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Coffee break

Claudia Allende, la chilena que trabaja con el nuevo Nobel de Economía

Claudia Allende, la chilena que trabaja con el nuevo Nobel de Economía

“Guido Imbens es uno de mis mentores, una guía para que yo ojalá sea tan buena como él”, dice desde Estados Unidos a DF MAS.

Por: Nicolás Durante | Publicado: Viernes 15 de octubre de 2021 a las 17:29
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Justo cuando estaba negociando los detalles para que se moviera desde la Universidad de Princeton hasta Palo Alto, California, a trabajar en la Stanford Graduate School of Business, llegó el Covid-19. Corría marzo del año pasado cuando la chilena Claudia Allende visitaba la casa del economista Guido W. Imbens y su esposa Susan Athey en Palo Alto, para incorporarse como profesora asistente en su equipo.

Ese mismo día cerraron todo en Estados Unidos pero, recuerda Allende (33), la cena se hizo igual, y sobre la mesa había muchos envases de alcohol gel. Ni el profesor, que preparó la comida en esa ocasión, ni sus hijos todavía confundidos con la suspensión de clases, sabían muy bien de qué se trataba el virus. 

Esta semana, la economista de la Universidad Católica y doctora de la Universidad de Columbia, ya instalada en California como parte del equipo de Imbens, se despertó a eso de las 3 de la mañana para esperar el evento del año de los economistas del mundo. En Suecia, el Banco de ese país anunciaba que Imbens, una eminencia de la metodología empírica de investigación en microeconomía aplicada, era el ganador, junto a David Card y Joshua D. Angrist, del Nobel de Economía.

Apenas se hizo público, Allende le envió un mensaje al profesor felicitándolo y, para su sorpresa, éste le dijo que fuera ese día a su casa a celebrar.

Guido es muy de amigos, de celebrar, le fascina salir a andar en bicicleta con el equipo. Para el 17 de septiembre pasado me acuerdo que estaba invitada a comer a su casa y como no encontré vino chileno, les llevé dulce de castañas, pero era algo bastante conocido para él porque lo comía en su natal Holanda. No era un postre tan chileno como yo creía”, recuerda entre risas a DF MAS. 

Celebración en Stanford este miércoles. 

Es que ser contratado en el equipo donde trabajan Imbens y su esposa Susan Athey -ambos, economistas senior- no es cualquier cosa. Al año, un solo nuevo investigador logra incorporarse al grupo. Ella, que el año pasado se lo tomó de posdoctorado en la Universidad de Chicago, confiesa que desde mucho antes ya había quedado “maravillada” con las metodologías utilizadas por Imbens para el análisis de problemas de la microeconomía, pero traspasando la barrera de lo teórico y llevándolo a experimentaciones empíricas. 

En Chile, Allende se convenció en el último año de colegio de ser economista, porque le gustó llevar una ciencia exacta como las matemáticas a problemas sociales, y mientras estudiaba en la UC se enfocó en la organización industrial. A ella, cuenta, lo que la motivaba era entender cómo funcionan los mercados desde la competencia.

“Esa área antes era bien teórica, pero en los últimos años se ha llevado a lo empírico, con experimentos en el mundo real. A mí además me gusta combinar preguntas de competencia con técnicas de microeconomía aplicada para estudiar problemas sociales, y en eso el profesor Imbens ha sido un gran aporte a la metodología”, apunta Allende, quien antes de moverse a EEUU en 2014 fue economista del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia en Chile. 

Explica la economista que su trabajo actualmente está en desarrollar nuevas metodologías e investigaciones propias sobre organización industrial, y que la dinámica con el premio Nobel no es que ella “trabaje para él”, sino que son parte de un mismo equipo.

“No es que yo solo vaya a escribir papers con él, sino que lo que buscan todos quienes integramos el departamento es innovar en nuestros métodos y herramientas en las ciencias económicas. Guido Imbens es uno de mis mentores, una guía para que yo ojalá sea tan buena como él”, cuenta.

Y agrega que a las 3 de la tarde del viernes habían organizado, como tantas veces antes, una salida en bicicleta de pista a una de las rutas más extremas de Silicon Valley. Imbens se había comprometido a romper su récord, y también prometió que el viernes iba a haber espumantes en su casa para seguir celebrando el Nobel. 

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