, porque tienen menos protección, cuentan con menos capacidad para esconderse o salir del país. Y como este es un gobierno de cobardes, entonces los buscan justamente a ellos. Los periodistas que han detenido son los del interior del país, jóvenes que no tienen como soporte a un medio. Los muertos, lo mismo: todos son gente de a pie, barberos, obreros, gente sencilla”, detalla.
Y continúa: “Pero también las han emprendido contra gente con dinero, que está a cargo de comercios. Si por ejemplo perciben que ellos han tenido alguna relación con Corina Machado, la han alojado, la han alimentado, le han dado algún servicio, los cierran o los multan. Han detenido a intelectuales también. Está el caso de dos profesoras universitarias que eran activistas de derechos humanos”.
L. coincide: “Esto toca a todos los estratos. De pronto tienes pensado viajar y te anulan el pasaporte. Una de las principales empresas de Venezuela es el Grupo Polar (productor de bebidas y alimentos), de Lorenzo Mendoza. En una oportunidad, él tenía que ir a dar una conferencia a Ecuador y lo retuvieron en el aeropuerto de Barquisimeto (en el estado de Lara). No importó que viajara en su jet privado, no lo dejaron salir. A todos les ponen trabas”.
"Una de las principales empresas de Venezuela es el Grupo Polar (productor de bebidas y alimentos), de Lorenzo Mendoza. En una oportunidad, él tenía que ir a dar una conferencia a Ecuador y lo retuvieron en el aeropuerto de Barquisimeto (en el estado de Lara). No importó que viajara en su jet privado, no lo dejaron salir".
“Nos convertimos en un trofeo”
N. es cientista político, militante de uno de los partidos opositores y vive al sur de Maracaibo, en el estado de Zulia, al noroeste del país. Dice que hoy allí se está viviendo “en un carrusel de sentimientos y cada vez se acumula más la impotencia y el cansancio por el estilo de vida al que nos somete este régimen”. Detalla que en su pueblo se han realizado protestas y concentraciones espontáneas; y que, seguido a ellas, se ha desatado la represión de los cuerpos de seguridad. “Detenciones, amedrentamientos y un adolescente, estudiante de Bachillerato, que fue asesinado”.
Reconoce que él mismo ha sufrido estas acciones de amedrantamiento. “Nos hemos tenido que resguardar en otros hogares y pasar del libre tránsito a salidas necesarias pero con mucho temor, ya que los efectivos policiales andan vestidos de civil para no ser detectados y tomar por sorpresa a las personas que detienen, aunque no tengan las órdenes de detención. Nos convertimos en un trofeo para estos efectivos, al igual que para los colectivos”.
Pese al escenario áspero, dice que aún queda esperanza cada vez que ven a María Corina Machado. “Lo mismo cuando vemos a la comunidad internacional apoyándonos. Eso nos da la confianza de que esto no es igual a escenarios anteriores (con otras elecciones). El régimen nunca se imaginó que en la oposición íbamos a tener casi la totalidad de las actas de votación, que se lograron gracias a la presión de nuestros testigos en los centros electorales. En nuestro municipio, Edmundo González ganó con un 95%. El gobierno perdió la calle”, señala N., quien agrega que este ambiente alterado se nota en que poca gente camina por las calles de San Francisco y que no hay comercio abierto después de las 2 de la tarde.
Desde Caracas, R. y L. cuentan que en estos días también se ha visto menos al presidente Maduro, quien suma 11 años en el poder (antecedidos por otros 14 de Hugo Chávez). La periodista agrega que tiene información de que él es hoy casi inaccesible incluso para quienes conforman su círculo más cercano.
“No nos queda más nada”
L. comenta que en medio de la “tensa calma” que vuela en el ambiente, lo que deben hacer es “jugar inteligente, como lo ha dicho María Corina. Protestar de manera pacífica, no caer en provocaciones, evitar el conflicto directo. El gobierno tiene matones a sueldo. Para nadie es un secreto que justo antes de las elecciones el ministro que controla y administra las cárceles dio salida libre a estos matones. Eso para causar el psico-terror que ya comentaba. El gobierno ha armado a sus colectivos, como un ejército pretoriano que no tiene el más mínimo respeto por la vida”.
Respecto de los sentimientos en estos días después de las elecciones, R. dice que -puestos en orden- serían miedo, incertidumbre e impotencia. “Y creo que también aún queda algo de esperanza. Lo de las elecciones fue tan rotundo que demuestra que nadie quiere a Maduro. Pero también está el hecho de que aquí ya no nos queda nada, porque hasta emigrar se ha vuelto cuesta arriba; entonces cuando no te queda nada a que aferrarte, que es lo que hoy sucede, lo haces a la esperanza de que algo aún podría cambiar”.
R. hace una pausa. No se le quiebra la voz, pero se le oye respirar hondo. Entonces repite esa idea de que a los venezolanos en Venezuela “no nos queda más nada”. Los poderes e instituciones del Estado no tienen independencia del Ejecutivo. Ni la Asamblea Nacional, ni el Tribunal Superior de Justicia -que acaba de ratificar a Maduro como ganador-, ni la Fiscalía, ni la Defensoría del Pueblo, ni el Ejército. “Aquí en el país no hay dónde poder clavar una bandera de cambio. Las organizaciones de defensa de derechos humanos y la prensa seguimos tratando, pero no hay más. No confías en nadie. Todos sentimos que estamos rodeados de delatores, que no podemos hablar fuerte”, dice. Lo ejemplifica con ella misma: para responder esta llamada, se movió a una parte alejada dentro de su casa, porque en la habitación de la cual siempre habla teme que podrían escucharla.
"Aquí ya no nos queda nada, porque hasta emigrar se ha vuelto cuesta arriba; entonces cuando no te queda nada a que aferrarte, que es lo que hoy sucede, lo haces a la esperanza de que algo aún podría cambiar”.
“Por eso, ante este escenario, es tan importante todo el apoyo que podemos tener de la comunidad internacional”. Ahí, precisa enfática, está la única posibilidad de mover la aguja.
Protestas en un antiguo bastión chavista
H. es abogada y reside en Villa de Cura, en el estado de Aragua, una zona que solía ser férrea seguidora de Hugo Chávez y su legado, pero ya no. Éste es su testimonio:
“Yo llegué a votar a las 6 de la mañana y era impresionante la cantidad de personas que había. En la fila de mi mesa no escuché una sola persona que fuese a votar por Maduro. En la del lado, sólo una señora lo iba a hacer. Se sentía la energía de la gente. La mayoría fue vestida de blanco, como una manera de identificarnos y diferenciarnos de los chavistas y maduristas que siempre han ido de rojo. En la noche estuve cuando se contaron los votos, la diferencia era abismal. González triplicaba a Maduro. La gente empezó a celebrar”.
“Ya en mi casa escuché los resultados que dio el gobierno. Fue una noticia devastadora. Nadie durmió. El lunes estaba todo cerrado, no había transporte público. Se sentía como cuando la gente está de luto. Más tarde hubo una movilización. También en todos los pueblitos cercanos. La cantidad de personas era inmensa. Se quitó de las calles toda la propaganda política de Maduro. El martes comenzaron las detenciones. Llegaban a las casas tumbando puertas sin orden de allanamiento. Los funcionarios ni siquiera se identificaban”.
“Un amigo de infancia, que milita en el partido de María Corina Machado, lo último que me dijo el lunes después de las elecciones fue que no le siguiera escribiendo, porque se iba a resguardar, ya que lo estaban buscando. No le he escrito más, pero he sabido que está bien”.
"El martes comenzaron las detenciones. Llegaban a las casas tumbando puertas sin orden de allanamiento. Los funcionarios ni siquiera se identificaban”.
“También he sabido de extorsiones para que no te lleven detenido. No es poco dinero el que piden, sobre mil dólares. Pasó con gente conocida que iba a las protestas; el dueño de la panadería, el dueño de la frutería. Llegaba la fuerza pública a sus negocios y si no pagaban, se los llevaban. El dinero que recaudan se lo reparten entre ellos, como pasa aquí en todos los organismos públicos”.
“Hoy estamos todos como paralizados. En receso, esperando ver qué sucede. La gente está yendo igual al trabajo, porque la economía no permite otra cosa. Afortunadamente ahorita los escolares están de vacaciones, resguardados en las casas. ¿Cuál es la única salida que veo? Que el grupo de militares que no está de acuerdo con el gobierno realmente haga las cosas como debería y se ponga del lado correcto de la Historia, que apoye la justicia y no el fraude. Pero es muy difícil, porque es un círculo vicioso: si esas personas dejan el poder, sus cabezas ya tienen precio. Entonces no se mueven”.
¿Una nueva elección?
La idea la sugirió el presidente brasileño, Lula da Silva, la semana pasada; y la apoyó Gustavo Petro, mandatario de Colombia: que en Venezuela se podrían hacer nuevas elecciones.
Desde Caracas, R. es categórica: “Para nosotros, eso está totalmente descartado”.
- ¿Por qué?
- Imagínate todo lo que costó llegar con las elecciones hasta donde estamos hoy. Nadie creía que esto podía pasar. Hace unos meses se decía que las elecciones eran una broma, una burla más para legitimar a Maduro. Y entonces se logra todo esto… Imposible pensar en otras elecciones, ¿para qué? Es una pérdida de tiempo, una ridiculez.
Desde el estado de Zulia, N. también es enfático: “Hacer nuevas elecciones podría traer consecuencias muy peligrosas entre los ciudadanos, mucha rabia entre oficialistas y oposición. Aparte de que en cada elección debemos luchar con un funcionario enviado por el CNE, llamado Coordinador CNE, cuyo propósito únicamente es estropear el proceso. Lo implementó el régimen desde que empezó a perder electores en los centros de votación, y es una persona que niega el desempeño normal de los actos electorales como lo dictan los reglamentos”.