Opinión
J.J. Jinks:"La capacidad de desestabilizar e infligir daño que tiene hoy don Héctor es mayor que antes de ser detenido"
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En estos tiempos de tanta horizontalidad e informalidad en la comunicación entre las personas, el ceremonioso “don Héctor” con que la asesora de la hoy exministra de Desarrollo Social abrió el diálogo con Héctor Llaitul resonó como un campanazo.
El don es guardado para personas de avanzada edad que pudieran incomodarse frente al tuteo moderno o para personas cuyo cargo tiene una dignidad tal que merece un trato especial, al parecer el revolucionario Llaitul caería en esta última categoría. Cosas que nos hemos enterado gracias a que don Héctor ha sido detenido.
Los primeros momentos tras la captura fueron de regocijo y júbilo entre los partidarios del gobierno, se daba una firme señal de combate contra el terrorismo y podía ser el elemento sorpresivo requerido para cambiar el destino de un plebiscito que las encuestas muestran cuesta arriba.
La primera señal de que había que guardar el cotillón fue una balbuceante Ministra del Interior dando una conferencia de prensa anodina donde lejos de atribuirse el éxito parecía preocupada de los efectos políticos del hecho. La incomodidad de Izkia tenía razón de ser, el gobierno había sido totalmente sorprendido con la detención de Llaitul y lo que venía por delante eran solo nubes negras. La intuición de Izkia no falló esta vez.
Hasta aquí, más allá de algunas ironías y sarcasmos, al gobierno le había salido prácticamente gratis los cambios de opinión respecto a las posiciones que defendieron con inusitada fuerza cuando eran oposición a Piñera. Los retiros de las AFP, las aperturas de los colegios, el manejo de la pandemia, el uso de los militares en la zona de conflicto son solo algunas perlas de lo que ayer criticaban y hoy abrazan con la energía y entusiasmo del converso.
El trato a Llaitul y sus secuaces parecía ser un ejemplo más de la hiperlaxitud de convicciones, pasarían de defender y admirar al revolucionario a perseguirlo ahora en el gobierno y nada debiera pasar, total nada había pasado con los otros flip flap.
Pero esta vez parecen estar en terreno pantanoso. La detención de Llaitul y la posterior filtración de sus comunicaciones entre ellas con el gobierno van creando una telaraña pegajosa de la cual no se puede salir simplemente con poner la cara dura y un par de cuñas bien trabajadas. Después de todo Llaitul está vinculado a acusaciones de terrorismo y llamado a la insurrección, una cosa poca.
La decisión de sacar a Jeannette Vega fue expedita, pero quedan múltiples preguntas aún sin respuesta: ¿cuál fue el tenor de la conversación con la ministra? ¿tuvo algo que ver con su declaración pocos días después donde dijo que en Chile había mapuches que eran presos políticos? ¿quién más supo de esta comunicación? ¿Hay otros personeros de gobierno con contactos con la CAM y Llaitul?
No es claro que la población vaya a finalmente a conocer las réplicas a estas interrogantes. Quien sí tiene todas estas respuestas es Héctor Llaitul, lo que es, sin duda, un problema grave para el gobierno. La capacidad de desestabilizar e infligir daño que tiene hoy don Héctor es mayor que antes de ser detenido y vaya que lo sabe.