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El rearme del grupo Errázuriz y su plan para llegar a los US$ 1.000 millones en ingresos
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Recursos propios y nada de deuda. Los US$ 61 millones que el grupo Errázuriz ofreció por una de las cuotas de litio que el gobierno licitó esta semana dejaron en claro su decisión de convertirse en un actor relevante en ese negocio. Tras varios años de decidido bajo perfil, reordenamientos internos, cero deuda bancaria, profesionalización y sus infaltables polémicas, el conglomerado busca retomar la posición de liderazgo que tuvo hace algunas décadas.
Y Francisco Javier Errázuriz Ovalle, el hijo mayor del homónimo empresario y ex candidato presidencial, está decidido a lograrlo. Ello, pese a que el viernes a última hora la Corte de Apelaciones de Copiapó ordenó paralizar el proceso.
Está desarrollando un plan para que el grupo llegue a generar US$ 1.000 millones en ingresos anuales. Desde que en 2011 tomó el mando del conglomerado, rodeado de los ejecutivos históricos que fichó su padre, Francisco Javier Errázuriz Talavera, comenzó lentamente a buscar el retorno a la primera línea. Sus primeros pasos fueron iniciar una reducción total del endeudamiento y la profesionalización de los negocios.
En febrero de 2012, los siete hermanos Errázuriz Ovalle y su madre, la ex diputada María Victoria Ovalle, decidieron mantener la decisión del patriarca de dejar en manos de su primogénito el manejo de los negocios familiares. Dividieron todo en partes iguales, establecieron normas de manejo interno, como una política clara y fuerte de reinversión de utilidades, regularon el ingreso de las nuevas generaciones y definieron que un directorio compuesto por los siete hermanos será el que gobierne el patrimonio familiar que tiene intereses en minería, acuicultura, construcción y comercio principalmente. Además se decidió la entrada de no familiares a los directorios y fue la propia “Toyita” Ovalle quien cumplió un rol clave en el fichaje de algunos directores externos.
Desde entonces, dicen cercanos al grupo, éste comenzó una silenciosa reestructuración interna que ha llevado a que hoy el conglomerado ya esté facturando US$ 725 millones anuales con importantes posiciones en nuevos sectores como el inmobiliario, los alimentos y la comercialización de vehículos. Se achicaron en seguros, Errázuriz Ovalle lideró la apuesta por reforzar la minería y entrar al litio. Bajaron los niveles de deuda -dicen que hoy es cero, que no le deben a ningún banco- y el control de costos en empresas que siempre se caracterizaron por su sobriedad. Tienen 5 mil empleados contratados, el 25% son mujeres.
Al mando del primogénito
Ingeniero comercial de la Universidad de Chile, Francisco Javier Errázuriz Ovalle (49) siempre supo que tomaría la posta después de su padre. Ello ocurrió en 2012, casi cuatro meses después de que en noviembre de 2001, un accidente vascular dejara al ex candidato presidencial -quien se hizo famoso con su apelativo de FraFra- con secuelas de las que no se pudo recuperar.
Hoy, dicen fuentes consultadas por DFMAS, Errázuriz Talavera pasa sus días en su casa en Las Condes, los que reparte con algunas temporadas en su estancia de Santa Cruz, en la región de O’Higgins y que es la base de los negocios agrícolas del grupo: viñedos, frutales y hortalizas.
Quienes han estado con él aseguran que se encuentra estable, pero totalmente alejado de los negocios familiares. Recalcan que pese a las dificultades físicas no ha perdido su ímpetu. En 2017, el Juzgado de Letras y Garantía de Pichilemu lo sobreseyó definitivamente en el caso de los paraguayos supuestamente obligados a trabajar bajo condiciones de esclavitud en sus campos, debido a que “no poseía las condiciones mentales ni físicas para enfrentar un juicio”. Ninguno de los querellantes en este mediático caso, donde hasta la entonces ministra del Trabajo Evelyn Mathei anunció fiscalizaciones y multas, se opusieron o apelaron: el Instituto Nacional de Derechos Humanos, el Ministerio del Interior y el Ministerio Público.
De bajo perfil y con un gran parecido a su padre, Errázuriz Ovalle sigue ocupando las oficinas centrales del grupo en un antiguo edificio de propiedad de la firma en la calle Amunátegui en Santiago. Allí, en distintos pisos, funcionan los cuarteles generales de todas las empresas del conglomerado en 15 sectores. La decisión, dicen, es no moverse de allí, pese a las dificultades del centro.
La única vez que el primogénito se planteó seguir los pasos de su padre y entrar a la política fue en 1997 cuando participó como Consejero regional (Core) de O’Higgins por la provincia Cardenal Caro (Pichilemu, Marchigüe, La Estrella, Litueche, Paredones y Navidad), zona donde el grupo mantiene miles de hectáreas. Estuvo menos de un año y renunció por falta de tiempo y desavenencias con los demás consejeros.
El año pasado, la investigación periodística Pandora Papers sostuvo que en 2014 los Errázuriz Ovalle hicieron el traspaso legal de todas las empresas y activos de los padres a sus hijos (Francisco Javier, Matías, María Victoria, María Ignacia, Carolina, Macarena y Magdalena) a través de una sociedad en Panamá.
La Cruz, Las Cruces
Dos sociedades entre decenas de éstas son las que controlan la mayor parte de los negocios de Inversiones Errázuriz: Ganadera La Cruz y Agrícola Ganadera y Forestal Las Cruces. En total, a través de estos vehículos esta familia controla una veintena de empresas y negocios principalmente en Chile y algunas posiciones en Argentina (Capillita y Egeo).
Renta Nacional en seguros, Cosayach y una decenas de otras sociedades en minería, Viñedos Errázuriz, la automotora CIDEF (autos chinos), Salmones de Chile, Frutícola Viluco, Interagro (agrícola), Inmobiliaria Inconac, entre otras, son las empresas más grandes del conglomerado.
Y también las más dinámicas, especialmente la minera y la inmobiliaria. Sin embargo, producto de la pandemia, la venta de autos y motos se dispararon, aunque su aporte en ingresos es menor.
Fuentes conocedoras sostienen que el sector minero es el que más contribuye al grupo. Durante años, Francisco Javier Errázuriz fue tomando posiciones en el rubro. Hoy el grupo tiene participaciones en oro, nitratos, cobre y litio. Lo mismo pasa con miles de hectáreas en la Región de O’Higgins y más al sur. También se menciona un banco de terrenos que solo por plusvalías suma varios millones de dólares.
En todas, Errázuriz Ovalle es la cabeza desde febrero de 2012, cuando formalmente asumió el rol de continuador de su papá. En todas existe un directorio donde están sus hermanos o representantes y un tercio de los directores son externos.
Entre sus hombres más cercanos figuran los ingenieros Alejandro Puelles (minería), Roberto Pradenas (salmones), Hernán Mora (inmobiliario), Jorge Sims (seguros). También se menciona al abogado jefe de contratos, Christian Seemann, quien también fue notario y Conservador de Bienes Raíces y Minas.
La licitación
Fue una sorpresa. Aunque estaban seguros de que ganarían alguna de las dos cuotas del litio por las que participaron, esperaban la noticia para este viernes. Entrar a lo grande y por la puerta ancha al negocio era la culminación de 18 años de trabajo en el grupo. La idea fue de Errázuriz Ovalle, quien lleva casi dos décadas en el tema junto a Puelles y un equipo de ingenieros con el fin de asegurarse un sitio importante en el cada vez más importante negocio del litio.
Y aunque a través de la firma Sinco ya tenían una posición en el salar de Maricunga -asociados a la taiwanesa Simbalik-, la cuota de 80 mil toneladas que le entregó el gobierno esta semana significa un salto importante. En septiembre de 2020 ese proyecto de US$ 350 millones fue aprobado ambientalmente y es otra de las grandes apuestas del grupo ya que desarrolla una tecnología que reutiliza las salmueras, lo que es más eficiente ambiental y económicamente. Solo en desarrollar el sistema gastaron US$ 28 millones.
El grupo presentó dos ofertas por las cinco cuotas de litio metálico comercializable (LME), totalizando US$ 90 millones, una por US$ 60 millones a través de la firma Servicios y Operaciones Mineras del Norte S.A. y otra por US$ 30 millones con Cosayach.
Junto a la fabricante china de vehículos eléctricos BYD fueron los dos ganadores de la subasta que generó controversia, presiones políticas para frenarla y serios reparos del equipo del Presidente electo, Gabriel Boric.
El contrato entrega un plazo de siete años para la explotación geológica, estudios y desarrollo del proyecto. Y otros 20 años para la explotación. Si todo sale como ellos esperan, se convertirán en unos de los mayores productores del país. Llevaban ya años detrás de eso.