Opinión
La columna de J.J.Jinks: Casi perfecta

La columna de J.J.Jinks: Casi perfecta
Lo preocupante con JAK no es solo que carezca de equipos bien conformados, sino más serio aún, parece sentirse cómodo con una cuadrilla de un capital humano más bien del montón que no le hacen sombra alguna a su liderazgo.
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Ante la evidente carencia de una estrategia consistente en la campaña de Evelyn Matthei y su consiguiente pérdida de la pole position indiscutida, por oposición todos parecen descubrir las bondades de su contendor José Antonio Kast.
Sin embargo, lo que hoy parece una novedad, en realidad no es novedad. Hace cuatro años en un ambiente extremadamente hostil para sus ideas, JAK desarrolló una campaña en primera vuelta casi perfecta que le permitió obtener un sorprendente primer lugar luego de que sólo seis meses antes la derecha había sido barrida con escándalo en elección de convencionales constituyentes. Demás está decir que el entonces representante de Chile Vamos obtuvo una paupérrima votación en esa elección presidencial.
Es cierto que en la segunda vuelta con Boric las cosas fueron menos felices, imposible olvidar un extrañísimo viaje a Estados Unidos a pocos días de la elección donde nunca fueron capaces de explicar a qué había ido (¿a qué habrá ido?). No obstante, ese lunar no ensombrece para nada lo que fue una performance que sorprendió a propios y rivales, coronada con una gran elegancia y gracia a la hora de la derrota democrática.
La receta parece no haber cambiado mayormente y nuevamente ha mostrado ser efectiva. Apariciones esporádicas en el tiempo y cuidadas en sus formas, él mismo es su principal vocero con lo que evita las dificultades propias de tener que coordinar un coro de múltiples voces, mensajes claros y en un formato entendible que abordan las preocupaciones ciudadanas más urgentes.
A todo ello agrega una actitud zen frente a los ataques, no pica con facilidad, y una dosis de humor medio alemanote –no le pidamos peras al olmo- pero humor al fin. Este cóctel combinado con un manejo impecable de la bendición que terminó siendo la aparición por derecha de Kaiser -quien se apropió motu proprio del mote de extremo- lo tienen en una merecida posición expectante.
El panegírico lo dejamos hasta aquí y abrimos el cajón de las preocupaciones. Es largamente sabido que una buena campaña electoral tiene poco y nada que ver con las habilidades requeridas para gobernar salvo ser una condición necesaria. A nadie parece importarle los equipos con que cuenta cada candidatura, Matthei ha intentado poner foco en esto con nulo éxito, pero son claves a la hora de ejercer la primera magistratura del Estado.
Lo preocupante con JAK no es solo que carezca de equipos bien conformados, sino más serio aún, parece sentirse cómodo con una cuadrilla de un capital humano más bien del montón que no le hacen sombra alguna a su liderazgo. Estamos experimentando en toda su magnitud los dolores de un Estado manejado por funcionarios mediocres, cambiar el signo político y mantener el adocenamiento sería simplemente una condena difícil de sobrellevar.
Lo otro que está por verse y donde JAK está al debe es en su capacidad ejecutiva. Prácticamente no ha tenido experiencia al respecto, parlamentario, dirigente político y desde hace algunos años sempiterno candidato presidencial. La única prueba seria que tuvo por delante fue la segunda convención constitucional la cual fue controlada sin contrapeso por sus seguidores y su liderazgo fue totalmente ineficaz pues dilapidó miserablemente la oportunidad.
¿Se puede gobernar adecuadamente sin llegar a acuerdos con los que piensan distinto o al menos tender puentes con ellos? Parece difícil, pero ésta como las anteriores debilidades están totalmente fuera de las campañas de sus rivales y Kast sigue impertérrito avanzando hacia la meta con su campaña casi perfecta.