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A un año de su partida: los proyectos y el legado de Víctor Hugo Puchi en el sur de Chile en voz de su hijo Rodrigo

A un año de su partida: los proyectos y el legado de Víctor Hugo Puchi en el sur de Chile en voz de su hijo Rodrigo

Este martes 4 se cumplirá un año desde el fallecimiento del reconocido empresario que durante los últimos años se empeñó en potenciar y embellecer la Patagonia, su lugar de origen. Aquí su primogénito recuerda la personalidad sureña y sencilla de su padre y menciona algunos de los planes familiares para continuar con su legado en la tierra que lo formó.

Por: Catalina Vicuña | Publicado: Sábado 1 de marzo de 2025 a las 21:00
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Como un patagón noble y leal. Así dice Rodrigo Puchi Reyes (49) que le gustaría recordar a su padre, Víctor Hugo Puchi, a un año de su partida. Luego de batallar por casi dos años contra un cáncer, el reconocido empresario fundador de la compañía salmonera más grande del país, AquaChile, falleció el 4 de marzo de 2024, a sus 71 años.

Oriundo de la Patagonia e ingeniero comercial de profesión, Víctor Hugo Puchi participó en importantes negocios y proyectos tanto en el mundo empresarial -fue accionista en Blue Express y fundó la minera Sierra Atacama- como de conservación medioambiental y de reestructuración patrimonial en la zona que lo vio crecer, Cochrane, a las orillas del río Baker, en la zona austral del país.

“Este año ha sido bastante difícil”, dice el mayor de los cuatro hijos de Puchi, Rodrigo. “Hemos estado los cinco (junto a su madre) muy involucrados en un proceso de organizar, actualizar y limpiar el grupo familiar -Inversiones Río Baker-, los negocios que dejó mi papá, y dar cierta tranquilidad de que estamos todos en sintonía y armonía para poder seguir haciendo y desarrollando el legado que él construyó”, explica.

Hasta el último tiempo, incluso después de la venta de AquaChile al holding Agrosuper en 2019 por US$ 850 millones, el ímpetu empresarial de Puchi no cesó. Con ayuda de sus hijos, el empresario dejó andando -y “en etapa de sueño”- varias iniciativas en el centro y en el sur de Chile, que van desde un viñedo ubicado en la comuna de Pirque, hasta un edificio residencial y comercial de 12 pisos hecho completamente de madera para la ciudad de Coyhaique.

“Yo siempre le dije a mi papá que él se convirtió en arquitecto con el tiempo”, dice Rodrigo Puchi, quien es arquitecto de profesión. “Y firmemente creo que hay un legado ahí. Él construyó algo que es inédito y yo lo dije el día del funeral: mi papá tiene una historia de vida que es particular, única y que provoca inspiración. Una persona que nace a orillas del río Baker, que quienes lo conocen saben que es un lugar majestuoso por su color, su movimiento y su energía, y que un día le ofrecen un intercambio para irse a Nueva York (en 1969). Mi papá se bajó del caballo para subirse a un avión, imagínate. Es difícil de imaginar, pero él se construyó con estas cosas. Entonces nosotros, como familia, hoy tenemos una misión muy importante de intentar bajar ese legado a tierra y concretarlo”, añade.

Vocación por la belleza

Rodrigo Puchi conversa con DF MAS desde La Maroma, estancia de cabañas ubicada en las cercanías de Cerro Castillo, en la región de Aysén. “Ahora mismo estoy mirando el lago General Carrera”, dice.

Pese a que actualmente vive en Puerto Octay, junto a su mujer e hijos, el arquitecto explica que pasó su fin de semana en una de las cabañas rústicas que construyó junto a su padre y su hermana Paulina, también arquitecta, para recibir a los más de 100 jinetes que participaron de la tercera edición de “Tierra a caballo”, evento organizado por la iniciativa “Aysén Somos”, que consiste en una cabalgata de cuatro días para los amantes de la Patagonia y sus paisajes.

“Algo que nos interesa con este tipo de proyectos, que es parte del espíritu de lo que hacemos como familia, es fomentar, cuidar e incentivar la vida de los gauchos, de la gente que colonizó esta región”, explica el hijo mayor de Puchi. “Ellos son personajes muy destacados, de personalidad sencilla y de mucha capacidad de observación que, en definitiva, son un resumen de cómo era mi padre”, agrega.

Las cabañas, específicamente ubicadas en la ribera norte del lago General Carrera, fueron originalmente bodegas y puestos antiguos de la gente que vivía en el sector. “Nosotros lo que hicimos fue reestructurarlas para darles habitabilidad y volver a ponerlas en valor como un sitio turístico. Están ubicadas en lugares muy especiales”, explica Rodrigo.

La familia además tiene cerca de 10 mil hectáreas en Cochrane, región de Aysén. “Mis hermanas y yo somos la 4° generación de ganaderos de la región de la Patagonia. Mi bisabuelo, mi abuelo, mi papá y ahora nosotros hemos continuado la ganadería en el sector, tratando también de mantener las costumbres antiguas con la gente que trabaja con nosotros”, dice Rodrigo sobre lo que hacen en esa zona. “Pero además, y esto era un sueño de mi papá, los últimos dos años hemos estado trabajando para tratar de darle un objetivo de conservación tanto a la ganadería, como a las áreas del lugar, que tienen alto valor ecológico, ambiental y de paisaje”.

- ¿Todos en la familia sienten esta misma conexión con el sur que tenía tu papá?

- Yo creo que estamos todos súper marcados por el estilo de mi papá y lo que nos enseñó junto a mi mamá (Cecilia Reyes), que también es de origen de campo, de mucha sencillez y de cosas esenciales. Entonces sí, los cuatro hermanos estamos cortados con la misma tijera. Y los nietos para qué decirte. Los más chicos, con 4 o 5 años, ya andan solos a caballo. Eso fue algo que a mi papá siempre le gustó mucho, gozaba con eso.

Rodrigo cuenta que en sus años escolares a los cuatro Puchi Reyes les decían “los Parra” por el gen artístico: Paulina y él, son arquitectos; la menor, Cecilia, es diseñadora; y Verónica, la del medio, es artista y pintora. 

“Yo creo que, con el tiempo, mi papá vio cierto soporte o acompañamiento con los hijos en ese aspecto. Nosotros los arquitectos lo ayudamos en todos sus proyectos más personales; la Vero le hacía cuadros de la Patagonia, con muchos caballos bellísimos; y la Cecilia también lo acompañó muy de cerca en muchos temas de decoración”, dice Rodrigo.

“Y era bonito porque finalmente era la forma en que mi papá y sus hijos se validaban. Para mí hubo una transformación importante de este ingeniero empresario potente, que su característica más especial era la vocación por la belleza. No por el negocio más rentable, pero sí por algo bello, que permee”, agrega.

Puerto Octay, el corazón de la familia Puchi

Cuando se le pregunta a Rodrigo por algún recuerdo que tenga con su padre durante su infancia, no duda en mencionar su relación con la madera.

“En el clóset del papá, siempre veía que tenía una corteza de árbol entremedio de su ropa, de los chalecos, y recuerdo que una vez le pregunté el porqué y me dijo: ‘Con esto -una corteza de árbol proveniente de la Patagonia- yo protejo la ropa de las polillas’. También, y esto es bien especial, me acuerdo que tenía un pedazo de madera de ciprés de las Guaitecas, y eso tenía un olor muy particular, que sentías cuando aterrizabas en primavera en el aeropuerto de Balmaceda. Yo me crié con esos detalles chiquititos, que son muy de sensaciones”, dice Rodrigo.

Años después, cuando estudió arquitectura en Santiago, supo que quería desarrollarse en construcción y técnicas de madera. “Esa conexión con el sur venía de muy chico”, menciona.

A diferencia de su papá, esto no se gestó en Cochrane, sino en Puerto Octay, donde AquaChile dio sus primeros pasos. “Ahí está ubicado el corazón de mi familia. Nos criamos mucho más en ese lugar que en Aysén”, explica. Por lo mismo, una vez independizado, Rodrigo decidió trasladarse al sector.

“Veía que era un lugar que tenía un valor altísimo de belleza, tanto de su geografía como de las casas antiguas que había y que estaban muy abandonadas. Había una sensación como de congelamiento”, relata. Así, con el objetivo de revalorizar lugares de alto valor patrimonial, como lo hizo su progenitor en la Patagonia, Rodrigo se decidió a montar diferentes proyectos en la zona.

En un galpón mecánico en ruinas, abrió en 2021 -junto a su esposa de origen francés, Pauline Grellier- Café Mesón Carpintero, una cafetería ubicada en el centro de Puerto Octay. En su interior, con una arquitectura de madera inspirada en la década de los ‘40, el café ofrece bebidas de autor, cervezas y pastelería francesa y chilena. Además, el local funciona como tienda y lugar de exhibición de diferentes productos como libros, cajas de música artesanales, vinos y termos, entre otros.

“Este ha sido un lugar muy bien valorado porque produce posibilidades de encuentro. Personas que había abandonado Puerto Octay, y que no se habían visto en muchos años, se encuentran aquí”, dice. “Además, se ha convertido en una especie de destino para visitar en Puerto Octay”, agrega. De hecho, en el año 2022, la banda noruega Kings of Convenience visitó el Café.

Desde 2018 Rodrigo forma parte de Plan Octay (PLOC), organización sin fines de lucro dedicada al diseño y ejecución de iniciativas en pro del desarrollo de la comuna. Como ejemplo menciona la pronta apertura del Museo de Motos de Puerto Octay, la exhibición de motos antiguas más importante de Chile apoyada por PLOC.

Cuenta Rodrigo que en 2019, junto a su padre, se les presentó la oportunidad de comprar galpones antiguos de la empresa Anasac, ubicados en la ribera del lago Llanquihue. Ahí, en un espacio de 3.500 metros cuadrados, juntos fundaron Botes de Octay, un conjunto de galpones que hoy se utiliza como centro de talleres ligados al mundo de la construcción artesanal en madera de barcos, donde niños y adultos se reúnen para aprender diferentes técnicas.

“Uno de nuestros grandes socios que va a estar ahí es el Museo Taller, de Francisco Dittborn, quien es casi un alma gemela de mi papá”, adelanta Rodrigo. “Aquí queremos generar un lugar que tenga la relación que tiene el Teatro del Lago con Frutillar”, agrega.

Escapatoria de Santiago

Por los diferentes negocios en los que participó, Puchi pasó una importante parte de su vida en Santiago. Sin embargo, cuenta su hijo, como “buen hombre de campo”, el empresario encontró, con el tiempo, un lugar de escapatoria en Pirque. Ahí, dice Rodrigo, su padre tenía caballos.

“Lo último que alcanzó a hacer, y que dejó bien encaminado, fue un proyecto de una viña -de 30 hectáreas- bastante espectacular que está dentro del parque Santa Rita. Ahí tenemos muchas expectativas de hacer algo especial, es un proyecto que hizo mi papá con mucho cariño y que estuvo orientado más a la belleza que a la producción”, adelanta. En 2026, calcula, debería comenzar la producción de vinos y mosto.

A un año de su partida, pese a que Víctor Hugo Puchi mencionó en diferentes oportunidades su deseo de que sus cenizas fueran lanzadas al río Baker, esto no ha sucedido aún, explica su hijo mayor. Éstas se encuentran en una iglesia en Pirque que Puchi se dedicó a restaurar luego de su derrumbe como casa patrimonial durante el terremoto de 2010.

“Hasta el minuto lo hemos tenido en esa capilla para tenerlo cerca”, explica Rodrigo. “Pero estamos viendo. No va a ser ahora, pero sus cenizas, efectivamente, las vamos a tirar como él quería. En el río Baker”.

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