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El pasado misionero en Valparaíso del candidato a embajador de Estados Unidos en Chile

El pasado misionero en Valparaíso del candidato a embajador de Estados Unidos en Chile
Ex agente de la Patrulla Fronteriza de EE.UU. y cercano colaborador de Donald Trump, es el nominado como próximo embajador en Chile. Pese a que hoy su perfil es reconocido por su liderazgo en temas de seguridad y migración, guarda una relación cercana con el país, especialmente con Valparaíso, donde sirvió como misionero mormón durante los 90.
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En diciembre del año pasado el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció a su candidato para reemplazar a la actual embajadora del país, Bernadette Meehan, en Chile.
Se trata de Brandon Judd, un experto en seguridad de origen norteamericano que hasta su jubilación -en 2024- ejerció como presidente del Consejo Nacional de la Patrulla Fronteriza, grupo sindical que representa a más de 17.000 agentes y personal de apoyo en la frontera.
“Lo conozco personalmente y he trabajado con él durante los últimos nueve años. Brandon me ayudó a desarrollar e implementar las políticas de seguridad fronteriza más efectivas en la historia de nuestra nación. Además, he visto cómo, de manera honorable e inalcanzable, Brandon ha representado a los agentes fronterizos que lo eligieron como su voz”, aseguró Donald Trump a través de la red social Truth, en diciembre.
Sin embargo, la elección de Judd como candidato a la embajada chilena podría no ser coincidencia o mero azar. El norteamericano nacido en el estado de Arizona guarda una relación cercana con Chile y habla español fluido.
El martes de esta semana, frente al Comité de Relaciones Exteriores del Senado -entidad que debe someter a votación la candidatura de Judd-, el norteamericano afirmó que durante los años 90’ sirvió como misionero de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, específicamente en la V región.
“La diplomacia entre Estados Unidos y Chile se extiende desde hace 200 años. Nuestra relación se funda en el compromiso mutuo por la democracia. Además, compartimos una creencia en los derechos individuales a la vida, a la libertad y la búsqueda de la felicidad. Eso crea una fuerte solidaridad entre los chilenos y los americanos. Yo mismo pude verlo cuando viví en Chile’”, aseguró Judd frente al comité.
Brandon Judd frente al Comité de Relaciones Exteriores del Senado
Entre 1992 y 1994 el estadounidense cumplió con uno de los principales mandamientos de la iglesia mormona para quienes tienen entre 18 y 25 años: poner su vida en pausa para salir a predicar el evangelio. Se trata de un acto voluntario en el que -quienes deciden misionar- son enviados durante 24 o 18 meses a un destino previamente asignado dentro de su país de origen o en el extranjero.
En Valparaíso, recién salido del colegio, Brandon Judd coincidió con el ex misionero de origen mexicano, Paul Whettern. “Ahí estuvimos juntos dos o tres meses”, cuenta Whetten en conversación con DF MAS. “Trabajamos muy de cerca durante mi último mes antes de terminar mi misión en enero del 94. Yo era líder de zona, y él líder de distrito. Lo pasábamos muy bien juntos”, añade.
“Como misionero, se veía que estaba lleno de gozo”
Paul Whetten dice que recordar su etapa como misionero de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la región de Valparaíso es como “abrir un baúl de recuerdos”.
Durante dos años, el mexicano compartió con más de 200 misioneros provenientes de diferentes partes del mundo, entre ellos, Judd. Juntos, comenta, fueron parte del grupo que recorrió los barrios de Casablanca, Placeres, El Rodelillo, Esperanza, Boriquén y Barón, ubicados en la comuna de Valparaíso. Como recuerdo, cuenta Whetten, aún guarda el lienzo que diseñaron como grupo misionero.
Sobre cómo recuerda a su compañero Brandon Judd, Whetten cuenta que, pese a que solo compartieron 3 meses juntos, el norteamericano sobresalía por ser un joven honesto y directo. “Él hablaba sin pelos en la lengua. Era muy franco en su comunicación, pero también era una persona muy feliz y sonriente. Como misionero, se veía que estaba lleno de gozo por lo que estaba haciendo y por dónde estábamos”, cuenta Whetten.
Lienzo misión 1994, Valparaíso.
-¿Recuerda algún hobbie que Judd tuviera durante esos años?
-Él es de un pueblito pequeño de Arizona, que se llama Saint David. Recuerdo que siempre contaba que estaba involucrado en varios deportes ahí. Sí, era un joven entusiasmado por los deportes y también recuerdo que le interesaba el rubro de la policía.
Judd y Whetten compartieron de cerca, cuenta el mexicano, cuando ambos tuvieron cargos de liderazgo dentro del grupo misionero en el que estaban. Mientras que Whetten asumió como líder de zona de Valparaíso, Judd fue asignado como líder de un conjunto de barrios dentro de la comuna.
“Con ese cargo a Brandon le tocaba dar capacitaciones cada semana a los misioneros de su distrito. Si había problemas entre las duplas de misioneros, él trabajaba con ellos para arreglar cualquier roce que hubiera. Resolvía dudas que existieran entre los miembros y también estaba a cargo de la interacción con los líderes locales de la Iglesia, los obispos y los presidentes. Todo esto sumado, obviamente, a su obra misional”, recuerda Whetten. “Era un muy buen líder”, agrega.
“Vamos a cumplir con las reglas. Punto final”
Algo que Whetten destaca de su paso por Chile es el lazo afectivo que tanto él como su grupo de misión alcanzaron a formar con el país. “Nos gustaba celebrar las Fiestas Patrias, las costumbres de la Pascua y de la Navidad. Participamos en todas esas cosas y, además, pasábamos mucho tiempo en los hogares de chilenos. De hecho, muchos vivíamos con familias chilenas entonces, más que venir solamente a aprender español y enseñar el Evangelio de Jesucristo, también empezamos a sentir y conocer la cultura chilena”, cuenta.
Entre risas, Whetten menciona que varios del grupo aprendieron diferentes modismos. Uno de ellos, cuenta, fue Brandon Judd. “Él aprendió el español chileno y su manera de hablar. A varios se nos pegó el ‘poh’”, cuenta, entre risas. “En el caso de Brandon, me imagino que para él debió significar un cambio importante cuando llegó a trabajar a la Patrulla Fronteriza, porque ahí hay muchos mexicanos. Su español, en ese sentido, debió haber sido un poquito diferente al del resto”, añade.
Cuando se le pregunta a Whetten por alguna anécdota con su ex compañero, el mexicano hace una pausa para pensar. “Al final de nuestra misión, a Brandon le tocó misionar con un compañero que… ¿Cómo lo digo?”, dice, complicado. “A ver, la verdad es que a veces nos tocaban compañeros con los que nos llevábamos súper bien, pero también había otros a los que, más bien, uno tenía que aguantar. Cuando coincidimos en la misma misión, a Brandon le tocó una dupla de las que uno tiene que aguantar. Y ese compañero ya había sido mi dupla antes. Entonces, para ayudarle a él, a veces hacíamos intercambios”, admite. “Él se iba con mi compañero y yo me iba con el suyo a trabajar durante el día. Era una forma de darle un respiro a Brandon”, cuenta.
-Uno se imagina que, por su rol como agente fronterizo, Judd puede ser una persona de carácter fuerte…
-De lo que he observado de Brandon y del carácter que conocí en Chile, él puede ser firme sin ser áspero. Por ejemplo, sobre el mismo compañero que ya mencioné, él era una persona muy difícil, que no quería seguir las reglas que teníamos como misioneros. En un momento, recuerdo, Brandon, tajante, le dijo: ‘Vamos a cumplir con las reglas. Punto final’. Pero no lo dijo de una manera en que le faltara el respeto. Como líder también le tocó ayudar a otras duplas en cuanto a su obediencia a las reglas y él sabía motivarlos, darles consejos, sin ser demasiado duro con ellos. Él era un buen chico, con un sentido muy desarrollado en cuanto a lo que es el bien y a lo que es el mal”.
Enero 1994. Judd sobre los hombros de Whetten
“Él ama Chile”
Tras terminar su misión, Whetten cuenta que no mantuvo contacto con Judd. Sin embargo, asegura, en diciembre de 2024, luego de que Trump lo nominara como candidato a la embajada chilena, Judd lo llamó por teléfono.
“Él está sumamente feliz por regresar a Chile. Es un sueño que todos los que misionamos tenemos”, cuenta el mexicano. “Obviamente aún tiene que recibir la confirmación del Senado, pero Brandon está emocionado y entusiasmado de volver. Más encima porque tiene que llevar a su esposa”, dice.
Y añade: “Cuando nos vinimos de la misión, todos dejamos un pedazo de nuestro corazón en Chile. Yo estoy seguro de que Brandon siente ese mismo afecto por los chilenos y creo que para él debe ser un privilegio poder regresar. Obviamente creo que él va a seguir todas las instrucciones del Presidente en cuanto a la relación que tenga que mantener con Chile, pero en cuanto a su corazón y a lo que él siente… ¿Qué te puedo decir? Él ama Chile”.