Hablemos de
My Nipp, la prótesis para mujeres que se recuperan de cáncer de mama
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
El concepto que más le gusta usar a la maquilladora profesional y arquitecta, Beatriz Palma (41), para definir su trabajo -a lo largo de su vida- es el de belleza terapéutica. Lo cuenta mientras está sentada en un sillón de su taller en Vitacura, donde tiene colgadas algunas fotos de looks que plasmó en famosas chilenas: Maite Rodríguez y Sigrid Alegría son algunas de ellas. Para Beatriz, el maquillaje y la belleza siempre han trascendido lo superficial: “Se trata de buscar qué te hace sentir bien. Encontrar lo que te haga ser más confiada y segura”.
Frente a ella, hay una mesa de centro que tiene encima una caja llena de -lo que denomina- “pechuguitas”. Son unas semi esferas de color piel que usa como superficie para apoyar y diseñar las prótesis hiperrealistas de pezones que creó. Cada una de estas prótesis tiene distinta forma, color, tamaño, textura y volumen.
Hechos de silicona y pintadas a mano, estos pezones son parte de My Nipp, el emprendimiento que levantó la maquilladora profesional en mayo de este año -junto con su marido, Cristián Clerc (45)- para mujeres que han perdido el complejo areola-pezón por cáncer de mama.
De hobby a profesión
Beatriz relata que su amor por el arte de la belleza viene desde su niñez. Nació con fisura palatina y sufrió de bullying por su condición. Para refugiarse de estas inseguridades, usaba el maquillaje como “mecanismo de defensa”.
Cuando tenía que decidir qué estudiar, no dudó en inclinarse por la peluquería y el mundo cosmético, pero su familia no la dejó. Así que entró a Arquitectura en la Universidad de Chile. Se tituló en 2006, pero duró solo un año ejerciendo esta profesión. “En paralelo yo estaba cumpliendo mi sueño de estudiar maquillaje, y el hobby me empezó a requerir dedicación. Me fui de la arquitectura y me dediqué a la belleza. Era increíble lo que uno generaba en las mujeres cuando las maquillaba. Se sentían tan cómodas y lindas con pequeños cambios”, recuerda Beatriz.
Pasó diez años trabajando de maquilladora profesional, y cuenta que conoció todos los medios, revistas y productoras de moda. También fue parte de desfiles y matrimonios, pero poco a poco comenzó a interesarse en entregarle a las mujeres una solución más permanente a sus complejos. Así, descubrió la micropigmentación -una técnica duradera que introduce pigmentos sobre la capa más superficial de la piel- en cejas y ojos, y se dedicó a eso.
Aun así, todavía sentía que algo le faltaba. Se puso a investigar y llegó al mundo de la micropigmentación paramédica, que consiste en “pintar”, por ejemplo, quemaduras y cicatrices con el fin de ocultarlas y aportar en la recuperación emocional de los pacientes. Esta técnica también se usa en oncología para reconstrucción de pezones, que es el área en la que Beatriz se interesó.
“Esta disciplina, que reconstruye el pezón por medio del tatuaje, no me terminaba de cerrar. Me seguía pareciendo que era como un dibujo plano y no sentía que se le entregaba de vuelta el pezón a las mujeres, sino que era una ilusión”, detalla.
Prótesis hiperrealista
Para llegar al producto que diseñó, Beatriz Palma se inspiró en la anaplastología, una rama de la medicina que se encarga de construir órtesis y prótesis externas en personas que han perdido narices, bocas y dedos. El camino para llegar al diseño definitivo fue un constante ensayo y error de meses. La prótesis final de My Nipp está hecha de silicona y es pigmentada a mano por Beatriz de la forma más realista posible, con todas sus terminaciones e irrigaciones.
Beatriz Palma (41), con las prótesis que diseñó.
Cada pezón se fija de forma autónoma al pecho de las mujeres con un pegamento biocompatible. Se ubican en el lugar donde Beatriz les indicó según sus propias medidas corporales. Se recomienda usarlas de siete a 10 días corridos y, luego de ese rango de tiempo, despegar la prótesis con un removedor, lavarla e hidratar la piel. Se puede dejar descansar un rato y luego volver a ubicarla en el pecho.
“My Nipp es a prueba de agua, de sudor e incluso resiste cierta tracción. Le permite a la mujer hacer su vida normal”, detalla Beatriz, y agrega: “Pienso en esto como una solución digna, concreta y predecible. Estas son palabras que me gusta usar porque en un cáncer no hay nada predecible ni controlable”.
Sanación emocional
Como un primer acercamiento, Beatriz invita a las pacientes que han pasado por una mastectomía para que conversen sobre sus vidas, su historia con el cáncer y en qué proceso de la recuperación están. “Hay personas que la vienen a buscar (la prótesis) y hay otras que hay que ofrecérselas. Son distintas aproximaciones”, detalla.
Si la clienta quiere seguir con My Nipp, se le toma un molde de su seno -en caso de que haya sido una mastectomía unilateral, es decir, de una mama- y se comienza a diseñar lo que pidió. De hecho, explica Beatriz, si las mujeres saben que se les extraerá un pecho, pueden hacerse el molde antes de la operación y así contar con su propio pezón lo antes posible: “Es increíble la recuperación emocional porque, de un minuto a otro, verte sin pechuga es súper agresivo”.
La maquilladora cuenta que le resulta emocionante ver cómo las mujeres que llegan a su taller se prueban los pezones que tiene disponibles y, apenas hace contacto con su piel, tienen el impulso de cubrírselo. Sienten pudor y les vuelve la sensación de tener su pecho como antes.
“Esto ha sido un recorrido tanto para ellas como para mí. Hemos derramado muchas lágrimas cuando estamos frente a la situación de devolverles una parte del cuerpo que fue extraída. De alguna forma, esto es parte de una recuperación final y, a la vez, es una ecuación personal. Hay personas que viven felices sin su pezón por la vida y no lo van a necesitar, pero hay otras que sí, y queremos ser la solución para las que lo necesiten”, finaliza la maquilladora, arquitecta y emprendedora.