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El bueno, el malo y el feo: los tres escenarios de inversión para 2023
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A pesar de que nadie tiene una bola de cristal para predecir el futuro, Pablo Gil, analista jefe de la compañía de trading XTB, proyecta que 2023 “probablemente sea un año de grandes oportunidades de inversión, ya que las fuertes correcciones experimentadas, tanto en las bolsas como en el mercado de renta fija, han ajustado las valoraciones hacia puntos de equilibrio más justificables desde una perspectiva de medio y largo plazo”.
A pesar de esto, alerta, “no debemos olvidar que las acciones de los bancos centrales aún no han impactado en el nivel de crecimiento de la mayoría de las economías y que los mercados financieros no están cotizando un escenario generalizado de futura recesión, lo que hace que los riesgos potenciales sigan siendo importantes y justifican extremar la cautela a la espera de mayores ajustes a la baja en renta variable en un entorno de alta volatilidad para el 2023”.
Todo esto lo retrata en el informe 2023, 3 escenarios de inversión para un año de riesgo y oportunidad.
Sobre la renta fija, Gil agrega que “están surgiendo buenas oportunidades que no veíamos desde 2007, y mientras algunos activos ya ofrecen rentabilidades muy atractivas en proporción al riesgo que entrañan, como es el caso de los bonos soberanos en EEUU, otros aún podrían sufrir fuertes ajustes, ya que no reflejan los riesgos de una potencial recesión, como es el caso de algunos segmentos de la deuda corporativa de peor calidad”.
Inflación y crecimiento económico
El informe de la compañía de trading analiza el escenario inflacionario porque, expresan, influirá en la “economía y mercados financieros durante 2023”.
En particular, Gil comenta que en 2022 la inflación “se convirtió en el caballo de batalla que ha centrado la política monetaria a nivel global, y su contención y reversión hacia el objetivo general del 2% determinará cómo de agresivo sea el ciclo de subidas de tipos de interés, así como el nivel de reducción de los balances de deuda de los bancos centrales y la disminución de liquidez en el sistema financiero”.
Sobre el crecimiento económico indican que en la segunda parte de 2022 se vivió un “giro drástico” en el modelo de crecimiento respecto a lo ocurrido en la última década, sustentado en un “continuo incremento de la deuda y en el soporte de políticas monetarias y fiscales expansivas”. Este nuevo escenario, agregan, “plantea grandes interrogantes sobre los efectos que tendrá en la evolución del PIB global y particular de cada país en 2023 y 2024”.
El bueno: dólar para abajo y boom de renta fija
Para muchos, es el escenario ideal. En particular, cuenta con 4 puntos.
El primero, tiene que ver con el crecimiento: “Como la desaceleración económica parece inevitable y habrá dudas sobre una potencial recesión, esperamos correcciones en la primera parte del año que habrá que aprovechar para comprar renta variable en términos generales. La desaceleración en los resultados empresariales se concentrará en la primera parte de 2023, pero tendería a mejorar para finales de año”.
En segundo lugar, se habla de una “relajación monetaria que devuelva las tasas de interés a su punto de equilibrio de largo plazo”. Esto, agregan, “hará muy atractiva la inversión en renta fija en general”.
La pérdida de fortaleza del dólar es el tercer punto: “La ausencia de riesgo sistémico restará apetencia por el dólar como moneda refugio. Si a eso le añadimos una Reserva Federal (Fed) mostrando un cambio de rumbo para situar de nuevo las tasas de interés en torno a un tipo terminal más cercano al 2,5% para 2024, el dólar perderá atractivo contra otras monedas ‘core’ versus emergentes”.
El cuarto lugar es para China y su posible cambio de política “Covid cero”: “Una de las bolsas que cotiza a múltiplos más ajustados es la bolsa china. Las dudas sobre el crecimiento económico que ha suscitado la política de ‘Covid Cero’, así como la crisis inmobiliaria en el país, han sido un lastre los últimos años”. Si esto cambia, impulsará el crecimiento del país asiático.
El malo: ojo con Japón y evitar renta fija especulativa
Para muchos es el escenario más posible porque funciona como “una continuación” del 2022. Sobre esto, XTB toca cinco puntos centrales.
En primer lugar, una prolongación del mercado bajista: “A medida que la realidad económica se torna más negativa durante 2023, comienza a hacerse patente que con un menor consumo e inversión versus un deterioro en las tasas de desempleo los resultados empresariales tendrán que ajustarse de forma significativa a la baja”.
Y agrega: “En algún momento del proceso el inversor dejará de prestar atención a los fundamentales y centrará sus decisiones principalmente en la gestión del riesgo, en lo que se conoce como fase de ‘capitulación’.
El segundo punto hace referencia al fortalecimiento del dólar: “La inestabilidad financiera que surge a raíz del deterioro económico y las persistentes presiones de inflación obligan a la FED a mantener viva la restricción monetaria, haciendo del dólar la moneda refugio por excelencia. En este entorno esperamos un fuerte deterioro de las divisas emergentes con un alto grado de deuda denominada en dólares”.
La política monetaria de Japón es la protagonista de la tercera proyección: “En un escenario de inflación persistente las reglas ultra expansivas podrían sufrir cambios significativos. Dado el tiempo que estas políticas han estado presentes, dicho cambio de rumbo tendría efectos importantes en todos los activos japoneses, afectando negativamente a la bolsa y a la renta fija y favoreciendo una paulatina apreciación del yen”.
En cuarto lugar, se comenta “evitar a toda costa la renta fija corporativa especulativa y los bonos soberanos emergentes con mala calificación crediticia”. En particular, añaden que “en la medida en que ambos activos no reflejan los riesgos que entraña una recesión global y persistente, este tipo de instrumentos resultan muy peligrosos por la iliquidez que suelen registrar en momentos de crisis”.
Finalmente, establecen su preferencia por los “activos reales”, como el oro y algunas materias primas energéticas. “También en el sector alimentación y en el sector inmobiliario, pero de aquellos países donde no se hayan registrado burbujas demasiado grandes a lo largo de los últimos años”.
El feo: incertidumbre, fortalecimiento del dólar y el desafío para Europa
Para un inversionista es el peor escenario posible porque, según cita el informe, “combina desplomes simultáneos en la renta fija y variable, mientras que por otro lado, las presiones inflacionarias provocan la pérdida de capacidad adquisitiva de nuestro dinero”.
“La sensación de que la situación se nos escapa del control de gobiernos y bancos centrales es el eje central. La incertidumbre creciente en el plano geopolítico y económico acaban por expulsar al inversor del mercado en una ‘capitulación global’”, añaden.
El segundo punto es sobre el fortalecimiento de la divisa norteamericana: “En este entorno de crisis financiera descontrolada es probable que la FED decidiera abandonar el control de la inflación como principal objetivo de su política monetaria y liderar un movimiento destinado a implementar medidas paliativas con un alto nivel de intervencionismo en el mercado”.
En tercer lugar, se apunta al Banco Central Europeo (BCE): “La ausencia de una política fiscal común en la zona euro en plena crisis global y con un nivel de deuda sobre el PIB en máximos históricos desata una nueva crisis periférica, lo que pone a prueba al BCE antes de que haya podido llevar a cabo una normalización de su balance de deuda. La pérdida de credibilidad en la institución monetaria desata nuevas tensiones entre los miembros de la unión, con ataques contra aquellas economías donde los desequilibrios fiscales son mayores”.
Al igual que en el escenario anterior, se recomiendaría “evitar a toda costa la renta fija corporativa especulativa y los bonos soberanos emergentes con mala calificación crediticia”.
En el quinto punto se indica que “en un entorno de menor globalización, tensiones internacionales e inflación persistente la preferencia es el activo real frente al financiero”, como los metales preciosos y ciertas materias primas.
Conclusiones: futuro volátil e incierto
Pablo Gil comenta que “desde hace años venimos asistiendo a una realidad preocupante y que podríamos resumir en ‘un intervencionismo creciente de los responsables de la política monetaria y fiscal’, que no pretenden solucionar los problemas de de raíz, sino tan solo dar una ‘patada hacia adelante’ para no enfrentar situaciones complejas que tienen un coste político y social cada vez mayor”.
En concreto, proyecta que 2023 “podría ser el año en que los Bancos Centrales asumieran que deben cambiar su manera de actuar porque su forma de proceder genera más problemas a la larga que aquellos que intentan subsanar en primera instancia. Si se produce dicho cambio supondrá un paso enorme hacia la solución de nuestros desequilibrios económicos en el mediano y largo plazo, pero a cambio infringirán un gran daño en el corto plazo”.
El otro camino, añade, “ya lo conocemos porque es el que recorremos desde hace más de dos décadas y nos ha llevado a un nivel de endeudamiento crónico a nivel global, a una depreciación sin precedentes del poder adquisitivo de nuestro dinero y a unas cotas de crecimiento mundial cada vez más bajas”.
“Si se opta por este camino significa que para evitar los daños de una potencial recesión en 2023 se volverán a impulsar políticas expansivas desde el plano monetario y fiscal posponiendo un ajuste necesario, pero del que nadie parece estar dispuesto a hacerse responsable”.
Y concluye: “2023 se presenta como otro año volátil e incierto, tanto para aquellos que realizan trading a corto plazo como para aquellos que buscan oportunidades de inversión con una visión más estratégica”.
El informe tiene un apartado especial para la situación nacional, donde se explica que “la batalla contra la inflación ralentizará el ritmo de crecimiento ya de por sí débil y muy probablemente provoque una nueva recesión durante 2023, algo que ya pronostican organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial”.
Sobre el tipo de cambio, indican que “a mediados de 2022 el peso chileno sufrió una fuerte depreciación contra el dólar en un entorno político y social de desestabilización que requirió la intervención en el mercado del Banco Central”. Desde entonces, analizan, “el tipo de cambio se ha estabilizado, pero todavía no ha sido capaz de consolidar cierres por debajo de la anterior zona de techos clave desde el 2020”.
Y en cuanto a la bolsa local, “la tendencia sigue siendo alcista, pero con una previsión de recesión para 2023 es poco probable que se rompan los máximos históricos que se alcanzaron tanto en 2018 como en 2022”.
Otro de los puntos que toca este informe tiene que ver con las monedas electrónicas. En concreto, “las criptomonedas, que fueron uno de los mayores beneficiarios de la política fiscal y las bajas tasas de interés durante la pandemia del coronavirus, ahora se perciben como un potencial foco de inestabilidad”.
“Ya hemos vivido problemas internos causados por una ola de bancarrotas y colapsos de grandes proyectos de criptomonedas. Pero a pesar de las caídas masivas y los escándalos, el interés persiste. Hasta la fecha, cada mercado bajista de criptomonedas se ha percibido como buenas oportunidades de inversión, aunque en un entorno de mayor volatilidad. A pesar de la caída de los precios y la incertidumbre, la adopción de la tecnología blockchain se aceleró”, añaden.
Y concluyen: “Un nuevo colapso podría ser la gota que rebalse el vaso de la confianza de los inversores y podría actuar como catalizador de una nueva crisis financiera más global que la registrada en 2022”.