Análisis
La columna de J.J.Jinks: Pesimismo ideológico
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Hay algunos mea culpa que nunca se hicieron y dado que ha pasado mucha agua bajo el puente perdieron total sentido de oportunidad. Uno de ellos es la actitud de la derecha política y el gran empresariado frente a las reformas impulsadas por los gobiernos de la Concertación.
Cada vez que se quiso tocar un impuesto o modificar algo en las relaciones laborales, el griterío y la alharaca era en altos decibeles. Es normal que en la brega política la oposición cumpla su rol y haga valer su mirada, pero en este caso -durante, muchos, muchos años- se hicieron pronósticos muy lúgubres sobre los destinos de la Nación. Agoreros, diría la bella Camila.
Mientras se hacía toda esa escandalera, el país iba como avión. Altas tasas de inversión respaldaban un crecimiento del PIB de 6-7% anual, cifras que a todos nos parecían de lo más normal. Nadie felicitaba a los gobernantes, era parte del paisaje, era a pesar de ellos en el pensamiento más cínico y extraviado.
Nos íbamos al despeñadero en los discursos empresariales mientras se reducía la pobreza en forma importantísima y la cara de Chile cambiaba como nunca antes en su historia. Los 30 años tan manoseados y hoy añorados.
Saco estas vergüenzas del baúl de los recuerdos para contrastarlas con los emplazamientos del Presidente Boric al gran empresariado por la falta de inversión en los tiempos actuales. Pesimismo ideológico es el término que acuñó Su Excelencia para explicar la caída trimestre tras trimestre de las cifras de acumulación de capital. Como ya es ampliamente sabido, frente a las dificultades nuestros gobernantes buscan con celo alejarse de las responsabilidades propias y buscar la forma de endosárselas a terceros. En este caso, qué mejor que emprenderlas contra los grandes empresarios por la inactividad en el país. Un recurso más viejo que el hilo negro.
Esto muestra un desconocimiento de la naturaleza humana por parte del Presidente. Si los empresarios ven oportunidades para hacer crecer sus compañías y sus patrimonios, las tomarán sin remilgos independiente de si la autoridad del momento es de su gusto o no. Prueba de ello es lo sucedido en los años de la Concertación. Que el Presidente Boric piense que no se abordan las inversiones para hacer un punto político es una mala noticia, peor aún es que lo verbalice.
Los problemas van por otro lado: inseguridad jurídica (lo que sucede en energía con las PMGD), inseguridad física (terrorismo y violencia que afecta al sector forestal), maraña regulatoria y una autoridad poco colaborativa (el drama hoy de los salmoneros), las dificultades conocidas para obtener permisos para cualquier tipo de proyecto desde un simple edificio hasta una desaladora, una carga tributaria alta para las empresas y falta de incentivos para invertir. Estas son sólo algunas de las dificultades que aquejan a los distintos sectores del país y las que explican el pesimismo, el cual existe, pero no es ideológico, es del bolsillo.
El mismo día que culpaba a los empresarios, el Presidente en su prédica nos decía: “cuando conversamos con alguien que piensa distinto es fácil quedarse con la peor versión de su argumento para reafirmar las propias ideas”. Quizás un primer paso para salir del estancamiento económico en que nos encontramos es que el Presidente se haga caso a sí mismo en sus buenas intenciones. Las que como siempre en la vida adulta, no son suficientes, pero es un comienzo.