Hasta octubre de 2024, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas, en Chile ocurrieron 49.412 matrimonios y 13.424 Acuerdos de Unión Civil. Se trata de una formalidad cada vez menos popular entre las nuevas generaciones, quienes prefieren convivir bajo un mismo techo, sin contrato alguno de por medio, antes que regular los aspectos civiles y patrimoniales que el matrimonio o el AUC conllevan. De hecho, mientras que a principios de los 90, según cifras del INE, había 8,1 nupcias por cada mil habitantes, para 2021 solo hubo 2,7.

La abogada y mediadora, Francisca Bravo, se dedicó por años a estudiar las tendencias y conductas financieras dentro de los matrimonios. A partir de su trabajo en los Tribunales de Familia, dio con un problema clave y recurrente dentro de los quiebres conyugales. “Más que por temas de lucas, las personas se divorcian por asuntos relacionados al poder económico que uno tiene sobre el otro”, explica Bravo.

Así, con el objetivo de brindar las herramientas necesarias para evitar un posible quiebre, Bravo escribió “Lo Nuestro, ¿Es nuestro?”, libro donde plantea la importancia de conversar y sentar las bases de un plan financiero, familiar o de pareja, incluso antes del matrimonio mismo. “Hablar de dinero en pareja nunca es hablar de dinero realmente”, dice la abogada. “Es hablar sobre nuestros modelos familiares, nuestros dolores, nuestros intereses y nuestras expectativas sobre frustraciones del pasado”, agrega.

Separación de bienes: “La gran estafa”

“La conversación sobre qué régimen de bienes escoger es una conversación trascendental”, enfatiza Bravo. En 2023, según cifras del Registro Civil, los sistemas de régimen patrimonial más requeridos en Chile fueron la sociedad conyugal (49,9%) y la separación de bienes (46%).

El primero, explica la abogada, tiene “mala prensa” en el país, pues el Código Civil establece que solo el marido puede administrar los bienes. Su alta demanda, sin embargo, puede explicarse ya que, si la pareja no tiene tomada la decisión, ese régimen se escoge por “default”.

La separación de bienes -donde cada persona se queda con el patrimonio a su nombre-, por el otro lado, Bravo la define como “la gran estafa”. Esto, pues no considera la métrica del costo de la maternidad: “Muchas mujeres, cuando se convierten en madres, dejan sus trabajos y, si no, dejan de hacer una carrera profesional, de construir trayectoria. ¿Cuáles son las consecuencias? Tienen menos ingresos, acumulan menos capital porque no pueden pedir créditos y tienen una peor vejez porque cotizan menos”, explica.

Pero existe una tercera opción: la participación de los gananciales. Esta es una opción poco conocida -en 2023 solo un 4% la escogió- que surge en 1994 como alternativa solidaria al régimen de sociedad conyugal. Según explica Bravo, bajo este sistema, los cónyuges conservan su patrimonio y el disfrute individual de sus bienes pero, al momento de la separación, las ganancias se comparten. “Es un régimen que requiere plena confianza en tu pareja”, agrega.

Como recomendación, la abogada establece que quienes están en etapa de crianza consideren una alternativa solidaria (sociedad conyugal o de participación de los gananciales) y que quienes ya tienen hijos adultos, donde no se interrumpe la carrera profesional de ninguno en la pareja, vean uno más individualista (separación de bienes). El sistema escogido, agrega, se puede cambiar una vez durante el matrimonio.

La famosa cartulina

Si hay una forma de tener intimidad, dice Bravo, es al compartir un presupuesto como pareja. “En una empresa sería impensable no tener uno, ¿o no?”, pregunta. Este consejo, dice la abogada, es el más desafiante de todos para tener una relación sana, pues saca a flote información del manejo financiero -deudas, rentas y/o inversiones- de una persona. “Hay parejas que ni siquiera saben cuánto gana el otro”, cuenta Bravo.

Por eso, aconseja la abogada, lo mejor es tener una conversación sincera y de manera periódica, sobre los gastos y el nivel de vida que la pareja desea tener. “Para bajar la ansiedad, hay que partir poniendo sobre la mesa que es una conversación difícil”, comenta. Sin embargo, dimensionar aspectos económicos, prácticos y materiales puede traer seguridad y claridad a la relación.

Sobre cómo ordenar gastos de manera equitativa, la experta recomienda la “regla de la proporcionalidad”, es decir, que cada miembro de la pareja aporte la misma proporción de su sueldo a los gastos del hogar y de los hijos. Esto puede ser a través de una cuenta corriente común donde, por ejemplo, cada uno aporte de manera mensual el 40% de su remuneración.

Con la llegada de los hijos, puede ser que esto se desordene, por lo que resulta crucial, explica Bravo, que constantemente se revisen los aportes que cada uno hace en el día a día a la familia. “Es importante que tanto los gastos macro, como los micro, por ejemplo la cartulina que uno le compra al hijo para el colegio, sean equitativos”, dice.

“Casarse es un cacho”

“Muchas personas dicen: ‘Lo nuestro es nuestro’, pero eso es mientras estén juntos, en una relación sin inconvenientes”, comenta Bravo.

Desde su experiencia en Tribunales de Familia, señala que, tras el divorcio, la mayoría de las mujeres notaba una gran diferencia entre su patrimonio y el de su pareja, debido a que fueron ellas quienes se dedicaron a la crianza. Entonces, buscaban una compensación económica. “Este es un derecho a una indemnización a cualquiera de los dos que haya tenido un menoscabo económico en su bolsillo por dedicarle más tiempo a los hijos”, explica.

Sin embargo, este derecho solo lo tienen quienes están dentro de un matrimonio o un AUC. “La gente dice: ‘es un cacho casarse’, pero la verdad es que te entrega un pool de derechos muy importantes, como lo es la compensación, derechos hereditarios, de representación en momentos de salud y de pensión de sobrevivencia en caso de muerte”.

Por lo mismo, la abogada aconseja que la pareja se enfoque en construir un patrimonio equitativo, que se revise cada tres años, y que considere la cuantía que se tiene acumulado en conjunto; inversiones financieras, bienes raíces, ahorros en efectivo, vehículos, etc.

En esa conversación, plantea Bravo, es importante que la pareja se cuestione, en el caso de tener hijos, cómo su llegada ha impactado en la carrera y oportunidades del otro, y cómo es que se va a compensar esa brecha para que la persona que educa tenga tranquilidad económica y personal.