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Chile, punto caliente del cambio climático

Chile, punto caliente del cambio climático

Esta semana la ONU alertó sobre cómo el cambio climático seguirá causando fenómenos extremos con mayor frecuencia e intensidad. En el país ya hay gente viviendo bajo esas condiciones o trabajando para hacerlas menos dramáticas. Estas son sus historias.

Por: Pablo Portales Manzano | Publicado: Sábado 14 de agosto de 2021 a las 21:00
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Un invierno que parece verano. Episodios de calor intenso en algunas regiones, escasas o nulas lluvias y amenazas de incendios, sequía e inundaciones. El cambio climático está causando fenómenos extremos en todo el mundo y Chile no es la excepción.

El IPCC, el grupo de científicos del clima vinculados a la ONU, alertó esta semana en su Sexto Informe de Evaluación que los efectos del aumento de la temperatura global serán cada vez más frecuentes e intensos. ¿Estamos preparados? En el país ya hay gente cuyo actual modo de vida está cambiando por el clima.

El panel del Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) alerta que Chile se verá afectado con sequías más prolongadas en la zona central, que seguirá disminuyendo la nieve -y las fuentes de agua permanentes- de la cordillera, las tormentas se desplazarán hacia el sur y que todo eso generará condiciones más propicias para los incendios forestales.

El informe contó con el trabajo de 234 científicos de 66 países, además de 517 colaboradores. En sus páginas se lee que la disminución de las precipitaciones se unirá a un desolador paisaje árido, con consecuencias directas sobre la agricultura y los bosques.

Muchos de estos episodios se están experimentando hoy en día. Ningún área se salva y los números son muy poco alentadores. Según el último Informe Hidrometeorológico Semanal de la DGA del Ministerio de Obras Públicas (MOP), la disminución de las precipitaciones alcanzó un 39% respecto al promedio histórico mensual, tendencia que se mantiene de años anteriores.

Pero lo que es peor son los pronósticos respecto de la acumulación de nieve, cuyo derretimiento es clave para el agua en Chile.  Las reservas han caído 97% y los embalses apenas acumulan alrededor de la mitad de agua que en un año normal.

Hoy, 104 de las 346 comunas de Chile sufren de escasez hídrica, lo que significa que un 30,06% de estas presenta serios problemas de agua. Además, según lo expuesto por el informe del IPCC, la situación no tiene precedentes en el último milenio.

Un ejemplo tangible es lo ocurrido con la Laguna de Aculeo. La que hasta hace algunos años fuera una atracción turística, hoy luce como un manchón de 12 kilómetros cuadrados de tierra seca. Según cuentan habitantes de la zona, el lugar se secó completamente debido al cambio climático, la escasez de precipitaciones y, principalmente, a la sobreexplotación y desvío de las aguas de su único afluente: el Estero Pintué.

 “La falta de lluvia hizo que los principales interesados en tener agua para riego desviaran el Estero Pintué durante años y, luego, cuando dejó de llover, se secó el estero y a la laguna no había cómo echarle agua”, cuentan en los campings de la zona, donde ahora no hay nada que ofrecer a los visitantes.

Pejerreyes teme su desaparición

“Yo llegué a los 13 años a vivir a Pejerreyes y era un sector verde, corría una quebrada, había hartos animales… Era muy lindo.  Ahora está todo seco, no hay río, no hay absolutamente nada”, cuenta Fabián Espinoza, habitante de la localidad de Pejerreyes, ubicada cerca de Ovalle en la Región de Coquimbo.

El también exdirigente vecinal cuenta que como en la zona no hay agua potable y se secaron todas las fuentes naturales, ahora las casi 200 familias que viven ahí solo pueden abastecerse a través de camiones aljibes, que son entregados y distribuidos por el municipio de Ovalle. Cada 15 días llevan 1.000 litros de agua por persona.

En ciertas zonas de ese valle “todavía quedan algunas familias que se dedican a la venta de productos orgánicos, como miel o de queso de cabra, pero su subsistencia es cada vez más difícil, porque no hay agua”, sostiene Espinoza y se queja sobre la falta de una política pública, para mitigar el problema. “Esto es una bomba de tiempo, o sea, en cualquier minuto va a pasar a ser un pueblo sin producción, sin desarrollo, sin absolutamente nada”, advierte. En Pejerreyes temen que el cambio climático marque su desaparición.

El temor de los canalistas del Maipo

“La sequía que está afectando a nuestros asociados es muy compleja, no solo por la falta de precipitaciones, sino también por su extensión. El Maipo se alimenta principalmente de la nieve que se derrite en primavera y verano, que es la temporada de riego. Como esta crisis ha combinado falta de precipitaciones y altas temperaturas, no quedan reservas de nieve,”, detalla Alejandro Gómez, gerente general de la Sociedad del Canal de Maipo.

Agrega que “como consecuencia, los caudales registrados en el río Maipo en los últimos 10 años, han sido 40 % más bajos que el promedio histórico, y ese déficit aumentó a 45% en los primeros siete meses de este año”.

La situación para sus 3.500 asociados es muy grave. Y las predicciones, peores: estima que la disponibilidad de agua para esta temporada de riego, que está a punto de comenzar, será menor incluso que 2019, que ha sido uno de los años más secos de los últimos 110 años.

“Nuestra principal preocupación ha sido tomar todas las medidas necesarias para mejorar la circulación de la poca agua que tenemos. Incluso en medio de la pandemia, continuamos haciendo los trabajos de mantención y limpieza de los canales y seguimos adelante con las inversiones en mejora de infraestructura, que es lo que nos permite disminuir al máximo las pérdidas de agua”, añade.

27 nuevos embalses

“Lo más probable es que las comunas declaradas en escasez hídrica sigan aumentando. Actualmente son 104 comunas, pero según la revisión que hemos hecho del resto del país, proyectamos que se van a sumar por lo menos otras 67 que superarán el umbral de sequía, principalmente en las regiones de O’Higgins y el Maule”, adelanta Óscar Cristi, director general de Aguas. 

Cristi añade que hay que mejorar la gestión de recursos.  “Y eso tiene que ver con cómo poner en una adecuada coordinación a todas las instancias que tienen que ver con el agua para que remen en una misma dirección, que es lograr que el país sea más resiliente a la menor disponibilidad”, añade.

Pero, ¿cómo ahorrar y generar nuevas fuentes? Para la DGA hay que apuntar a la agricultura y a mejorar la eficiencia de riego. Según un estudio de CORFO si se mejora en un 5% la eficiencia promedio de la agricultura -principal consumidor de agua en Chile-, se podría liberar agua en una cantidad equivalente a lo que se proyecta que pueden aportar los cerca de 27 embalses prioritarios que el gobierno tiene en carpeta.

Plantea además la necesidad de avanzar con rapidez en la obtención de agua de mar a través de la desalinización, sobre todo para el consumo humano. “Hay que agilizar los procesos de instalación de plantas desalinizadoras con el respectivo cuidado del medio ambiente. Y que haya incentivos tanto para el sector público como para el privado para la creación de estas nuevas fuentes de agua”.

Llegó el momento de las desaladoras

“El agua dulce es un recurso finito cada vez peor repartido por el cambio climático y el sobreconsumo, y las nuevas fuentes para conseguirla son reutilizar las aguas y desalar”, sostiene Ivo Radic, representante de ALADYR (Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso del Agua) en Chile.

Añade que cuando ya no queden más fuentes de agua, obviamente que el mar surge como una opción, por lo que ya es tiempo de empezar a pensar en aumentar la desalación. “Es un agua más cara y son proyectos más a largo plazo”, advierte.  A su juicio, estas nuevas fuentes de agua debiesen ser más grandes y multipropósito, para que sirvan a personas y empresas, “con el sentido de que los que tienen mayor propensión a pagar financien a los que tienen menor propensión a pagar, pero que la suma de todos le dé un precio al agua que permita pagar el proyecto”, dice.

Y agrega que así se están diseñando la mayoría de las plantas para la zona central del país, donde vive más del 70% de la población. “Hay que pensar en la desalación no solo como factor de corrección de una situación de escasez, sino que también como una oportunidad para generar nuevos polos de desarrollo. Imagínate lo que sería poder cultivar en el desierto a partir de aguas saladas, con grandes extensiones de tierra, con muy buena radiación solar, donde además se podría generar energía de bajo costo y limpia, convertir tierras inertes en tierras productivas. Se pueden generar oportunidades, más allá de ser solución a la escasez”, añade.

Dar voz a las comunidades

“Me parece que estar pensando que solamente vamos a abastecer de agua a través de camiones aljibes o de nuevos embalses no es la solución completa, porque estos no generan más agua. Debemos pensar que aquello no está siendo suficiente, que las condiciones van a ser agravadas y que en ese sentido necesitamos volver a analizar ciertas situaciones”, sostiene Camilo Mansilla, vocero de MODATIMA (Movimiento de Defensa del Agua, la Tierra y la Protección del Medioambiente) en Santiago.

Entre estas ideas, Mansilla cree que hay que generar mesas o instancias de participación vinculantes para las comunidades que se encuentran afectadas y modificar el Código de Aguas para poder garantizar el acceso al agua.

“Tenemos que repensar cómo va a ser el modelo productivo chileno. Y en ese sentido necesitamos instrumentos de planificación y fortalecimiento de instituciones públicas estatales y comunitarias. Así, de esa manera, las comunidades tienen la posibilidad de poder defenderse y tener voz”, subraya.

Una voz de alarma que ha servido de poco, porque desde que se negoció el Acuerdo de París de 2015 para controlar las emisiones globales y evitar los peores efectos del cambio climático, ningún país ha tomado las medidas suficientes para tratar de revertir la situación que se avecina y que ya se está experimentando a lo largo y ancho del globo.

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