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Una vuelta diferente a clases en el jardín: las medidas y la trazabilidad
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Desde el 1 de marzo vuelven las clases presenciales, según anunciaron desde el Ministerio de Educación. La noticia obligó a distintos establecimientos a prepararse para recibir a los alumnos y responder a las inquietudes de los apoderados. Con los jardines infantiles pasa lo mismo: miles de niños en su primera etapa educativa volverán a ver a sus compañeros en aulas y patios.
El anuncio ha generado debate, por el miedo y la incertidumbre de los padres ante el dilema de si llevar o no a sus niños más pequeños a clases en medio de la pandemia.
Todos coinciden en que más allá de las aperturas, la decisión final recaerá sobre las necesidades, posibilidades y decisiones de cada grupo familiar. Mientras tanto, los jardines de todo el país ya se preparan.
De norte a sur, la experiencia de 2020 con las dificultades para sostener la atención de los chicos en las videollamadas y los protocolos de higiene, indican un regreso a clases con fuerte presencia en los patios, traslados de menores con mascarilla, alcohol gel en las aulas, jabón en todos los baños para el lavado de manos y mucha pero mucha ventilación.
En el jardín los niños sociabilizan, juegan, comparten, se abrazan, pelean. Y por eso tambiién en estos recintos se hará hincapié en la responsabilidad social adulta para que los padres no los lleven si están con fiebre o síntoma.
Protocolo para infantes
Los jardines están pensando en sacar todo el provecho posible a sus patios en los meses que quedan de buen tiempo. Las clases al aire libre permiten asegurar la distancia social entre los niños, y la ventilación que poseen estos espacios son un punto clave para que ir a clases sea seguro.
Por la forma en la que se propaga el virus, la renovación del aire es algo fundamental para evitar grandes contagios, y eso es lo que han hecho en Nueva York, Barcelona, Italia, Dinamarca y casi todo el mundo: lecciones al aire libre, en patios, parques y hasta en calles, cedidas por los propios gobiernos locales en aquellos centros educativos que no disponen de espacio. También se ventilarán las salas cada cierto tiempo y se reducirán las superficies de contacto.
En el jardín Yumbel de Las Condes, por ejemplo, fue difícil captar la atención de los niños a través de la pantalla. Las inquietudes de cómo iban a seguir trabajando desde marzo del año pasado rondaban a todo el equipo educativo, cuenta Lorena González, directora del establecimiento que sigue la metodología Montessori.
No estaban preparadas, pero apenas se decretaron las cuarentenas, crearon plataformas educativas para poder hacer clases a los párvulos. Intentaron con Zoom y clases en vivo, pero los niños no lograban concentrarse más de 15 minutos, aun con los padres a su lado. Así que cambiaron a Classroom, una plataforma de Google donde dejaban videos grabados –"cápsulas"- con ejercicios para que los alumnos vieran junto a los apoderados.
Las cápsulas fueron la solución: los padres podían verlas en cualquier momento de la semana junto a sus hijos. Otro aspecto que trabajó el establecimiento fue una escuela de padres, donde vieron temas como la contención emocional en pandemia, educación para la paz -cómo resolver conflictos con los niños de forma pacífica- y cómo preparar un ambiente Montessori en casa.
Esto último era algo importante, explica González, por lo que en las cápsulas también mostraban a los apoderados cómo potenciar el trabajo de vida práctica, que tiene que ver con enseñar a toser tapándose con el brazo, cómo barrer el piso y cómo lavarse las manos correctamente.
Adriana Gaete, vicepresidenta de JUNJI.
El rol de la familia
La educadora explica que los protagonistas en el proceso educativo pasaron a ser los papás, mientras que el equipo educativo era el que mediaba en la educación de los niños entre los papás y el alumno. Los papás eran los profesores en la casa, ellas los guiaban.
Los casi 90 mil niños que forman parte de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI, que cuenta con más de 1.300 jardines en todo el país) también vivieron algo similar durante el 2020. Nuestra forma de contacto pasó a ser la familia, las mamás, los papás, las abuelitas, cuenta la vicepresidenta de JUNJI, Adriana Gaete a DF MAS, quien cree que la vía más exitosa que probaron fue el uso de una aplicación que diseñaron. Se llama Mi Jardín JUNJI, donde se conectaba, a través del teléfono, directamente a las educadoras de las salas de cada niña y niño con la familia.
Algunos jardines pudieron retomar las clases presenciales desde noviembre del año pasado, dependiendo de la fase en que se encontraba su comuna. González recuerda que las últimas clases por Zoom que hicieron fueron hechas desde las aulas de los párvulos. "Cuando los niños vieron su salón se sorprendieron tanto, decián 'mamá, mi jardín, mi jardín', se pusieron tan contentos de volver a ver sus salas, el lugar, su jardín que me dio la energía y las ganas de volver a abrir el jardín".
Para los apoderados lo más importante han sido los protocolos de sanitización de cada establecimiento, pero según la experiencia de la JUNJI, cuando retomaron las clases en el jardín, iban pocos niños y, a medida que pasaban los días, los apoderados empezaron a ganar confianza y a llegar más niños. En el caso de González, los papás se dieron cuenta con el tiempo que su protocolo funcionó. No han tenido ningún contagio entre los niños y las profesoras en estos meses que retomaron las clases presencialmente.
También han pedido a los padres que, si su hijo se siente mal, si tiene fiebre, que no lo mande a clases en el jardín: "La prevención no depende solo del jardín, sino que de toda la comunidad educativa", advierte.
Pero el regreso fue diferente. Ahora los papás no pueden acompañar a sus hijos en los primeros días de clase, al momento de ingresar se cambian de zapatos por unos que utilizarán solamente en el jardín, no es importante que usen la mascarilla dentro de la sala, pero sí en los traslados, se desinfectan las manos con alcohol gel en la entrada y de manera constante, hay todo un protocolo, señala González. Incluso tienen una carpeta de trazabilidad donde registran la temperatura de los niños. Lo mismo ocurre con las educadoras del jardín Yumbel.
En los jardines de la JUNJI los equipos de cada jardín toman las decisiones para ir atendiendo a los niños que más lo necesitan. Para mantener la seguridad sanitaria, lo que hicieron fue establecer que ciertos niños van unos días y otros niños van otros días.
La idea es tener recintos más despejados, por lo que han adecuado los espacios al aire libre, los patios, como espacios de aprendizaje. Gaete agrega que, de acuerdo con el calendario de vacunación, de aquí a la primera semana de marzo, todas las educadoras y técnicos -que son cerca de 13 mil- estarán vacunadas.