Opinión
Lo que nos enseñó la jibia (sobre el cuerpo y el cerebro humano)

Lo que nos enseñó la jibia (sobre el cuerpo y el cerebro humano)
Lo especial de este molusco cefalópodo es que uno de sus axones es tan grande que se puede ver a simple vista, con casi un metro de largo y hasta 1,2 milímetros de grosor. Eso permitió a los científicos hacer experimentos que en otros animales eran imposibles. Pudieron medir, estimular y observar cómo viajan las señales eléctricas. Fue un gran salto para la neurociencia, y puso a Chile en el mapa del conocimiento científico.
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En las profundidades del Pacífico Sur habita un molusco extraordinario: la jibia gigante, también conocida como calamar de Humboldt (Dosidicus gigas). Este animal puede medir hasta 2,5 metros y pesar cerca de 50 kilos. Más allá de su valor como recurso pesquero, la jibia ha sido clave para la ciencia chilena. Gracias a ella, hoy entendemos mucho mejor cómo funciona el cuerpo humano.
Hace más de 50 años, un grupo de científicos chilenos —entre ellos Mario Luxoro y Ramón Latorre— estudió en Reñaca uno de los secretos mejor guardados de este animal: su axón gigante. Un axón es parte de la neurona, la célula encargada de transmitir información en el cuerpo. Es un cable biológico que lleva señales eléctricas desde una neurona hasta otras células, como músculos u órganos. Esa transmisión permite que pensemos, nos movamos, recordemos y sintamos. Sin axones, el cuerpo no se comunica.
Lo especial de la jibia es que uno de sus axones es tan grande que se puede ver a simple vista, con casi un metro de largo y hasta 1,2 milímetros de grosor. Eso permitió a los científicos hacer experimentos que en otros animales eran imposibles. Pudieron medir, estimular y observar cómo viajan las señales eléctricas. Fue un gran salto para la neurociencia, y puso a Chile en el mapa del conocimiento científico.
Hoy, proteger esas conexiones internas del cuerpo se ha convertido en un área de alto interés científico y financiero. Enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson afectan a millones de personas y generan gastos que superan los 45 mil millones de dólares al año. Varias startups están desarrollando formas de evitar que los nervios se deterioren con la edad o el estrés.
En las últimas décadas se han invertido más de 2.800 millones de dólares anuales en buscar tratamientos. Muchos fármacos apenas logran retrasar el deterioro unos pocos meses, y a menudo con efectos secundarios importantes. Un ejemplo es aducanumab, de Biogen, aprobado en 2021 por la FDA. Apuntaba a tratar una de las causas más conocidas del Alzheimer en el cerebro, pero sus resultados fueron debatidos, las ventas bajas, y el programa se canceló en 2024.
Frente a esto, algunos investigadores comenzaron a mirar no sólo las neuronas que mueren, sino también la red que las comunica. Si los axones se cortan, la información no fluye, sin importar qué tan sana esté la neurona. Proteger esa red puede ser la clave.
Uno de los líderes en esta línea es el doctor —y músico— Felipe Court, investigador chileno que estudia cómo envejecen nuestras conexiones neuronales y cómo cuidarlas. Su equipo ha demostrado en modelos animales que se puede restaurar la memoria, mejorar el aprendizaje y reforzar la fuerza muscular al conservar esas conexiones. También lograron reducir dolor crónico al preservar los nervios periféricos.
Lo más prometedor es que esta ciencia ya está saliendo del laboratorio. El trabajo de Felipe ha dado paso a terapias experimentales para proteger el sistema nervioso desde etapas tempranas del envejecimiento, en colaboración con grupos de investigación en Estados Unidos y Singapur. No se trata sólo de vivir más. La meta es vivir mejor, con más autonomía, menos dolor y mayor claridad mental.
Y pensar que todo esto comenzó con una jibia gigante. Un animal que, por primera vez, nos permitió observar cómo circula la electricidad dentro del cuerpo. Medio siglo después, ese descubrimiento sigue iluminando nuevos caminos.
El futuro de la medicina se escribe, a veces, con descubrimientos que estuvieron por décadas bajo la superficie.