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Crónica desde el corazón de la Casa Blanca en la semana que reordenó el mundo

Crónica desde el corazón de la Casa Blanca en la semana que reordenó el mundo
Durante 6 días y 21 horas las bolsas y los líderes mundiales se movieron al ritmo de los posteos y discursos de Donald Trump. En ese mismo tiempo, el planeta entró en una nueva era, todo dirigido desde la sede de gobierno de la unión americana. DF Más estuvo todos esos días a metros del Salón Oval, en el centro del poder global.
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Es miércoles 9 de abril de 2025. Karoline Leavitt, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, sale por la puerta del ala oeste directo al antejardín. Minutos antes, Donald Trump había anunciado en un posteo en su red social Truth Social, que los aranceles recíprocos con el mundo quedaban suspendidos, aplicando sólo el arancel base del 10% a todos los países excepto a China.
Es la tercera vez que Leavitt enfrenta a los medios en una semana. El tercer acto de una historia donde la versión oficial de la casa de gobierno mutó desde la inamovilidad de los aranceles, a las negociaciones bilaterales y luego a la suspensión.
Al lado de la funcionaria estaba el secretario del Tesoro, Scott Bessent, pero no la acompañaba el de Comercio, Howard Lutnick. Bessent sonreía y explicaba los alcances de la medida. Detrás de su sonrisa se intuía el desenlace de la semana más tensa en el corazón del trumpismo, donde las distintas vertientes ideológicas que dieron forma al movimiento colisionaron a plena luz.
La división se hizo latente rápidamente. Durante ese miércoles no salió a hablar Peter Navarro, el asesor de comercio del presidente Trump, sindicado como el gran ideólogo de la política de aranceles. Precisamente dos días antes, mientras Bessent avanzaba con su argumento de negociar con países como Japón -e incluso anunció que él lideraría esas tratativas-, en los pasillos de la Casa Blanca los funcionarios se reenviaban una captura de pantalla que contrastaba el posteo del anuncio del jefe de la billetera fiscal con una foto de una columna de Peter Navarro en el Financial Times, publicada a la misma hora y que anunciaba que los aranceles eran innegociables.
¿Qué ocurrió en las 165 horas que pasaron entre el anuncio de Donald Trump de aranceles recíprocos con el mundo y su decisión de suspenderlos?
El día de la liberación

A la 1:15 pm, los teléfonos de los periodistas vibraron. Es el miércoles 2 de abril, bautizado por la administración de Donald Trump como el “día de la liberación”. El antejardín y la sala de prensa están abarrotados de gente. La expectativa mundial sólo se iguala con la que tuvo la visita de Volodymyr Zelensky durante febrero, en una reunión que terminó en un escándalo sin precedentes.
Las miradas de los más de 100 periodistas presentes en la casa de gobierno se cruzaron. El mail que había hecho vibrar los celulares era de la oficina de comunicaciones y decía que, a las 3 de la tarde, los asesores del presidente Donald Trump explicarían los alcances del anuncio que a las 4 realizaría el mandatario: la prensa tendría la información una hora antes, pero bajo embargo. Sólo sería publicable después del mensaje presidencial.
El bullicio constante de la Sala de Prensa, más pequeña que como se percibe en las películas y menos ordenada, se transformó en un silencio sepulcral. Un asiento tras otro, la imagen se repetía: un periodista sentado, con audífonos puestos, tomando apuntes de cada elemento explicado en la llamada.
Por reglas de citación, que datan de hace más de un siglo y que fueron pactadas entre la asociación de corresponsales y la oficina de prensa, los medios presentes no tienen permitido identificar a quienes estaban explicando los alcances del anuncio. Sin embargo, se puede constatar que no eran funcionarios de segunda línea ni mensajeros.
“Anunciaremos un arancel de un 10% a nivel mundial, que está calculado en base a barreras comerciales como lo son los maltratos a nuestras inversiones, el IVA y el dumping”, señaló un alto funcionario de la administración.
“Adicionalmente impondremos aranceles recíprocos a 60 países”, agregó otro oficial que lo acompañaba. Cuando el Zoom, que no tenía imagen, concluyó, se desató el frenesí. Preparar gráficas, explicarle a editores, avisarle a los equipos que estén preparados. El anuncio de Trump tendría alcances mucho mayores a los que los mercados habían internalizado y el mundo aún no lo sabía.
Lo que sigue de la historia ese día es conocido. Trump habló 53 minutos, Chile quedó con el arancel base del 10% y los futuros de las bolsas cayeron en picada: el anuncio de la Casa Blanca a las 4 de la tarde no era azaroso, era justo la hora en que las bolsas ya habían cerrado.
“Recibió múltiples llamadas”
Un oficial del equipo de prensa de la Casa Blanca respondió escuetamente que Elon Musk no estaba en el edificio ejecutivo. Las oficinas del fundador de SpaceX y Tesla, devenido en funcionario externo del gobierno para la ejecución de reportes presupuestarios y la eficiencia del gasto público, se encuentran justo frente al ala oeste, en otro edificio del poder ejecutivo, que tiene siete pisos y lleva el nombre del expresidente Dwight Eisenhower.
Ya es viernes 5 de abril en la Casa Blanca y Donald Trump está en Mar-a-Lago jugando golf. Los mercados encadenan dos jornadas en números rojos, pero la de hoy es especialmente dura. El S&P500, Nasdaq y Dow Jones tendrían sus peores perdidas desde el inicio de la pandemia del COVID.
La ausencia del hombre más rico del mundo es comentario obligado. No aplaudió públicamente el anuncio de aranceles y su silencio comenzó a dar que hablar.
“Está enojado”, especulan los periodistas en el auditorio.
Elon Musk rompería el silencio dos días después, a través de un video donde le solicita a Trump arancel cero con la Unión Europea.
El lunes intensificaría sus ataques y los focalizaría en el más influyente de los economistas asesores de Donald Trump, el ya mencionado Peter Navarro. “Es idiota y tonto de remate”, dijo el también fundador de Neuralink.
Pero detrás del enojo de Musk se esconde el enojo de los mercados. “Recibió múltiples llamados”, explica la secretaria de agricultura, Brooke Rollins, ante la pregunta de DF MAS. “El presidente escuchó y fue sopesando los argumentos”, agrega.
Durante la campaña, los magnates del país intentaron entrar en gracia con el potencial nuevo presidente. Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y otros, incluso asistieron a su toma de posesión. Sin embargo, el riesgo de una recesión económica los llevó a tomar el teléfono. Según relata una fuente. en la Casa Blanca, que solicitó ser anonimizada, el presidente Trump por esos días hablaba diariamente por su celular hasta altas horas de la noche, “incluso hasta la 1 o 2 de la mañana, los mercados estaban vueltos locos y necesitaban respuestas”.
Mientras los empresarios realizaban rondas de consultas, no sólo con el presidente, en el ala oeste las divisiones se hacían latentes. Por una parte, el secretario Bessent y Kevin Hasset, presidente del Consejo Nacional Económico, definidos como liberales más ortodoxos y con historia en el mundo financiero. Por el otro, el secretario Lutnick y Navarro, defensores de una política de aranceles amplia y global.
El día previo al anuncio de aranceles Bessent y Hasset fueron derrotados. Lutnick y Navarro impusieron su visión de que el anucio debía superar las expectativas de los mercados y generar un revuelo global. Entre sus argumentos incluso incluyeron una defensa a una recesión acotada como un aspecto positivo. “El precio del dólar está sobreestimado, debido a la manipulación de nuestros socios, y una recesión puede depreciarlo para hacer más atractivo invertir en el país”, explicaron.
La discusión del grupo no era sobre si debían o no fijarse aranceles, sino sobre el alcance y objetivos de éstos, relata un asesor de un miembro del Consejo Nacional Económico. Los liberales del grupo sostenían que debían ser un arma de negociación para incentivar políticas que equilibren la balanza fiscal deficitaria que Estados Unidos conserva con países como Japón, Vietnam o la Unión Europea. Para los proteccionistas, era una política económica en sí misma que, en el largo plazo, traería beneficios.
El pánico mundial y la rápida respuesta de gobiernos de todo el mundo para iniciar negociaciones jugaron a favor del secretario Bessent. La administración sopesó que los acuerdos bilaterales podrían tomar meses en ser negociados y firmados, por lo que una suspensión podría quitar presión sobre la inminente alza de los precios y la caída de las bolsas.
Esas conversaciones internas trascendieron. El lunes dos medios publicaron la información, aunque la Casa Blanca rápidamente salió a descartarla. Leavitt dijo que eran noticias falsas, que la suspensión no era objeto de discusión.
Pero lo más llamativo de este lunes, ante una sala de prensa abarrotada de periodistas, fue la utilización del término “traje a la medida”. “El presidente está abierto a negociar con cada país por separado, para diseñar trajes a la medida para cada situación” dijo la vocera. Los aranceles ya no eran intocables y Bessent, minutos antes, había anunciado el inicio de tratativas con Japón.
Empezaba a retomar el control.
¡Consiga tratos y rebaje los aranceles!
Es miércoles 9 de abril en el Capitolio. La noche anterior, el senador Ted Cruz, uno de los más vociferantes defensores de Donald Trump en el Congreso, dijo en Fox News que los aranceles son un impuesto a las personas y que no pueden ser una política permanente. “Consiga tratos y rebaje los aranceles”, interpeló a Trump.
Durante la semana, cinco senadores republicanos, entre ellos el exlíder Mitch McConnell, apoyaron un proyecto bipartidista para exigir que todos los aranceles unilaterales deban pasar por la aprobación del Congreso.
En un año y siete meses, el Partido Republicano debe defender su mayoría en ambas cámaras. Se elige toda la cámara baja y un tercio del Senado. Un funcionario de un representante del partido republicano en Florida, señaló a DF MAS que “los teléfonos nunca habían sonado tanto de contribuyentes preocupados por precios y la inflación”.
El pánico esa mañana en el Congreso era latente. Minutos después del anuncio de Trump, varios sonrieron aliviados. En los días previos habían enviado mensajes cordiales y no tan cordiales a la administración. Por primera vez desde que asumió Trump, en la televisión aparecían congresistas criticando a su propio gobierno, o señalando no entender lo que estaban haciendo.
Cerca de 25 congresistas republicanos se reunieron en la oficina de Mike Johnson, presidente de la Cámara, para evaluar los anuncios. Los turistas del edificio -porque la oficina está contigua a la Rotonda que está abierta al público- quedaron anonadados cuando vieron salir a las figuras políticas en fila. Habían estado reunidos por cerca de media hora y se alistaban a ir a enfrentar las cámaras para defender no los aranceles, sino su suspensión.
Al mismo tiempo, en la Casa Blanca, Leavitt se alistaba para salir a explicar el posteo de Donald Trump. Un texto impulsado por disputas internas en su equipo, presiones de sus bancadas y llamados, hasta pasada la medianoche, de empresarios nerviosos.
3:15 pm. Tras un trayecto de 10 minutos, los reporteros que ese día habían asistido al Congreso para tomar el pulso al estado de ánimo republicano, ya estaban de vuelta en la sede de gobierno.
Se abre la puerta y Leavitt se apronta a hablar. Mira brevemente sus papeles, toma aire y, con un tono pausado, declara: “Haremos una pausa de 90 días en los aranceles recíprocos mientras las negociaciones están en curso. Los aranceles serán fijados en un 10% universal”.
Los temas que pondrá sobre la mesa Estados Unidos en su negociación con Chile
Chile no sufrió la imposición de aranceles recíprocos el día de la liberación. Al tener balanza comercial negativa con Estados Unidos y tratado de Libre Comercio con arancel cero, sólo recibió el 10% base por barreras comerciales.
Por eso, en el Departamento de Estado aseguran que las “pistas” para Chile están en el documento sobre barreras comerciales que detectó tres grandes problemas: la falta de protección a la propiedad intelectual, la falta de un marco regulatorio claro para la protección de datos, y la falta de certezas jurídicas para las inversiones estadounidenses, entre ellas las aseguradoras que operan en el sistema de pensiones.
La reunión se realizará el 16 de abril y por Estados Unidos participará la Oficina del Representante para el Comercio (USTR por sus siglas en inglés).
Un oficial del Departamento de Estado señaló a DF MAS que otros temas también podrían ser tratados. Uno de los elementos que Estados Unidos considera barrera comercial a nivel global es el alto IVA de otros países respecto al IVA que Estados Unidos aplica internamente. Otra preocupación es la seguridad e inmigraciones. Decenas de deportados venezolanos pasaron por Chile y, de acuerdo a información de la Patrulla Fronteriza, emigraron a Estados Unidos utilizando la ruta migratoria hacia Chile de manera inversa: saliendo por el desierto.
Por eso, un aspecto no comercial que podría ser tratado es sobre el esfuerzo del gobierno chileno para controlar el flujo migratorio no sólo entrante, sino también saliente por el desierto de Atacama.