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Podcast Especial 100 - Sebastián Salinas, director ejecutivo de Balloon Latam: “Hay una falta de entendimiento de los códigos y protocolos del mundo mapuche”
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La empresa social Balloon Latam trabaja desde hace 11 años instalando competencias emprendedoras en las comunidades rurales para generar una visión compartida de desarrollo territorial, a través de la participación. Un proceso en el que su fundador y director ejecutivo, Sebastián Salinas ha ido observando la evolución de empresas, ONGs y organizaciones estatales con los distintos territorios del país.
Desde esa vitrina, se ha involucrado desde cerca con el mundo mapuche.
en el que trabajaban hasta el gobierno pasado junto con el MOP en la construcción de caminos en comunidades rurales de Arauco y Malleco, muchas de ellas en manos de organizaciones mapuche, Salinas y su equipo fueron pavimentando una ruta de confianzas mutuas para avanzar en torno a desafíos comunes.
Por lo mismo, hoy este emprendedor social analiza el conflicto y la escalada de la violencia en la macrozona sur con conocimiento de causa.
Dice que para entender el conflicto hay que primero situarse en la realidad que se vive en el mundo rural, que muchas veces está invisibilizado, y explica lo que a su juicio debe existir para que se den las condiciones de un verdadero proceso de diálogo.
El Chile invisible
Fue un voluntariado en Kenia el que le cambió la vida y la perspectiva. Tras esa experiencia, el ingeniero comercial de la Universidad Adolfo Ibáñez, decidió crear Balloon Latam en 2011. “Trabajando mano a mano con la gente dije ´bueno, cómo puedo vivir de algo que haría gratis. Y bajo esa pregunta partió el programa Balloon Internacional donde viene a trabajar gente de todo el mundo en el desarrollo de proyectos locales”, cuenta. Hoy, su organización tiene presencia en 32 comunas de Chile y ha trabajado en más de 70. “Chile tiene 345 comunas, de las cuales 263 son rurales y no nos concebimos como un país rural. Y el mayor desafío y la mayor desigualdad en nuestro país, está en el sector rural, solamente que no son los que comúnmente se ven marchando o en los programas de televisión. Es un Chile más invisible”, dice.
-Ustedes trabajan también en La Araucanía levantando varios proyectos con las comunidades. Y hoy día tenemos un problema que se arrastra hace demasiados años ya, no resuelto. ¿Cuál es tu diagnóstico de lo que está ocurriendo hoy en esa zona?
-Lo primero es que se atacan los síntomas y no las causas. Una quema o una situación de violencia es el síntoma de algo mucho más profundo y bien sistémico. No hay una solución lineal frente a esto y no hay un tema dual. No es el Estado contra el mundo mapuche, o el Estado frente a una comunidad, sino que hay distintos actores que son parte del problema o parte de la solución, ya sea Carabineros, las forestales, las agrupaciones mapuche, los entes del Estado. El gran desafío es partir desde dónde se interpreta el diagnóstico, entender y descaricaturizar. Son distintos espacios, distintas conversaciones para que el mundo mapuche en nuestro país tenga una dignidad que antiguamente no tenía.
Desesperanza aprendida
-El gobierno dijo que iba a apostar por el diálogo, un proceso que hasta ahora todavía está en construcción. ¿Crees que ese debería ser el camino? ¿Hay disposición para que ocurra ese diálogo?
-El tema es que el diálogo para qué. Y esto no corre solo para el mundo indígena. Cuando está quebrantado y roto el tejido social, para poder sentarse y dar un primer paso para la generación de confianza, tiene que inicialmente haber algún tipo de beneficio. Para qué nos vamos a sentar en este caso a conversar. El diálogo es tan difícil porque no pone resultado último altiro, es sin condiciones ni temporalidad, nos podemos demorar mucho más tiempo del que queremos. Y es sin condiciones porque no podemos decir con quién hablo o con quien no. Pero lo más importante es que se sepa que al menos al sentarse a esa mesa va a haber algún tipo de validez y se va a poder lograr algo.
Hoy lo que pasa es que hay una desesperanza aprendida donde hay muchos intentos fallidos, muchas promesas incumplidas y no ha habido una real disposición, no solo de este gobierno sino que antes, de poder sentarse a tener una conversación real y sincera.
Las capas tras la violencia
-Tú viajas harto a La Araucanía e interactúas mucho con las comunidades allá ¿Cómo estás viendo el aumento de la violencia?
-La violencia es un síntoma o una manifestación de un tema más profundo. Por ejemplo, si te vas a los internados rurales mapuche, ves que muchas veces ahí es cuando hay un despertar de conciencia respecto a ciertas injusticias que se viven en el sector rural que en el sector urbano no están, como el acceso a alcantarillado, agua potable, conectividad, etc. Y también hay un tema delictual que está camuflado por una causa y una reivindicación, pero todo se mete en un mismo saco y es también la complejidad que tiene este tema. Tiene muchas capas que están en un mismo espacio. Puede haber una misma familia, donde algún miembro esté involucrado en una causa delictual, pero hay otro que está por una reinvindicación real y profunda y con toda su certeza y validez. Por eso digo que no es un tema dual, de la persona A con la persona B, sino que hay distintos actores involucrados y ciertas situaciones.
Habría que mirar, por ejemplo, la cantidad de empresas privadas de seguridad que trabajan en esta zona. Lo que pasa con el robo de madera, quiénes son los que comercializan esa madera, hacer la trazabilidad inversa de los palos, de dónde viene esa guía de despacho, de dónde salió. En Chile los planes de manejo son por hectárea, no son por palos, entonces si tú ves cuántos palos caben en esas hectáreas, yo te diría que no te caben en la proporción que muestran. Está también lo que pasa con la cantidad de uniformados que están en la zona. Son más de 10 mil en la región de La Araucanía con un millón de habitantes. Y en Santiago, que somos casi nueve millones, tenemos 15 mil. Entonces proporcionalmente es harto. Este es un dato durante la pandemia.
Está lo que ocurre con la responsabilidad de las promesas que han hecho a las distintas comunidades que nunca se han cumplido y por eso la disposición de mucha gente a poder sentarse, ya no está hoy día. Y está lo que le pasó a la ministra Izkia Siches, que antes de partir a La Araucanía ya había anunciado con quién se iba a juntar, y eso es una falta de entendimiento de los códigos y los protocolos de cómo funciona el mundo mapuche para poder ir generando ciertos espacios. Hoy hay una falta de conocimiento en los equipos que trabajan en la zona transversalmente que dificultan el poder avanzar.
-¿Y crees que el estado de excepción, acotado hoy día, es una de las soluciones, o empeora la situación?
-Es que hay que tener respuestas variadas. Hay algunos que lo ven como un desde para empezar a avanzar y con justa medida por todas las situaciones que les ha tocado vivir. Y otros que les van a decir que con eso no me siento a la mesa. Entonces, el creer que con una respuesta vas a poder dejar satisfechos a todos es prácticamente imposible.
El tema es que se estén haciendo cosas. Y hoy día lo que vemos es que soluciones, que ya sabemos que son fallidas, se siguen utilizando. Es como un hámster en una jaula, creemos que estamos avanzando, vamos muy cansados, gastamos mucha energía, pero estamos en el mismo lugar y no nos movemos. Si queremos resultados distintos haciendo prácticamente lo mismo, no se va a lograr avanzar. No estoy diciendo que no se haga, pero que también haya otros caminos y espacios de trabajo.
Participación vinculante
-¿Qué tendencia o industria, como emprendedor social, visualizas que se levantará con fuerza en el futuro próximo?
-Más que una industria, creo que la forma de hacer empresa o entender el desarrollo cambió completamente. Hoy día la participación en todos los tipos de procesos era consultiva y ahora va a ser vinculante. En proyectos de inversión, en infraestructura, y de cualquier tipo, hasta para operar.
Hoy día la forma en la cual se van a relacionar las empresas, las ONG, las fundaciones, las instituciones, e incluso el mismo Estado va a tener que cambiar. Va a tener que haber una disposición distinta en todo lo que se esté haciendo. Y se va a ver que los procesos participativos se van a incorporar, no ya como una forma de RSE, sino como parte del core de las organizaciones. Y esto arrastra al Estado, que se está replanteando la forma en la cual se relaciona con los territorios. Y hay ciertas capacidades que hoy día no se encuentran que van a tener que ser desarrolladas.
Esto no va a ser a través de una nueva tecnología, sino bajo el principio de que las personas que se van a ver afectadas por una decisión formen parte del proceso de creación de esa solución. Ese va a ser un axioma para poder trabajar y funcionar. Hoy los incentivos están mal puestos, el que más reclama es el que más tiene y esa lógica tiene que cambiar. Y vamos a pasar desde una tendencia reactiva a algo mucho más proactivo al momento de funcionar, operar o desarrollar el trabajo territorial.
-¿Cómo se hace para que esos procesos no se transformen en un desincentivo a la inversión?
-Nosotros en Balloon hablamos de PPP, pertinencia para la participación, para la permanencia. Entonces quizás, el proceso de entrada podrá ser un poquito más lento, pero las soluciones van a ser más permanentes. Puede tomar un poquito más de tiempo porque son competencias que no están instaladas, pero a la larga son soluciones que van a ser más permanentes porque van a hacer más sentido territorialmente. Creo que es una salvaguarda tremenda para cualquier inversión que va a estar dando en el tiempo.