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Consuelo Alzamora, la chilena en la ciudad más austral de Haití
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Septiembre de 2022. Tenía que viajar a Francia a representar a Haití en un encuentro internacional. Pero el trayecto al aeropuerto de Port Au Prince desde Les Cayes, en el sur del país, fue una pesadilla. Se encontró con más de 20 barricadas: vehículos, madera, neumáticos y todo lo que pudiera arder, ardía.
Lo más temible, muchas personas, la mayoría hombres jóvenes e incluso niños, con metralletas y machetes, amenazando con matarla. A ella, a “la blanche”. Por primera vez en sus 11 años en Haití, Consuelo Alzamora, terapeuta ocupacional de 36 años, temió morir.
Lo más temible, muchas personas, la mayoría hombres jóvenes e incluso niños, con metralletas y machetes, amenazando con matarla. A ella, a “la blanche”. Por primera vez en sus 11 años en Haití, Consuelo Alzamora, terapeuta ocupacional de 36 años, temió morir.
Finalmente, Naciones Unidas mandó un avión a Les Cayes para poder tomar el vuelo a Francia, en un momento en que Haití, uno de los países más pobres del mundo y el más desposeído de Latinoamérica, afrontaba uno de los momentos más complejos de su ya dramática historia. “Empezaron protestas en todo el país, cortaban las calles, durante ese mes no había bancos, ni plata, ni comida, no había agua, ni luz, nada”, reseña.
Consuelo Alzamora nació en San Carlos, Región de Ñuble, y estudió Terapia Ocupacional en la Universidad de Chile. Recién egresada, llegó a Haití en 2012 como voluntaria de América Solidaria. Cuando se cumplió su año de voluntaria, buscó trabajo en otra organización, Medical Teams International, y se fue al sur, a Les Cayes.
“En ese entonces había sólo dos terapeutas ocupacionales en todo Haití, no había centros de rehabilitación… sentí que no podía abandonarlos, hay tantas necesidades aquí, tanto por hacer”.
“En ese entonces había sólo dos terapeutas ocupacionales en todo Haití, no había centros de rehabilitación… sentí que no podía abandonarlos, hay tantas necesidades aquí, tanto por hacer”.
Cuando esta otra ONG abandonó el país, cerraron las embajadas y se fue Naciones Unidas y todas las organizaciones humanitarias que trabajaban en el país, esta chilena prefirió quedarse. Y creó, en 2016, la fundación Tous Ensemble (Todos Juntos en francés) en Les Cayes. Allí rehabilita y ayuda a incontables niños y adultos, muchos de ellos con las extremidades mutiladas por el terremoto que afectó a Haití en 2021; otros por accidentes o por daños neurológicos congénitos.
“Aquí las mujeres no se cuidan durante el embarazo, no toman ácido fólico (que previene la espina bífida), no toman precauciones como evitar algunos medicamentos o exponerse a ciertos elementos nocivos”, señala.
“Tienen muchos hijos, porque saben que varios de ellos van a morir”, cuenta Consuelo, la única chilena que vive en el sur de Haití, directora clínica y co-fundadora de Tous Ensemble. “Hay muchas mamás que no saben que están embarazadas y me tocó una que tuvo gemelos, uno nació bien y el otro con discapacidad”.
De país seguro al infierno
En julio de 2021 el país sufrió un duro golpe, cuando el presidente Jovenel Moïse fue asesinado. Un mes después, un terremoto dejó más de 2.200 muertos, y luego se dejó caer un huracán. Desde entonces, el país vive un estado de violencia sin precedentes. Hay bandas que roban y controlan los suministros, que “te pegan, te matan, te secuestran”, cuenta Consuelo. Y hay grupos que se han unido a la policía, que con machetes matan a estas mafias, rememora.
“Cuando llegué en 2012 y luego cuando decidí quedarme, Haití era uno de los países más seguros, no había secuestros, no había bandas armadas. Me sentía más segura aquí que en Chile”, señala. “La gente era súper amable, pero es triste ver cómo en 10 años el país se ha ido para atrás”, dice Consuelo.
“Secuestran a todo el mundo, está todo -caminos y suministros- cortado, matan a personas todo el día, hay bandas armadas por todas partes”, se lamenta. El diario vivir ya es una lucha. “La comida es súper cara y escasea”, explica.
Hoy el país es otro. “Secuestran a todo el mundo, está todo -caminos y suministros- cortado, matan a personas todo el día, hay bandas armadas por todas partes”, se lamenta. El diario vivir ya es una lucha: “la comida es súper cara y escasea”, explica.
“Nosotros esperábamos que interviniera Naciones Unidas, pero nunca llega la ayuda. Y ahora están matando a los bandidos; hombres y mujeres con machetes van al encuentro de estas bandas, que les disparan… han muerto más de 800 personas en lo que va del año”, relata.
“Nosotros esperábamos que interviniera Naciones Unidas, pero nunca llega la ayuda. Y ahora están matando a los bandidos; hombres y mujeres con machetes van al encuentro de estas bandas, que les disparan… han muerto más de 800 personas en lo que va del año”, relata.
Tous Ensemble
En Tous Ensemble trabajan 10 especialistas y atienden al día entre 60 y 70 pacientes. “Después del terremoto hubo muchos amputados, les dimos prótesis a más de 60 personas. Se rehabilitan personas que sufrieron fracturas por el terremoto y también trabajamos harto con la inclusión de personas en situación de discapacidad”.
También, cuenta, “he participado en la creación de la carrera de terapeuta ocupacional acá, en la universidad que hay aquí y ya somos ocho terapeutas en el país”.
Por si fuera poco, además colabora como directora de proyectos de salud pública de otra ONG. “Ya tenemos iniciativas de clínicas móviles, algunos para atacar la malnutrición, de prevención del cáncer… muchas actividades”, señala entusiasmada.
“Un país precioso”
Otra de las razones para quedarse en Haití fue el amor. Consuelo se casó con un haitiano del que luego se divorció. Pero de esa unión nació su hijo, que tiene 4 años. “Haití es tan bonito, las playas son hermosas, no tienen nada que envidiarle a las de República Dominicana”, opina.
“La vida aquí es en comunidad. Uno sale del trabajo, se va a sentar con los amigos, se conversa, va a la playa, camina a la orilla del precioso mar. Todo es natural, hay naturaleza virgen”.
Además, “tienen una intensa vida cultural, con música y arte”, cuenta. ¿Y el vudú? “Hay una parte del vudú que es súper cultural, es la parte bonita, que viene de las raíces negras, la música, los tambores”. En este sincretismo están los Lwas, que son los espíritus del vudú haitiano, equivalentes a los orishas de Brasil.
¿Cuál es la palabra más bonita en creole? Consuelo no lo duda: Kè kontan… tener el corazón contento.