El receso de uno de los grupos insignia del K-Pop, BTS, provocó tristeza en todo el mundo y en Chile también. La agrupación musical, que factura al año unos US$ 5 mil millones, según el Instituto de Investigación de Hyundai, tiene una singular conexión con nuestro país, como ha quedado en evidencia en dos episodios. 

Uno de ellos es televisivo: en una rutina humorística del viernes 9 de abril de 2021, el programa Mi Barrio de Mega se burló de los músicos coreanos y las denuncias ante el CNTV no se hicieron esperar, llegando miles y desde distintos lugares del mundo.

La emisión fue la más denunciada de abril, con 1.839 casos, aunque los reclamos eran muchísimos más y, como estaban mal formulados, no entraron en la estadística. En todo caso, la parodia desató un debate global. La televisión nacional coreana mencionó el sketch chileno en horario prime. 

El columnista más famoso de Corea del Sur, Jae-Ha Kim, criticó la situación en redes sociales: “El racismo no tiene gracia. Repetir el nombre de un dictador no es inteligente. Burlarse de un idioma que no entiendes no es lindo. Estamos en 2021. Ya basta de esto”.

A aquellas críticas se sumó el diario norteamericano The New York Times, donde el periodista Russell Goldman hizo eco de lo realizado por los fans de la “boyband”. En redes sociales se armó un hashtag #RacismIsNotComedy, que siguió por varias semanas avivando el debate global. 

En todo caso, el K-Pop ya había estado en el ojo público, aunque con otro toque. 

Poco después del estallido de octubre de 2019, el gobierno manejaba un informe de inteligencia de Big Data según el cual los seguidores de este estilo musical habrían promovido el estallido social. Y de nuevo, en un mundo tan global, el asunto fue materia de un extenso reportaje en la cadena nacional coreana KBS News.