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Plumas x plumas

Plumas por plumas: Iván Jaksic por Fabián Jaksic

Plumas por plumas: Iván Jaksic por Fabián Jaksic

Los hermanos Fabián e Iván Jaksic obtuvieron con una diferencia de apenas dos años el mayor reconocimiento que un académico puede recibir en el país. El 22 de agosto recién pasado, Iván fue galardonado con el Premio Nacional de Historia y su hermano Fabián en 2018 obtuvo la misma distinción, pero en Ciencias Naturales.

Por: Isabel Ovalle | Publicado: Domingo 30 de agosto de 2020 a las 04:00
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“¿Dónde van a morir esos patos?”, le preguntó un día el historiador Iván Jaksic (66) a su hermano Fabián (68), biólogo y ecologista. Desde la terraza, los dos miraban un riachuelo que pasaba por el deslinde del terreno de la casa donde se agrupaban las aves. “Algún depredador se los comerá. ¿No creerás que existen cementerios de patos?

Ese tipo de conversaciones, en las que analizan la naturaleza y le buscan sentido al comportamiento de animales y hombres, son las que han ido afiatando la relación entre Iván, director del Programa de la U. de Stanford en Chile y presidente del directorio del Centro de Estudios de Historia Política de la U. Adolfo Ibáñez; y Fabián, profesor de la Facultad de Ciencias Biológica de la Universidad Católica.

 No es asunto de genética

Para ninguno de los dos se trata de algo heredado de sus padres. Los únicos hijos de la pareja formada por Nidia y Fabián, oriundos de Punta Arenas, obtuvieron con una diferencia de apenas dos años el mayor reconocimiento que un académico puede recibir en el país. El 22 de agosto recién pasado, Iván fue galardonado con el Premio Nacional de Historia y su hermano Fabián en 2018 obtuvo la misma distinción, pero en Ciencias Naturales. 

- ¿Cuánto de genética hay en esto? ¿Lo han conversado?

Fabián (F): Como biólogo sé bastante de evolución genética y selección natural y la teoría del “gen egoísta” de Richard Dawkins, que dice que los seres vivos, incluidos los seres humanos, somos nada más que paquetes temporales de genes que buscan perpetuarse ad infinitum, usándonos a nosotros como medio de reproducción. Uno podría decir bueno, heredamos un paquete de genes, sin embargo, hay mucho de azar y necesidad, porque nuestros padres eran personas comunes y corrientes.

Iván (I): Coincido con que no hay una razón genética en esto que nos sucedió, más bien tiene que ver con algo formativo. Haber crecido en Magallanes y de pronto aterrizar en Santiago, hace que sea una experiencia muy inédita y transformadora. Y lo otro, es que compartimos una ética de inmigrantes (croatas) que nos imprimió cierta disciplina que se reforzó con la enseñanza industrial que ambos compartimos donde aprendimos a relacionar lo abstracto, sobre todo lo matemático, con lo manual.

Su padre, reconocen los dos, vivió obsesionado con que sus hijos debían tener un oficio. Para Fabián Jaksic Rakela, los jóvenes que iban a los liceos a leer libros eran uno inútiles, y por eso sin preguntarle a sus hijos, apenas egresaron de la educación preparatoria a los 12 años los inscribió en la Escuela Industrial de Puente Alto para que cada uno obtuviera un oficio. Y así fue. Fabián es electricista e Iván operador de máquinas y herramientas. Para los dos, esta base fue un puntapié inicial en su formación y lo que les permitió trabajar para pagar sus estudios posteriores que poca relación tendrían con las ciencias que hoy los tienen en el podio de sus academias.

I: Más que un ejemplo profesional, nuestros padres o un asunto genético, yo creo que nuestro modelo fue una formación de oficios y una madre ávida lectora. Si uno crece en una casa con libros hereda el hábito de leer, que es muy importante.

F: Mi papá sólo se leía la página de la hípica y después se quedaba dormido.

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 Lobos solitarios

La cuarentena los ha mantenido recluidos en sus casas, dedicados a hacer clases en línea -modalidad que no termina de convencerlos-, a leer y trabajar. Se llaman por teléfono, conversan un rato y, como comparten el ser “lobos solitarios”, el confinamiento les ha venido bien.

F: Yo fui víctima del Covid-19. A principios de abril llegué a la clínica en muy malas condiciones. Me dejé estar pensando que era una gripe fuerte y terminé hospitalizado 15 días. Estuve conectado 24 horas al día con una máscara que no me dejaba hablar ni leer la pantalla de mi celular. Apenas recobré la lucidez lo primero que dije fue “¡Chuta! No he escrito mis memorias.”

-Y, ¿empezó a escribirlas?

No aún, fue solo una idea (ríe). Me quedan muchos años más.

- ¿Cómo han vivido en lo personal el confinamiento?

I: Los primeros días estuve muy preocupado por Fabián, lógicamente pero menos mal todo salió bien. Y, a partir de ahí, vivo permanentemente pensando en esa sensación de la temporalidad y la mortalidad. En lo práctico, he aprovechado de ponerme al día con trabajos que tenía pendiente, pero echo de menos a mis alumnos.

F: Con el tiempo me he dado cuenta de que es como que no se hubiera notado mucho la falta del contacto con el profesor. Yo llevo más de una década viviendo solo. Me acompaña un perro y un gato y con eso me basta. Esto ha significado tener dominio completo de mi tiempo.

En medio de la cuarenta y de manera inédita se hizo la selección del vigesimocuarto Premio Nacional de Historia y a través de Zoom la entrega del reconocimiento.

I: Ese día me puse a leer un libro absorbente (El milenio de Virgilio) para no estar pendiente comiéndome las uñas. Pero claro, llegó un punto en que sentí que tenía que moverme así que me puse a lavar platos y cuando estaba terminando de ordenar la cocina a las 1 en punto me llamó el ministro de Educación para darme la noticia.

F: Tampoco podría olvidarlo. Era medio día y estaba en pijama tomándome un café en la terraza cuando me empezaron a llamar. Yo no contesto números desconocidos, pero fue tal la insistencia que atendí: era la ministra de ese entonces (Adriana Delpiano) quién me dijo: “¡Véngase ahora!” Me vestí, tomé un taxi y llegué a la Moneda.

 

Depredadores y presas

Sobre el estallido social, interpretan la contingencia como un ciclo biológico de “depredadores, presas, virus y bacterias”.

I: En el siglo XIX vivimos la construcción del Estado y durante el siglo XX, la retirada del Estado. El estallido social de octubre y la posterior pandemia para mí han revelado que lo más importante es que, aunque se haya perdido confianza en el Estado, este tiene responsabilidades importantes. Pese a la sensación de incertidumbre que se respira, la pandemia le devolvió un papel legítimo al Estado. Y yo me inclinaría más bien por recuperar una tradición reformista, de no reescribir una Constitución.

F: Yo soy ecólogo y le planteo a mis alumnos que la humanidad va a desaparecer por una invasión alienígena o por algún virus. Y esta pandemia nos recordó la poca certidumbre que tenemos acerca de qué nos puede pasar en términos de depredador-presa. Nuestros peores enemigos no son los pumas ni los leones: es el hombre depredando al hombre o un virus llamado Covid-19. Desde un punto de vista biológico este virus es muy poco importante: apenas tiene 1 o 2 por ciento de mortalidad, pero nos tiene con unas restricciones tremendas. Lo que nos tenemos que cuestionar es que no es necesario que algo nos mate a todos para transformarnos globalmente.

I: Historia y Biología son compartimentos estancos. Creo que eso es parte del diálogo que hemos tenido entre los dos. He aprendido mucho del trabajo biológico de Fabián y ojalá que él también de historia. Y, a propósito de lo que él mencionaba, nosotros pensábamos en la historia de Chile como un territorio. Pero resulta que estamos muy sujetos a cambios globales muy importantes.

F: Por eso es que tenemos que pensar en asuntos importantes y no tan solo en los urgentes. Un problema que ha tenido la pandemia que nos desconcentró de un riel súper importante, que era cómo enfrentamos el cambio climático, las sequías, el agua... y nos tiene trabajando en un problema que es urgente de resolver porque involucra la muerte de personas.

-Y, ¿cómo organizamos toda esta información? ¿Cómo se conduce de mejor manera un país en esta coyuntura?

I: Andrés Bello se caracterizó por buscar acuerdos y reconciliar a través del diálogo a instituciones tan diferentes como eran la Iglesia y el Estado en el siglo XIX. Hoy creo que hay un espectro político de centro que quiere recuperar esa tradición cívica de diálogos y llegar a un acuerdo. No se trata de inventar algo nuevo, se trata de recuperar lo que éramos.

F: También tomando el tema de la reivindicación no sólo del pueblo mapuche si no que todas las etnias que conviven en nuestro territorio. Muchas de ellas muy olvidadas.

  Orgullo magallánico

Cuando se juntan -que ha sido una o dos veces desde marzo- o hablan por teléfono, les gusta recordar. Su origen magallánico, su familia de origen croata, su paso por la universidad y sus estudios en el extranjero.  De todo eso conversan mientras cada uno mira por la ventana hacia afuera. Es como un ejercicio, concuerdan los dos.

F: Con Iván hemos tratado de reconstruir nuestro pasado magallánico que también es nuestro presente porque seguimos muy vinculados a nuestro origen. Hemos viajado varias veces simplemente a gozar del aire limpio, del viento, de la nieve y del frío. Hay algo que nos está sucediendo que queremos rememorar nuestra infancia. Y yo en particular mantengo investigaciones en la región.

I: Espero que podamos seguir haciéndolo.

 

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