Especial 50 años
Aldo Perán, el joven editor detrás de los exitosos libros de Carlos Peña, Daniel Mansuy, Patricio Aylwin e Isabel Allende
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Aldo Perán, a sus 33 años, es varias personas a la vez. Es, antes que nada, el editor de Penguin Random House que ha estado detrás de los libros políticos más comentados este 2023 a propósito de los 50 años del golpe.
La lista incluye ediciones debut, como Salvador Allende, la izquierda chilena y la Unidad Popular, del filósofo y cientista político Daniel Mansuy, o La experiencia política de la Unidad Popular, libro póstumo del expresidente Patricio Aylwin (1990-1994), los dos entre los más vendidos del año.
También estuvo a cargo de reediciones, como el libro del historiador Gabriel Salazar y el de la periodista Patricia Politzer, ambos con el polémico dirigente socialista de la UP Carlos Altamirano como protagonista.
“La idea ha sido contribuir a la discusión”, dice, sentado en una cafetería de Providencia, a pocas cuadras de la editorial donde trabaja desde 2015.
La lista incluye ediciones debut, como Salvador Allende, la izquierda chilena y la Unidad Popular, del filósofo y cientista político Daniel Mansuy, o La experiencia política de la Unidad Popular, libro póstumo del expresidente Patricio Aylwin (1990-1994), los dos entre los más vendidos del año.
También estuvo a cargo de reediciones, como el libro del historiador Gabriel Salazar y el de la periodista Patricia Politzer, ambos con el polémico dirigente socialista de la UP Carlos Altamirano como protagonista.
“La idea ha sido contribuir a la discusión”, dice, sentado en una cafetería de Providencia, a pocas cuadras de la editorial donde trabaja desde 2015.
Pero Perán -editor de la división literaria de Penguin Random House, que incluye; Debate, Taurus, Alfaguara, Lumen-, no se extingue sólo en eso.
Es el lector aplicado que desde el colegio -Liceo de Aplicación- y luego en la universidad -la Alberto Hurtado, donde se licenció en Historia y donde también estudió Filosofía- se fue construyendo el país que no le había tocado vivir: el que partió con el gobierno de Allende.
“Ha sido un lento aprendizaje”, reconoce. “Y decantó en una visión crítica, de izquierda, que subvierte lo que se contaba en los relatos oficiales”, agrega. Y es un lector que sigue leyendo voraz: hoy dice que está encantado con la filósofa Simone Weil y el historiador Enzo Traverso.
“Ha sido un lento aprendizaje”, reconoce. “Y decantó en una visión crítica, de izquierda, que subvierte lo que se contaba en los relatos oficiales”, agrega. Y es un lector que sigue leyendo voraz: hoy dice que está encantado con la filósofa Simone Weil y el historiador Enzo Traverso.
Es también el joven que sólo se rodea de amigos mayores, que define como “vínculos o acompañamientos intelectuales”, y donde entran desde el rector de la UDP Carlos Peña y Gabriel Salazar hasta el librero Sergio Parra, quien le abrió el mundo literario cuando le permitió trabajar con él en Metales Pesados.
Es el francotirador que no se amilana en decir que, excepto Mansuy, no ve en la derecha ni un solo intelectual con vuelo público. Es el ciudadano que defiende al Presidente Gabriel Boric. Es el insomne que se desvela todas las noches. Es el pudoroso que no quiere hablar nada de su vida privada.
Es el francotirador que no se amilana en decir que, excepto Mansuy, no ve en la derecha ni un solo intelectual con vuelo público. Es el ciudadano que defiende al Presidente Gabriel Boric. Es el insomne que se desvela todas las noches. Es el pudoroso que no quiere hablar nada de su vida privada.
Es quien toca la guitarra eléctrica en el grupo Unidad Popular, donde también participa el poeta Raúl Zurita, otro de sus amigos grandes. Y es quien puede gastarse horas concentrado en un videojuego. “Sí, soy joven a veces”, dice, con humor.
“Hay un ojo de editor siempre”
- No fuiste testigo directo del país que te interesa y sobre el cual has editado varios libros. ¿Cómo te fuiste armando ese mundo?
- Para ser honesto, no voy a hacer una rememoración de lo que vivía con mis abuelitos y mis papás durante la época de los años ‘90. Creo que tomé conciencia plena en el liceo, con un Taller de Historia Contemporánea de Chile, donde leímos a Gabriel Salazar. Eso marcó un interés decisivo para mi formación. Después fue la universidad, ya que la Alberto Hurtado tiene una escuela de historia que se especializa en el Chile contemporáneo, con una clara intención crítica de los relatos oficiales.
A finales de la universidad empezaron a tematizarse los 40 años del Golpe y tomé cursos, seminarios. He ido adquiriendo una progresiva formación abiertamente crítica, de izquierda, que subvierte los relatos oficiales que leía cuando chico, esos de Frías Valenzuela y de Francisco Encina. Fue un lento aprendizaje.
A finales de la universidad empezaron a tematizarse los 40 años del Golpe y tomé cursos, seminarios. He ido adquiriendo una progresiva formación abiertamente crítica, de izquierda, que subvierte los relatos oficiales que leía cuando chico, esos de Frías Valenzuela y de Francisco Encina. Fue un lento aprendizaje.
- Hoy lo ejerces desde la edición literaria.
- Mi tesis de licenciatura fue sobre el rol de Nicanor Parra como intelectual en contexto de la Guerra Fría. Esos intereses intelectuales, literarios, me permitieron tener herramientas como para ejercer el trabajo que decidí tener, con obras editoriales que tuvieran que ver con el pasado, con la memoria y sobre todo con una fecha conmemorativa como los 50 años. Una cosa que conversamos largamente con Melanie Josch (directora editorial de Penguin) fue cómo íbamos a perfilar los libros relativos a esa fecha.
- ¿Qué tan diverso te interesa ser en los libros sobre el tema? ¿Hay límites?
- Tenemos una decisión compartida con Melanie, con quien leemos los manuscritos y evaluamos. No hay otro análisis que el interés que pueda suscitar en la discusión pública un buen libro. Convive la decisión de publicar a Daniel Mansuy, quien es de derecha, con la de rescatar ese acontecimiento editorial que es el libro de Patricio Aylwin y, al mismo tiempo, resaltar con pasión y delicadeza la investigación que hizo el periodista Richard Sandoval (Amor te sigo buscando), que es un gesto bellísimo porque no había leído textos que hablaran de qué pasaba con las familias luego de que los padres y esposos fueran secuestrados por los agentes del Estado. Los textos se defienden solos por su calidad.
- ¿Salen a buscar a los autores?
- Algunos llegan y otros los buscamos.
-¿Cómo fue en el caso de Mansuy?
-Le preguntamos en pandemia en qué estaba, y él quería abordar a Allende. En el caso del don Patricio (Aylwin) apareció en conversaciones. A la senadora Isabel Allende la conocimos en la presentación del libro de John Dinges, le dijimos que tenía que escribir algo y nos entregó este regalo que es su libro, su testimonio.
- Pero si llegara, por ejemplo, alguien de la familia Pinochet que tiene sus memorias y quiere publicarlas...
- No creo que llegaría directamente a nosotros a ofrecerla. Hay un catálogo que también dice mucho de qué tipo de libros se está publicando. Y la familia Pinochet podría encontrar opciones en, no sé, Editorial El Roble, que publica la obra de Hermógenes Pérez de Arce. O en una editorial que publicó Prisionero por servir a Chile (de Miguel Krassnoff).
- O sea, de alguna manera, tú y la editorial manejan una sensibilidad respecto a las miradas, a los temas que publican.
- Exactamente. O sea, hay un ojo de editor siempre, que está formado por su comprensión de mundo, por su ideología. Pero cuando uno dice ideología, la gente se asusta, se pone nerviosa, porque piensa en algo político partidista. Y no, tiene que ver con su sistema de ideas y creencias que lo constituyen.
“Ha habido griterío”
- ¿Qué libro, qué autor faltó este año en el catálogo por los 50 años?
- Pucha, difícil decir eso. Creo que la contribución del libro de Peter Kornbluh es decisiva, saludable para este país. La diputada Alexandria Ocasio-Cortez apareció recién en las noticias señalando que Estados Unidos debería pedirle perdón a Chile. Es temazo ése. (Jacques) Derrida hablaba de que el perdón no es olvidar.
Yo creo que el golpe del 73 no es olvidable. Que los delitos de lesa humanidad, la búsqueda, captura y exterminio de personas, son imprescriptibles. Y esos horrores que constituyen a la dictadura militar son imperdonables. Derrida hablaba de las dificultades de perdonar lo imperdonable. Y es bueno volver a esos temas, con cierta altura de mira intelectual, no con griterío de redes sociales, ni mayúsculas, ni 140 caracteres.
Yo creo que el golpe del 73 no es olvidable. Que los delitos de lesa humanidad, la búsqueda, captura y exterminio de personas, son imprescriptibles. Y esos horrores que constituyen a la dictadura militar son imperdonables. Derrida hablaba de las dificultades de perdonar lo imperdonable. Y es bueno volver a esos temas, con cierta altura de mira intelectual, no con griterío de redes sociales, ni mayúsculas, ni 140 caracteres.
"A Carlos Peña lo conocí entrevistándolo. Me ha pasado que gente que conozco por otras instancias ahora me toca editarlos".
- ¿Ha habido altura de mira o más griterío?
- Ha habido griterío, mucho twitter. El análisis de Josefina Araos (historiadora, investigadora del IES) el fin de semana ha sido el más ponderado, sobre todo viniendo de alguien de mi generación; lo suscribo totalmente. Es importante discutirlo y hablar con altura de miras. Hay un área gris que se tiene que discutir sobre la posibilidad o imposibilidad del perdón.
Y qué pasa cuando el perdón tiene que ver con crímenes imprescriptibles e imperdonable, llámese el Holocausto, Villa Grimaldi o Tejas Verdes. Es una cuestión que ha quedado pendiente en la conmemoración de los 50 años. Hay gente que podría decir que ese tema tiene que ver con el pasado, pero no: tiene que ver con el futuro también. ¿Se puede sanar el 11 de septiembre, en una época de alta acumulación histórica, como dice el pensador Reinhardt Koselleck?
Y qué pasa cuando el perdón tiene que ver con crímenes imprescriptibles e imperdonable, llámese el Holocausto, Villa Grimaldi o Tejas Verdes. Es una cuestión que ha quedado pendiente en la conmemoración de los 50 años. Hay gente que podría decir que ese tema tiene que ver con el pasado, pero no: tiene que ver con el futuro también. ¿Se puede sanar el 11 de septiembre, en una época de alta acumulación histórica, como dice el pensador Reinhardt Koselleck?
- ¿Y qué crees tú?
- No, no se sale del 11 de septiembre.
- The Economist tiene razón entonces en lo que publicó hace unos días, que Chile no logra superar el Golpe del 73.
- Yo pienso que sí. Y a lo mejor estaría bien que no saliéramos como sociedad del 11 de septiembre, porque hay que recordar.
- No olvidar, pero sobrellevar también de otra manera. Sin el griterío.
- Claro. Anoche leí una entrevista de Alfredo Jocelyn-Holt donde hablaba de que este año han quedado fuera de la discusión pública las voces de los historiadores, personas como José Bengoa, Julio Pinto, Verónica Valdivia, María Angélica Illanes. Llama la atención esa falta de discusión pública o de discusión pública devenida en acusación, en griterío. Un ambiente eléctrico, como dijo el Presidente.
- O tóxico, como dijo Michelle Bachelet.
- Por lo mismo, como editorial hemos tratado de contribuir a la discusión pública. Si Daniel Mansuy le ganó a cierta intelligentsia de izquierda la hegemonía del relato, lo que tendría que hacer esa izquierda es una tarea autocrítica de por qué no están escribiendo, investigando, publicando un libro que ponga en cuestión la tesis de Mansuy.
- El libro ha sido aplaudido transversalmente, pero hay un sector que echó de menos un capítulo sobre el rol de EEUU. ¿Analizaron juntos esa decisión? ¿Estuviste de acuerdo?
- En dos partes en el libro, en la presentación y en la página 44, hay una nota a pie de página, donde está explicitado que él considera que se ha sobreestimado la intervención norteamericana en Chile. Está puesto en el libro. Entonces me pregunto ¿hasta qué página llegaron quiénes critican? Además, es una decisión que se puede permitir en un ensayo, donde cita una y otra vez investigaciones sesudas y serias como las de Joaquín Fermandois y de Alfredo Sepúlveda.
“Me gustan las amistades intelectuales”
- ¿Te has pillado con sorpresas en las ediciones y reediciones de estos libros?
- Alguna vez le escuché a un escritor chileno decir que la mejor novela del 11 de septiembre es el libro Altamirano de Patricia Politzer. Creo que esas partes que abren cada capítulo, donde Altamirano va haciendo el relato de sus días desde el 11 de septiembre en la madrugada hasta que sale fuera de Chile, escondido en un auto, son formidables.
- ¿Hubo episodios que conocías menos o que viste de otra manera?
- Piensa cómo se complementan el 11 de septiembre con todos estos libros. Con el de Richard Sandoval y qué pasaba ese día en La Legua. Con el 11 de la familia Allende. Con Heraldo Muñoz que cuenta cómo salíó de su casa con dinamita. El 11 según la perspectiva de Daniel Mansuy, que hace un relato hermenéutico. El 11 de Altamirano. El del Presidente Patricio Aylwin. Creo que es una contribución valiosa, multidisciplinaria, multifocal. Este es un año cargado para todos. El 11 de septiembre no le es indiferente a nadie.
- Trabajaste con la hijas de dos protagonistas en los acontecimientos del Golpe. Isabel Allende y Mariana Aylwin. Una con un libro pequeño e íntimo; la otra con uno de 700 páginas escritas por su padre.
- Lo único que puedo decir es que tengo mucha suerte de tener el trabajo que tengo.
- ¿Qué relación se arma entre el editor y sus autores? ¿Trasciende los libros?
- Se genera un vínculo, que puede denominarse, en mi caso, intelectual. Me gustan las amistades intelectuales o los acompañamientos intelectuales. No afectivos. Tengo una admiración intelectual profunda por Gabriel Salazar, por Alfredo Jocelyn-Holt, por Sol Serrano. También Heraldo Muñoz, que tiene un humor muy fino y con el que trabajamos a veces a carcajadas en la reedición de su libro.
- En estas amistades intelectuales, ¿Carlos Peña ocupa un lugar especial?
- Sí, es una relación más cercana. A Carlos Peña lo conocí entrevistándolo y empecé a tener un vínculo de cercanía progresivo. Me ha pasado que gente que conozco por otras instancias ahora me toca editarlos.
- Sólo nombras gente mayor que tú. ¿No los mantienes con gente de tu generación?
- No. Me siento más cómodo con relaciones intelectuales y sociales con gente mayor. Es más entretenido, se aprende más. Hay una cuestión de experiencias que la gente adulta ha vivido en comparación a mi generación que está preocupada de temas como la eco-ansiedad, el veganismo, si acaso la película Barbie es un artefacto feminista.
- Uno podría nombrarte gente de tu generación como Noam Titelman.
- Claro, Noam Titelman es de mi generación, Irina Karamanos también; los dos son brillantes. Estoy recién generando un vínculo con algunas de esas personas.
- ¿Irina está escribiendo un libro?
- Sí. Para publicar con nosotros en 2024.
- ¿Sobre qué?
- Ella es una persona brillante en términos intelectuales. Puede aportar a la discusión sobre feminismo y poder en la opinión pública.
- Su paso por La Moneda también debe tener pasajes interesantes
- Pero el libro no tiene que ver con eso. Y si quisiera hacerlo, es decisión de ella.
“Este país tiene que cambiar su Constitución”
- Fuiste cercano a Pedro Lemebel. Cuando murió, en 2015, escribiste un artículo que titulaste La ciudad sin ti. ¿Fue una relación que te marcó?
- Sí. Es una voz que me gustaría haber escuchado en estos 50 años. Una voz rabiosa. Que desordenara la discusión pública. Que dijera unas cuantas verdades con puños.
- ¿Esa voz rabiosa no ha estado?
- No. Ha habido intentos. Pero es muy difícil que alguien pueda ocupar el lugar de Lemebel en la literatura chilena.
- ¿Fuiste el vocero de Lemebel al final?
- No, eso lo puso la (radio) Bio-Bio. Sergio Parra es mi gran amigo y él fue generoso conmigo al involucrarme en el mundo de sus amigos, entre ellos Pedro Lemebel.
- ¿Participaste en las manifestaciones del estallido social de 2019?
- Fui todos los días. Además porque entonces la editorial quedaba en Plaza Italia. Recuerdo haber estado con Pato Fernández (a quien le editó el libro Sobre la marcha), como testigo de cómo empezó todo.
- Además de testigo, ¿por qué ibas?
- Pienso que este país tiene que cambiar su Constitución. Lo sostengo totalmente.
- ¿Ahora votarás Apruebo o Rechazo?
- Rechazo con amor (se ríe).
- ¿Has militado en un partido?
- No. Tengo un trabajo que me ocupa todo el tiempo y con mucho placer.
- ¿Conoces al Presidente Boric?
- Le vendí un par de libros cuando trabajaba en la librería Metales Pesados. Me acuerdo de uno: Algo va mal, de Tony Judt. Quiero que le vaya bien. Es un Presidente empático. Tiene intereses culturales, literarios, aprende de sus errores. Es el mejor Presidente que podemos tener para esta conemoración de los 50 años.
- ¿Por qué?
- Porque se pone en el lugar de los oprimidos, de los vencidos. Podríamos haber tenido como Presidente a alguien que podría haber transformado en monumento de liberación nacional a Villa Grimaldi.
- Carlos Peña se ha mostrado muy crítico. El domingo fue durísimo, dijo que es “una simple estupidez” e ignorancia, tratar de cobarde a un suicida.
- Pero después lo defiende. Yo no creo que él tenga una posición crítica. Me parece que es su opinión. Yo puedo tener la mía.
- ¿No trabajas con él sus columnas?
- No. Son cosas distintas. Yo edito sus libros.
“La derecha creo que no tiene intelectuales públicos”
- ¿Qué estás editando ahora?
- No se puede decir nada.
- ¿Hay más libros sobre el 11 por salir?
- No. Se cierra en septiembre con el libro de Isabel Allende y el libro de John Dinges, que se presenta el martes 12.
- Una de tus apuestas editoriales este año que tuvo más éxito fue el libro de Mansuy. ¿Qué otro intelectual de derecha destacas?
- No veo en ese espectro político a intelectuales. A veces se confunde a personas que son de derecha y escriben. Esa es una confusión. La derecha creo que no tiene intelectuales públicos, que estén a la altura de las discusiones que se dan hoy.
Destaca únicamente a Mansuy y a Josefina Araos. “Ella es brillante. De las más brillantes de mi generación”, dice.
- ¿Y en el mundo de la izquierda?
- Creo que la izquierda no ha hecho un análisis exhaustivo, crítico, portentoso, de lo que fue la experiencia de la Unidad Popular. Me refiero a las generaciones más jóvenes. Existen libros de hace 30, 20, 10 años, de Gabriel Salazar, de Mario Garcés, de María Angélica Illanes, que abordan estas cuestiones. Pero las generaciones más jóvenes no.
- Una pregunta al cierre, para distender: ¿sigue viva tu banda con Raúl Zurita?
- Sí. Lento pero seguro. Nos movemos por el calendario lunar.