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El legado del Papa Francisco en 5 relatos cercanos

El legado del Papa Francisco en 5 relatos cercanos
Este sábado el funeral de Francisco I dio término a una semana de duelo y despedida. Desde distintas partes del mundo miles de fieles -y también de no católicos- se acercaron a despedir a Jorge Mario Bergoglio, el jesuita argentino que en 2013 se convirtió en el primer pontífice latinoamericano. Aquí cinco personas que lo conocieron comparten sus recuerdos con el Papa y coinciden en destacar su inmensa humanidad y compasión.
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Felipe Herrera Espaliat, editor de Vatican News: “Él era un hombre muy libre”
Es miércoles y desde el final de la tarde romana, el sacerdote chileno, periodista y editor de Vatican News, habla con DF MAS mientras avanza por una Plaza San Pedro repleta de personas prestando sus condolencias.
“Le puedo contar algo que me acaba de pasar hace cinco minutos. Estoy en este momento viendo una marea de gente haciendo fila para poder entrar en la Basílica. Pero viniendo hacia la Plaza San Pedro hay algunos rincones de la Via della Conciliazione y sus inmediaciones, donde muchas personas en situación de calle duermen por las noches. En general son individuos que no han querido acceder a los servicios sociales de Italia, para quienes el Papa mandó a instalar baños donde se puedan asear y un centro sanitario donde ir a controlarse médicamente. Acabo de pasar por uno de esos rincones, y donde disponen sus cartones y sacos para pasar la noche, armaron un altar muy sencillo con flores y una foto del Papa. Me conmovió”, relata Herrera.
El altar al Papa que armaron los sin techo en el Vaticano, foto Felipe Herrera.
El ambiente que se vive en el Vaticano es impresionante, enfatiza. “Esto no va a dar abasto. Se palpa el cariño de los fieles y de muchas personas que no son practicantes, algunos no son ni creyentes, pero han visto en este pastor una cercanía que es calidez humana, que es abrazo, es caricia, es comprensión, acogida y compasión”.
Al religioso le tocó conocer a Francisco I en 2018 ya que fue el director de comunicaciones de la visita apostólica del pontífice a Chile. “Me tocó verlo con sus salidas de libreto. Al Papa no le gustaba que lo aprisionaran con agendas propias, ni en sus visitas a distintos países, ni tampoco aquí en el Vaticano. Él era un hombre muy libre para decir lo que quería, expresar lo que sentía y también para acoger a las personas que se acercaban”, recalca.
Recuerda algunos episodios de su pontificado, como cuando detuvo el papamóvil en plena Plaza San Pedro y se acercó a un hombre que estaba completamente desfigurado y cubierto de verrugas, para abrazarlo y besarlo. “Eso conmovió el corazón de los fieles: ‘Aquí hay algo que no hemos visto anteriormente’. Una compasión especial que se manifiesta en esta cercanía”, dice el religioso.
Herrera también cita un momento de la visita papal en Chile, cuando en Iquique, una oficial de Carabineros cayó de su caballo y el Papa hizo que la comitiva se devolviera para ir a chequear personalmente que se encontrara bien.
“Aquellos que están caídos, aquellos que están heridos, aquellos que están perdidos, fueron su prioridad según demostró el Santo Padre”, manifiesta el editor. Y eso lo mostraba a través de gestos concretos, añade. “Hay momentos tan lindos del encuentro en Chile con las internas del Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín, él les dice a las mujeres: ‘Ustedes están privadas de libertad, no están privadas de dignidad’. Esa frase se les grabó en el alma”.
Destaca que Francisco también le dio visibilidad a las víctimas de las crisis migratorias, “a esas miles de personas que han muerto tratando de cruzar el Mediterráneo; aquellos que sufren en guerras que quizás no son tan notorias, como el conflicto armado en Sudán”, ejemplifica. Cuenta que el Papa hizo un retiro espiritual para los líderes políticos de esa nación hace un par de años en el Vaticano, al cual asistieron los dos bandos opositores. “En el momento final el Papa se agachó, se puso de rodillas y les besó los pies, como una forma de decirles: ‘Yo, como Cristo, que les lavó los pies a los apóstoles, a ustedes los quiero servir. ¿Cómo hacemos para tener la paz?’ ¡Eso es un signo de cercanía y compasión!”.
Octavio Errázuriz, exembajador chileno en la Santa Sede:
“Tenía una verdadera pasión por buscar el diálogo”
Octavio Errázuriz presentando sus credenciales como embajador al Papa, 2018.
Recuerda que cuando le presentó las credenciales, como dicta el protocolo acudió junto a parte de su familia; su mujer, Cristina Tortorelli, su hija y su yerno. “Mi señora era ítalo-argentina. Entonces el Papa le preguntó ‘¿Cuándo llegó su familia a Sudamérica?’ Ella le respondió con una fecha, y él dijo riendo: ‘¡Ah, nos debemos de haber bajado del mismo barco entonces!’ Fue muy cariñoso”.
“Siempre digo que los embajadores ven mucho al Papa y el Papa ve poco a los embajadores, porque uno está todo el tiempo en las ceremonias que él preside, cerca suyo, pero no necesariamente él lo ve a uno. Sin embargo, Francisco era un hombre muy cálido. Creo que todos los embajadores sintieron que podían tener sintonía con él. Por lo menos esa fue mi impresión desde el primer minuto”, afirma el abogado.
A Octavio le tocó acompañar al Expresidente Piñera en dos visitas oficiales, y comenta que el mandatario siempre salía emocionado. Durante el segundo encuentro, dice, sostuvieron una larga conversación. “Estas entrevistas protocolares se calculan entre 15 a 20 minutos, y el Presidente estuvo una hora con el Papa conversando a solas”.
“Cuando me despedí le pregunté si me podía dar la bendición y él con mucha generosidad lo hizo. Siempre comentaba alguna cosa divertida. Supo que yo tuve un problema de salud, entonces me preguntaba cómo seguía y si había ido al médico. Muy atento”, rememora.
Desde su rol diplomático destaca la profunda insistencia del Papa por buscar la paz, el diálogo, los encuentros: “Eso era muy característico de él. Como su último mensaje del Urbi et orbi donde habló de los Balcanes, del Congo, de Ucrania, de Sudán, de Gaza... Habló de todos los conflictos. Tenía una verdadera pasión por buscar el diálogo”.
Coincide con quienes señalan que el Papa no fue una autoridad fácilmente catalogable: “Fue un hombre tremendamente ortodoxo en su doctrina: no se desvió un metro de ella, sostuvo que el matrimonio era entre un hombre y una mujer, que el aborto era inaceptable y la eutanasia también. Pero a la vez avanzó mucho en la inclusión, en recalcar que la Iglesia era de todos y para todos”.
Destaca también la sencillez de Francisco, pero acota que El Vaticano no es un lugar tan pomposo como algunos se imaginan. “La verdad es que usted cruza por salones maravillosos pintados por Rafael, pero la vida diaria es muy sencilla. No es que todos los días haya un banquete, con dificultad le dan un café a uno”, comenta riendo.
Sobre lo que viene en el próximo cónclave, cita el viejo adagio romano: “El que entra como Papa, sale como cardenal”. Si habrá un pontífice de continuidad o un giro hacia un liderazgo más conservador, opina: “La Iglesia siempre va a seguir. Puede haber matices, pero la línea central se va a mantener. Es muy probable que muchas de las cosas que hizo Francisco continúen. Él fue un hombre abierto al mundo, abierto a incorporar que los cristianos o los católicos sintieran todos que los representaba de una u otra manera”.
Mora López, exvoluntaria del Complejo Penitenciario Federal de la CABA: “Él era de escuchar a los presos, con mucha paciencia”
A finales de febrero, cuando el Papa Francisco atravesaba una crisis de salud, Mora publicó en X su recuerdo del entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio sirviendo en prisión y obtuvo cientos de reacciones, entre ellos respuestas de un exgendarme y un hombre que había estado preso durante ese tiempo.
Ella partió participando como voluntaria en Devoto cuando tenía 18 años y siguió yendo entre 2002 y 2007, calcula, luego a cargo de algunos talleres. “En ese momento Bergoglio era cardenal de la ciudad de Buenos Aires e iba seguido al penal. Siempre un tipo muy austero, llegaba en colectivo, nos encontrábamos en la puerta y mostraba su DNI (cédula de identidad) al igual que todo el resto. En ningún momento intentaba sobresalir y no le gustaba que dijéramos que era el cardenal. Me acuerdo de que recorriendo los pasillos, algunos funcionarios del servicio penitenciario lo reconocían y me decían: ‘Es Bergoglio, ¿no?’”.
En dos ocasiones Mora participó de la misa de Pascua en la prisión y presenció cómo el cardenal lavaba los pies de los presos, cuenta. Tal y como lo haría más adelante ya siendo Papa. “Él era de escuchar a los presos, con mucha paciencia, abierto a entender el proceso de cada uno”, dice. Incluso durante la pandemia, cuando los presos tuvieron permiso para usar celulares dentro de prisión, varias veces el Papa desde Roma se comunicaba con ellos a través de videollamadas.
La miembro del movimiento político Patria Grande explica que durante la crisis económica de 2001 en Argentina aparecieron los cartoneros, personas que salen a revolver la basura para recolectar cartones, entre otras cosas. En ese entonces muchos de ellos fueron perseguidos por la fuerza pública y para protegerse se organizaron como agrupación trabajadora y se plantearon como recicladores. Bergoglio, como autoridad de la Iglesia, atendió su situación y los convocó a asistir a sus misas dándoles valor, narra la argentina.
“Cuando asume como Papa invitó al Vaticano a Sergio Sánchez, cartonero, referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos y amigo suyo. Estuvo en primera fila. Primero como Bergolio y luego como Francisco, él puso a la clase trabajadora, a los descamisados del siglo XXI, en escena. Con palabras y con acciones”, afirma Mora.

Ana María Celis, directora de Derecho Canónico de la PUC:
“Su viaje a Chile demostró cuánto un Papa puede aprender al visitar un pueblo”
“En esa oportunidad salí sorteada para saludarlo después de misa. Pero lo más divertido es que todos los días desayunamos y almorzamos en el comedor de Santa Marta, ahí veíamos al Papa de lejos, pero no nos dejaban saludarlo. Compramos cartulinas, armamos una bandera chilena y se la mostramos el último día, cuando iba saliendo. Le salió una carcajada y nos dijo: “¡Uy, que son nacionalistas!”, recuerda.

Cuando Francisco visitó Chile, en enero de 2018, a la doctora en derecho canónico la invitaron a saludarlo en la Nunciatura junto a otros colaboradores de la Iglesia en distintas materias. “Aunque era algo protocolar -un saludo y punto- él se detuvo, todo el tiempo dándome la mano y comentándome lo conmovido que había quedado al saludar a dos víctimas de abusos. Me pidió que no dejara de trabajar en ello, que era demasiado importante, y me dio un consejo de cómo mandarle cartas para que le llegaran directamente. Fue un momento de gran esperanza a nivel personal”, cuenta.
A pesar de la reacción de molestia que tuvo Francisco luego en Iquique al ser consultado sobre los abusos, Celis rescata que con el tiempo el Pontífice fue capaz de reflexionar e impulsar con mayor decisión la respuesta de la Iglesia. “En adelante permitió conversar o tratar las cosas con él o sus asesores bien directamente: Al pan, pan y al vino, vino. Y eso no es habitual”.
Ana María explica que para que se concrete la visita del Papa a un país, es nevesario que el gobierno local, la Iglesia del país y la Santa Sede, coincidan. La iniciativa puede venir de cualquiera de las partes, pero no se trata de turismo eclesial, sino de que sea un aporte. “Su viaje a Chile demostró cuánto un Papa puede aprender al visitar un pueblo”, concluye.
Sobre el liderazgo de Francisco y las señales de apertura de su papado, la académica recalca que esto se puede analizar en distintos niveles: “La tendencia del Papa al diálogo con no católicos y, especialmente al diálogo interreligioso, demuestra un genuino respeto al otro. También abrió la conversación, y creo que eso se explica porque era jesuita hasta la médula y es propio de su espiritualidad el discernimiento. Creo que la libertad del Papa, su tendencia a cambiar de interlocutores, a no necesariamente seguir la vía institucional, causaba cierto desconcierto o perplejidad. Yo lo experimenté como una oportunidad del dinamismo necesario en nuestras vidas y no quedarse quietos”.
Sobre el cónclave, la experta afirma que lo más importante es dejarse sorprender. Y explica que cuando asumió el Papa Francisco formó un grupo de cardenales, conocido como G8, que lo asesoraron en distintos temas.
“Lo relativo a una adecuada respuesta de la Iglesia en materia de abusos ha sido lento, con nuevas normas que se requieren implementar para no ser letra muerta. Pero confío que en los días previos conversarán adecuadamente sobre qué se requiere para nuestra Iglesia en el mundo de hoy y se elegirá a la persona más adecuada para ello”.
Cuando Celis fue nombrada integrante del Dicasterio Laicos, Familia y Vida por el propio Papa, recibió la noticia como “un regalo muy inesperado. Es un acto de confianza que, en mi caso, al estar en temas complejos como contribuir a generar una cultura del cuidado en la Iglesia, leo como un respaldo al trabajo hecho”.

Agustín Moreira, excapellán del Hogar de Cristo:
“No le gustaba llegar con discursos preparados”
En este contexto, y además durante la Semana Santa -que es la celebración cumbre para la cristiandad- murió Francisco I. “En un ambiente de fiesta, de celebración, con mucha afluencia de peregrinos, ha partido el Papa al encuentro del Señor. Tras haberse entregado a su misión hasta el último aliento y con una salud fuertemente debilitada, ha muerto. Percibo el ambiente con algo de dolor, por la partida de un Papa que fue muy cercano a la gente, pero también con serenidad y gratitud. Gratitud por su entrega incansable, por su generosidad, por su cercanía a los que sufren, los pobres, los migrantes; por su incansable lucha por la paz, su respeto por la naturaleza, y, sobre todo, por transmitirnos una imagen de un Dios bondadoso, cercano, misericordioso, que acoge a todo ser humano”. Ese sentimiento de gratitud, cariño y dolor se siente entre quienes han llegado a orar a la Plaza San Pedro, señala.
En varias ocasiones el Pontífice visitó la casa de los jesuitas en la curia general, cuenta Moreira: “Le gustaba llegar algún domingo a almorzar con nosotros y luego saludarnos uno a uno. Preguntaba nuestro nombre y lugar de procedencia e intercambiaba un breve diálogo. Para nosotros era un hermano cercano, sencillo y amable. En los encuentros con jesuitas, y en general con la gente, se sentía a gusto. No le gustaba llegar con discursos preparados, más bien se exponía a escuchar nuestras preguntas y respondía con toda franqueza”.

Jorge Bergoglio ha sido el único Papa jesuita, un hecho trascendente para la orden. “Entre mis hermanos en la curia general estamos viviendo un ambiente de mucha gratitud por el legado espiritual, pastoral y fraterno que nos ha dejado Francisco. Nos hemos sentido muy identificados e interpelados con su opción clara por los pobres y migrantes. Su salir al encuentro de los marginados y su sencillez de vida. Su permanente ocupación por buscar caminos de paz y entendimiento. Su lucha por el cuidado y respeto de la naturaleza. Su anhelo de una iglesia acogedora de todos”, se explaya el sacerdote.
Destaca la coherencia del legado del Papa Francisco con el mensaje del maestro de Galilea. “Es el desafío para todo cristiano, que emana de un amor y seguimiento radical de Jesús. También fue el sello que marcó la vida de nuestro San Alberto Hurtado, para quien el pobre es Cristo”, apunta Moreira.






