Política
La amistad con Boric, el debut como padre y su cuna “privilegiada”: El mundo del controvertido Gonzalo Winter
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Era un viernes 16 de octubre de 1998 y los medios de comunicación no dejaban de transmitir la noticia del día -y quizás, en ese entonces, del año-: el juez Baltasar Garzón había dictado una orden de captura en contra de Augusto Pinochet mientras el senador designado estaba en un viaje en Londres. Gonzalo Winter Etcheberry tenía 11 años, estaba en la casa de su padre y se quedó pegado frente a la televisión.
El padre, un ingeniero comercial de centroderecha, le explicó a su hijo lo que ocurría y le transmitió un juicio: más allá de lo que se pensara sobre Pinochet, él era un parlamentario de la República y su detención era una violación a la soberanía de Chile. Ya el domingo por la tarde, cuando debía volver con su madre, padre e hijo se encontraron en el camino con una protesta “pinochetista” en avenida Apoquindo con calle Málaga. El niño seguía interesado en la noticia. Su padre, en todo caso, jamás hubiese concurrido a esa manifestación, sin embargo el hijo pidió ver unos minutos lo que allí pasaba.
Más tarde, al llegar a su casa -en la que vivía con su madre, separada hace seis años del padre-, había otra tesis rondando en torno a la noticia. Su padrastro, Giampiero Fava, le dijo a su hijastro que en Chile esto no hubiese sido posible, pues “el dictador” tenía mucho poder aún, en tribunales y en el Ejército.
Discutir la política
Gonzalo Winter Etcheberry (37) nació en Providencia, es el tercer hijo del matrimonio entre Jaime y María Elena. Su madre, abogada, socia de una influyente agencia de comunicaciones, exsuperintendenta de Isapres del gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, volvió a casarse y entonces él se crio desde los 9 con ella, su padrastro Giampiero Fava y otros dos hermanos que nacieron de ese segundo matrimonio. Ambos eran de centroizquierda y su madre siempre le inculcó a su hijo que, pese a que ella pensaba distinto a su padre, él seguía siendo un hombre bueno.
“Mi mamá viene de una familia DC, mi papá de una de derecha. Nuestro padrastro, de izquierda, sin duda es una figura que influyó mucho en nosotros políticamente. Era muy normal, y lo sigue siendo, que en los almuerzos y las comidas en la casa se discuta política y que todas las voces sean escuchadas”, comenta Jaime Winter Etcheberry, el hermano mayor, abogado y también militante del Frente Amplio. Y agrega: “Gonzalo es seis años más chico que yo, pero su voz era escuchada y valorada. Se defendía mucho la posibilidad de plantear todos los puntos de vista”.
Además de influir políticamente, Fava -también abogado- hizo más consciente a su hijastro sobre la clase social en la que había nacido. Un día Winter comentó que iba a la casa de un amigo de apellido Carrasco. “¿Y cómo se les pasó un ‘Carrasco’ en el Verbo Divino?”, le dijo el padrastro con humor, en relación al colegio en el que estudiaba. Fava se educó en el Instituto Nacional, creció en un “block”, era en ese entonces definidamente de clase media.
Aunque en su familia hay una tradición en la abogacía -el abuelo es el reconocido penalista Alfredo Etcheberry-, cercanos al diputado del Frente Amplio cuentan que aquello no fue lo que precisamente hizo que se deslumbrara con la política. Al contrario, comentan, lo deslumbró eso que sus padres le mostraron desde pequeño: en política todas las personas tienen posiciones distintas y legítimas. Y, por consiguiente, según sus cercanos, para el parlamentario la verdad en política no existe; todo se trata de la persuasión. “En cambio, en un tribunal hay verdades que se determinan”, les ha comentado.
Le hacemos la pregunta: ¿Cómo influyó tu familia en la política? Winter contrapregunta si la respuesta se puede cantar. Y entonces entona: “Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso brota de manantial sereno y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno”. Esos versos se los escuchó a Joan Manuel Serrat cantando a Antonio Machado.
Boric, el líder; Winter, el orador
Su curiosidad por la política siguió creciendo en la adolescencia. Mientras estaba en el colegio se interesó en los poemas de Pablo Neruda -en su sede distrital en Santiago hoy tiene una pequeña escultura del premio Nobel- y entonces recitó por varios días seguidos frente a su curso Oda al aire.
En uno de esos momentos, incluso, levantó el puño izquierdo al terminar de recitar ese poema. Su hermano Jaime -quien asistía al mismo colegio- recuerda que no era fácil pensar distinto en ese mundo cuando, dice, “el 95% de los alumnos eran de derecha”. Desde ahí, quizás, Gonzalo Winter desarrolló su capacidad de debatir constantemente sus ideas.
En uno de esos momentos, incluso, levantó el puño izquierdo al terminar de recitar ese poema. Su hermano Jaime -quien asistía al mismo colegio- recuerda que no era fácil pensar distinto en ese mundo cuando, dice, “el 95% de los alumnos eran de derecha”. Desde ahí, quizás, Gonzalo Winter desarrolló su capacidad de debatir constantemente sus ideas.
Su familia cuenta, además, que apenas entró a la Universidad de Chile a estudiar Derecho supieron que se iba a dedicar definitivamente a la política. Ser abogado -y seguir de paso la tradición familiar- no era algo que necesariamente estaba en sus planes. Pensó en Historia -una de sus pasiones-, pero finalmente se decidió por Leyes, porque, dijo en ese tiempo, necesitaba “disciplina” en su vida. Algo que, cuentan, Winter de 18 años no tenía. La carrera le costó, relatan, porque, en paralelo, se empezó a involucrar cada vez más en política.
Amigos de ese tiempo recuerdan que Winter se involucró al 100% en la revolución pingüina de 2006, año que coincidió con su ingreso a la facultad de Pío Nono. Allí comenzó a ayudar con la formación de secundarios en una agrupación popular y más tarde fue parte de Arrebol, colectivo que en 2012 se uniría a la Izquierda Autónoma, de la que fue parte también Gabriel Boric, relación que marcaría hasta hoy su trayectoria política.
La amistad entre Boric y Winter, eso sí, no comenzó en la universidad, como se suele creer. El hoy Presidente ya cursaba casi tercer año cuando Winter entró a Derecho y entonces eran dos dirigentes de dos movimientos distintos. Sí comenzaron a coincidir en algunas instancias políticas, pero luego fue clave la toma de la FECh de 2009. Por esos días Boric ya se alzaba como el gran líder de la izquierda universitaria y Winter como uno de los mejores oradores del patio. Boric le proponía a Winter entonces cerrar las asambleas con sus discursos. Se respetaban mutuamente, señalan quienes lo conocieron en esa época.
Una parte del Frente Amplio señala que el ascenso de Winter al poder ha sido “desde el privilegio” y que aún no gana una batalla “épica” -en sectores populares- como Jackson, Vodanovic en Maipú o Camila Vallejo en La Florida.
En Punta Arenas
Todo se intensificó en 2013, cuando Boric llamó por teléfono a Winter -era director del Centro de Estudios de la FECH- para pedirle que se fuera a Punta Arenas a apuntalar su primera campaña política como diputado por Magallanes. Winter no dudó: dijo que sí y pidió transferir su práctica de Derecho al extremo sur.
Se instaló a una cuadra de la casa de los padres de Boric -arrendó una pieza a un matrimonio de militantes- y se lanzaron con la campaña que, a esas alturas, tenía a varios incrédulos de un eventual éxito por dos razones: era complejo romper el binominal y los grupos de izquierda creían que los cambios no se alcanzaban “sólo con un diputado”. Winter estuvo al menos dos meses en Punta Arenas y quienes lo conocen aseguran que tiene una conexión especial con esa ciudad; a tal punto, que recuerda con más cariño las campañas de Boric que las dos suyas.
Allí se hicieron realmente amigos, un vínculo que hoy se comenta por los pasillos del Congreso. “Cuando habla él, uno entiende que habla Boric”, dice un senador de oposición. Pero en su círculo cercano enfatizan que eso es “totalmente falso”. Lo que ocurre, agregan, es que Winter tiene un objetivo claro en su labor parlamentaria: elaborar contenidos.
“Tiene la capacidad suficiente para destacar por sí mismo en la Cámara sin perjuicio del nexo que públicamente mantiene con el Presidente de la República. Siempre se ha caracterizado por la agudeza de sus planteamientos, muchas veces polémicos, pero siempre con fundamentos y argumentos”, asegura el diputado socialista Raúl Leiva, con quien el frenteamplista mantuvo una estrecha relación en la comisión de Constitución.
Desde el equipo de Winter recalcan que siempre están elaborando respuestas a los problemas y cuando las emiten, están seguros de que serán recogidos por el nuevo partido unificado. Otro de sus cercanos afirma que el diputado es el verdadero “ideólogo” del Frente Amplio, porque, subraya, es altamente probable que cuando Winter marca una posición ésta termine siendo una del FA.
De todas maneras, Boric y Winter al menos se ven una vez al mes -en contextos distendidos, de amistad-, pero no hablan demasiado de la contingencia. Es excepcional, comentan, que Winter le entregue una opinión política de un tema. Cuando hay crisis, no necesariamente conversan al respecto.
“Es un diputado que le ha tocado defender con especial esmero al Presidente de la República por su cercanía, porque trabajó con él. Y mientras va entrando agua al bote en el sentido de que hay muchos que se van descolgando, que no apoyan las iniciativas, que votan en contra, él hace ese papel de interlocutor, defensor a ultranza de La Moneda y me parece que hay que valorarlo en ese sentido”, señala el diputado UDI Jorge Alessandri.
Frases polémicas
En ese afán de construir contenidos políticos para el Frente Amplio, Gonzalo Winter se ha anotado en varias polémicas. En 2023, en la cuenta pública del mandatario, dijo que Boric tenía una virtud de marcar una orientación moral hacia la población, “un liderazgo espiritual de hacia dónde va la micro, hacia dónde va la democracia”. En ese momento lo llamaron “sectario”.
Otra frase polémica la lanzó en julio en la Sala de la Cámara: se refirió al voto obligatorio con multa y lo calificó de “antipobre”. Recibió críticas de todos lados, hasta de su propio partido, como del diputado Diego Ibáñez. Winter no retrocedió y reconoció estar “solo” en esa batalla. Una de sus obsesiones es justamente el voto voluntario.
Pero no todas esas frases polémicas han sido dichas en medios de comunicación “tradicionales”. Winter es reconocido por usar sus redes sociales para “explicar” la política en palabras sencillas. Es usual ver algún video de su Instagram, por ejemplo, circulando masivamente en el mundo digital. Por ejemplo, en febrero, a través de YouTube, Winter cuestionó que el Gobierno alcance acuerdos y no dispute sus ideas. En ese entonces la ministra Tohá salió a responder defendiendo el avance de los logros sociales.
Este estilo también le ha valido que lo comparen con el alcalde de Maipú, Tomás Vodanovic (ex-RD), valorado por su “gestión”, un punto catalogado como “débil” en los cuadros del FA. El edil es hoy la mejor figura evaluada del partido, e incluso en la última encuesta CEP quedó en tercer lugar de las figuras políticas mejor evaluadas, después de Evelyn Matthei y Michelle Bachelet. En el mundo del Frente Amplio contraponen al diputado y al edil. Son liderazgos distintos, comentan, uno enfocado en la gestión y otro concentrado en la disputa ideológica de la izquierda. Un dirigente dice, en todo caso, que no son miradas opuestas, sino complementarias.
Un nuevo protagonismo
Hace algunos días circuló por redes sociales un antiguo video de Winter en una conversación con Juan Carlos Monedero, el exasesor clave de Nicolás Maduro y exdirigente de Podemos de España, a quien le expresaba su profunda admiración. Todo esto en medio de la crisis política en Venezuela tras las elecciones presidenciales. “Fue una humorada que envejeció mal”, explican desde su equipo. Reconocen, eso sí, que Winter y Monedero son amigos, que el diputado ha leído sus libros -“fueron útiles en su momento”-, pero que no han hablado luego de los comicios en ese país.
Mientras, la tensión en el oficialismo ha crecido en torno al tema Venezuela: el Partido Comunista ha defendido el triunfo autoproclamado de Maduro, a la vez que el propio Boric sostuvo que no hay ninguna duda del intento de fraude. Al respecto, en una sesión especial en la Cámara, Winter dijo este martes:
“Fui uno de los que miró con interés e ilusión las ideas redistributivas, latinoamericanistas, de democracia popular que representó el socialismo del siglo XXI en Venezuela, por ello sentí que era una obligación moral de mi parte tomar la palabra en esta sesión, porque no encuentro ninguna de esas ideas en la dictadura que hoy gobierna al hermano pueblo de Venezuela”.
“Fui uno de los que miró con interés e ilusión las ideas redistributivas, latinoamericanistas, de democracia popular que representó el socialismo del siglo XXI en Venezuela, por ello sentí que era una obligación moral de mi parte tomar la palabra en esta sesión, porque no encuentro ninguna de esas ideas en la dictadura que hoy gobierna al hermano pueblo de Venezuela”.
No obstante, por estos días, la crítica no se concentra en sus frases polémicas. Sus críticos al interior del Frente Amplio han comentado en privado que el nuevo partido -que nació en julio pasado- no debe acrecentar las diferencias de clase social que, cuestionan, se vieron reflejadas en las distintas listas que compitieron para el comité central en la fusión de Convergencia Social y Revolución Democrática.
La lista encabezada por Winter fue la primera mayoría, lo que lo ha posicionado como “el hombre fuerte del Frente Amplio”. Un protagonismo que recién llega para él, pues han sido otras las figuras “originarias” de su generación que han estado en la primera línea de la política -o en posiciones de gubernamentales-: el propio Boric, Camila Vallejo o Giorgio Jackson en el primer tiempo de La Moneda. De hecho, en 2017 Winter fue conocido por ganar la diputación del distrito 10 “arrastrado” en la lista por el exministro.
Dirigentes privilegiados
“Si un partido pretende tener interlocución hacia sectores populares, es necesario tener liderazgos que hablen a esos sectores”, dijo esta semana en La Segunda la diputada Gael Yeomans, cuya nómina se posicionó como la segunda fuerza de la elección en el FA, con el discurso de alzarse como el “bloque alternativo” a la conducción de Jackson, Winter y Boric.
El académico de la Universidad Católica, Juan Pablo Luna, en la misma línea, dijo en Tolerancia Cero que los cuadros del Frente Amplio “están muy distantes de la sociedad y de los grupos que quieren representar”.
Cercanos al diputado reconocen que le complica que su clase social “cuica” provoque que los militantes sean tildados de la misma manera cuando realmente “no son privilegiados”. Una parte del Frente Amplio señala que el ascenso de Winter al poder ha sido “desde el privilegio” y que aún no gana una batalla “épica” -en sectores populares- como Jackson, Vodanovic en Maipú o Camila Vallejo en La Florida.
En el programa 32 minutos, este mes, Winter -evidentemente incómodo- abordó el tema: “Los principales rostros del Frente Amplio no son del todo representativos, porque el frenteamplista no es un tipo privilegiado de la Universidad de Chile o de la Universidad Católica, sino que más bien eso está concentrado en sus dirigentes”.
Y continuó: “Quienes hacen posible al Frente Amplio son personas de la generación que participó de la revolución pingüina y que consideró que la expansión de la matrícula escolar es una estafa, porque, claro, todos vamos al colegio, pero no le van a decir que van al mismo sistema que el hijo de Luksic. Luego entra a universidades que no son la Chile ni la Católica con una promesa cuyos padres se sacrificaron muchísimo. El papá que era taxista tuvo cuatro trabajos para que el hijo sea profesional y por lo tanto acceda a una clase social donde están los profesionales y el hijo, al sueldo que va, descontando el CAE cuando tenía 5.8 de interés, en realidad va a tener una vida que puede ser peor que la de su papá que no era profesional”.
Y remató: “Determinados privilegios hicieron que ciertas personas tuvieran mayor capacidad de ser dirigentes”.
Y remató: “Determinados privilegios hicieron que ciertas personas tuvieran mayor capacidad de ser dirigentes”.
En ese mismo espacio explicó que toda su vida política ha estado dispuesto a construir mayorías y por ende ha tenido que abandonar algunos proyectos. Lo vivió cuando el Movimiento Autonomista -que entonces tenía tres diputados, Boric, Ibáñez y Winter- se fusionó con la Izquierda Libertaria para formar Convergencia Social, partido que en 2021 encumbraría a Boric como candidato presidencial.
Hoy se volvió a repetir la historia con el nuevo Frente Amplio: el mismo Winter ha admitido que es doloroso para muchos aspirar a ser mayorías, ser una alternativa de gobierno, porque “eso significa que uno se tiene que convertir en alguien digno de voto para alguien que no es parte de tu cultura política”.
Hoy se volvió a repetir la historia con el nuevo Frente Amplio: el mismo Winter ha admitido que es doloroso para muchos aspirar a ser mayorías, ser una alternativa de gobierno, porque “eso significa que uno se tiene que convertir en alguien digno de voto para alguien que no es parte de tu cultura política”.
La paternidad y el box
Gonzalo Winter está emparejado hace cinco años con María Dolores Reyes -una arquitecta asesora del segundo piso de La Moneda- y en diciembre ambos se convertirán en padres de un niño por primera vez. Fue algo que ambos planearon hace un buen tiempo.
La familia de Winter cuenta que el diputado siempre quiso ser papá. Pero desconocen el impacto que pueda tener en su vida política. Lo ha contado entusiasmado, “lo ha removido”, comentan otros, porque incluso le ha cambiado la percepción de poder hacer política ahora no desde lo teórico, sino que sabiendo que sus acciones tendrán un impacto directo en un hijo.
Paternidad: “Me ha reforzado la necesidad estomacal, de piel, de construir un país mejor. Porque ya no es un asunto teórico, es literalmente donde va a vivir mi hijo a quien ya le escuché los latidos y ya le vi los dedos en la ecografía. Y me siento ya en deuda perpetua con mi hijo por el solo hecho de su existencia”.
Ahora, Winter trabaja de lunes a domingo para la diputación -sábados y domingos su equipo lo recoge en las mañanas para ir a ferias, asambleas y juntas de vecinos-, porque, enfatizan, la vida del dirigente comunal ocurre fuera de los horarios laborales. Él quiere volcarse por completo a su hijo, dicen, porque la paternidad que él avizora no se trata de como era en los 80 o los 90, donde las mujeres se hacían cargo al 100%. Él quiere estar en la casa.
-¿Cómo estás viviendo este “debut” a la paternidad?
-La política tiene mucho de pensar hacia afuera, en el barrio, en la comuna, en el país. Y ser papá es súper distinto. La paternidad se trata de volcar toda tu humanidad hacia un solo ser humano. Tengo el temor que sea un cambio de switch muy grande. La parte bonita de esto es que tengo 37 -me encamino a los 40-, podríamos decir que si miramos las cifras de Chile ya viví la mitad de mi vida, me queda la otra mitad. Y pasarse el tiempo pensando en cómo construir un país mejor sabiendo que no te queda tanto tiempo se altera por completo cuando sabes que las decisiones que estás tomando o el empeño que le pongas a ciertas luchas van a impactar directamente en la calidad de vida que va a tener tu hijo.
Y agrega: “Eso me ha reforzado la necesidad estomacal, de piel, de construir un país mejor. Porque ya no es un asunto teórico, es literalmente donde va a vivir mi hijo a quien ya le escuché los latidos y ya le vi los dedos en la ecografía. Y me siento ya en deuda perpetua con mi hijo por el solo hecho de su existencia”.
La paternidad también se ha cruzado con un tema que quedó rondando hace un tiempo: la opción de convertirse en precandidato presidencial en unas primarias de la izquierda el próximo año. Hasta en la centroderecha ya lo sindican como tal… “es evidente que será el candidato”, dicen.
“Se le notan visos, tonos y señales pre-presidenciales, la forma de vestirse, de hablar, se ha “mesurado”, pero finalmente es un hombre muy leal al Presidente, quizás el más leal del Frente Amplio. A veces pienso que la pasión propia de la juventud lo ciega”, opina Francisco Undurraga, diputado Evópoli.
Sin embargo, el mismo Winter ha intentado despejarlo en más de una ocasión, sobre todo cuando fue el más votado en los comicios internos del Frente Amplio en julio. “La elección del comité central nunca se ha planteado como un paso determinante respecto a la Presidencia de la República”, sostuvo en The Clinic.
En todo caso sí se han planteado análisis incipientes al interior del Frente Amplio. Como la opción de que pueda competir sabiendo que “no ganará”; es decir, con la intención de dar algunas “batallas ideológicas”. En su círculo están conscientes de que en una segunda vuelta ante Evelyn Matthei, por ejemplo, sería un candidato débil, pues su aspiración no sería conquistar “el centro”.
“He escuchado en el Congreso que dicen ‘Gonzalo debiera ir a unas primarias, él debiese ser candidato’, pero jamás se lo he escuchado a él”, comenta el diputado de Acción Humanista Tomás Hirsch, cercano al diputado.
En caso de concurrir a una primaria, Winter cree que su sector debe seguir luchando en contra del neoliberalismo y de la acumulación de riqueza del país, como lo ha manifestado en más de una ocasión en sus discursos. “El problema de tener un país donde el 1% concentra todo o casi todo el poder es que nunca los Estados logran tomar las decisiones que no sean aquellas convenientes para ese 1%”, dijo en junio en Radio Futuro.
La exposición de un perfil político construido en torno a polemizar diciendo lo que considera “las cosas por su nombre”, en todo caso le ha valido -dicen sus cercanos- tener que aprender a administrar sus emociones. Gonzalo Winter boxea tres veces a la semana -lo entrena Fabián “Tito” Tapia- y varias veces va con su hermano Jaime.
Y antes de debatir en televisión o dar entrevistas -o elaborar ideas- sale a trotar escuchando otras conversaciones o debates. Eso le ayuda más que leer, aunque siempre tiene un libro en su lista. Este mes leyó Literatura infantil de Alejandro Zambra y también Seda de Alessandro Baricco. Ahora empezó con China, de Henry Kissinger.
Y antes de debatir en televisión o dar entrevistas -o elaborar ideas- sale a trotar escuchando otras conversaciones o debates. Eso le ayuda más que leer, aunque siempre tiene un libro en su lista. Este mes leyó Literatura infantil de Alejandro Zambra y también Seda de Alessandro Baricco. Ahora empezó con China, de Henry Kissinger.