Personaje
Juan Santa Cruz, el chileno detrás del restaurante del momento en Nueva York
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Cuando Juan Santa Cruz (51) agendó a sus amigos y socios la apertura del nuevo restaurante Casa Cruz en Nueva York, nunca imaginó el éxito de la convocatoria. Más de 300 personas llegaron la noche del 9 de septiembre hasta la mansión de seis pisos ubicada en pleno Upper East Side, el sector más elegante de Manhattan. Algunos incluso viajaron desde diferentes lugares del mundo y por supuesto desde Londres, donde él vive y donde opera el original y famoso Casa Cruz, al que suelen ir desde Elton John, el príncipe Harry y Mick Jagger.
“Invité a los socios partners y a mis amigos. Y fue genial, porque en realidad estamos tan ocupados con todo el tema de la construcción, que ha sido increíblemente difícil por el Covid y por todo lo demás, que invité recién dos semanas y media antes. Y un montón de gente empezó a contestar inmediatamente. Varios dijeron ‘yo ya había reservado un pasaje. No me la pierdo por nada’.
Llegó gente de todas partes del mundo. No sabes lo emocionante que fue. Tengo amigos que viajaron por la noche, aterrizaron a las 18:00 de la tarde, vinieron a la fiesta y a las 10:00 ya estaban en el aeropuerto de regreso”, cuenta entusiasmado desde Londres, donde vive hace casi diez años.
Todos detalles que fueron escogidos por Santa Cruz, quien reconoce que cuando se involucra en un proyecto, no deja nada al azar. “Cuando me decido a hacer algo, no paro hasta que lo termino. Así es que no había opción de no terminarlo bien. Ya que estoy metido en esto, más vale que lo haga bien, ¿no?”, dice. “Yo diseño mis propios lugares, me los imagino, dibujo todo y luego contrato a una firma de arquitectura que conozca las regulaciones locales, y ellos hacen los dibujos técnicos. Yo les voy comentando los detalles. Todo lo que ves, lo que escuchas, lo que tocas, hueles, lo diseñé yo”, explica.
Karl Lagerfeld y Galliano
Juan Santa Cruz nació en Chile el año 1971. Su padre, Juan Manuel Santa Cruz, se dedicaba a los negocios agrícolas de la familia y su madre, Angélica Ducci -hermana de Mercedes Ducci de Comunidad Mujer, de la decoradora Ximena Ducci, del cardiólogo Héctor Ducci y de Margarita Ducci de la Red Pacto Global-, fue la primera mujer jefa de Servicio de Política y Sistemas de Formación de la OIT. Fue por su trabajo que los Santa Cruz Ducci partieron a vivir a Uruguay.
Juan tenía 17 años cuando cambiaron su domicilio por Suiza. Luego él decidió partir a Babson College en Boston, donde se graduó con honores en Finanzas y Economía. Trabajó cinco años en finanzas en Bankers Trust en Nueva York. “Me encantaba y además lo hacía bastante bien”.
En 2000 se convirtió en socio de The Exxcel Group en Buenos Aires, en esos años, uno de los más grandes fondos de private equity de Latinoamérica. Pero justo lo pilló la crisis. “Y ahí dije: ´esto me dio una oportunidad para pensar qué hacer con mi vida´. Y pensé: ‘No quiero tener un trabajo que se sienta que es un trabajo’”, recuerda.
Con 29 años -aunque reconoce que no se sentía tan joven en esa época- reflexionó sobre lo que le gustaba y para lo que era bueno: “Me encantan los lugares espectaculares, me encanta la gente interesante, soy bueno para hacer pasar bien a la gente, me encanta la buena comida y los buenos vinos, así que un restaurante conjugaba todas esas cosas”.
En diciembre de 2004 abrió el primer Casa Cruz, en Palermo Viejo en Buenos Aires, completamente diseñado por él, y se transformó en un éxito rotundo. “Saliendo de la crisis se transformó en un momento mágico en Argentina. De repente, renació y empezó a llegar gente de todas partes del mundo. Y como yo tenía el restaurante más famoso de Buenos Aires en ese momento, pasamos a estar en el centro de todo: venía gente de Francia, de EEUU, a hacer filmaciones, sesiones de fotos para revistas. De repente tenía en mi restaurante desde Karl Lagerfeld hasta Galliano, modelos, todo en Buenos Aires, que era como estar al fin del mundo, pero yo me sentía como en París”.
Después vino la apertura de Isabel, bautizado así en honor a su abuela, Isabel Budge, luego le pidieron que diseñara el Faena Arts Center en Puerto Madero y más tarde abrió Aldo’s, el winebar que hoy maneja Aldo Graziani, su ex socio.
Humitas y pisco sour
Las cosas en Argentina volvieron a complicarse y los amigos de Santa Cruz le insistían en que se mudara a Londres o Nueva York. En 2013 lo decidió. Partió a vivir a la capital inglesa, y en pleno Notting Hill abrió un nuevo Casa Cruz. “Por suerte fue otro éxito rotundo. Después vino Isabel y luego Natalie (una mezcla entre una tienda de delicatessen y un mercado con comida fresca). Todos éxitos, gracias a Dios”, cuenta.
"Cuando pusimos la humita en el menú en Londres la gente se volvió loca y la empezaron a copiar varios otros restaurantes. no sabían cómo hacerla, le ponían crema, lo que la deja súper pesada. La mía la hago con choclo rallado a mano, ese es nuestro secreto”.
Sin ser un club, Casa Cruz se transformó en un punto neurálgico de entretención para la elite londinense. Desde Kate Moss hasta los Beckham y Madonna se transformaron en clientes frecuentes, el pisco sour en uno de los tragos típicos de los comensales y la humita, deconstruida por Santa Cruz y servida en unos recipientes de plata con albahaca, en el plato estrella. “Cuando la pusimos en el menú en Londres la gente se volvió loca, hasta el punto que la empezaron a copiar varios otros restaurantes. Por supuesto, no sabían cómo hacerla, le ponían crema, lo que la deja súper pesada. La mía la hago de la manera tradicional, con choclo rallado a mano, ese es nuestro secreto”, confiesa.
Instalarse en Nueva York era el paso siguiente. “No hay global brand que no esté en New York y Londres”, dice. Pero antes de instalarse en forma definitiva, en 2016 abrió un restaurante pop-up en Tribeca. “Era un piloto para ver cómo iba a salir y cuando vi el éxito, dije ‘tenemos que tener un lugar permanente. Ahí me puse a buscar, y encontré esta casa (en 36 East 61st Street). Me enamoré de ella y empezamos a negociar primero para arrendarla, pero terminamos comprándola”, rememora.
Exclusivas membresías
Para crear Casa Cruz en Londres y obtener el capital necesario, Juan Santa Cruz convocó a un grupo de 30 amigos que invirtieron en el proyecto. “Es como una sociedad de inversión, y están estas 30 personas y familias que son amigos de la vida, empujando para adelante con el restaurante, y eso es súper genial. Tengo los amigos más fabulosos que uno podría querer”, dice.
En Nueva York decidió replicar el modelo, solo que esta vez son 99 los socios del proyecto. Además de sus amigos, Santa Cruz quería que el grupo de miembros fuera diverso. “Quería armar una especie de cóctel, con neoyorquinos, internacionales, europeos, gente más grande, más joven y de distintos mundos, de la moda, del arte, de las finanzas. Un poquito de todo”, dice. Para esos miembros exclusivos, están reservados algunos de los salones de Casa Cruz, tanto en Londres como en Nueva York.
En un principio habrían dos niveles para los socios que quisieran entrar en la propiedad: aquellos que invertían US$ 250 mil y los que apostaban US$ 500 mil o más, que entraban en la categoría Legacy. Pero finalmente decidieron que solo entrarían inversionistas de US$ 500 mil.
“Cuando empezamos a armar la sociedad, el teléfono no paraba de sonar”, cuenta. Pero no cualquiera pasa el filtro, hay una selección y Santa Cruz reconoce que hay varios interesados que quedaron fuera.
-Claro, y entre ellos se contactan. Pero hay un montón que se conocían y se dieron cuenta de que eran socios en la misma fiesta.
Según The New York Times, esa noche del 9 de septiembre estaban entre los invitados la coleccionista de arte, empresaria y filántropa ruso-americana, Dasha Zhukova; Charlotte Santo Domingo, considerada por la revista Time como la treinteañera más rica del Reino Unido; la heredera de Faber-Castell, Victoria von Faber-Castell; la DJ de moda en Nueva York, Isabella Massenet; el hijo de la súper modelo Elle Macpherson, Flynn Busson. Además de la estilista Elizabeth Saltzman, el príncipe Achileas-Andreas de Grecia y la filántropa estadounidense, Jamie Tisch.
A poco más de un mes de la apertura, Santa Cruz, reconoce que ha sido una locura la cantidad de personas que quieren ir a Casa Cruz en Nueva York. “Llevo 20 años haciendo esto, desde que abrí mi primer restaurante en 2004. Y nunca había visto tal nivel de excitación en una ciudad tan importante”, dice. Cuenta que en las últimas semanas entraba un mail por minuto para reservar, y que tuvo que armar todo un equipo nuevo para lograr hacer las reservaciones.
“La verdad estamos tan llenos, tan llenos, que nos estamos dedicando a los socios y los amigos de la casa, pero me imagino que dentro de dos semanas vamos a poder trabajar de una manera más normal”, dice. Y agrega que en todo caso, “los chilenos siempre tendrán prioridad”.
Chile, la suerte y la felicidad
-¿Hace cuánto tiempo que no vienes a Chile?
-Bastante. Antes iba como una vez al año, pero con la pandemia y que he estado tan ocupado entre la construcción en Nueva York, fue hace cuatro años ya, me muero de ganas de volver.
-¿Te sientes más uruguayo, chileno, inglés?
-Uruguayo definitivamente no. Cuando la gente me pregunta, digo que soy chileno, punto. Pero obviamente tengo gran conexión emocional con Argentina y con Inglaterra. Aterrizo en Londres y ya me siento contento.
-¿Y te reúnes seguido con tu familia acá?
-Tengo mi tía Lucía (Santa Cruz) querida, que vivió en Londres y viene una vez por año. La veo siempre acá. Somos muy amigos. Y por casualidad empecé a conocer a los hijos de amigos de ella acá en Londres y nos hicimos todos amigos. Mis papás también viajan a Nueva York, porque tengo un hermano que vive allá.
-Tu mamá debe ser una gran influencia. Una mujer adelantada a su época con un cargo internacional muy importante.
-Mi mamá es genial. Lo más inteligente. Le gusta la gente interesante, gente que está cambiando cosas en el mundo. Eso es también lo que a mí me interesa, gente que está impactando la cultura del momento.
-¿Cómo ves hoy día la realidad en Chile?
-Mira, no sigo el detalle. No realmente, pero veo más o menos qué está pasando en Latinoamérica. Está en un momento muy complejo, desgraciadamente.
-¿Tienes alguna posición política al respecto?
-No, no, yo no me meto en política.
-¿Nunca te ha interesado?
-No, me interesa. Pero no es mi negocio y estoy bastante ocupado. Y creo que parte de mi éxito ha sido enfocarme en lo que hago para hacerlo bien. En un momento de mi vida dije: “Yo quiero estar with the best of the best”. Y eso obviamente demandó completa atención y enfoque en lo que hago.
¿Y cómo te visualizas de aquí a diez años más?
-Más viejo, con varios negocios. Ya tengo Nueva York abierto y estoy viendo otro que abrirá en septiembre del año que viene. Y tengo varias cosas más que estoy mirando para hacer cosas en otros lados.
-¿Te sientes un hombre feliz?
-Increíblemente feliz y con mucha suerte. Me ha tratado increíble la vida, a veces me pellizco porque no puedo creer que tenga tanta suerte. Tengo días en que las cosas no funcionan como yo quisiera, pero tengo una suerte increíble, amigos fabulosos que me han apoyado y querido a través de todo lo que he pasado en mi vida, en todos mis proyectos, locuras y sueños. Hago lo que quiero, estoy con la gente que quiero y donde quiero estar, tengo una gran suerte.