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La historia de cuatro chilenos que narran cómo enfrentan la inflación día a día

La historia de cuatro chilenos que narran cómo enfrentan la inflación día a día

El IPC registró un incremento mensual de 0,4% durante agosto, acumulando 3,2% en lo que va del año y 4,8% en 12 meses. Estos datos representan la mayor cifra de inflación anual desde enero de 2016, según los datos del INE.

Por: Emilia Larraín y Marcos Sepúlveda | Publicado: Sábado 18 de septiembre de 2021 a las 04:00
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Julio, Mario, Norma y Vivian son parte de ese 53% de los chilenos que consideran que el principal problema económico del país son los precios y la inflación, según la última encuesta de Cadem publicada el 13 de septiembre.

Han debido dejar de comprar algunos alimentos o trabajar horas extras para poder llegar a fin de mes, debido al alza continua de los precios en casi todo tipo de producto, especialmente los de primera necesidad.

En Chile, la inflación había dejado de ser un problema para el bolsillo.  El país era uno de los pocos de América Latina donde la establidad de los precios sumaba décadas.

Hasta la primera mitad de los años ‘90 la inflación estaba sobre los dos dígitos en el país. Entre 1972 y 1976 llegó incluso a superar el 500%.

Y ahora, con la pandemia del Covid-19, este viejo fantasma volvió a aparecerse: todo sube por culpa del exceso de dinero en la economía y la escacez de varios productos en el mundo entero, debido a que las cuarentenas han afectado la producción en todo el planeta.

Aquí cuatro personas mayores de 50 años cuentan cómo sortean ahora -y cómo lo hicieron antes- las dificultades de este fenómeno económico.

500% de inflación

Julio Gabandina (68) vende diarios desde 1961 en la icónica esquina de Morandé con Alameda en el centro de Santiago. Heredó el oficio de de su padre y se crió cantando las noticias a partir de los 6 años. En su local ha atendido a ministros y mandatarios, y más de alguno se “ha desayunado” leyendo los titulares de los periódicos que cuelgan de sus paredes.

En ese mismo local recuerda haberse informado del 500% de inflación en el último año del gobierno de Salvador Allende, pese a que el precio de los bienes los fijaba el gobierno.

Por estos días, aunque a otra escala, ha recordado aquellos tiempos. “El negocio de venta de diarios ya no da para vivir tranquilamente. Por ello, hoy su negocio se sustenta en la venta de cigarrillos y golosinas.  “Pero los confites y bebidas también han aumentado de costo”, cuenta. Pone como ejemplo la célebre Negrita (hoy Choquita), que antes costaba $ 300, y hoy se vende a $ 500.

Todos los fines de semana va a comprar a La Vega frutas y verduras. “Hay un cambio evidente, han subido demasiado”, señala. Hace un tiempo, comenta, “se podían hacer maravillas con $ 5 mil” . Hoy eso solo le alcanza para un poco de pan y verduras. Solo un kilo de tomates supera los $ 1.200, y el pan ya está en promedio sobre los $ 1.300. “Creo que esto se va a normalizar y los precios volverán a ser menores”, dice mientras atiende a uno de sus clientes.

Un tomate para dos

Norma Guarachi (50) trabaja haciendo aseo municipal en la comuna de Santiago. Llegó a Chile hace 20 años desde Perú con su marido. Los dos ganan el sueldo mínimo ($ 337 mil cada uno) y viven en una pieza que arriendan por $ 250 mil mensuales en Quinta Normal, donde además deben pagar $ 9 mil cada uno en gastos comunes como agua y electricidad. “Eso es lo que más han subido (...) ya no nos alcanza” se queja Norma.

Antes pagaba $ 5 mil por esos gastos comunes. “Y se cobra por persona y no por habitación, como antes”, añade.

Desde que los precios del arriendo comenzaron a subir, ha tenido que buscar trabajos alternativos o hacer jornadas de doble turno. Aun así, debió hacer recortes a su presupuesto, sobre todo en la canasta de comida: “los tomates hay que comprarlos muy medidos, de repente tenemos que hacer cundir un tomate entre los dos y cuando podemos agregamos algo más”. Estas modificaciones, confiesan, les permiten llegar a fin de mes.

Otro ejemplo en donde Norma nota diferencias es el precio del pan. Hace cinco años, dice, “siempre” estaba incluido en sus compras diarias, Hoy, en cambio, lo consideran un lujo. El kilo de marraqueta o hallulla ya supera los $ 1.500. Hace dos años no pasaba de los $ 1.200.

Norma y su marido debieron sacar los tres retiros del 10% de sus fondos de pensiones para poder ponerse al día con sus deudas.

Pintura y política

Mario Saa (72) vive hace más de 20 años en un departamento en el centro de Santiago. Se crió en el campo y recuerda la lucha constante por el azúcar en la década de los ‘70. “Era un producto inalcanzable para nosotros y nos las teníamos que ingeniar con miel”, señala.

Cuando cumplió 18 emigró a Santiago y comenzó a participar en campañas políticas. Lejos de iniciar una carrera en esa línea, su experiencia lo alejó de aquel mundo.

Y optó por ser pintor de casas. Cuenta que al mes ganaba $ 600 mil, sin contar la pensión solidaria que recibe del gobierno. Le alcanzaba bien, e incluso lo que ahorraba en tres meses le servía para no tener que trabajar el cuarto.

Ahora el panorama es diferente. Los precios han subido y su sueldo le rinde solo para un mes. Mario es fanático del cine, las películas que más le gustan son las comedias. Pero ahora sus ingresos “no dan para ese capricho”, se queja.

Su arriendo también ha subido. En 2003 pagaba $ 120 mil, y hoy son casi $ 200 mil, más gastos comunes, que van desde los    $ 10 mil. Mario tiene una pensión básica de $ 160 mil.   

Explica que su plata se gasta principalmente en vivienda y salud, ya que padece de una enfermedad a los pulmones que no le permite seguir trabajando con pintura.

Menos carne

Vivian Loyola tiene 56 años, trabaja en un hospital público de Santiago. Tenía solo 7 años cuando Chile sufría dehiperinflación.

Ahora dice que la subida de precios se nota fuerte en alimentos básicos como arroz, fideos y verduras. Hace 10 años gastaba aproximadamente $ 7 mil en una comida para ella y su hijo, pero hoy con esa plata apenas alcanza para un solo plato. “No dejamos de comer nada, sino que redujimos su cantidad”, señala.

Están comprando menos carne y pollo, “están muy caros”. Estos productos subieron 13% en relación a 2020. Por lo mismo, este 18 no hará un asado como en años anteriores.

Además, relata, por la crisis sanitaria ha tenido que invertir más en útiles de aseo, mascarillas y alcohol gel. Estos últimos productos no están incluidos en la canasta con la que se mide el IPC.

Por miedo al futuro no quería realizar el primer retiro del 10%, hasta que su madre se enfermó y tuvo que llevarla a una clínica. Se vio obligada a sacar su 10%. “Los jóvenes de clase media no conocen lo que es pasar carestías”, señala y cuenta que para la crisis de los años ‘80, cuando la inflación también se disparó, debían comer subproductos de animales, que era lo más barato para obtener proteínas.

Siente que hoy los chilenos no alcanzan a llegar a fin de mes, no tanto por lo caro de los alimentos, sino que por el alto costo del transporte público y el acceso a servicios sociales. Al mes gasta $62 mil en locomoción, lo que representa más del 12% de su salario.

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