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Lo que une y separa a los constituyentes Jorge Baradit y Bernardo Fontaine

Lo que une y separa a los constituyentes Jorge Baradit y Bernardo Fontaine

Juntarlos fue una odisea. Los constituyentes Jorge Baradit y Bernardo Fontaine aceptaron el desafío de responder preguntas sobre algunos temas candentes de la Constitución. Uno ya piensa en escribir un libro; el otro está preocupado por el reglamento de la Convención.

Por: Marcelo Soto | Publicado: Domingo 6 de junio de 2021 a las 04:00
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Jorge Baradit y Bernardo Fontaine conversan animadamente en una pausa de la sesión fotográfica. Se ve que han hecho buenas migas.

Los constituyentes han tenido días intensos: van conociéndose, tejiendo redes. Sin ir más lejos el jueves estuvieron con los rectores en una reunión por zoom. Esa jornada se alargó hasta más de dos horas, debido a que muchos elegidos para la Convención quisieron hablar.

Parece curioso, pero ni Fontaine ni Baradit han visitado el Palacio Pereira, donde sesionará la Convención en un edificio refaccionado de manera espléndida por Cecilia Puga, en el centro de Santiago. ¿Hay cierto atraso?

“Lo que me preocupa es la parte ejecutiva de la Convención. Hubiera sido recomendable, creo, que el reglamento lo hubieran hecho expertos; no esperar a que lo hagan los propios convencionales. Es como si los futbolistas decidieran las reglas del partido”, comenta Fontaine, quien obtuvo 16.472 votos en el distrito 11 (Las Condes, Vitacura, La Reina, Lo Barnechea y Peñalolén), como carta de Vamos por Chile.

Vivir este proceso es alucinante”, agrega el autor de la tetralogía Historia Secreta de Chile, uno de los libros más vendidos del último tiempo, quien robtuvo 21.847 votos en el distrito 10 (Providencia, Ñuñoa, La Granja, Macul, San Joaquín), representanto a la Lista del Apruebo.

Economista y director de empresas (trabajos que deberá dejar mientras sea constituyente), Fontaine se alzó como una de las voces técnicas más críticas de la reformas de Bachelet en su segundo gobierno. Baradit, en cambio, ha defendido a la expresidenta, así como al gobierno de Salvador Allende. Aparte de ser un autor de best sellers, tiene un perfil público de izquierda.

-¿Han pensado escribir un libro sobre la Convención?
Jorge Baradit: -Sí, es lo que hago. La historia secreta de la Constitución (risas).
Bernardo Fontaine: -Reconozco que no lo tenía en mente, pero es algo histórico, sin duda. Ahora, ¿cómo escribir un libro entretenido sobre algo tan árido? Sólo Jorge es capaz – bromea.

Constitución del 80: Modelo para desarmar

-El escudo de Chile dice: Por la razón o la fuerza. ¿Ustedes lo cambiarían? ¿Por qué? ¿Cuál les gustaría?
JB: Sí, lo cambiaría. Es un tema que está en el aire: el cambio de los emblemas. Son símbolos y cuando dejan de representar hay que modificarlos. Súper simple. Pero si esperabas una respuesta radical, no estoy por cambiarlo todo. Los actuales emblemas patrios están en el corazón de la gente. La bandera la utilizan en las paradas militares, en las tomas de terrenos, cuando sales a protestar. Es decir, le pertenecen a la gente. Y el himno también: se canta a capela como el haka neozelandés en los estadios. Hasta con el eclipse la gente cantó el himno.

- Los críticos plantean que el lema debería ser siempre por la razón.
JB: Claro. La verdad es que el lema, no el escudo, es algo que hay que cuestionar. Nuestra historia tiene dictaduras, numerosos hechos de sangre contra el propio pueblo, desde la pacificación de la Araucanía hasta la represión de los carabineros. Yo creo que es urgente reemplazar el lema. “Por la fuerza de la razón” es una alternativa, sería un gesto histórico, político y de relato súper importante en la construcción del nuevo Chile y le daría un tono fundacional a los nuevos tiempos.
BF: Discrepo. No debemos distraernos de las urgencias de los chilenos con ese tipo de discusiones.

-Uno de los derechos sociales, que está ausente de la Constitución, es el de la vivienda. ¿Lo incorporarían?
B.F.: Sí, quiero incorporar el derecho social a la vivienda con su debido entorno de barrio.
J.B.: Me parece fantástico estar de acuerdo con Bernardo.
BF: El Estado debe estar obligado a satisfacer derechos sociales que den más protección que hoy, en forma progresiva en el tiempo y respetando la responsabilidad fiscal según definan las leyes respectivas. No es conveniente que sean derechos judicializables. No podemos dejar que los jueces administren los recursos públicos pasando a llevar al Gobierno y al Congreso que han sido elegidos por los ciudadanos para administrarlos. Además, el Estado podría generar más desigualdad porque quienes tengan cierto nivel de recursos son los que reclamarán en tribunales y no los más necesitados, y como la justicia es caso a caso, el cumplimiento de los derechos sociales será muy desigual.

JB: Coincido, la nueva Constitución debe garantizar el acceso a la vivienda, pero hay aquí un sesgo, porque esta vivienda debe ser digna. Hay que entenderlo desde un estándar de calidad completamente nuevo, en términos de materialidad, espacios, áreas verdes, servicios públicos, conectividad, cercanía, seguridad. Ya desde Salvador Allende en el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, cuando era ministro de Salubridad, consideraba la vivienda como el centro de las preocupaciones, porque sin una buena vivienda, no había buen vivir. Es el lugar donde se desarrolla la familia, donde crecen los niños, así que en una sociedad donde las familias en general no se pueden comprar una vivienda de manera fácil, debe ser el Estado el que intervenga.

-¿Cómo evitar que se transformen en guetos?
JB: No se trata solo de construir viviendas sociales, sino de generar barrios que entreguen calidad de vida.
-¿Y cómo lo financias?
JB: La garantía de los derechos que incluyamos en la Constitución por supuesto que va a ser progresiva, y en eso coincido con Bernardo. Las personas saben que Chile no va a despertar siendo Noruega al día siguiente de que se promulgue la Constitución. No creo que exijan altiro judicialmente su casa. Va a ser progresiva en la medida que el país pueda.
BF: Tan importante como incluir en la Constitución derechos sociales, es que haya crecimiento económico y capacidad de gestión del Estado suficientes, para que no sean letra muerta.

-La familia es el núcleo fundamental de la sociedad según la carta magna. ¿No deja esta definición fuera a mucha gente: la gente que vive sola, las parejas que deciden no tener hijos?
BF: Estoy de acuerdo en lo que dice la actual Constitución sobre la familia como núcleo central de la sociedad. Pero hay muchos tipos de familia y la ley debe incorporarlas. Por supuesto que la Constitución debe reconocer la dignidad de todas las personas independientemente de su inclinación sexual, así como de cada persona sin distinciones.
JB: El problema es que primero hay que definir familia. Los tiempos actuales admiten una definición más amplia, no solo la hétero normada: padre, madre e hijo. La familia uniparental es de las más comunes en Chile: yo mismo me crié solo con mi papá. Un deber de cualquier Constitución es parecerse al país que representa y en Chile hay muchas familias diferentes.
Me parece discutible que sea el núcleo central. Cada vez más hay individuos o parejas que eligen no tener descendencia. Hay comunidades que crían en colectivo incluso. Es una conversación abierta, yo tengo una opinión, pero también hay que entender que a eso vamos a la Convención. No a instalar nuestra preferencia sino a dialogar para llegar a una síntesis.

Los derechos ambientales de los bisnietos

-La Carta tampoco dice nada de paridad. ¿De qué manera podría defenderse? ¿Con una obligación a las empresas?
BF: La igualdad ante la ley incluye la paridad, pero considero que la nueva Constitución debe ser explícita. La Convención Constitucional quedó conformada con criterios de paridad y creo que fue un buen ejercicio. No estoy tan de acuerdo con establecer una obligación a las empresas, porque creo que no es materia constitucional y pasa a llevar la libertad.
JB: Uno de los grandes aportes de la modernidad es el concepto de igualdad. Es un invento muy reciente, no tiene ni 300 años. Pero hay una historia milenaria de postergación, de desplazamiento, de las mujeres. Y para hacer carne esa deuda de igualdad debemos inclinar la balanza en favor de las mujeres si es necesario. Porque lo que necesitamos es acelerar un proceso cultural que de otro modo, abandonado a las dinámicas sociales, demoraría décadas.

-El artículo 9 establece que el terrorismo es por esencia contrario a los derechos humanos. ¿Por qué el terrorismo debe estar en la Carta? ¿Les parece correcto?
BF: Debe estar y está porque el terrorismo es contrario a los derechos humanos. No podemos vivir con miedo. El terrorismo y la violencia política deben ser desterrados de la sociedad porque no son parte de la democracia ni de la civilización. Aspiro a incorporar en la Constitución el derecho a la seguridad pública para que los ciudadanos podamos exigir sanciones a las autoridades gubernamentales, parlamentarias, judiciales o policiales cuando no se pongan los pantalones contra la violencia y la delincuencia, cuando el Estado falle sistemáticamente en cuanto a seguridad, como en la Araucanía. La paz social es esencial.
JB: Yo creo que no debería estar en la Constitución, porque es un delito específico y por lo mismo debería ser materia de ley y de una discusión del mundo judicial, no constitucional. Ahora bien, lo primero es no dar por hecho la definición de terrorismo. Porque cuando hablamos de terrorismo hablamos de una acción violenta para imponer un pensamiento político. Eso debe ser materia de persecución penal, desde el terrorismo de Estado al terrorismo civil.

-¿Debe el agua estar en la constitución? ¿Los glaciares también?
BF: El agua es un bien nacional de uso público y por cierto el consumo humano tiene prioridad. Después la Constitución debe establecer derechos de aprovechamiento de aguas regulados por ley para que pueda existir agricultura y otras actividades en forma sustentable, así como realizar las urgentes inversiones que son necesarias para cuidar el agua. Por la sequía, al margen de la Constitución, Chile debe mejorar la gestión de sus cuencas, invertir en embalses, incentivar el ahorro en su consumo y fiscalizar estrictamente el uso de las aguas.
JB: El agua debe ser un bien nacional de uso público, sin duda. Chile es el único país que tiene privatizado el agua. ¿El siguiente paso es privatizar el aire? Los derechos de agua deben estar al servicio del bien común. Por el carácter estratégico y fundamental para la vida, no puede quedar en manos de privados. Los glaciares también deben contar con una protección efectiva. La ciencia es súper clara: la protección de la criósfera (todos los elementos de agua sólida) es clave en la batalla que como especie libramos contra el cambio climático, esta es una cuestión de vida o muerte para la especie humana.

-Y los bosques nativos, que son un tesoro del país, ¿deberían ser defendidos?
BF: Por supuesto que sí. En materia medioambiental, la nueva Constitución es una oportunidad para actualizar el derecho a “vivir en un ambiente libre de contaminación” bajo el principio de desarrollo sustentable. Esto porque la Constitución es un pacto intergeneracional a largo plazo. Es necesario derribar el mito de que los principios medio ambientales se contraponen al crecimiento económico. Una institucionalidad medio ambiental empoderada y moderna, potencia el crecimiento económico y mejora la calidad de vida de las personas.
JB: Tenemos que proteger los bosques porque si no nuestros nietos no los van a conocer, van a tener que contarles historias. Es súper importante considerar en la Constitución lo que se conoce como los derechos generacionales, es decir proteger los derechos de nuestros nietos y bisnietos. Y que puedan vivir en un ambiente libre de contaminación, en un ambiente protegido.

-¿Qué cosas que no están en la Constitución del 80 agregarían y por qué?
BF: En materia económica, agregaría la obligación del Estado de impulsar la competencia a través de las leyes y regulaciones, así como vía las compras estatales. Incorporaría el derecho a la Seguridad Ciudadana y el derecho social a la vivienda con su debido entorno de barrio. En materia de organización política, varios cambios, entre otros una verdadera descentralización, un nuevo sistema electoral, etc.
JB: Crear espacios para aumentar la participación ciudadana. Este país está a punto de dar un paso que no responde a 30 o 50 años. No. Es una respuesta a 200 años de historia. Chile nunca les ha permitido a sus ciudadanos de estratos bajos y medios, participar e incidir en la toma de decisiones. Es clave que hoy se entregue la herramienta para que las personas desde abajo hacia arriba construyan poder. Y que ya no sea este presidencialismo dromedario que define como un monarca lo que hace el resto del país, sino que lo hacen las personas a través de referéndums, cabildos permanentes, plebiscitos y la participación en organismos vinculantes en su comuna. Ojalá le demos al pueblo espacios de participación directa.

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