Opinión
J.J.Jinks: "La ciudadanía se ha inclinado mayoritariamente en las encuestas por tener expertos en el diseño constitucional"
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A nadie parece haberle encantado el acuerdo constitucional lo que es una saludable señal de que se construyó algo valioso. Dejando de lado el acuerdo del 15N de 2019 el cual se forjó en medio de la violencia y el caos y donde la democracia chilena pendió de un hilo, han pasado muchos años en que la política chilena no era capaz de concordar prácticamente en nada, y estábamos acostumbrados a la imposición de fuerzas circunstanciales para avanzar en cualquier legislación relevante.
Esta vez fue distinto. Ambos sectores sí es que usamos la sobre simplificación de pensar que solo dos fuerzas tenían la capacidad de veto y distintas urgencias para sacar el proyecto adelante. El gobierno necesitaba despejar su agenda del tema constitucional que eclipsaba cualquier otro intento de mostrar logros y, por supuesto, el temor permanente de que el diálogo se diluyera y no les quedara otra opción que quedarse con la pérfida y malvada Constitución del 80.
Por su parte, las huestes opositoras necesitaban hacer carne sus promesas de campaña rechacistas respecto a que se trataba de un mal texto, pero que había disposición a uno distinto y, de pasada, dotar de credibilidad política al sector para los desafíos políticos de los próximos años.
El resultado fue que volvimos a ver a los políticos hacer su pega. Salvo algunas niñerías frenteamplistas, el diálogo se mantuvo en un tono que creíamos haber perdido. Se negoció con discreción y sin denostar a la contraparte por la prensa. En estos meses nuestros políticos volvieron a ser carentes de gracia y predecibles, cuánto echábamos de menos la fomedad.
Ojalá sea este tono gris y soporífero el que prime en el tema constitucional de aquí adelante. No necesitamos a Lionel Messi ni a Kylian Mbappé entre los expertos. Basta con unos señores y señoras anteojudas de vestir austero y con experiencia en el tema que los convoca. Nada de declaraciones altisonantes ni de publicaciones en Tik Tok, solo trabajo concienzudo y prolijo.
Lo mismo para los convencionales. Ojalá los fantasmas de Stingo, el dinosaurio azul y la señora Pikachu los persigan para que les dé temor y vergüenza cualquier atisbo de sobre exposición pública. No importa mucho qué piensen ideológicamente los 50 futuros convencionales. Mientras sea gente profundamente aburrida, el país estará en buenas manos para redactar una Constitución que ofrezca un marco adecuado de convivencia para las próximas décadas.
Hay elementos importantes que pergeñar en lo que viene, parte de la necesidad urgente de recuperar una política grisácea está por el fracaso del actual régimen político, el cual funcionó razonablemente hasta el cambio del sistema electoral.
El país no resiste mucho tiempo más de gobiernos débiles frente a un parlamento que si bien tiene poca iniciativa, sí tiene la capacidad de bloquear cualquier proyecto. Esa debiese ser la primera prioridad de los hombres y mujeres plomizos que trabajen en el texto constitucional: hacer que el país y su política se puedan estructurar en torno a un sistema coherente.
El ánimo de la población parece estar en esta línea, la ciudadanía se ha inclinado mayoritariamente en las encuestas por tener expertos en el diseño constitucional en un ánimo de alejarse de la esperpéntica convención anterior y buscando que simplemente las cosas funcionen. En el fondo un grito desesperado de que volvamos a ser el país próspero y fome que alguna vez fuimos.