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Por dentro

Claudio Cordero: “Los valores tienen que estar antes que el dinero, porque no estamos en esta vida solo para enriquecernos”

Claudio Cordero: “Los valores tienen que estar antes que el dinero, porque no estamos en esta vida solo para enriquecernos”

El empresario inmobiliario analiza la actual situación política que vive el país y explica por qué decidió recalar en Miami, donde lidera siete proyectos por US$ 500 millones.

Por: J. Troncoso Ostornol | Publicado: Domingo 22 de agosto de 2021 a las 00:01
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“Gran parte de los problemas que tiene Chile es porque muchos empresarios no han estado a la altura de las circunstancias: se han preocupado de rentabilizar sus inversiones y no de otorgarle calidad de vida a la gente, a nuestros clientes, que gracias a ellos es porque nuestras familias pueden vivir bien. Por eso, hay que poner el respeto a la gente en el lugar número uno y entregar el mejor producto y servicio posible. Ese es nuestro deber con la sociedad y así tratar entre todos de tener un país mejor”.

Las palabras son de Claudio Cordero (60 años, casado, tres hijos), dueño de Ambienta Inmobiliaria, que inició sus operaciones en el año 2010 en el sur de Chile (con 10 obras actualmente en Villarrica y Pucón), luego avanzó a Santiago (donde lleva adelante tres nuevos desarrollos, de los cuales uno es de lujo) y ya concretó su internacionalización, con iniciativas en Miami, Estados Unidos.

“Somos una empresa mediana; vendemos entre 600 a 700 departamentos al año”, explica el empresario.

Ingeniero civil industrial de la U. de Chile, partió en el mundo laboral en 1984, como ejecutivo de cuenta en el desaparecido Banco Nacional, que fuera parte del grupo liderado por Francisco Javier Errázuriz. “Ahí me di cuenta de que lo mío era emprender: tuve una fábrica textil y después desarrollé distintos negocios en el área del transporte. Luego tuve una empresa que prestaba servicios a la minería y hace unos 10 años derivé en el área inmobiliaria”, dice Cordero desde Miami, donde pasa parte importante del año.

Partió con un proyecto de 20 departamentos en el Lago Villarrica. “Como no tenía muchos recursos, pre vendí tres departamentos a amigos y con eso compré el terreno. Hice la obra y nunca alcancé a inaugurar el piloto porque vendí todo a tres meses de haber lanzado el proyecto”, explica.

Luego sumó una larga lista de desarrollos inmobiliarios en la misma zona de Pucón. “Durante muchos años he vendido 200 departamentos al año en una ciudad que no es muy grande y, hace cuatro a cinco años, emigré a Santiago, donde estoy con varios proyectos. Uno de ellos es Parque Mackenna, con 1.500 unidades”, dice el empresario.

Esta obra es uno de los mayores orgullos de Cordero. “El grado de terminaciones que tenemos en nuestros productos para el mercado C2 y C3 es similar al que recibe una persona que compra un departamento en Las Condes o Vitacura”, afirma.

Destaca que son departamentos de entre 30 m2 a 45 m2, frente a la estación de Metro Camino Agrícola, en Macul, y que se caracterizan -dice- por el alto estándar en sus terminaciones. “No solo estamos con la idea de vender un departamento, sino que entregar calidad de vida a la gente. Así hemos tratado de diferenciarnos con nuestra competencia”, dice el empresario.

Reconoce que sus departamentos pueden ser entre 5% a 7% más caros, pero -afirma- su proyecto en Macul es hoy el más exitoso en Chile. “Vendimos 25 unidades mensuales en los últimos tres años”, señala. “Estoy dispuesto a tener una menor rentabilidad, pero, cuando tú eres eficiente, y logras vender rápido tu producto, bajas tus gastos generales, con lo cual logras ser igual o más rentable que cualquier otro proyecto inmobiliario, pero entregando una mejor calidad”, añade.

 “¿Nos vamos a repartir la pobreza?”

Cordero dice que nació dentro de una familia de “origen sencillo y de esfuerzo”; que estudió en un colegio con número (Escuela 48 A en La Cisterna) y luego pasó al colegio San Marcos de Macul.

“Con educación se logra progresar en la vida”, afirma el empresario, quien -dice- estudió en launiversidad con crédito fiscal. Trata de evitar hablar de política, pero reconoce estar preocupado por la actual situación que vive Chile. “Voté por Piñera y estoy muy arrepentido; creo que no somos pocos los arrepentidos”, asegura.

“Este país está transitando por un camino que no corresponde".

El empresario añade: “Este país está transitando por un camino que no corresponde. Las autoridades deben dar señales de certeza jurídica o este país se va a destruir. El capital es móvil, se puede ir a cualquier país, pero ¿qué pasa con Chile? un país sin talento no crece. ¿Nos vamos a repartir la pobreza, eso queremos?”.

Luego, explica: “Yo decidí no esperar porque tengo mucha gente que trabaja conmigo. Voy a seguir con actividades en Chile, pero el crecimiento no está ahí”.

Frente a esto, decidió poner la mayor parte de sus fichas en el estado de Florida, en Estados Unidos.

“Por un tema de riesgo país, decidimos diversificarnos y llegar a Miami, donde tenemos dos proyectos en ejecución y montamos un fondo para construir otros cinco en terrenos que ya tenemos bajo contrato”, explica.

Estas siete iniciativas consideran 1.200 unidades entre departamentos, casas y townhouse. La inversión completa dice que es del orden de los US$ 500 millones. Para el financiamiento explica que tiene socios chilenos y un fondo “importante”, que prefiere mantener en reserva. “La idea es estar presente en toda Florida y nos queda mucho por andar. Después, EEUU en su conjunto, que es un tremendo país”, dice el empresario.

Ambienta Bay Harbor Islands, uno de los siete proyectos que Cordero desarrolla en Miami.

Destaca la certeza jurídica que existe en el país del norte. “Acá, si tienes un permiso de construcción, que te puedes demorar en obtenerlo, es una garantía de que el proyecto se va a ejecutar. Hoy día, en Chile, tú tienes un permiso de construcción y alguien puede venir a cuestionarte ese permiso y eso rompe cualquier desarrollo inmobiliario. Cuando no tienes certeza jurídica es imposible desarrollar un país”, afirma.

-¿Qué le parecen estas grandes torres de departamentos en Estación Central? ¿no hay una responsabilidad también de los empresarios?

-Efectivamente, pero lo que hace uno es normar esas cosas para que no ocurran de nuevo, no es prohibir todo. Alguna gente ha abusado del sistema y lo que se debe hacer es cambiar los planes reguladores para que no exista ese abuso, pero obviamente hay que incentivar el desarrollo inmobiliario, y no solo por lo intensivo que es en mano de obra, sino que también porque el desarrollo inmobiliario es la base del progreso de un país.

Como las autoridades no hacen su trabajo de cambiar los planes reguladores, después tienen un plan regulador que permite 10 pisos, pero los vecinos quieren cinco; bueno, entonces, que se cambien las normas. Pero no entiendo esta animosidad contra las inmobiliarias: si no hay nuevos proyectos lo único que pasa es que se encarece la vivienda y la gente de más escasos recursos no podrá tener una vivienda digna.

-¿Cuál es su visión sobre el empresariado?

-En general, en Chile, no solo en el área inmobiliaria, los empresarios hemos sido responsables de la crisis social por no tener la conciencia social que nos corresponde tener como seres humanos. Y eso no tiene que ver con un color político, tiene que ver con que, como empresarios no solo se debe maximizar la rentabilidad; también tiene que estar, en un primer orden, cuidar a la gente, nuestros clientes, que no necesariamente tienen la misma educación y experiencia.

Cuando digo nosotros es para no ser autorreferente. Yo creo que para uno -como forma de vida, como empresario, como ser humano-, los valores tienen que estar antes que el dinero porque no estamos en esta vida solamente para enriquecernos.

-La Superintendencia de Medio Ambiente (SMA) multó a Inversiones Panguipulli SpA, en la cual usted tiene una participación importante, luego de una pública disputa con las familias Luksic, Ibáñez y Von Appen. ¿Cuál es su postura frente a esta situación?

-El problema de fondo es que no querían tener vecinos que no fueran de esta seudo élite. Creo que parcelas agrícolas de 5.000 m2 les pareció muy humilde.

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