Opinión
J.J.Jinks: "La historia de éxito político del Frente Amplio descansa en la habilidad para generar antagonistas a los cuales asignarles todos los males"
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Hay pocas cosas más terribles y que generen más angustia que un incendio descontrolado. La capacidad de daño es inconmensurable, como tristemente hemos sido testigos hace pocos días en la Región de Valparaíso. Las altas temperaturas, la falta de agua y la consiguiente sequedad de pastos y árboles hace del fenómeno algo que debiese ser una preocupación constante para el Estado y nuestras autoridades.
No hay que ser pitoniso para pronosticar que en los años venideros y producto de los efectos del cambio climático tendremos que enfrentar un creciente aumento de incendios que asolen el territorio nacional.
Dado esto es clave que desde el gobierno se enfrente el tema con profesionalismo y seriedad. Habrá que asignar a la tarea los siempre escasos recursos a través de equipamiento, personal capacitado y mejorar la coordinación para enfrentar de la mejor forma posible la amenaza que tenemos por delante.
Es por estas mismas razones que es especialmente irritante y desolador el entramado de la coalición gobernante, Presidente de la República incluido, para difundir la teoría conspirativa que detrás de los incendios está el apetito voraz, insaciable y por supuesto neoliberal de las inmobiliarias.
La irresponsabilidad de la acusación es total, no hay un dato que los avale, pero eso no es óbice para repetir un discurso con el ya clásico sesgo anti empresa privada.
La imagen que diseminan es de una vileza difícil de procesar, las inmobiliarias quemarían grandes extensiones de terreno para luego poder construir y, naturalmente, lucrar. Poco importa si para cumplir el objetivo hay que arrasar con viviendas humildes y el pequeño patrimonio de sus conciudadanos, lo importante es el negocio y el dinero. La maldad que aquello implica bordea el absurdo y la caricatura de una mala película. ¿Qué gana el gobierno difundiendo tamaña maquinación? La respuesta es breve: un enemigo.
La historia de éxito político del Frente Amplio, la cual es incuestionable, descansa en la habilidad que han tenido para generar antagonistas a los cuales asignarles todos los males y presentarse ellos como el caballero arriba del caballo blanco que viene raudo al rescate de los chilenos.
Hagamos un breve repaso de los enemigos: el lucro en la educación, las AFP, los 30 años de gobiernos democráticos, la Constitución vigente son solo algunos de los anatemas que había que eliminar de nuestras vidas para alcanzar la felicidad plena. Todos ellos levantados con mucha astucia y con grandes réditos electorales.
Ahora que son gobierno el condicionamiento pavloviano no les permite dejar la rutina atrás, y por ello frente a la adversidad el primer instinto no es buscar soluciones prácticas (qué aburrido), sino encontrar a alguien a quien culpar. Lamentablemente para ellos, la reacción de la población ya no es la misma. Los voladores de luces que se pueden lanzar desde la agitación universitaria o desde la oposición intransigente ya no funcionan con la misma efectividad una vez que lograste alcanzar el timón.
Al gobierno se le pide más, se le pide esa palabra incómoda que es resultados, y lo que funcionaba maravillosamente bien desde el antagonismo hoy solo desnuda las falencias en la gestión. Menos mal que el truco del enemigo empieza a flaquear, así nos evitamos que el Presidente Boric termine su gobierno diciendo “enfrentamos a un enemigo poderoso, cruel, que no respeta a nada ni nadie”.